07 septiembre 2010

Política y Sociedad/Horacio González/Lo revuelto y lo sedimentado

Lo revuelto y lo sedimentado
Por Horacio González*


(para La Tecl@ Eñe)
Ilustración: Omar Panosetti

A propósito de la actual discusión sobre Papel Prensa, podría preguntarse –de hecho la pregunta ha aparecido una y otra vez en artículos periodísticos- si conviene abrir las compuertas de la historia para que afloren los hechos del pasado, aparentemente en su intangibilidad originaria. El tema pertenece a una reflexión muy antigua y que tiene a su servicio grandes textos, como el muy conocido de Ernest Renán, Qué es una nación. Escrito a finales del siglo XIX, sigue siendo una fuente de reflexión sorbe la cuestión de las naciones, proponiendo una visión con la que no es posible concordar, aunque no puede dejarse de lado en el momento de darle nuevo impulso a esta larga discusión. Renán comprueba que el pasado es un enemigo al acecho de las naciones consideradas como un “plebiscito cotidiano”. Por lo tanto, llama a los investigadores, historiadores y ciudadanos, a considerar como práctica real el posible olvido militante del pasado. “El olvido, y diría yo el error histórico, son factores esenciales en la creación de una nación, y por ello el progreso de los estudios históricos es con frecuencia peligroso para la nacionalidad”.
No nos apresuremos a condenar estas opiniones. Provienen de un cuerpo de ideas que intenta sustentar la compleja vida de las naciones, sustrayéndoles todo motivo de conflicto que no pueda ser contenido en el propio cuerpo nacional. Es decir, el conflicto de disolución de la nación misma. Por eso, sustrae del concepto de nación a la razón etnográfica, la identidad lingüística, religiosa, económica o geográfica. Descartados todos estos aglutinantes, la nación aún permanecería como un legado común de memorias, con la salvedad de que ellas tendrán que ser selectivas, adecuadamente sedimentadas, no revisables como si siempre estuvieran disponibles para una nueva interpretación.
¿Es posible pensar de este modo para juzgar las cuestiones referidas al presente de cualquier país, por caso, al presente argentino? Renán pensaba en la Francia posterior a la Comuna de París y a la guerra Franco Prusiana. Para las naciones latinoamericanas, tomadas a lo largo de su desarrollo histórico, este pensamiento no parece adecuado. Mucho menos si se piensa en la actualidad de nuestro país, dónde las creencias dominantes en torno al pasado, son de revisión, indagación profunda y enjuiciamiento por vías legales de los graves atropellos a la condición humana. Por lo tanto, ni el olvido ni el error histórico son recomendables, como suponía Renán con su ejemplo característico: “ningún ciudadano francés sabe si es burgundio, alano, taifal o visigodo: todo ciudadano francés debe haber olvidado la San Bartolomé y las masacres del Mediodía en el siglo XVII”. ¿Cabe a nuestra actualidad un pensamiento de esta índole? En principio, no desconsideremos debatir con él. Renán sabe qué escribe y porqué lo escribe. Lo que podemos decir nosotros es que no nos cuadra, pero no que no comprendemos el problema. Cuando en la espuma de nuestros días resurge el tema de Papel prensa, es lógico que muchos hubieras postulado la idea de dejar en paz los acontecimientos del pasado, dejar reposar los sedimentos de la historia.
Pero eso no es conveniente. Lo decimos porque estas afirmaciones, que de alguna manera son palmarias, no deben pasar por obvias e irrefutables de por sí. El pasado debe estar siempre en revisión, convocando los juegos de interpretación más diversos, pero tampoco debe ser una materia que no sepa del reposo sedimentado, de los hechos ya asentados.
Pero en la Argentina no hay hechos en reposo. Los hechos están revueltos, no sedimentados. Papel prensa significa un núcleo activo de la tragedia argentina localizada en los años 70, pues revela cómo la violencia generaba formas de acumulación ilegales de poder económico, cómo la ilegalidad –no necesariamente de las formaciones insurgentes sino del Estado mismo-, era una fuerza productiva. Lo cual entrañaba gravedad para la continuidad ético-política del Estado, pues lo colocaba como un ente que garantizaba la ley y mantenía sus partes operativas y su lenguaje real en la ilegalidad. Por un lado, la metáfora fundadora del capitalismo volvía a luz –la acumulación económica como acto de expropiación, conquista y coacción-, y por otro lado, el Estado se escindía y se agrietaba entre dos posiciones –la de la falsa legalidad, y la de las acciones en as tinieblas, su brazo terrorista que había inventado un lenguaje que todos abarcaba, condenado a franjas inauténticas de discursos a toda la sociedad y a todos los tratos civiles conocidos.
Se comprende que ante esta revelación –develación, en verdad, de lo ya sabido, ya escrito, ya investigado, pero ahora lanzado como discurso público desde la primera voz gubernamental-, muchos soliciten echar un nuevo manto de prudencia y olvido sobre los hechos. Esta actitud es inadecuada pero comprensible, pues no sólo surge del bastión de los interesados en dejar al resguardo la metodología de obtención de bienes en épocas revueltas, sino que muchas personas de buena fe preferirían vivir en un mundo histórico sosegado, estabilizado y generador de sus propias fuentes de objetividad.
¿Y quién no lo quiere? Es preciso sostener que todos queremos una vida así, pero no sin promover la revisión de lo que parecía sedimentado. Los que somos partidarios de que la historia no esté quieta podemos decirle a quienes indagan con la pregunta “¿para qué?”, que entendemos la idea de que alguna vez los hechos queden establecidos y sus interpretaciones sean calmas lucubraciones académicas. Sí, entendemos estas preguntas: “¿Por qué no dejaron en paz los túmulos? ¿Por qué no dieron por hecho lo ya hecho en vez de remover las cosas? ¿Por qué abrir cicatrices, traer de nuevo a luz lo que estaba cerrado, hablar de los nombres que estaban callados bajo sus lápidas, de memorias que se estaban calcificando, de gritos que eran piedras ya hundidas en el rezago de la historia? ¿Por qué no hacer como quiso Renán, no hablar más de la masacre de San Bartolomé, no traer a colación los hechos pasado de Papel prensa?”
Entendemos. Y porque entendemos esas preguntas, adquirimos el derecho de decir que se reabren las causas no necesariamente en el terreno judicial y parlamentario –aunque deban intervenir-; se reabren en el terreno de la conciencia colectiva para poder vivir en paz, para restituir una nueva objetividad que no sea el rostro superficial de una vida facciosa e ilegal, sino que coloque los hechos en un bastidor visible, ya despojados de su misterio, ya historizados sin su carácter de sedimento simulado, tan solo aquietado por formar parte del llamado de los vencedores por considerar a la historia como un pobre reflejo de sus necesidades particulares, tomadas como sustitutas de las formas generales de la historia común.
El efecto del develamiento de Papel prensa –saber de otro modo lo que ya se sabía- produjo una nueva discusión sorbe las responsabilidades, pero sobretodo sobre las decisiones personales y grupales en un momento donde la historia aparecía bajo el rostro de la coacción. ¿Quién tiene razón en la historia? Finalmente, el que la devela con mayor sensibilidad, el que resguarda a las víctimas con un acceso real a la memoria crítica, el que comprende las trincheras del pasado y las facciones que absorbieron la voluntad de los protagonistas, pero es capaz de superarlas en nombre de un punto de vista nuevo. Conocidos los hechos, surgieron voces en torno a la legalidad de los hechos, a la corrección de lo actuado, a la amenaza de los partisanos armados, cuando en lo profundo del develamiento no se trataba tan solo de mostrar un hecho de acción bajo tortura, de los miles y miles que ocurrieron. Sin que esto sea secundario o circunstancial –es claro, no lo es-, se trataba también de mostrar que una época puede tener la literatura más sensible para juzgar a otra época. En nuestro caso, no son aceptables “el olvido, el error histórico, o impedir el progreso de los estudios históricos”.
Sabemos que no hay vida en común sin cierto estrato sedimentado de la experiencia colectiva y sin reposición de niveles calificados de objetividad y sentido común. Por eso se está discutiendo hoy en la Argentina. La actitud de revolver los papeles del pasado debe formar parte de una ética historiadora, de un memorial trabajado con cuidado y sabiduría. No se logra esto sin comprender a los que niegan esta posibilidad pensando que la historia guarda secretos pavorosos que no deben salir a luz. Nosotros no creemos que esos pliegues olvidados, puedan salir de cualquier modo ni interrogados sin pericia. Pero de todas maneras emergen. En el caso, no lo hicieron sin las prevenciones que surgen de un momento tenso y sutil de la historia nacional, donde brota el pasado pero debe hacerlo para construir una nueva objetividad social. Hombres que han cumplido un relevante papel en el pasado en torno a estos mismos temas –y que respetamos, como el fiscal Strassera-, se equivocan al pensar que no hay que interrogar nuevamente a “la masacre de San Bartolomé”.
Ya dijimos, esta convicción es atendible en ciertos momentos de una historia y no parece ser éste uno de esos momentos. Todavía la Argentina precisa enriquecer su literatura sobre el memorial del pasado, abrir nuevos archivos desde la sociedad y desde los salones centrales del gobierno, porque todo gobierno, o es un gobierno también de la memoria situada y analítica convocando a crear un nuevo estrato colectivo de comprensión, o trataría tan solo de pensar el pasado bajo coyunturas explícitas y puntuales del presente. Puede parecer que se lo considere así, y por eso la relación de quienes piensan que los hechos ya están narrados, pero solo un conocimiento cabal de lo que pasó nos hará libres. Si no nos engañamos, ese es el papel histórico de la prensa, compañera de la ampliación de la esfera pública, de las revoluciones burguesas y obreras, de los cambios progresistas y de las grandes invenciones de lenguaje.
No entenderlo así, implica no entender la época que vivimos. Pero para entenderla, también es preciso saber que el temor por abrir los hechos con el abrelatas de la conciencia histórica, es un horizonte real de la historia y sus luchas. Lo sabemos, puede ser también un sordo reclamo soterrado en nuestra propia conciencia. Por eso, acompañar el quebranto del secreto suena más auténtico para miles y miles de personas, cuanto más conocemos en el pliegue interno de nuestra vida que tales revelaciones pagan costos extremos, porque suelen ser correlativas a lo que más importa, a la ampliación de la esfera pública y a la emancipación colectiva.
*Sociólogo, ensayista y Director de La Biblioteca Nacional

La Columna Grande/Derechos Humanos: desde dónde y hasta cuándo/Alfredo Grande

DERECHOS HUMANOS: desde dónde y hasta cuándo.

Escribe Alfredo Grande*
Especial para La Tecl@ Eñe digital.


