06 mayo 2012

Política y Sociedad/Debates:Malvinas/Desguerra de Malvinas/Braceli Rodolfo


DESGUERRA DE MALVINAS

  1. LOS ILESOS Y LOS MEDIOS DE DESCOMUNICACION
  2. CRUZ DEL SUR, CRUZ EN EL SUR (poema)

Por Rodolfo Braceli*
(para La Tecl@ Eñe)


Antes de un leve poema, Cruz del sur, Cruz en el Sur, una reflexión con espejo cerca, sobre la desguerra de Malvinas. Sobre los valerosos ilesos, los medios de descomunicación y nosotros, tan sembrados para la euforia y para confundir una guerra con un campeonato mundial de fútbol.   
Reflexión con espejo. ¿Para qué el espejo? Para mirarnos hondo, y sin bajarnos la mirada.
Este 2 Abril del 2012 después de Cristo trae el 30 aniversario de la desguerra de Malvinas. Y con él, una novedad: el fiscal general Javier de Lucas solicitó a la Corte Suprema de Justicia resolver sobre si las torturas que padecieron nuestros soldados de parte de sus corajudos oficiales, deben ser consideradas delitos de lesa humanidad, es decir, imprescriptibles. Era hora. Hay unas cien denuncias de ex combatientes esperando. Pregunta: cuando se los estaqueada a la intemperie “por robar alimentos”, cuando se los torturaba, ¿a esos muchachos se les aplicaba el “por algo será”, el “en algo andarían”?
Reanudo conceptos de hace seis años en mi columna del diario Jornada. ¿Qué opinarían hoy nuestros militares ciudadanos, Belgrano y San Martín, si viesen lo que pasó durante y después de la des-guerra de Malvinas? Murieron más de seiscientas casi criaturas, en las islas y con el hundimiento del Belgrano. Después de esa carnicería, aquí, en este mapa patrio, se suicidaron más de 400 ex soldados. Más murieron aquí que combatiendo en las islas. Mientras tanto, los militares de mayor rango, rozagantes, todos ilesos.
Hay un planteo incómodo, pero que no podemos esquivar: los militares gobernantes nos engañaron. Pero ya es hora de afrontar que también nosotros nos dejamos engañar. Los medios elefantes de des-comunicación, más allá de la censura, contribuyeron con obsceno entusiasmo para desatar el ruidoso exitismo que después mutó en vergonzante derrotismo.
Una cosa fue la censura. Otra cosa fue la obsecuente y entusiasmada adhesión de los des-comunicadores. Varios de ellos, estelares, famosos, hoy siguen tallando con un descaro asombroso.
Memoria y balance: Gracias a la desgracia de esa desguerra los argentinos estamos en esta especie de democracia que sigue siendo socavada, por ejemplo, con el aterramiento y la sensación de fin del mundo que se siembra desde lo mediático.

Recordemos: La mayoría de nuestros militares, luego de violar la Constitución se dedicaron a violar las vidas y a violar las muertes, de a miles. Como yapa robaban criaturas desde la placenta. En simultáneo, el vaciamiento se producía bajo la tutela de un civil, un tal Martínez de Hoz que con los años encarnaría en Domingo Cavallo y en otros exterminadores que tuvieron su apogeo con el Señor de los Anillacos. Aquellos “valerosos” militares de escritorio se apropiaron de un reclamo legítimo para hacer una guerra tan criminal como grotesca. “Huyeron hacia adelante”, dijo don Borges. Galtieri salió al balcón y alzó la euforia de una multitud que dos días antes había sido apaleada. Galtieri, con la sinceridad que favorece el whisky, se lo confesó a Oriana Fallaci: “Tomamos las islas, pero nunca pensamos que la Gran Bretaña iba a mandarnos la flota”.

