14 julio 2008

Modelos Socioculturales del Poder IV/ Enrique Carpintero


Modelos socioculturales del poder IV

El Mayo del `68 o la potencia de la alegría*

Por Enrique Carpintero
Psicoanalista
enrique.carpintero@topia.com.ar
(para La Tecl@ Eñe)

Si no quieres repetir el pasado, estúdialo
Baruch Spinoza


Este año se conmemoran los 40 años del mayo francés de 1968. En Francia se abrió un debate crítico en el que participaron desde el presidente francés Nicolás Sarkozy, quién dijo que había que terminar con los efectos del mayo del `68, hasta algunos intelectuales que reflexionaron sobre “una herencia imposible”.
Debemos señalar que al recordar otras épocas se puede caer en idealizar el pasado donde “todo tiempo pasado fue mejor”. O, por lo contrario, desvalorizarlo. Ambas perspectivas no permiten dar cuenta de que la esperanza es una de las formas de la memoria. Recordar no es una actividad que nos lleve meramente a evocar los hechos acontecidos, sino al recuerdo de las razones por las cuales importantes valores individuales y sociales no forman parte de la actualidad de nuestra cultura.

Los `60: el inicio de una “contracultura” que expande el campo de lo posible


Referirnos al mayo del `68 necesariamente nos lleva al clima de época. En los `60 comenzó a formarse una “contracultura” que se oponía a la cultura dominante. Este movimiento, con características diferentes en cada región del planeta, si bien incluía a una minoría de la población, expresaba las ideas, fantasías y deseos de la época cuya significación producía transformaciones en la subjetividad que se expresaba en palabras como “voluntad” y “compromiso”.
En este sentido algunos intelectuales construían un discurso de oposición al sistema. En Francia Jean-Paul Sartre había rechazado en 1964 el premio Nobel. En el campo del marxismo se comenzaba a rescatar las ideas de Antonio Gramsci y la Escuela de Frankfurt en oposición a los partidos comunistas y socialistas tradicionales. En EEUU las universidades de Harvard, Berkeley y Columbia producían un pensamiento marxista para crear una “nueva izquierda”. Las ideas de Wilhelm Reich y Herbert Marcuse recorrían las grandes universidades del mundo. El psiquiatra argelino Frantz Fannon y el pedagogo brasileño Paulo Freire construían la propuesta de una psicología de la liberación. La antipsiquiatría, la psiquiatría comunitaria, la psicología institucional y el psicoanálisis permitía desarrollar el campo de la Salud Mental. Es en este proceso cultural y social que se produjo la intervención de EEUU en la guerra de Vietnam generando un movimiento pacifista de una envergadura sin precedentes por las grandes manifestaciones que se realizaban en las principales ciudades norteamericanas. Este movimiento se unió con los hippies que mantenían una actitud inconformista y antiautoritaria con su consigna de “amor y paz”. Ellos, conjuntamente con los estudiantes de la Universidad de Berkeley, defendieron el derecho de apropiarse de terrenos del Campus Universitario para plantar pasto y flores con el objetivo de crear lo que llamaron el “Parque del pueblo”. El derecho de propiedad fue nuevamente instalado con gases lacrimógenos disparados desde helicópteros del ejército y policías que reprimieron violentamente. Su resultado fue la muerte de una persona, otra quedó ciega, muchos heridos y más de quinientos arrestados. Lo que se conoció como “La batalla de Berkeley” fue una parodia absurda de la guerra de Vietnam impulsada por los sectores conservadores de California. El gobernador era Ronald Reagan. El asesinato de John Fitzgerald Kennedy en 1963 provocó una gran conmoción cuya consecuencia fue aumentar el descreimiento en el sistema y reafirmó los movimientos contestatarios. También, en el mismo año, se produjo el asesinato de Martin Luther King que condujo a una rebelión de la población negra. Estos levantamientos estaban ligados a nuevas corrientes político-religiosas como los musulmanes negros cuyos líderes eran Malcom X y Stokeley Carmichael. Otros grupos revolucionarios que se reivindicaban como socialistas eran los “Panteras Negras” uno de cuyos representantes más significativos era la profesora de filosofía Angela Davis que había estudiado con Herbert Marcuse.
En América Latina este movimiento contestatario mundial tomo formas decididamente revolucionarias contra el sistema de atraso y dependencia del imperialismo de EEUU. El modelo era la revolución cubana. Sin embargo en México la rebelión de los estudiantes culminó en la matanza de Tlatelolco preanunciando las represiones que en la década del `70 abarcarían a la casi totalidad de los países latinoamericanos.
En la China de Mao Tse Tung se inició una “revolución cultural” contra las estructuras burocráticas del Partido Comunista Chino que, en muy pocos años finalizó en un verdadero fracaso. En los países de Europa del Este también comenzó a darse un proceso de búsqueda para liberarse de la burocracia soviética. En Checoslovaquia la intelectualidad de Praga elaboró un texto de críticas al socialismo totalitario estalinista. Esta rebelión que se conoció como la “Primavera de Praga” fue fuertemente reprimida con tanques soviéticos. Algo similar ocurrió en Polonia. Pero, fue en París donde se produjo el mito de la época: el mayo francés del ’68 donde la “imaginación al poder” se transformó en una consigna que tuvo efectos en las nuevas formas de lucha y oposición al poder.

