15 julio 2008

Opinión/Conflicto campo-gobierno:Por la renta sojera - Víctor Redondo



Conflicto campo-gobierno


Por la renta sojera
Escribe Víctor Redondo*


Al conflicto que sacude al país, los trabajadores, los consumidores, asisten como convidados de piedra. Mientras el campo y el gobierno discuten quién se va a quedar con la renta extraordinaria del agro, es el pueblo que vive de su trabajo quien paga las consecuencias. Los productos volvieron a los supermercados con un 15 a 20% de aumento. Carestía y aumento de precios, licuación de salarios. En la discusión del conflicto no está en juego el interés popular.


Qué quiere el bloque de las entidades agrarias: quedarse ellos con los beneficios extraordinarios resultado de la explotación de la soja en todo el país. Defienden a la llamada patria sojera, que es la extensión de un cultivo a costa del envenenamiento del suelo, a costa de la erosión, a costa de la expulsión de miles de campesinos (Chaco, Formosa, Salta, Tucumán…), a costa de inflación y carestía.


Del otro lado un gobierno que dice que quiere cobrar impuestos para la redistribución social. Sin embargo no ha ido un solo centavo de ese impuesto a la soja al bolsillo del jubilado, del trabajador estatal. Los impuestos que el gobierno le cobra a los capitalistas de la soja van al pago de la deuda externa, van como subsidios a los empresarios amigos del gobierno. El matrimonio Kirchner quiere aumentar el impuesto a la soja con el único fin de seguir pagando la deuda pública, de seguir beneficiando con subsidios a los Taselli, a los Cristóbal López, a los Eskenazi, a todo el grupo de capitalistas amigos.


En este conflicto no está presente el interés popular. ¿Alguien se acordó en estos 120 días de la situación del trabajador rural (1.300.000 trabajadores, el 70% de los cuales está en negro)?


Las entidades agrarias dicen que no ganan plata porque la plata la ganan los monopolios cerealeros o los que les venden fertilizantes o agroquímicos, ¿por qué entonces en vez de reclamar que bajen impuestos –y que por lo tanto suban los precios de los alimentos– no reclaman una intervención pública sobre el comercio exterior, sobre la gran propiedad de la tierra, por qué no reclaman la nacionalización de los monopolios agroquímicos o de herbicidas que se quedan con la parte del león en el negocio agrario? No, no lo hacen; pretenden resarcir su propio beneficio a costa del salario y la condición de vida de los trabajadores.


Cuando la presidenta envió la ley al Parlamento dijo que iba a agregar más democracia al debate. Y no es así, lo que el Congreso está discutiendo es un toma y daca de prebendas. Podrá colocar todas las carpas que quieran frente al Congreso, podrán desfilar todos los que quieran por la Comisión de Agricultura del Congreso, pero tanto las carpas como las discusiones son para la gilada. La verdadera discusión sobre las retenciones se está haciendo entre bambalinas. El kirchnerismo ya les prometió a los diputados de Río Negro y Neuquén una baja en las retenciones a la fruta si vota con él (que pagaremos nosotros con el aumento del precio de la fruta). A los diputados de Salta y de Jujuy ya les prometieron mayores precios para el tabaco, a los de Misiones lo mismo con la yerba mate. El pacto que se está discutiendo en el Congreso lo va a pagar el pueblo con más inflación, más carestía, mayores privaciones.


Por este análisis, se desprende que es necesario abrir un rumbo independiente frente a estos dos bloques capitalistas que están peleando por el botín de la renta sojera. Pero esta crisis tiene una salida afín con el interés popular: en primer lugar, la nacionalización integral del comercio exterior (para que las reales ganancias no queden en manos de cuatro monopolios internacionales), para que sea un patrimonio del país. Junto a esto, nacionalizar la gran propiedad agraria, para abrir un plan de arriendos baratos para los campesinos, los pequeños productores, para lograr un gran poblamiento agrario y no el despoblamiento de la patria sojera. Es necesario también recuperar el dominio público del petróleo y del gas, para que los productos químicos y petroquímicos que utiliza el campo resulten un patrimonio social.



Los dirigentes sindicales y la mayoría de los partidos –incluidos varios de izquierda– están corriendo detrás del bloque del campo o detrás del gobierno, cuando lo que es necesario es abrir un rumbo independiente, una alternativa a estos dos bloques capitalistas, con un programa de nacionalizaciones a favor de los trabajadores y no de los monopolios cerealeros ni de un matrimonio que pretende quedarse él con el presupuesto nacional.


Sin carpas blancas de 7.000 pesos diarios pagadas con dinero público, ni carpas verdes pagadas a costa del trabajador rural, ésta es, resumida, una posición para darle a esta crisis nacional una salida obrera, popular y socialista.


Víctor Redondo/Julio 2008


*Poeta y Presidente de la Sea - Sociedad de Escritores y Escritoras Argentinos

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