Una mercancía apetecible para el capitalismo serio, es la denominada “derechos humanos”. Por supuesto, siguiendo la idea de Marx de “si le vende la idea de la revolución a un capitalista, hará dinero con ello”. En este caso, se ha hecho algo mucho más importante que el dinero: se ha hecho poder. Desde el acto fetiche de bajar la foto de Videla hasta el discurso de la Presidenta sobre Papel Prensa, ha pasado agua bajo los puentes, y en algunos casos, también arriba. En esa ocasión, el Presidente dijo algo así que era la primera vez que se ocupaba la democracia del tema. Olvidó, escotomizó, escindió nada menos que la CONADEP y el Juicio a las Juntas. Si al libro NUNCA MAS se le pudo escribir otro prólogo, es un indicador fuerte de que estaba escrito. Pero mal que les pese a los actuales gobernantes, como enseñó Rodolfo Walsh, solamente la derecha pretende que la función comience con su llegada, casi siempre triunfal y sangrienta. Después de perder con Menem en primera vuelta, podemos decir que no fue triunfal y tampoco sangrienta. No corrió sangre, apenas votos. Quizá el Gran Depredador se dio cuenta que privatizador que huye sirve para otra cruzada, nos quedamos sin el placer de verlo mordiendo el polvo de las urnas. De todos modos, el candidato Kirchner que tuvo su construcción de poder feudal en Santa Cruz, debe haberse dado cuenta que no era la derecha clásica, medio facha, medio garca, la que podría apoyarlo. Ese experimento lo había ensayado su rival derrotado durante sus 10 años de fama, incluyendo una reelección. Terminó con el triunfo de una Alianza Opositora que enterró los sueños de otro Presidente que no fue, o que fue pero de mentirita, después que “el Adolfo” se fue por tirante. De todos modos, el juego sucio de la pesificación asimétrica logro salvar las deudas de algunos monopolios y la casa parecía que volvía a estar en orden. Había una deuda social y política en la Argentina y Néstor Kirchner se propuso pagarla. Hubiera sido honesto decir que él, entre tantísimos otros, también tenía la misma deuda, ya que nunca se le conocieron antecedentes de luchas jurídicas o políticas contra la dictadura militar. Pero en fin, todos podemos mejorar y aunque las causas justas la lleven adelante los injustos, deben apoyarse. O sea: todo lo que permita seguir perforando la ideología fascista debe ser sostenido, venga de donde venga, y sea por los motivos que sea. El enemigo absoluto es el fascismo, y desde ya, todos aquellos que propician su resurrección o al menos, impidan su destrucción definitiva. Por lo tanto dejarse llevar por la corriente antimonopólica y anti dictatorial de esta etapa del capitalismo serio es, sin dudarlo, atractivo. Pero justamente por eso, no puedo dejar de decir, y porque no lo puedo dejar de pensar, que es una corriente alterna y no continua. Es una corriente segmentada, que marca principios y finales en forma arbitraria, aunque no azarosa. Corriente que alterna lo que se debe considerar y lo que no se debe considerar crímenes de lesa humanidad. Que es complicidad con la dictadura y que no es complicidad con la dictadura. O sea: este gobierno que gobierna con el manto de neblina del capitalismo serio ha decretado que: los crímenes de lesa humanidad empiezan el 24 de marzo de 1976. Finalizan el 10 de diciembre de 1983. La complicidad de capitalistas con la dictadura tiene su emblema en Papel Prensa y que esa es “la verdad”. Se descubre lo que desde el fiscal Ricardo Molinas se sabía. A nadie le importó cuando Menem con la eficacia que lo caracteriza, lo echó del cargo. El tema de la real politiK, es: “lo descubrí yo” para entonces pasar a ser otro “logro kirchnerista”. Este gobierno nos trae la permanente paradoja del logro político y la catástrofe cultural. Porque es constante el pasaje de la democracia al “demos gracias”. Incluso el logro político del matrimonio igualitario, fue agradecido a Cristina como si fuera la que determinó esa conquista. Y por lo demás: si así fuera, mal estaríamos. Ese avance cultural de trascendencia mundial quedaría inscripto en uno de los sets del infinito partido de paddle contra la oposición que se opone, aunque motivos diferentes pueda tener para hacerlo. Y se perdería su nivel fundante, ya que hubo un cambio del paradigma de una de las instituciones básicas de la cultura represora: la familia nuclear, sacralizada y naturalizada a-históricamente.

El presidencialismo rompe el equilibrio de poderes, que no se trata de estática del punto de la exacta equidistancia, sino de la dinámica de la confrontación permanente y necesaria entre las lógicas ejecutivas, deliberativas y jurídicas. Prefiero decirlo así que repetir el mito republicano de los tres poderes. Pensar la democracia como algo mas que repetir la teoría de la representación, que fuera vulnerada en el 2001 y nunca pudo encontrar mecanismos para ser sustituida por mejor democracia, aunque ello no obsta para que si fuera restituida por más democracia. Pero no hay una dialéctica necesaria para que de la cantidad surja la calidad. Los quórum o falta de quórum, las negociaciones palaciegas del palacio cada vez mejor enrejado del Congreso, las borocotizaciones varias y otras delicias de la vida electoral, no han logrado que el entusiasmo de las masas sea atizado por las brasas ardientes del mejor sistema que tenemos. Por lo tanto la política en defensa de los derechos humanos no debe obviar su vigencia en la meseta que la democracia supo construir. Tres elementos no pueden ser obviados, a menos que la manipulación sea demasiado evidente: el gatillo fácil, la desaparición forzada de personas (que incluye la trata de personas, y desde ya a Julio Jorge López) y el hambre, asesinato en serie incompatible con la más elemental idea de equidad y justicia en el país que produce alimentos necesarios y suficientes (a pesar de los sermones laicos de las propagandas insufribles del dano nino) para 300 millones de personas. Dejo injustamente varios de mencionar, como el del espectáculo cotidiano de familias nómades transportando enormes carros tirados a sangre humana, hasta los enormes camiones devoradores de la valiosísima basura que otros transformarán en mercancía. Hay una ecuación malévola que debe ser subvertida. “Violación derechos humanos = dictadura militar”. Desde las enseñanzas del Toto Zimerman, sabemos hace muchos años que era dictadura cívico militar. Después de todo, Martínez de Hoz no estaba de pura casualidad, ni tampoco vio luz y subió. Pero negar los antecedentes del golpe de estado al “tío” Cámpora, el presidente que si fue, aunque no más de 45 días, la organización estatal de la triple A, hasta la crueldad del menemato y su continuidad débil en la Alianza, es una burla y una estafa. La debilidad de la Alianza fue su fortaleza electoral: un frente anti menem. La debilidad de la Alianza fue su fortaleza electoral: un frente anti menem. Y sobre todo, un frente contra la cultura menemista, de la cual Duhalde, el que se olvidó de Cabezas y repitió con la masacre del Puente Avellaneda, no podía abjurar. Demoler el gobierno de la Alianza, sin recordar el inmediato pasado menemista, es de una absoluta deshonestidad política, que siempre presagia otras deshonestidades peores. Quizá sea mejor aceptar que los derechos humanos no son neutrales, que su defensa siempre habla de la implicación del defensor, y que aún se escuchan lejanos ecos de la consigna: “ni yanquis ni marxistas, peronistas”. El campo popular sigue dividido y no es alucinando o delirando con progresismos por efecto de la pauta oficial de publicidad, que se realizará la necesaria unidad del pueblo para que no termine siendo apenas población para mentirosas estadísticas. Pueblo que es un más allá de las partidocracias que tanto daño hicieron, y que no lograron estallar en las jornadas instituyentes del 2001. Si la profecía de Armando Tejada Gómez es verdadera, entonces el que no defiende todos los derechos humanos no defiende ninguno. Y esto no es “impaciencia desestabilizadora” como alguna vez el periodista Enrique Vázquez le reprochara al escritor Osvaldo Soriano en la siempre recordada Humor Registrado. Es haber comprendido que la forma y el fondo son una y la misma cosa. Demonizar el monopolio Clarín es cosificar al enemigo de clase. La cosa Clarín en lugar de la cosa Concentración del Poder, que es inmanente al capitalismo, también al serio. Las empresas capitalistas que lucraron con la dictadura cívico militar exceden largamente las centenas. Quizá miles. Y en realidad, en ese momento del desarrollo de la lucha de clases, aniquilada ya la guerrilla como supo pedir Balbín, la derecha fascista fue por más. Los genocidas sabían que se trataba de arrancar de todos los cuajos posibles el retoño de la patria socialista. Por esa patria la sangre fue derramada y aleja de mí el cáliz que dice que fue en vano. Los crímenes de la dictadura y aún de la democracia no desmienten que esos retoños están vivos.
Desde siempre y hasta siempre: los derechos humanos solo admiten ese lapso temporal para su defensa irrestricta. Y seria, absolutamente seria.

*Médico Psiquiatra, Psicoanalista y Cooperativista. Miembro Fundador y actual Presidente Honorario de ATICO, la cooperativa en trabajo en salud mental

Política y Sociedad/María Pía López/Legajos y acontecimientos

Legajos y acontecimientos
Por María Pía López*

(para La Tecl@ Eñe)


En junio del 2006, un estudiante de Ciencias políticas me contó que su madre le había revelado su condición de ex detenida-desaparecida recién después del acto del 24 de marzo de ese año en la ESMA. Hasta ese momento, el miedo y la vergüenza habían tramado el silencio. En estos días de 2010, Beatriz Sarlo narra una conversación telefónica con una persona que sólo pudo declarar su homosexualidad ante su entorno cercano después de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario. Frente al acto en la mayor mazmorra del país, hubo cuestionamientos al gobierno que lo llevó adelante: señalaban la escasez de sus antecedentes militantes para justificar su enfática lucha contemporánea por los derechos humanos. Ante el impulso gubernamental de la ley que garantiza la igualdad de derechos matrimoniales, Sarlo reclama la misma impertinencia y recuerda que esa ley fue elaborada por diputadas que no pertenecen a la primera minoría.
En ambos casos, se constituye el mismo escenario: existe un conjunto de movimientos y de luchas que antecede al gobierno pero éste retoma sus enunciados y pone su fuerza política al servicio de su realización. Lo hace sin que sus credenciales los habiliten como expertos en esas temáticas pero el encuentro entre los que no parecen destinados a ese combate y los valores surgidos de las luchas anteriores permite la concreción. Y ella abre un espacio nuevo, que ya no es el de las minorías activas que lo sostuvieron ni el de la fuerza política que las inscribe desde el Estado, sino el de una ampliación de derechos y expresiones que interpela, modificándolas, a las personas.
Ahí transcurre algo del orden del acontecimiento, en tanto se produce un umbral o una inauguración que habilita un reconocimiento que no estaba dado por las condiciones políticas anteriores. ¿Quién puede reclamar su propiedad? Todos pueden reclamarla: los grupos que lo originaron, aquellos que los retomaron e impulsaron, los que reciben los efectos que les resultan inesperados. Importan poco esas demandas, que son parte del juego de los conflictos públicos. Importa, sí, el hecho inaugural, lo que hace que una sociedad amplíe sus márgenes de libertad, las posibilidades de actuar y decir.
¿Se puede ser fiel a lo que se inaugura sin solicitarlo desde lógicas de la propiedad? ¿Hay modos de acompañar y expandir lo que sucede sin solicitar su fijación a una lógica que le es anterior? El momento político actual compone esas instancias de apertura y creación con la reposición de formas heredadas, de liturgias legadas, de lenguajes que sostienen posiciones amasadas en la historia. Nadie está exento de los compromisos con esas repeticiones, que asolan aún los pensamientos que se intentan más libertarios. No lo están las articulaciones político-partidarias, ni la enunciación de los movimientos sociales, ni los discursos públicos de los intelectuales.
La idea misma de intelectual, que tantos arrojamos a la esfera pública, no siempre con el cuidado necesario, porta estos dilemas. Supone un tipo de enunciación que puede fundar su genealogía más prestigiosa en la idea de crítica. O que oscila, si lo pensamos en el mapa de nuestras izquierdas, entre la idea de un intelectual orgánico y un intelectual crítico. El uno proveniente del enlace fructífero con las argamasas políticas y sociales; el otro centrado en la necesidad de señalar, cual tábano, aquello que persiste sin redención o que merece un cuestionamiento en relación a un modelo de sociedad al que el intelectual apuesta. Son formas no sólo prestigiosas sino también productivas: grandes obras han surgido de esas tradiciones. Basta pensar, en Argentina, a intelectuales como John William Cooke o León Rozitchner; Rodolfo Walsh o David Viñas, para percibir el enlace entre los textos, los análisis, las creaciones y los modos de posicionarse como figuras públicas.
No hay menos politicidad en uno que en otro. En el que asume sus compromisos con ciertas instituciones que el que actúa como proscrito –como pensaba Martínez Estrada- o como francotirador. Pero sí hay algo de inactualidad de esos modos, que parecen suplantados hoy, mayoritariamente, por un tipo universitario concentrado en la experticia y la disciplina. A veces reaparecen como reclamos -hay que incorporarse a la vida del movimiento social o hay que ser críticos a tal o cual situación-, otras como nostalgia de un momento más potente de las palabras. Quizás la época merezca más que esas ideas de crítica y de compromiso, obligando a otro tipo de búsqueda y a otra forma de arrojo.
¿Decimos esto para llamar a un conformismo con la actualidad? ¿Para solicitar el develamiento de lo real antes que la intervención activa sobre el presente? Más bien lo contrario, se trata de abrir, profundizar y expandir lo que las aguas de la época arrastran de transformación, de apertura y de emancipación. Y para hacerlo es necesario situar la discusión sobre aquello que funge como obstáculo y rémora. En ese sentido, la crítica no presupondría la exterioridad del proscrito sino la distinción de lo que detiene o bloquea. Se trata de valorizar antes que situar lo existente frente a un modelo ideal o una abstracción ideológica.
Hasta ahora, en muchos momentos, fue posible y exitosa la composición entre antiguas estructuras políticas y motivos novedosos de la lucha social. Sin embargo, ante temas no tratados en la agenda pública, parece reponerse el peso de lo heredado. ¿O no están ligados una concepción economicista de la vida social, con el destrato de la cuestión de la explotación de los recursos naturales, y, fundamentalmente, con la existencia de poderes partidarios que organizan la vida política en distintos territorios? La cuestión “San Juan” encierra dramáticamente esas cuestiones que van desde la renta minera a un justicialismo conservador que se manifestó, en esas calles, del brazo con la iglesia contra la ampliación de los derechos civiles.
“San Juan” sería un nombre, si se me permite este rito bautismal, de los dilemas que enfrenta el gobierno nacional ante el horizonte electoral: hubo una foto desdichada de la presidenta con los directivos de la Barrick Gold y el actual gobernador de aquella provincia suena como posible candidato a vicepresidente. Entre quienes defienden ese camino suena una constatación: el fracaso de la Concertación, sellado una madrugada fría con un voto no positivo, sólo dejaría la alternativa de un ultrapartidario para la fórmula oficialista. Se trata del amparo en un tipo de política que puede garantizar lealtad por su pertenencia a un sistema de pactos que condenan lo más innovador del gobierno actual.
Las cuestiones en juego son biopolíticas: hacen al cuerpo y a la naturaleza. Constituyen el corazón del modo de acumulación vigente. Pero también acarrean los dilemas de la subjetivación política. Este tiempo es bien propicio en Argentina: la emancipación es una de las posibilidades en juego. En pocos momentos ocurrió algo así. Por lo mismo, expandir sus condiciones exige tanta afirmación de lo abierto en el presente como certero diagnóstico de sus dilemas.
*Socióloga y ensayista. Docente e investigadora en la Universidad de Buenos Aires.