“Las estructuras no salen a la calle”


Varias cuestiones hacen a la actualidad de las problemáticas que siguen vigentes. Una de ellas es el lugar que los intelectuales jugaron en esa época.
En Francia había adquirido gran peso el estructuralismo fundado por Levy- Strauss en la antropología. Althusser realizaba una lectura estructuralista de Marx y Lacan llevaba ciertos conceptos estructuralistas al psicoanálisis. Levy-Struss nunca apoyó el Mayo del 68. Althusser estaba enfermo en esa época y miraba con recelo el movimiento de acuerdo con el Partido Comunista francés del cual era militante que tuvo una posición ambigua en relación a los hechos que producía el movimiento obrero y estudiantil. Foucault estaba en Túnez y lo apoyó con recelo igualmente que Derrida y Barthes. Podemos decir que fue Sartre el gran intelectual que apoyó el Mayo del 68. Recordemos una de sus frases: “Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna, que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es. Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo posible. No renuncien a eso”. Sus ideas humanistas se veían reflejadas en las luchas obreras y estudiantiles. Esto llevó a que una de las consignas escritas en las paredes era “las estructuras no salen a la calle”. Lacan le contesta que sí las estructuras salen a las calles y los estudiantes son efectos de esas estructuras. Aún más, en un seminario sobre los 4 discursos afirma que los estudiantes pasan del discurso del amo al discurso de la Universidad. En definitiva Lacan afirma que es imposible salir del discurso del Otro. Siempre va haber un Amo. Por ello dirigiéndose a los alumnos les dice “en tanto histéricos, Uds. exigen un nuevo amo. Uds. lo tendrán”.





“El acto instituye la conciencia”



Estas posiciones sobre los acontecimientos del mayo del `68 llevaron a importantes debates que formaban parte de la polémica sobre la vigencia y validez del estructuralismo como método de análisis de la realidad. Como dijimos anteriormente su fundador fue Levi-Strauss. Este sostenía, a partir de la lingüística de Saussure, que así como la lengua podía estudiarse como un sistema de elementos que no variaban y que mantenían relaciones entre sí, también podía estudiarse las estructuras básicas de las sociedades primitivas con el mismo método. Este método fue trasladado a las ciencias sociales. Su objetivo era cuestionar el humanismo y el historicismo. En este sentido se interesaba por las categorías básicas del pensamiento por sus contenidos y su relación con la totalidad social. Negaba el rol de un sujeto creador de las estructuras y presuponía el carácter inmanente de éstas.


A mediados de esa década el estructuralismo alcanzó su máxima expansión junto con el comienzo de su cuestionamiento. En 1965 Michel Foucault publica Las palabras y las cosas. En 1966 Lacan publica sus Escritos donde el sujeto queda reducido en el discurso del Otro. Ese mismo año Louis Althusser en Para leer el Capital propone un redescubrimiento del marxismo como ciencia que estudia las "formaciones económico-sociales", no a partir de su evolución histórica sino como un sistema de relaciones de producción del que los hombres son meros portadores. Estas obras generaron polémicas en las que participaron -entre otros- Sartre, Goldmann, H. Lefebvre y Garaudy, que desde distintos ámbitos impulsaban un diálogo del marxismo con otras disciplinas. Las mismas se desarrollaron en los espacios críticos de la vida académica francesa y fueron un puente entre el pensamiento crítico y la militancia política. En otros dos países europeos como Alemania e Italia se daba una polémica semejante entre el campo intelectual y la izquierda.
Podemos decir que a mediados de la década del `60 las tesis estructuralistas comienzan a ser cuestionadas en diferentes aspectos: 1) El concepto de estructura como fenómeno ahistórico para explicar los fenómenos sociales; 2) Pensar el lenguaje como un sistema independiente de la acción de los sujetos que hablan; 3) La ausencia del colectivo social detrás de los códigos sociales; 4) La neutralidad de las ciencias sociales.