Entrevistas/Ricardo Forster/ Por Conrado Yasenza

ENTREVISTA A RICARDO FORSTER

MEDIOS Y PODER
Papel Prensa: Una historia de complicidades cívico-militares


Los acontecimientos develados en este último tiempo sobre el traspaso de las acciones de Papel Prensa, pertenecientes a la familia Graiver, a los diarios Clarín, La Nación y La Razón bajo la última dictadura militar y sus repercusiones políticas, conforman el eje central de la presente entrevista a Ricardo Forster.

Por Conrado Yasenza

(para La Tecl@ Eñe)

- ¿Cuáles son los aspectos medulares que se desprenden del hecho de que el Estado Nacional haya decidido abordar la investigación sobre la conformación de Papel Prensa durante la última dictadura militar?

- Creo que lo primero y principal es que la investigación sobre la conformación de Papel Prensa es una cuestión que hay que analizarla hacia el interior de lo que es la problemática de la memoria, sus vínculos con los derechos humanos, la reapertura jurídica que fue clausurada en su momento por las leyes de impunidad y después el indulto. Quiero decir, estamos en un momento en el que para pensar el presente y para dar cuenta de aquello que se juega en la actualidad, hay que necesariamente hacer ciertas genealogías. Genealogías que son a veces del orden de la interrogación, de la búsqueda, y otras que necesariamente son del orden de la reparación vinculada a la justicia. En ese sentido, la indagación sobre Papel Prensa hay que vincularla, en primera instancia, con las políticas de la memoria y evidentemente con la problemática de los derechos humanos, como así también hay que vincularla con los rastros, las huellas, las persistencias de lo generado por la dictadura militar en la sociedad democrática. Hasta dónde todavía hay ciertos ejes, ciertas influencias, ciertos trazos que están directamente marcados por aquello que se generó en los años más oscuros de la Argentina. Desde esta perspectiva, si uno no es un ingenuo o si no se es un hipócrita, la construcción del modelo de Papel Prensa, tal cual lo conocimos en las últimas décadas, implica que al menos hay que abrir allí una reflexión crítica. Sería inimaginable que en el año ’76, probablemente el más denso, más brutal y oscuro de la Dictadura junto con el año ’77, la Junta militar no haya tenido parte en la resolución de un eje estratégico de cualquier gobierno autoritario o dictatorial, como es en este caso el traslado de las acciones de la principal empresa productora de pasta celulosa para la prensa gráfica del país. Quiero decir, una dictadura que tiene una estrategia de ocupación de los espacios, incluyendo fundamentalmente el comunicacional, difícilmente pueda dejar librado a la voluntad de empresarios autónomos la estrategia frente a lo que era una empresa como Papel Prensa. Digo, sería pecar de una ingenuidad insostenible o de un cinismo a toda prueba, imaginar que no hay relación directa entre el acuerdo que se cierra entre el grupo que integraban Clarín, La Nación y La Razón y, en este caso, la familia Graiver. Pensar que la dictadura militar estaba afuera de este acuerdo, o de este negocio o estrategia, es desmentir la realidad histórica y suponer que en la Argentina del ’76 se era libre para tomar decisiones de este tipo por más que no se estuviera formalmente preso. Los Graiver-Papaleo fueron detenidos, torturados; se los hostigó de manera constante desde medios como Clarín, La Nación o la Revista Somos; se los responsabilizó de la conexión montonera. Además fueron estigmatizados por judíos desde el círculo del genocida Camps. Imaginar, entonces, que Videla y los suyos, en noviembre de 1976 no conocían estos datos de la familia Graiver es también pecar de una ingenuidad ya absurda, o insisto, volver a ser portadores de un cinismo insostenible. Entonces, si esto es así, si estamos pensando en el año ’76, en la dictadura más genocida que hemos conocido en la historia de los argentinos, si estamos pensando en el uso sistemático del chantaje, del miedo, que no sólo involucró a la familia Graiver, ya que hay otros casos muy connotados como el que está llevando al banquillo de los acusados a Martínez de Hoz, digo entonces que estos datos marcan una tendencia en el interior de ciertas políticas que pueden llamarse asiduas en la época de la dictadura, una suerte de discrecionalidad, de impunidad con que se manejaba el poder cívico-militar en los años de la dictadura. Por lo tanto, me parece que abrir en el 2010 el expediente de Papel Prensa es también abrir estas complicidades, es desgarrar el velo de una historia que muestra las relaciones profundas entre el poder militar, el poder económico y la construcción de un modelo corporativo mediático, porque entregarle Papel Prensa a estos grupos era determinar las condiciones de hegemonía en la palabra escrita en la Argentina. Esto incluso se va a profundizar mucho más en los años de la democracia cuando ya no haya un centro estatal hegemónico en la distribución de la comunicación como todavía lo había mientras la comunicación audiovisual estaba fuertemente controlada por la dictadura, lo cual implica que sobre todo el grupo Clarín y el diario La Nación - La Razón ya había quedado fuera de lugar prácticamente - se convierten en los dueños del insumo básico para la prensa gráfica argentina con lo que generan un desequilibrio fenomenal llevando a la quiebra infinidad de diarios de todo el país y generando una concentración cada vez más estrecha en estas dos empresas.
Entonces, me parece que acá hay dos puntos centrales: Por un lado, le toca a la Justicia indagar si hubo efectivamente apremios ilegales, si hubo un chantaje, si hubo una venta compulsiva aprovechando circunstancias como las que se vivían en el año ’76, junto al temor que podía tener la familia Graiver. Recordemos que David Graiver ya había fallecido en un sospechoso accidente en México, que su viuda regresa a la Argentina, a un país bajo el terror de Estado; es decir, imaginar que ahí había garantías jurídicas, constitucionales, y que las personas actuaban con absoluto uso de su libertad es una canallada. Uno podría decir que no se pueden revisar todos los negocios que se hicieron en la Argentina durante aquel tiempo, invalidándolos porque se estaba bajo una dictadura militar, pero hay ciertos negocios que especialmente pueden y deben ser investigados por sus características y por su importancia estratégica y las sospechas evidentes de que ahí hubo un acuerdo entre la Junta Militar y aquellos que fueron beneficiados por ese negocio.
Por otro lado, el segundo punto importante tiene que ver con la construcción de una empresa que tendió a monopolizar la producción de pasta celulosa y que generó las condiciones de un dominio monopólico sobre el mercado de la prensa gráfica en la Argentina, incluyendo también los años de la democracia. De ahí que resulte fundamental el proyecto de ley que elevó el Poder Ejecutivo y que se discutirá en el Congreso Nacional, que implica garantizar la producción de pasta celulosa en condiciones equitativas al conjunto de las empresas dedicadas al mundo gráfico en la Argentina.
Tenemos dos aspectos entonces: Uno tiene que ver con lo oscuro, con el terror, con la violencia, con la impunidad, con los rastros y las huellas de la dictadura; y el otro tiene que ver con la distribución más equitativa de la palabra impresa en la Argentina. La combinación de ambos elementos me parece nodal, tiene que ver con la estrategia de la corporación mediática, con la construcción en nuestro país, en estas últimas décadas, de un dispositivo corporativo-mediático que está profundamente entramado con el establishment económico, con lo que fueron en los’90 las políticas liberales y que también se imbrican profundamente con el proyecto económico abierto con el plan Martínez de Hoz, que de alguna manera transforma radicalmente la estructura económica Argentina y que entre otras cosas favorece la concentración y la monopolización, en este caso, de una empresa como Papel Prensa que la convierte en el eje del dominio, insisto, de la producción gráfica en Argentina.


- Hay en este momento una fuerte impugnación por parte de un sector de la oposición y de los medios hegemónicos en cuanto al tiempo transcurrido para llevar a cabo la investigación sobre la vinculación de Papel Prensa y la última dictadura militar ¿Cuál es para Ud. la razón política que permite que el Gobierno Nacional pueda llevar a cabo hoy la investigación sobre Papel Prensa?

- Son varias cosas. Creo que tiene que ver con un giro dramático y fundamental en la relación entre un gobierno democrático y las corporaciones económico-mediáticas. Esto tiene un punto de partida muy claro en el conflicto en torno a la 125, que fue un conflicto en el que el gobierno se enfrentó a una alianza entre dos grandes corporaciones de la Argentina, una que es la que maneja la producción y la renta agropecuaria, y la otra la que maneja la distribución de las informaciones y la comunicación. A partir de allí se fueron acelerando y complejizando las pujas políticas, las conflictividades en el interior del espacio democrático. Seguramente antes no hubo condiciones para que los gobiernos democráticos se enfrentaran al poder. Tal vez haya que analizar por qué durante el gobierno de Raúl Alfonsín, o después durante el gobierno de Carlos Menem o de la Alianza, incluso durante el mandato de Néstor Kirchner, no hubo voluntad o no hubo condiciones o posibilidades para investigar algo que era vox populi. Quiero decir, cualquiera que estuviera vinculado con los medios de comunicación o que conociera la historia de la última dictadura y el modo como desplegó poder y chantaje, conocía lo que se decía de la historia de Papel Prensa. Pero también es cierto que el poder extraordinariamente compacto de la corporación mediática, su capacidad de horadar, de chantajear, de poner condiciones a los gobiernos democráticos debilitó e imposibilitó que se llevara adelante lo que ahora se está llevando a cabo. Este gobierno ha confrontado con el poder real: Lo ha hecho frente a la corporación agropecuaria, lo hace frente a la corporación mediática; lo hizo cuando re-estatizó el sistema jubilatorio. Me parece que estamos frente a una situación histórico-política muy diferente que nos habilita para discutir una cantidad de cosas que antes estaban vedadas en la Argentina, o que formaban parte de un pasado que ya no se podía reabrir. En este sentido creo que las condiciones actuales son diferentes. La pregunta es equivalente a cómo fue posible discutir y llevar adelante y aprobar una ley de servicios audio-visuales, porque hasta 2009 y bajo todos los gobiernos democráticos previos, siquiera se pudo llevar a comisión un pre-proyecto de modificación de la Ley de radiodifusión, porque seguramente la capacidad de presión, de chantaje, la fuerza con la que la corporación mediática manejo, dominó y maniató a la propia clase política impedía que se pudiera avanzar sobre un proyecto de ley sobre medios. Insisto, no era posible discutir la conformación de Papel Prensa o una ley de Medios Audiovisuales por el peso de ese poder omnímodo que en su momento tuvo la corporación mediática y por la construcción y la potencia de un relato hegemónico. A veces las sociedades necesitan que pasen muchas cosas, o que se den condiciones muy particulares para poder meterse en algunas zonas de su propio pasado que son muy complejas. Fijémonos en el caso español, que hasta el día de hoy no puede reabrir los crímenes de la dictadura franquista, y que cuando lo intenta un juez como Baltazár Garzón, el sistema jurídico español reacciona de tal manera que somete a juicio a quién intenta reabrir los expedientes de la dictadura franquista. En Argentina, y esto es inusual mundialmente, desde ese primer gesto del gobierno de Raúl Alfonsín, que aprobó primero la CONADEP y que después abrió el juzgamiento a la Junta Militar, hasta lo que fue la reapertura de los juicios después de derogar las leyes de impunidad por parte del gobierno de Néstor Kirchner, la Argentina ha girado de vuelta de un modo extraordinario y dramático para reparar, dentro de lo que se pueda reparar en términos jurídicos, el fabuloso daño infligido por parte de la dictadura militar. Entonces, me parece que todo esto ha abierto otras posibilidades. Además, también se ha debilitado la corporación mediática frente a la opinión pública; su discurso monocorde, la brutalidad con la que ha expuesto la burda defensa de sus intereses le ha quitado la credibilidad que podía tener en otro momento el grupo Clarín para manejar un discurso ambiguo, sibilino, que tuvo una incidencia muy grande en la conformación del sentido común, en la construcción de la opinión pública en la Argentina de los últimos cuarenta años. Por lo tanto, ese Clarín, hoy tiene una posición mucho más frágil, mucho más expuesta; ha pasado de lo cocido a lo crudo, por decirlo de alguna manera: lo cocido implicaba la capacidad, la sofisticación de un medio de comunicación para no hacer tan explícitos sus intereses y pasar a lo crudo que es poner de una manera brutal por delante sus intereses. Eso ha llevado a que la corporación mediática se haya debilitado. Por otro lado, todo el debate sobre la ley de servicios audiovisuales también habilitó una mutación cultural, rompió parte de ese muro o ese bloque absoluto que impedía discutir la lógica comunicacional de la Argentina. Me parece que este es el momento en que hay que ver la apuesta del gobierno en la investigación de Papel Prensa como un caso testigo, seguramente como parte de una gran conflictividad política y ligado no a la prioridad particular con la empresa llamada Clarín, sino al conflicto con un sector de una derecha restauracionista que tiene en esta corporación mediática, en el sentido más amplio que incluye a La Nación, o a Perfil o a otros sectores, el eje articulador de las derechas argentinas y que captan en el sentido más profundo lo que hay que hacer frente al gobierno junto a un sector de la oposición política que es nada más que correa de transmisión de lo que el poder corporativo tanto económico como mediático hoy están planteando. Creo que el gobierno ha comprendido que la lucha que tiene que llevar adelante para seguir avanzando en sus políticas lo pone delante del núcleo corporativo mediático. Así lo entendió y así avanzó con la Ley de Servicios Audiovisuales y me parece que ahora lo hace también haciéndose cargo de una deuda extraordinaria de la democracia que es la investigación a fondo, que en su momento había hecho el fiscal Molinas, sobre la construcción de Papel Prensa. Siempre podrá uno preguntarse por qué ahora y no antes, y las respuestas podrán ser variadas. Pero estamos ahora, en el 2010, lo que significa que nos hacemos cargo y responsables de lo que nos acontece como sociedad en el 2010. Uno podría decir por qué ahora la ley de matrimonio civil igualitario y no antes si también estaban los mismos prejuicios, las mismas discriminaciones, las mismas violencias retóricas y de otro orden sobre una minoría sexual; bueno, porque las condiciones políticas y culturales ahora lo posibilitaron. También podríamos preguntarnos por qué todavía no se trata la ley de despenalización del aborto. Bueno, quizá ahora están dadas las condiciones, como dijo la jueza Argibay, para dar un debate fuerte, social, y que llegue al Parlamento la ley de despenalización del aborto.
Las sociedades se enfrentan a problemas que pueden resolver en situaciones en que están en condiciones de hacerlo, si no es como ciertos sectores de izquierda, de un dogmatismo absoluto, que piensan que si no hacemos la revolución socialista todo lo que se haga no tiene sentido; o que está en condiciones de transformar radicalmente la sociedad sin leer las vicisitudes, los tiempos históricos, las contradicciones, las relaciones de fuerza. Este es un gobierno que ha ido, por distintos motivos, confrontando con núcleos muy poderosos. Ha confrontado con el sector agrario, lo ha hecho con el sector mediático, de algún modo lo ha hecho con el sector financiero a través de la re-estatización del sistema de las AFJP; probablemente vuelva a hacerlo en un debate sobre la Ley de entidades financieras, o lo ha hecho directa o indirectamente con el nombramiento de Marcó del Pont al frente del Banco Central, que es claramente un nombramiento que es antagónico a las políticas neoliberales. Lo ha hecho con la Iglesia, debatiendo muy duramente con ella. Ha resuelto reabrir lo que gran parte de esta sociedad no quería que se reabriera jamás que es toda la problemática de derechos humanos, del juicio a los genocidas. Entonces, me parece que estamos en un momento vital, extremadamente complejo y por lo tanto de una dinámica no fácilmente desentrañable frente a la realidad político- social- cultural y económica argentina. Y dentro de esa complejidad está la cuestión de Papel Prensa.

- En estos últimos años se produjo un hecho interesante que es la recuperación de la palabra para la política en la vida cotidiana, la cual se había transformado en la década del ‘90 en propiedad de los medios masivos de comunicación. Al mismo tiempo, ese recobrar la palabra y la acción política, inaugura un tiempo en que se produce cierta ampliación por la cual hay una sociedad más movilizada, que reclama más participación, que propone más debates hacia el interior de la esfera institucional. Este acontecimiento vendría a ser otro aspecto más de este cambio social que se está produciendo en el país. ¿Está de acuerdo con esta idea?

- Sin dudas. Si solamente viésemos esto como un conflicto superestructural que pone en lucha a un gobierno que solamente se lo puede referenciar a un pequeño grupo que hoy comanda al gobierno frente a otro grupo que se llama Clarín, creo que estaríamos entendiendo muy poco de lo que está sucediendo en la Argentina de los últimos años. Hay un proceso de repolitización, de debates que están atravesando cosas claves de la construcción de la propia sociedad. Si pensamos en todos los debates que se han desplegado en estos últimos años creo que estamos en presencia de una época formidable: Se debaten los medios de comunicación, se debate el rol de Argentina en América Latina, se debaten las políticas sociales, se debate la problemática del trabajo, se debate el rol de Estado, se debate el problema de la distribución de la renta, se debate la cuestión del medio ambiente, de los desarrollos sustentables, se debate la despenalización del aborto, del matrimonio civil igualitario, se debate la problemática de los monopolios. Me parece que todo esto marca que algo está pasando en la sociedad, que ha salido del marasmo, del aislamiento, de la caída en el abismo de la década de los ’90 con una sociedad civil vaciada, absolutamente banalizada. Hoy tenemos una sociedad civil inquieta que se mueve, que discute; tenemos una territorialidad democrática en conflicto y el conflicto es parte de la propia concepción de la democracia; tenemos, de algún modo, con sus contradicciones y sus problemas, un cierto retorno de lo político - en el mejor sentido del término - sacándolo de sedes tribunalicias que es donde estuvo en los últimos veinte años de historia política argentina. Entonces, todo eso tiene que ver con lo que viene sucediendo, en un primer momento en el gobierno de Néstor Kirchner y actualmente en el gobierno de Cristina Fernández, y tiene que ver con una sociedad que se está pensando, se está discutiendo y se está preguntando hacia dónde quiere ir. En este marco hay que colocar también el nivel de disputa y de conflicto porque se están tocando intereses fundamentales y fundacionales de un modo de determinar el rumbo de la Argentina, al menos con claridad desde el ’76 en adelante. Y esto no es menor, es muy importante. Les importa poco a aquellos que todavía imaginan que lo único significativo, insisto, es el Parnaso revolucionario. Pero para aquellos que vivimos la cotidianeidad de una Argentina que fue fragmentada, desolada, donde también el cuerpo social, cultural, popular fue dañado, es crucial ver que se van dando reaperturas de ciertas cuestiones claves, que se puede recomponer tejido social, que se pueden reabrir espacios de participación, que se puede salir a confrontar con cierta fuerza con el poder real en la Argentina. Todo esto tiene que ver con un escenario que exige de nosotros una cierta mirada, romper los esquemas autocomplacientes y dogmáticos para comprender lo que está en juego en este momento en la Argentina. Por eso me parecen espantosas las últimas declaraciones de Pino Solanas con respecto a Papel Prensa, usando esa adjetivación “Esto es un mamarracho”. A quién está defendiendo Pino Solanas. Esa es una pregunta inquietante, porque todos sabemos cómo se construyó el poder del grupo Clarín, a dónde apunta; qué es La Nación por otro lado; cuál ha sido el manejo absolutamente discrecional de Papel Prensa, cómo fue la construcción monopólica de ese grupo para dominar plenamente el mercado gráfico. Digo, para alguien que se reclama democrático, popular, con ideas de distribución, salir a defender al Grupo Clarín es como salir a decir lo mismo que Elisa Carrió cuando afirma que La Nación y el grupo Clarín son la Argentina. Es una frase extraordinaria de Carrió porque quiere decir que si esos diarios son la Argentina ahí está la verdad, ahí está no sólo el poder sino lo que la clase política tiene que defender, la Argentina, es decir los intereses de Clarín y La Nación. Hay un sector que se llama progresista, que se dice de centro izquierda, que me parece que se está equivocando muy dramáticamente. Hay otro sector que por el contrario comprende que este es un momento muy particular e importante, que seguramente será parte del debate parlamentario cuando se discuta esta nueva ley para la producción de papel en la Argentina. Creo que estas cosas hay que salir a decirlas, a discutirlas, a pensarlas, porque si no estamos simplemente en una bruta especulación electoral que implica ver cuántos votos más voy a sacar al colocarme en ese lugar de crítica salvaje y perdiendo de vista la responsabilidad que nos cabe a todos aquellos que defendemos no sólo la democracia, sino una profundización en un sentido más equitativo, igualitario y de justicia de la democracia. Bueno, estamos en ese momento.

Entrevista realizada por Conrado Yasenza, para La Tecl@ Eñe, 28 de agosto del 2010

Política y Sociedad/Rubén. A. Liggera/Combatiendo al Capital

“COMBATIENDO AL CAPITAL”
Peronismo, política y economía. El proyecto inconcluso.