Estas perspectivas que hoy se conocen como neoestructuralistas continúan hasta la actualidad. Lo cual lleva a una idea de que es imposible una lucha emancipatoria. Este es el pensamiento postmoderno donde el capitalismo es llevado a la consideración de un hecho natural. El capitalismo solo puede ser reformado, modificado, humanizado. Pero nunca reemplazado por otro sistema social más justo. El socialismo, dicen los postmodernos, es una antigüedad que surgió en el siglo XIX y mostró su fracaso en el siglo XX. La tesis de Fukuyama sobre “el fin de las ideologías”, a pesar de las críticas “políticamente correctas”, podemos decir que ha triunfado en la mayoría de los intelectuales.



El mayo del ´68 nos muestra la fuerza de una política de las pasiones alegres





La fuerza del mayo del 68 constituye su límite. La fuerza que anidaba en su utopía revolucionaria constituye su límite en tanto no pudo constituirse en formas organizativas que se opusieran al poder. Al año del inicio de las grandes movilizaciones obreras y estudiantiles se llama a elecciones y la derecha representada por la URD gaullista gana por un amplio margen de votos.
Sin embargo las reivindicaciones del Mayo del 68 fueron incorporadas por el capitalismo: la autogestión, las libertades sexuales, la libertad de la mujer, la critica a la sociedad patriarcal, etc.
En la actualidad se han afianzado las ideas conservadoras como modelo sociocultural. En el capitalismo mundializado la injusticia es mayor que en esas épocas. El poder nos somete desde nuestra subjetividad con la utopía de la felicidad privada. La felicidad puede ser comprada en cómodas cuotas mensuales. La condición es encerrarnos en nosotros mismos. Para ello están los shopping, los barrios cerrados, los muros para separar a los que molestan, es decir a los pobres, ya que estos deben ser invisibles. Los debemos invisibilizar.
De allí la importancia de rescatar la fuerza de la esperanza que nos deja el Mayo del 68. La fuerza de las pasiones alegres. Marx decía que la gente no muere por la ley de la tendencia decreciente de la taza de ganancia. La gente muere por la religión y por la patria. De allí el desafío en cómo generar un imaginario de esperanza para que la gente luche por la vida, por un mundo más justo. Spinoza decía que el ser humano tiene pasiones alegres (el amor, la solidaridad, etc.) que nos potencian y pasiones tristes (el odio, la depresión, la melancolía, etc.) que limitan nuestra potencia. La lucha contra nuestra pasiones tristes es afirmándonos en una razón apasionada basada en la pasiones alegres. De allí la pregunta ¿Cómo generar una política de las pasiones alegres? Una política que construya comunidad. Una política que se plantee la lucha por la vida no por la muerte. Una política que reemplace las consignas “revolución o muerte”; “socialismo o muerte” por “revolución por la vida”; “socialismo por la vida”. En definitiva, una política que expanda el campo de lo posible


El Mayo del 68 nos muestra la fuerza de una política de las pasiones alegres. El Mayo del 68 convocó a la potencia de la alegría en el sentido spinoziano del término en tanto fuerza liberadora de nuestras potencias creativas. Esta es su enseñanza. Esto es lo que tenemos que rescatar. Pero también recordar sus limites ya que, si la potencia liberadora de la alegría no encuentra formas organizativas que puedan enfrentar al poder este se impone a través de las pasiones tristes no solo sometiéndonos desde afuera sino desde nuestro interior.



*La perspectiva histórica de este artículo se basa en el libro de Enrique Carpintero y Alejandro Vainer, Las Huellas de la memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los ´60 y ´70. Tomo I (1957-1969), tomo II (1979-1983), editorial Topía, Buenos Aires, 2004 y 2005.

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