Especial para La Tecl@ Eñe
Por Rubén Américo Liggera*

Ilustración: Daniel Santoro

Resulta interesante advertir de qué manera la experiencia propia nos permite comprender los hechos del pasado. En efecto, a más de medio siglo del advenimiento del peronismo, los sucesos políticos y económicos de estos últimos años nos muestran cabalmente cómo pudieron haber sido de potentes, transformadores y revulsivos para el status quo los gobiernos populares del Gral. Perón entre 1946 y 1955
Los grupos que vieron afectados sus intereses reaccionaron airadamente y no dudaron en recurrir a la violencia para derrocar a la “segunda tiranía”.
Luego de terminar la Segunda Guerra Mundial el mundo necesitaba alimentos de manera que, una vez más Argentina se vio favorecida-como ahora-, por un ciclo de alto valor internacional de las materias primas.
Sin embargo, desde 1943 gobernaban en el país militares nacionalistas y el entonces Coronel Juan Perón era parte del mismo. Bajo su dirección se crea el Consejo Nacional de Post Guerra, a cargo de José Figuerola. Allí se diseña la política económica del gobierno militar y resulta ser un antecedente inmediato del Primer Plan Quinquenal (1947-52)
En 1945, el pueblo trabajador rescata a su líder en los sucesos del 17 de octubre; en 1946-con la oposición de la Unión Democrática y el embajador Braden- la fórmula Perón-Quijano gana limpiamente las elecciones.
En ese contexto, el gobierno popular de Perón reivindica el papel del Estado y su directa intervención en su política económica.
El tratado Miranda-Eady (1946), el Pacto Andes (1948) y la misión Cereijo (1950) trataron de alguna manera de aliviar las consecuencias del bloqueo de divisas y el boicot norteamericano.
El Plan Quinquenal se proponía: expansión industrial, rescate de la deuda pública y privada, nacionalización de los servicios públicos, redistribución de la riqueza, obras públicas, crecimiento del mercado y el consumo interno, pero sobre todo, financiación para la expansión industrial a partir de las cuantiosas ganancias de ese entonces producidas, como dijimos, por términos de intercambio muy beneficiosos.
El presidente Perón expresó en el Congreso al presentar las funciones básicas del plan:”Sin bases económicas no puede existir bienestar social; es necesario crear esas bases económicas.(…)Debemos producir el doble de lo que estamos produciendo; debemos a ese doble multiplicar por cuatro, mediante una buena industrialización, es decir enriqueciendo la producción por la industria; distribuir equitativamente esa riqueza y aumentar el standard de vida de nuestras poblaciones hambrientas, que son la mitad del país; cerrar ese ciclo con una conveniente distribución y comercialización de esa riqueza; y cuando el ciclo, producción, industrialización, comercialización, consumo, se haya cerrado, no tendremos necesidad de mendigar mercados extranjeros, porque tendremos el mercado dentro del país(Aplausos prolongados)y habremos solucionado con ello una de las cuestiones más importantes, la estabilidad social, porque el hambre es muy mala consejera de las masas(…)La solución del problema argentino está en aumentar la producción…” insiste Perón. Y continúa desarrollando la idea: "…debemos ir pensando en organizar, que hasta ahora está totalmente desorganizada, lo que ha dado lugar a que hasta el presente el beneficio de esa riqueza haya ido a parar a mano de cuatro monopolios, mientras los argentinos no han podido disfrutar siquiera de un minuto de esa riqueza (Aplausos prolongados) Esa riqueza se ha perdido por falta de organización. Y ¿quién ha de organizar la riqueza? ¿Los monopolios? Se habla de economía dirigida. Y yo pregunto ¿dónde la economía es libre? Cuando no la dirige el Estado, la dirigen los monopolios (Aplausos) con la única diferencia de que el Estado lo puede hacer para repartir el beneficio de la riqueza entre los catorce millones de argentinos, mientras los monopolios lo hacen para ir engrosando los inmensos capitales de las casas matrices, allá lejos, en el extranjero (Aplausos prolongados)…” (Malgesini, Graciela y Álvarez, Norberto, El Estado y la economía, 1930-1955, II, Bs.As., 1983, pp.31-32)
Con respecto a la renta diferencial de la tierra, con las regulaciones del comercio exterior por medio del IAPI (Instituto Argentino para la promoción del Intercambio) se logra desacoplar el precio de comercialización interna de los valores internacionales con un precio sostén. Además, con la diferencia entre la compra a los productores y la venta internacional se financiaba la industrialización subsidiando la importación de bienes de capital. “La idea que subyacía en estas medidas probablemente haya sido que si se pagaban mejores precios a los agricultores, éstos no hubieran encauzado sus ahorros hacia el desarrollo del sector industrial, que era el objetivo de la política oficial. Por el contrario podía haberlo dispersado hacia empresas no productivas o especulativas en negocios inmobiliarios” (Di Tella, Guido y Zymelman, Manuel, “Las etapas del desarrollo económico argentino”, citado por Kandel Pablo, Claves de la economía argentina 1810-1983, Bs. As., 1983)
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia…
La agresiva reacción de la patronal del campo ante la Resolución 125 en el 2008 que establecía retenciones a la producción agrícola puede explicarse por este antecedente de política económica implementada por un gobierno nacional y popular.
La llamada “Comisión de Enlace” (SRA, CRA, CARBAP y FAA), como la Sociedad Rural en los ´50, no pudo esta vez convocar a las Fuerzas Armadas para interrumpir un proceso democrático. Por suerte la realidad nacional e internacional cambió.
Pero un nuevo protagonista hizo su aparición: el monopolio mediático que con su inmenso poder puso en jaque al gobierno nacional. Distorsionando la realidad, ninguneando, evadiendo el análisis de la historia económica de la Argentina, con el apoyo de vastos sectores medios y paradójicamente de grupos de izquierda, jugaron sus cartas a la erosión del poder presidencial y a su eventual recambio. Todo dentro de las reglas de la democracia, claro.
Debemos reconocer que las retenciones son necesarias para financiar políticas de Estado pues, como dijera Perón, nadie puede garantizar, sino el propio Estado, la distribución equitativa de la riqueza. Además, es su función indelegable concebir y desplegar la estrategia del desarrollo nacional y la distribución equitativa de la riqueza.
El modelo agro exportador- como es sabido-no hizo de Argentina un gran país; el “granero del mundo” es el mito del Centenario creado por quienes se beneficiaron y sus lenguaraces.
Muy por el contrario, la enorme riqueza de las ventajas comparativas fue dilapidada alegremente y no contribuyó a la financiación de la industria nacional y al bienestar del pueblo.
Que en el siglo XXI se haya reinstalado la idea de que la producción primaria, basamento ideológico de la “patria sojera”, sea nuestro destino manifiesto es un verdadero despropósito.
La cuestión de fondo, la que nos convoca por estos días, es volver a discutir el “modelo de país”, como tantas otras veces en nuestro devenir histórico.
Sabemos también que la historia no se repite, otros son los personajes y otras las circunstancias, pero cuando se reincide en los errores, suele pagarse un alto costo.
Lo cierto es que de una adecuada integración de la economía argentina depende el futuro de las próximas generaciones.
Igual que en otras oportunidades, nos vemos polemizando con quienes pretenden restaurar un elemental sistema portuario de producción primaria de escaso valor agregado.
La anhelada Justicia Social será posible si acumulamos riqueza y si la distribuimos entre los trabajadores, si vamos en ayuda de los sectores más postergados.
Los estragos del neoliberalismo o del anti-proyecto de los ´90 [i] –igual que los producidos por el modelo conservador de principios del siglo XX - deberán ser reparados en el menor tiempo posible. Las necesidades no pueden esperar más. El rumbo definitivo de nuestra economía deberá ser consolidado con una propuesta económica de desarrollo industrial que ampare a los cuarenta millones de compatriotas.
Combatir al capital, como expresa el saber popular, es nada más ni nada menos que humanizarlo, ponerle nombres y rostros; hacer que valga la pena vivir en Argentina.
*Poeta

[i] Véase Poratti, Armando, “Anteproyecto de la sumisión incondicionada al norte imperial”, opuesto al Proyecto de la Justicia Social, 1945-1976, en Cirigliano Gustavo et.al. Proyecto Umbral. Resignificar el pasado para conquistar el futuro, Bs.As., 2009

Comunicación y Medios/Adriana Amado/Cuestión de agenda

Cuestiones de agenda
Por. Dra. Adriana Amado*

(para La Tecl@ Eñe)

El campo de la comunicación tiene conceptos que a veces el lenguaje cotidiano usa de manera poco técnica. Hay palabras como manipulación, audiencia, imagen pública, en las que el sentido corriente no necesariamente coincide con la definición técnica. Esto no sería un inconveniente (ocurre en todas las disciplinas) si no fuera porque a veces los especialistas o el periodismo las usa de manera ambigua, con la pretensión de dar implicancias teóricas a lo que no es más que el uso corriente, lo que suele plantear una contradicción entre lo que se dice y lo que se intenta describir.
Uno de los términos más vapuleados es el de agenda. Por empezar, es frecuente encontrar la idea de agenda mediática como temario principal de los medios, lo cual es más o menos correcto. El problema aparece cuando se usa el concepto agenda con la pretensión de explicar el comportamiento de la opinión pública en función de lo aparecido en los medios. Se habla de “los medios agendan” como si se tratara de una transfusión de noticias que le hacen los medios a las audiencias. A la inversa, se explica el desinterés de la opinión pública en un tema por el simple hecho de que fue “excluido de la agenda”. Sin embargo, casi nunca la afirmación se apoya en mediciones de opinión que justifiquen ese fenómeno. Con el agravante de que la transferencia denunciada suele implicar, más o menos explícitamente, una acusación hacia la irresponsabilidad de los medios por lo que informan, y hacia la indolencia de las audiencias que se dejan influir sin resistencia.
El uso frecuente de la palabra agenda en los medios y en declaraciones de intelectuales y políticos las más de las veces no se apoyan en investigaciones realizadas en el marco de la teoría del establecimiento de la agenda. En nuestro país, con contadas excepciones como las de la Dra. Natalia Aruguete de la Universidad de Quilmes, esta corriente prácticamente no ha sido parte de las líneas de investigación académica. Y apenas si es presentada en los programas de estudio, que suelen quedarse en su primera formulación. Lo que es entendible si se considera que se trata de un marco teórico de la escuela norteamericana, que se inscribe en las teorías de los efectos limitados de los medios, y en nuestro ámbito se prefieren los enfoques de autores europeos inscriptos en la perspectiva crítica. No obstante, el planteo de la teoría es atractivo por lo cual muchos la citan de nombre, equivocándose en usarla para asignarles efectos manipulatorios a los medios de una manera directa e instantánea, cosa que esta teoría nunca planteó.
La Teoría de la agenda publicó su primer trabajo en 1972 y desde entonces cuenta con más de seiscientos estudios de campo en todo el mundo. No hay muchas teorías de la comunicación con una base empírica tan diversa y extendida en el tiempo. Justamente por eso, en estos casi cuarenta años de investigaciones, la misma teoría ha tenido varias fases y reformulaciones importantes de las que da cuenta uno de sus autores, Maxwell McCombs, en un libro bastante reciente. Casi todos los nuevos aportes hablan de los múltiples factores que influyen en los medios y en la sociedad a la hora de instalar temas. Metodológicamente, la única manera de hablar de la agenda de los medios es realizar estudios de opinión pública específicos en el mismo momento en que se hace el seguimiento de noticias. Lo que publican los medios sólo es el temario de los medios y únicamente puede hablarse de fijación de agenda cuando, primero, hay correlaciones estadísticas entre ese temario y el de la ciudadanía, y segundo cuando se está seguro de que los medios son la única fuente informativa. Si durante una ola de calor la gente hablara del clima, no podría concluirse que se trata de un efecto mediático.
Unas de las conclusiones más firmes de los estudios es que los medios nada pueden hacer cuando la experiencia directa marca otra cosa, es decir, que solo es posible agendar en temas en los que la audiencia no tiene forma de constatarlo. Y que no todos los medios generan la misma influencia. Por ejemplo, el medio que tiene más llegada, la televisión, tiene menos poder de agenda que los medios gráficos. Los medios gráficos son los más eficientes para agendar, pero suelen llegar a gente ilustrada, con fuertes opiniones formadas, y por lo tanto, menos susceptibles de ser influenciadas. Pero además, cuando todas las otras condiciones se cumplan, es imprescindible que el tema en cuestión se mantenga el tema durante un largo plazo, que para la mayoría de los estudios no puede ser inferior a ocho semanas de aparición constante. Y en cualquiera de los casos, solo es aplicable para casos en que los medios son la fuente prioritaria de información. Quienes mejor cumplen las condiciones del establecimiento de la agenda mediática no son los ciudadanos precisamente, sino la elite ilustrada siempre atenta a los medios y el grupo más expuestos a los gráficos. Justamente las últimas fases de la teoría plantean que la agenda se da en capas y que entre medios y poder la influencia de agenda es recíproca. Al punto que muchos hablan de dos fenómenos: la agenda setting y la agenda building (es decir la fijación de la agenda junto con la construcción de la misma en los medios). Si existieran en Argentina las investigaciones necesarias para demostrarlo, posiblemente se llegaría a la conclusión de que quienes más se dejan influir por la agenda de los medios están en el propio poder. Que es a su vez el que determina la agenda de lo que se publica. La opinión pública, mientras tanto, suele estar bastante indiferente a toda esa discusión.

*Dra. Adriana Amado: Investigadora y profesora de grado de la Universidad Nacional de La Matanza y docente de postgrados en Uba, La Plata y Córdoba

Comunicación y Medios/Oscar Bosetti/El proceso para construir la realidad informativa

Del acontecimiento a la noticia:
El proceso para construir la realidad informativa

“La noticia es lo que los periodistas creen que interesa a los lectores,
por tanto, la noticia es lo que interesa a los periodistas”.
I. Herraiz


Por Oscar E. Bosetti [1]
(para La Tecl@ Eñe)


La actualidad periodística

Cada mañana o en diferentes momentos del día, los ciudadanos que desean informarse recorren las páginas de un diario, escuchan las voces de las radios, ven la pantalla televisiva o encienden la computadora en su casa o en su lugar de trabajo. Cada uno de estos individuos realiza el consumo de una mercancía un tanto especial y con fecha de vencimiento próximo: las noticias. A cambio de un desembolso económico, de manera gratuita o mediante el pago de la atención que se computa en índices de audiencia para el mercado publicitario, reciben una serie de mensajes. Esta información va a delimitar, en cierta manera, su horizonte de conocimientos.

Los propios mass media son los primeros que se presentan como los transmisores de la realidad social. La virtualidad del discurso periodístico informativo está en sus pretensiones referencialistas y cognitivas. Este tipo de discurso se autodefine como el transmisor de un saber muy específico: la actualidad. Este acontecer social cotidiano que se ha definido como la actualidad debe ser objeto de una pronta y necesaria desmitificación. Si conceptuamos la actualidad no ya como todo aquello que sucede en el mundo y que pudiera ser transformado en noticia, sino únicamente los acontecimientos a los que tienen acceso los medios de comunicación, aun así la actualidad, transmitida en forma de noticias, no es más que una pequeña parcela de estos acontecimientos.

Todos nos vemos obligados a acceder al conocimiento de cierto entorno a través de esa actualidad. La teoría de la construcción del temario (conocida como agenda-setting) apunta claramente que es muy posible que los mass media no tengan el poder de transmitir a las audiencias cómo deben pensar o actuar, pero lo que sí consiguen es imponerle a la gente lo que han de pensar. Por ello, en principio, se puede afirmar que la efectividad del discurso periodístico informativo no está en la persuasión (hacer creer) o en la manipulación (hacer hacer) sino, sencillamente, en hacer saber, en su propio hacer informativo.

En el estudio de este hacer comunicativo del discurso periodístico informativo hay que tener en cuenta que nos encontramos ante un discurso social y, como tal, inserto en un sistema productivo. Este sistema productivo tiene sus propias características que se deben estudiar. Pero hay que recordar que la manufacturación de la noticia es un proceso compuesto de tres fases: la producción, la circulación y el consumo.

El estudio tradicional de la noticia limita el papel de los medios masivos al de meros transmisores de mensajes. En ese contexto, el periodista sería un mensajero. También se ha planteado el consumo de la información, pero sin tener en cuenta que es una fase participante del proceso de construcción de la noticia. Empero, la producción es, sin duda, el aspecto menos tratado en los textos dedicados a la historia del periodismo.

En primer lugar, la producción de la información es una actividad compleja que se realiza, de forma industrial, en el seno de una institución reconocida socialmente. Sin embargo, nos encontramos ante la fase oculta de la construcción de la noticia. Los propios medios de comunicación son los primeros que no muestran claramente su proceso de producción. La autoimagen que pretenden transmitir de su trabajo es la de recolectores y transmisores de la información. Su actividad se reduce a la búsqueda de noticias y a la utilización de una tecnología para su difusión.

En segundo lugar, no se puede desligar la producción del consumo informativo. Desde una perspectiva estrictamente semiótica cabría hablar de reconocimiento. Sin embargo, el concepto consumo hace derivar los análisis al campo de los efectos de la comunicación. El lector actualiza el discurso periodístico enmarcándolo en el género informativo correspondiente. Toda actividad discursiva presupone un hacer interpretativo por parte del enunciatario. Así, según Umberto Eco, el autor puede prever una lectura modélica del destinatario. No obstante, el denominado lector empírico, de acuerdo con sus subcódigos, puede llevar a cabo lo que el autor de El nombre de la rosa denomina “decodificación aberrante”. Es decir, el lector tiene la posibilidad de interpretar el texto de forma personal.

En determinada oportunidad el escritor colombiano Gabriel García Márquez recordaba que sus hijos le comentaban una clase de literatura recibida en la escuela sobre la obra de su padre. En la misma, el profesor explicaba que en la novela El Coronel no tiene quien le escriba el gallo que allí aparecía representaba a la revolución. García Márquez se sorprendía de la perspicacia del maestro que había descubierto un simbolismo nuevo para él.

Volviendo a la noticia, dentro de la perspectiva de la construcción social de la realidad, se concibe a la construcción de la noticia como un tipo especial de realidad: es la realidad pública. Desde este enfoque habría que hablar de la construcción de la realidad social. Los periodistas son, como todas las personas, constructores de la realidad de su entorno. Pero, además, dan forma de narración a esta realidad y difundiéndola, la convierten en una realidad pública.


La construcción social de la realidad

La noticia es la narración de un hecho o la reescritura de otra narración mientras que el acontecimiento es la percepción del hecho en sí o de la noticia. La empresa informativa puede entenderse como una industria que tiene como inputs los acontecimientos y outputs las noticias. No obstante, hay que puntualizar que un acontecimiento no es una realidad objetiva, exterior y ajena al sujeto perceptor del mismo. Por un lado, porque los mass media trabajan con noticias que les sirven las agencias de noticias. Y, por otro lado, aunque se dé la percepción directa del hecho por un periodista, éste siempre interpretará la realidad de acuerdo con su enciclopedia. Jorge Luis Borges inicia uno de sus mejores relatos de El libro de arena con la siguiente expresión: “Mi relato será fiel a la realidad o, en todo caso, a mi recuerdo personal de la realidad, lo cual es lo mismo”.

La teoría de la construcción social de la realidad hace referencia a la vida cotidiana. Además hay que tener en cuenta que los acontecimientos son realidades históricas determinadas socioculturalmente, como puede apreciarse en la variación histórica que en los mismos se ha producido. En la actualidad los mass media establecen unos parámetros para delimitar los hechos que cabe considerar como acontecimientos.

Las fuentes informativas desempeñan un papel importante en la fabricación de las noticias. En el periodismo de investigación se pone más de manifiesto esta circunstancia particular. Pero, además, se puede apreciar cómo hay unas fuentes privilegiadas que se consultan de manera recurrente. Esto, inevitablemente, va a determinar el sesgo de la noticia.

También hay que pensar que la morfología de los medios masivos exige el destacar unos asuntos en la primera plana. Estos temas son los que van a tener una mayor repercusión en las audiencias. La opulencia informativa de nuestra sociedad obliga a delimitar los campos de atención de los temas. Sin embargo, hay una serie de temas destacados por el sistema de los mass media que se imponen como los asuntos más relevantes del día.

Resulta interesante desenmascarar el discurso sobre el poder de formación de las empresas informativas o periodísticas. Habitualmente se argumenta que el periodista donde realmente aprende su oficio es en el interior de las redacciones. De esta forma se pretende que el aprendiz del oficio de periodista no acceda a la profesión con un corpus de conocimientos previos que pudieran hacerlo menos dócil para una socialización por parte de la empresa. El interés por el control del personal se pone de manifiesto cuando los propios periódicos se convierten en escuelas de periodismo. No hay que olvidar que nos encontramos ante aparatos ideológicos que construyen la realidad social.

Dos de las problemáticas centrales sobre la producción de la noticia son la de la profesionalidad periodística y la de la objetividad. En este territorio nos encontramos ante dos de las claves que sostienen el concepto liberal de la información. El periodista es un productor de la realidad social. Obviamente, esta concepción choca frontalmente con el tópico tradicional de la objetividad periodística. En el universo de los mass media, la objetividad sigue siendo uno de los mitos más difíciles de derrocar aunque desde hace un tiempo relativamente corto, en nuestro país esta problemática haya adquirido una visibilización mayor a la que tenía en épocas más alejadas.

Evidentemente, el concepto de noticia variará de acuerdo a las características que se establezcan del proceso productivo. “Noticia es una representación social de la realidad cotidiana producida institucionalmente que se manifiesta en la construcción de un mundo posible.” Esta definición, por cierto, pone de manifiesto tanto la construcción de la noticia a partir de los acontecimientos que diariamente se seleccionan como la existencia de una doble institucionalización. La noticia se produce en una institución informativa que supone una organización compleja. Pero, a su vez, el rol de los mass media está institucionalizado y tiene la legitimidad para producir la realidad socialmente relevante y dominante. Aquella misma que, como la acción de un paciente alfarero, consigue imponerle a la gente lo que ha de pensar.


[1] Profesor Titular e Investigador de la Historia de la Radiofonía Argentina. Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de Entre Ríos y Universidad Nacional de Quilmes. Fundador de FM UBA: 90.5, la Radio de la Universidad de Buenos Aires

Comunicación y Medios/Damián Hurego/Se dice de mí.

Se dice de mí.
Apuntes sobre las páginas de arte de los Suplementos Culturales de la Argentina.
Por Damián Hurego*
(para La Tecl@ Eñe)
Ilustraciones: Jorge De la Vega
"Luego la Crítica muere otra vez y los Lectores mueren otra vez y sobre esa huella de huesos sigue la Obra su viaje hacia la soledad”
Roberto Bolaño

Intro

En la década del ´60, dentro de las múltiples propuestas de vanguardia del Di Tella, se intentó ligar la práctica artística con las transformaciones comunicacionales de la época. Esta experiencia, realizada por integrantes del movimiento Pop, se denominó "arte de los medios". El grupo que llevó al extremo esta tendencia estuvo integrado por Escari, Costa y Jacoby; quienes, redoblando la apuesta de sus compañeros del Instituto -que habían tomado el lenguaje de los medios para llevarlo al terreno de las vanguardias- intentaron construir la obra en el interior de los medios comunicacionales. Se valieron de la intervención directa en diarios y revistas, celebrando un happening al que jamás le dieron forma real. El acting constó en difundir un informe por las redacciones que incluía los nombres de los presuntos participantes, el lugar y la fecha en donde se había realizado, y una reseña describiendo el suceso. Además, para darle mayor verosimilitud, se procuraron fotografías de los espectadores -tomadas en otras muestras- como "pruebas empíricas irrefutables" en la incipiente era de la imagen. "El fin -explica García Canclini en un ensayo fundacional para la sociología del arte en la Argentina- era que el sentido de la obra se formara en el proceso de la transmisión y la recepción, no en el de su creación, con lo cual esperaban revelar el papel jugado por la prensa en la constitución del hecho estético"[1].
La anécdota representa un momento de ruptura en el arte argentino. Como toda experiencia de vanguardia modificó las relaciones sociales entre los integrantes de la comunidad, estableció otros paradigmas en los modos de producción y amplió los márgenes de circulación de la obra de arte. A la vez, su narración, como si fuese la voz del oráculo al que se recurre con nuevas consultas, continúa siendo útil para preguntarnos sobre las intersecciones del periodismo cultural en la obra de arte.

Las cartas sobre la mesa

¿Cuándo concluye la obra de arte? ¿Quiénes integran la comunidad artística? ¿El crítico y/o el periodista completan la obra? ¿La transforman? ; Cuándo el lector se acerca a una obra mediante un suplemento cultural ¿se acerca a la obra? ¿La percibe? ¿Puede narrarse el Aquí y ahora?
Estas son solo un puñado de preguntas que se desprenden de la compleja relación entre la obra de arte y la crítica periodística cultural. Es necesario, antes de entrar de lleno en el análisis de los suplementos, poner las cartas sobre la mesa y plantear tres premisas de las que partió la investigación:
1) El artista no esta solo[2], como tal, se encuentra inmerso en una estructura social en la cual es el primer eslabón de la cadena. 2) La obra de arte, desde el momento de su realización, entra en un "proceso de circulación social en el que sus significados se constituyen y varían"[3] independientemente de las intenciones del creador[4]. 3) El campo periodístico -según Bourdieu- influye explícitamente en la distribución de capitales -simbólicos y económicos- en el interior de otros campos que se consideran autónomos.
Según la teoría clásica de Bourdieu el artista se centra en un sistema de relaciones sociales, en donde hay productores y consumidores que modifican la obra según la recepción, la circulación y su oscura etapa de mercantilización. Estas etapas no se dan de un modo lineal, sino que se articulan dentro de un terreno que tiene lógicas propias, diferentes a las de la sociedad global. Este terreno que Bourdieu definió como campo, es en donde diferentes posiciones se someten al interrumpido juego de disputarse intereses específicos, que no se pueden simplificar en intereses económicos y/o políticos y/o culturales-. El botín en discordia dentro del campo es el centro, lugar de legitimidad artística que habitan los dominantes, y al que los dominados quieren acceder abandonando la periferia, desplazando cual enroque a los que tenían la voz "autorizada" en el centro.
La metáfora de campo remite al campo de batalla, a un lugar cerrado, autónomo, donde -como señalé anteriormente- varias fuerzas se disputan el centro. En este tiempo –al que varios autores denominaron líquido o flexible- y en este rincón del mundo[5], el carácter estructural que determina Bourdieu es inviable. La metáfora de campo es desbordada por los continuos cruces con otras áreas y por la incapacidad para retener en su seno a los actores en lucha. En cambio, la metáfora de camping parece más apropiada, debido a que remite a una estadía pasajera, en donde las parcelas son ocupadas por períodos breves, transitorios. El que una noche durmió en el centro del camping, al día siguiente ya no está. Las sucesivas tendencias de los "gustos dominantes" parecen corresponder a esta lógica. Los períodos en que ocupan el centro cada vez son más breves. Las discusiones en el interior de la comunidad artística son más volátiles. Un trimestre aparece el diseño como protagonista en el escenario artístico, y a continuación es corrido de la escena por el arte digital. El centro del camping ya no es un lugar eternum, sino que tiene la fuerza y la fugacidad de una noticia periodística.
Dentro del camping artístico el periodismo cultural vendría a hacer las veces del distribuidor de parcelas. Este grupo de divulgación, que funciona como "intermediario cultural" entre los artistas y el mercado, no es homogéneo. Se pueden marcar significativas diferencias entre los suplementos y en su interior, empero lo que tienen en común es que TODOS son un eslabón importante de la economía de bienes simbólicos[6], al encargarse de distribuir capital simbólico en el camping artístico, evitando, en la mayoría de los casos, hacer referencia a la economía real.
La socióloga y artista Mariana Cerviño, develó que el mercado de arte contemporáneo en la Argentina tiene un lado oscuro. Tanto artistas como curadores, periodistas o coleccionistas, evitan referirse explícitamente al valor monetario de la obra, amparándose en lo que Bourdieu llamó la ilusio o la creencia; es decir, un conjunto de prácticas orientadas a la búsqueda de reconocimiento artístico "alejadas del mercado", pero que a la vez en un plazo mediato se reconvierten en capital económico.
Esta economía diferida es la que impulsan los suplementos culturales al hacer foco en la valorización simbólica de la obra. Evitan hacer comentarios de los costos, de la demanda y de la oferta. Sin embargo no dudan en marcar en cada reseña los premios conseguidos, la lista de exposiciones -si fueron en museos o galerías de las metrópolis centrales con mayor énfasis-, los comentarios de curadores que están en la parcela central y los elogios de pares y colegas del camping intelectual que se convertirán en divisas en un futuro no tan lejano.

Pasando revista
Leyendo viejos post de un muy buen blog (labarbarie.com.ar) hallamos uno en donde la politóloga Maria Esperanza Casullo se apoya en los deícticos[7] para analizar los discursos de los candidatos presidenciales en las últimas elecciones. Este post nos da la llave para analizar las diferentes narraciones de los suplementos culturales, haciendo hincapié en las huellas del enunciador en su rol de intermediario cultural, para descifrar las disímiles visiones legitimas que los medios gráficos masivos imponen sobre la obra de arte desde el interior del camping artístico.
La construcción del nosotros. La critica desde adentro.

Hay un momento inaugural entre el periodismo cultural y la comunidad artística. Octubre de 1924. Emilio Pettoruti vuelve a la Argentina luego de una década de formación en Europa. A pocos años del Centenario se encuentra con una comunidad artística que festeja las representaciones que el arte puede hacer sobre la identidad nacional. Fernando Fader y Alfredo Guido son los habitantes de la parcela central del camping. En sus óleos se retrata el costumbrismo del interior del país, mediante paisajes -en su mayoría de la llanura pampeana-, desnudos de mujeres, y, sobre todo, animales que son la base de una economía agro exportadora. En este contexto Emilio Pettoruti -encabezando la vanguardia de la década del ‘20- indaga en nuevos elementos formales que puedan ser válidos para un arte nacional. No le interesa hacer una transacción directa de los modelos europeos, sino en ligar la herencia cultural extranjera, producto de las migraciones, con lo nacional heredado del siglo XIX. El resultado es la serie de cuadros que expone en el salón Witcomb.
Anticipándose a la resistencia que iba a tener el público local a la muestra, Xul Solar escribe en las páginas de la revista Martín Fierro una defensa de la obra de su amigo, basada en una premisa que luego será el lema de su propia obra: la intención de integrar el pasado en la construcción de un futuro. Xul Solar entiende desde un comienzo que para realizar cambios en el gusto, primero hay que justificarlos y debatirlos. En pocas palabras, lo que intenta hacer desde las páginas de Martín Fierro, es formar un espectador que esté preparado para apreciar y apoyar una nueva concepción del arte. De este modo, Xul Solar utiliza los medios gráficos para imponer una visión legítima sobre la obra, diferente a la visión hegemónica.
La particularidad de este momento es que el periodismo cultural está realizado por artistas. Hablan desde la primera del plural. Utilizan un nosotros del cual son parte. Lo que promueven en la obra del otro, es lo que buscan promover en sus óleos. Es un proyecto que no se acaba en el taller de un artista, sino que se expande por otros talleres, galerías, y textos que brindan información para completar la obra de arte. Es una iniciativa colectiva, de vanguardia, una estrategia de grupo que busca desplazar un modo de ver dominante dentro del camping artístico, valiéndose de todos los elementos que componen a la comunidad. En palabras de Leonor Arfuch se conforma un "nosotros que no es una sumatoria de individualidades o una galería de meros accidentes biográficos, sino en articulaciones capaces de hegemonizar algún valor compartido respecto del (eterno) imaginario de la vida como plenitud y realización"[8].
Esta tradición de crítica de arte elaborada por artistas, tiene como heredero directo a Luis Felipe Noé. Yuyo Noé creció en el ambiente de las exposiciones de los años ´20, ´30 y ‘40, gracias a que su padre era un reconocido animador cultural de la época. A través de él, ingresó a trabajar en el diario El Mundo, haciendo crítica de arte. En una entrevista para la revista Ñ, Yuyo Noé cuenta que como aspirante a pintor hacía crítica con la "voluntad de comprender, de explicar los que los pintores buscaban". Intentaba pensar como el artista, y no como un periodista o crítico que escribe como un forastero que viene de otro terruño[9].

Dime como nombras y te diré quién eres.
En los suplementos culturales de los diarios masivos de la actualidad (Radar, ADN, Ñ, y la sección culturas del suspendido Critica de la Argentina) se observan dos discursos diferentes. El primero parte del Ellos. El segundo se pronuncia mediante el Yo.
No todas las escrituras del Ellos son iguales, aunque tengan los mismos estándares. Lo mismo ocurre en los discursos desde el Yo; hay tantas escrituras del yo, como tantos yo haya escribiendo[10]. Tampoco estos modos de escritura se alistan detrás de alguna revista en particular. Los autores van rotando. No hay fidelidad con un medio. Sin embargo hay tópicos que son representativos de cada suplemento, por la presencia que tienen semana a semana en la mayoría de sus páginas.

Ellos. El artista como el otro salvaje
I. Según los lingüistas, ellos son la "no persona", el otro que no pertenece a nosotros. Son alguien lejano, remoto y diferente del que pronuncia el discurso. Rastreando las revistas Ñ y ADN del último cuatrimestre, observamos que en los textos de los críticos que tienen más espacio -Mercedes Pérez Bergliaffa y Ana Maria Battistozzi en la revista Ñ; Jorge López Anaya y Alicia de Arteaga en ADN- hay una tendencia a hablar del artista y de la obra de arte como si fuese el otro lejano.
Al igual que los primeros antropólogos utilizan el método descriptivo y se acercan al objeto con ideas previas. De este modo, los nombrados críticos, muchos de ellos formados en la academia como historiadores de arte, se remiten al contexto, a la nota biográfica, y, principalmente, a ubicar a la obra en góndolas estéticas según los gustos de la época.
Patricio Lóizaga contó en una de las mesas redondas del ciclo “Debates en la cultura Argentina”, que al preguntarle al historiador de arte Mario Grodosik sobre la obra de Tulio de Sagastizábal, el ex director (ad honorem) del Fondo Nacional de las Artes le contestó "creó que él empezó siendo un artista figurativo, que luego tuvo una etapa de Neo-Geo, y que ahora esta en un proceso claramente gestual y formalista". Este tipo de lectura de correlaciones es la que se ve en la prosa de los críticos de Ñ y ADN. Como si fuesen repositores observan las características superficiales del producto y lo colocan en la góndola correspondiente, en lugar de desentrañar, como dijo Lóizaga, "la singularidad del discurso de cada artista".
II. Es diferente lo que se lee en la sección de culturas de Crítica de la Argentina. También se estilan escrituras desde el ellos, empero con otras voces. El artista sigue siendo el otro, lo que cambia es que esta vez el que lo nombra y tomara distancia será el periodista.
En una entrevista radial, Osvaldo Bazan, integrante de la sección de culturas, explicó que uno de los objetivos del diario es recuperar "el viejo periodismo"[11] en donde se narraba el acontecimiento, en donde se le contaba al lector lo que estaba sucediendo. Salvo pocas excepciones, las notas de la sección no están firmadas ni proponen análisis de las obras de arte. Se busca volver a la transparencia e invisibilidad del autor, limitándose a informar de un modo "objetivo".
Al igual que los críticos de arte, hacen una breve reseña biográfica y descriptiva, pero para nombrar no trafican con los símbolos y el lenguaje propio del camping artístico, sino que asumen su rol de observadores y es mediante el lenguaje de su profesión que se acercan a la obra de arte.

Yo y la obra. La obra y Yo. Y más yo.
I. Miguel Briante cuenta que la mañana que se encuentra con Romero Brest en las escalinatas del Museo de Bellas Artes, el ex director del museo le dice "yo acepté hacer esta nota por que usted es un político". Briante, sorprendido ante el enunciado, le retruca "yo soy periodista". De inmediato Brest redobla la apuesta "usted es un hombre que cuando escribe hace política, tal vez del lado opuesto al que yo pienso, pero eso es lo que hay que hacer, es lo que yo hago". En palabras de Carlos Gorriarena "Brest es quien inaugura una etapa de poder entre los críticos de arte, orientados a la política cultural". El ex director del Di Tella fue consciente, en todas sus gestiones, del papel que cumple el periodismo dentro del camping artístico como herramienta política. Y Miguel Briante -que además de periodista cultural fue asesor y luego director del Centro Cultural Recoleta- empujado por la ola del Nuevo Periodismo hizo de ese ingrediente -la política-, otro modo de acercarse a la obra[12].
Las crónicas periodísticas de Briante -primero en Tiempo Argentino y luego desde Pagina/12- rozaban el ensayo social, ya que exponía la subjetivad del autor y ordenaba de un nuevo modo las cosas que en algún momento habían sido dichas. Siguiendo la hipótesis de Arfuch sobre el Espacio Biográfico -que se apoya en Bajtin[13]- el valor biográfico en la escritura de Briante se encuentra en la construcción de sentido que hace el cronista, de la visión caótica y fragmentaria de la obra. Se para frente a la obra como si estuviese frente a la vida, y a partir de la narrativa vivencial le puede dar un orden (mediante la visión, comprensión y posterior expresión) al caos que observa.
Briante se hacía cargo de su voz. A diferencia de los críticos de arte, no intentaba describir a la obra, sino que se proponía narrar la experiencia[14] del sujeto frente a la obra. Llevaba al lector al aquí y ahora. El aura, según Benjamín, es imposible de captar una vez que es reproducido por la técnica (en este caso sería en la reproducción textual), sin embargo lo que logró Briante fue contar la vivencia del autor frente al "aura" de la obra de arte, antes de su pérdida. De este modo alcanzó a "modificar la relación de la masa para con el arte"[15]. Según Susan Buck-Morss[16] esta multiplicación de imágenes de la obra es un ataque contra la cultura burguesa, ya que al reproducirlas, sea con fotos y/o palabras, pierden el "aura" de tesoros culturales únicos en su clase, y, principalmente, su importancia como posesiones privadas.
En un texto de 1985 para Tiempo Argentino el autor de Kincón afirma en la primera línea "Gorriarena es distinto (...) no pinta a favor sino en contra de las corrientes". Briante utilizaba el espacio en los medios gráficos como un lugar para pensar sobre la obra y su contexto. Intentaba acercarse a la particularidad de cada obra. Briante, como el salmón, escribía en contra de la(s) corriente(s)
II. Pagina/12 fue la cantera del Nuevo Periodismo en la Argentina. La escritura en primera persona fue su característica desde su fundación. Cómo el periodismo en Estados Unidos en los sesenta[17] en el Página/12 que dirigía Lanata se "marco como tendencia hegemónica la mostración abierta de lo intimo privado en lo publico, y con ello, de la vida real en su transcurrir, a través del reportaje, de largas entrevistas-biográficas-antropológico-testimoniales, a artistas, políticos"[18] y otros. De ese modo se construyó (siguiendo a los grandes tanques norteamericanos como Capote, Mailer y Wolfe) otro modo de hacer periodismo. Para ello se tomaron elementos de las ciencias sociales y de la literatura, tales como la "observación de campo" y las "tramas narrativas" en las que se basó el genero no-ficción para tener mas proximidad con lo real, con "la palabra viva de los protagonistas, celebres o comunes, que se manifestara en los ámbitos de la investigación social"
Maria Moreno, en la nota Yorando frente al espejo publicada en Radar, se pregunta "¿dónde podría con mayor impunidad escribir en primera persona sí no aquí?" El egotismo es un rasgo en las notas del suplemento Radar. Las narraciones en las páginas de arte mantienen el modelo de Briante, intentan sacar a la obra del ámbito de la tradición mediante una narración que linda con lo autobiográfico. Sin embargo esta escritura del yo encierra, entre otras[19], una trampa particular. A modo de ejemplo citare una escena del film Aprile, en donde el director y actor Nanni Moretti despliega en un cuarto las páginas de diferentes diarios. A medida que va sumando páginas descubre que los periodistas que un día escribieron en un diario, al día siguiente aparecen en otro. La escena termina con una plano general desde arriba, en donde todos los diarios forman un inmenso y único diario.
La escritura del yo elabora proyectos individuales. Ya no hay estrategias de grupos que se arman desde una revista diferenciando un "ellos" de un "nosotros". Un mismo crítico puede hablar desde diferentes diarios. De este modo se termina generando la homogenización de la información, ya que no hay fronteras entre las páginas de los diarios, ni proyectos colectivos desde el periodismo cultural que permitan construir posiciones sólidas, que puedan mantener una discusión prolongada en el tiempo más allá de las opiniones individuales.

Autorretrato
Tanto en las narraciones del yo como del ellos hay poco margen para la voz del artista. En ambos casos siempre hay una voz, expuesta en una primera u oculta en una tercera persona, que se pronuncia por él o por su obra. Sin embargo, como sabemos, todas las reglas tienen sus excepciones.
En ocasión de la retrospectiva Lo que se ve de la fotógrafa Adriana Lestido en el Recoleta, los escritores Ángela Pradelli y Guillermo Saccomanno la entrevistaron. Con las declaraciones de la fotógrafa los entrevistadores crearon un texto que fue publicado en Radar, en donde le entregan la voz en primera persona a la protagonista de la nota. Ella habla de sus fotos y de su historia. Sin intermediarios.
Este modo audaz de narrar y en contra corriente de una época cargada de "giros autobiográficos" y de exhibicionismo, como dicen los autores, cumple con una máxima de la fotógrafa, para quien "el verdadero creador es aquel que cumple con el borramiento del yo en la propia obra. Importan los climas, los personajes, sus visiones. No la autoría".
Para la dupla Pradelli-Saccomanno una nota periodística también es una creación. Por lo tanto realizan un texto de una coherencia absoluta entre forma y contenido, insólita en un suplemento masivo. Ellos se hacen invisibles en su texto. Se los intuye en el tono, en la música de la prosa, en las palabras elegidas. Empero la que habla desde la primera persona es Adriana Lestido. La fotógrafa. La artista. La mujer. Este estilo de escritura hace dialogar al artista con el lector. No para que le "explique" su trabajo. Sino para dejarle en la mesa una invitación personal.
Dentro del camping artístico conviven artistas, críticos de arte, curadores, periodistas y escritores, que hacen de la obra un sin fin de palabras. Una de sus mayores virtudes es provocar múltiples discursos heterogéneos. Como dice Diana Dowek, es la prueba "de que el arte tiene el poder de penetrar en la subjetividad de las personas". De recorrerlas. De atravesarlas. Y, fundamentalmente, de que la obra siga su camino hacia la soledad, fuera y lejos del creador, mutando en nuevas formas, atravesando nuevas subjetividades, más allá de las voces que por estaciones la acompañan.

*Sociólogo y Periodista
Bibliografía
Además de los textos citados al pie, he consultado:
-ALTAMIRANO, Carlos y SARLO, Beatriz, Literatura/sociedad, Hachette, Buenos Aires, 1983.
- BAJTIN, M. M (1929), Estética del Creación Verbal, Siglo XXI, México.
-BOURDIEU, Pierre, Las reglas del arte, Anagrama, Barcelona, 1992.
-, Campo de poder y campo intelectual, Folios, Buenos Aires, 1983.
-, Algunas propiedades de los campos, en Sociología y cultura, Grijalbo, México, 1990.
-, Campo intelectual y proyecto creador, en Problemas del estructuralismo, Siglo XXI editores, México.

[1] GARCÍA CANCLINI, Néstor, La producción simbólica, México, D.F. Siglo XXI, 1979.
[2] Bourdieu se valió de la Hermenéutica de la sospecha para desmitificar la ideología carismática del artista y del trabajo artístico, de la cual muchos artistas, escritores y críticos -que cumplen la función de consagrarlos- son partidarios. Esta ideología entiende por cualidades innatas a disposiciones y destrezas socialmente adquiridas (Altamirano; 2002)
[3] GARCÍA CANCLINI, Néstor, op. cit., p 17.
[4] Es necesario aclarar que no se quiere disminuir con lo dicho la presencia del creador en la obra, sino, que lo que se quiere señalar, es al sujeto histórico y social que se manifiesta en la obra
[5] En sociedades periféricas capitalistas, como las latinoamericanas, los cambios de "gusto y sensibilidad" -muchas veces moldeados por los críticos culturales- son más proclives a los cambios por estar sujetos a los movimientos de los países centrales del capitalismo, y a sus traducciones locales. Sarlo y Altamirano fundamentaron que el campo intelectual de los países periféricos esta sujeto a hacer "traducciones" locales de lo que acontece en el campo intelectual de los países centrales.

[6] La distribución de bienes simbólicos tiene dos lógicas: la primera se basa en el valor simbólico de la obra, que consta del reconocimiento entre pares o el elogio de críticos reconocidos. La segunda lógica, muchas veces articulada con las primera, es en donde se forma el valor monetario, es decir cuado la obra comienza a circular en un mercado de arte donde va a ser cotizada (Cerviño, 2007)
[7] Los deícticos, según explica MEC, son las huellas que la enunciación deja en el discurso. Son palabras que no tienen un referente fijo. Por ejemplo: si yo digo yo, soy yo; pero si vos decís yo, el referente no soy yo, sino sos vos. Los deícticos son importantes en la construcción discursiva de un nosotros, de un ustedes y de un ellos.

[8] ARFUCH, Leonor, El espacio biográfico, Bueno Aires, Fondo de Cultura Económico.
[9] Noé como artista que trabaja con la palabra, escribió libros claves sobre arte y estética, tales como Antiestética de 1965, y el reciente Noescritos publicado por la Editorial Adriana Hidalgo.
[10] Según Arfuch el concepto tiene una doble valencia: a la vez involucra un orden narrativo que esta guiado por una orientación ética. Es decir, que si toda narración es acompañada por un valor ético, cada Yo tendrá su propio valor biográfico. En palabras de Bajtin es "la apreciación del fabulismo de la vida", mediante el cual le damos sentido (y orden) a nuestras acciones.
[11] Según el bárbaro Pablo "el último diario en papel tiene la particularidad de apuntar a un perfil retro: el nombre, el eslogan, la campaña, hasta el pucho y los tiradores, señalan un momento mítico de la prensa grafica Argentina que se fue y parece querer volver" (http: labarbarie.com.ar/2008/el-ultimo-diario-en-papel/)
[12] Como ejemplifica la anécdota, Briante cruzaba los géneros primarios (habla de par a par con artistas y críticos) con los secundarios (el relato periodístico); es decir que el espacio biográfico esta constituido por una hibridación de géneros. Briante los utilizaba para acercar su experiencia de la obra.
[13] "Un valor biográfico (...) ordena de la vivencia de la vida misma y la narración de la propia vida de uno" (Bajtin; 1979)
[14] En alusión a los análisis de Gadamer sobre narrativa vivencial; poniendo énfasis en el doble matiz, que incluye la "comprensión inmediata de algo real (...) y la garantía de una vivencia propia".
[15] BENJAMÍN, Walter. "La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica" (1936) en Discursos interrumpidos I, Taurus, Madrid 1987.
[16] BUCK-MORSS, Susan. W. Benjamin, escritor revolucionario. Interzona, Bs. As., 2005.
[17] Queda planteada como hipótesis para una futura investigación la relación de la aparición tardía (más allá de los antecedentes de Walsh) del Nuevo Periodismo en la Argentina con el fin de la última dictadura.
[18] ARFUCH, Leonor, op. cit., p 183.
[19] Ver: Crítica cinematográfica en primera persona, Peña, Fernando Martín, en Lamujerdemivida, Nro. 43. Y el apartado El mito del yo: pluralidad y disyunción, integrado en el capitulo 4 de la obra citada de Arfuch.