Pedazo de corajudo el varón. De los hielos del sur no conocía nada. De los hielos del whisky sí.
Reconozcámoslo: con el aliento de los medios descomunicación esta desguerra fue vivida, por gran parte de nuestra sociedad, con la banalidad de un campeonato mundial de fútbol. Mientras tanto, adolescentes mal comidos y mal abrigados, se retorcían de frío y de pánico. Fueron arrojados a la muerte y a la locura. Hasta que la verdad nos cayó en la mollera, y la triunfalista euforia patria mutó en depresión vergonzante. Nuestros muchachos volvieron entre sombras, ninguneados, despreciados. Nuestro alimentado exitismo (desde los medios) los marginó. Trasladamos a los ex soldados el desprecio que merecían esos generales de sofá que entusiasmaron a la inmensa mayoría con la complicidad de calificados periodistas.
¿Y después? Ahí están las fotos veraniegas del general Menéndez, el fugaz gobernador de Malvinas que, tras capitular, regresó sin un raspón, sin una curita en la frente: regresó, por supuesto, perfectamente ileso. A meses del desastre Menéndez recorría en bermudas, del brazo de su esposa, la rambla de Mar del Plata. Elaboraba el duelo rozagante e ileso. Qué poca vergüenza.
Y seguimos. A los centenares muertos que quedaron allá lejos, se le sumaron otros cientos, muy ocultados: de a uno, decenas de ex combatientes se suicidaban. No soportaban la pesadilla de una sociedad, fogoneada para el triunfalismo , que aquí los fusilaba con la indiferencia. La cifra de suicidas suicidados está más cerca de los 400 que de los 300. Las noticias de estos casos fueron casi siempre mezquinas: diez, veinte líneas, y a otra cosa. Venden más los suicidios del jet set. Recuerdo una crónica preocupada, la que escribieron Juan Ayala y Daniel Riera para la revista Rolling Stone (abril del 2000):
“Rosario, 22 de noviembre de 1999. Eduardo Adrián Paz subió la escalinata que conduce a la torre central del Monumento a la Bandera. Seis tandas de siete escalones y un descanso en cada una lo llevaron hasta el ascensor. Esperó a quedarse solo. Buscó el mirador que da al río Paraná, forzó un barrote y se tiró desde 70 metros. Se estrelló sobre la proa del monumento, cayó sobre esta frase de Belgrano: ‘Cuan execrable es el ultrajar la dignidad de los pueblos violando su Constitución’. El cuerpo quedó partido a la mitad. Paz, 38 años, tenía seis hijos, aguardaba en noviembre del 99 que el Estado se dignara pagarle la pensión que le correspondía.”
¿Crónica insoportable? Insoportable la realidad.
¿Para qué revolver el pasado? Para que no se nos vuelva a repetir. Para avanzar.

Posdata. Qué curioso, los señores y señoras tan aseñoradas, que tanto se crispan ante la posibilidad de debatir la despenalización del aborto, jamás hablan de esos otros “abortos posteriores”, de esas vidas jóvenes “interrumpidas”. Otra vez: ¿Qué dirían Belgrano y San Martín?
Memoremos: revisemos diarios y revistas y noticieros de hace 30 años. Hubo censura y hubo entusiasmo obsecuente y baboso. El Golpe del 24 de marzo de 1976 fue militar y cívico. La desguerra de Malvinas también fue militar y cívica. A esto contribuyeron los elefantes medios de descomunicaciòn.
Pero ojo al piojo: si planteamos la responsabilidad de los civiles no es para licuar la de los militares por siempre ilesos. Los crímenes de lesa humanidad no se fraccionan. No vale aquello de, a más cantidad menos responsabilidad de cada uno. Tenemos que vadear el río revuelto.
El promedio de los militares de 1982 no se percataron, los muy valientes, de que para pasar a la historia debían superar un control de alcoholemia. Y a los civiles no se nos dio por pensar que una desguerra hecha con los cuerpos de jóvenes ateridos es algo muy diferente a un Mundial de fútbol.
¿Y ahora? Ahora hay que seguir la lucha en estado de diplomacia. Esa lucha exige no pisar el palito. La menor imprudencia va a servir para retardar la caída de lo que se tiene que caer por maduro. Se trata de no claudicar a la tentación de las euforias y el puro ruido de los estribillos. Ahora las armas son, deben seguir siendo, otras: imaginación y paciencia, activas. En esa lucha no estamos solos. Pero debemos avanzar caminando. Sabiendo que la imaginación no es cobardía y sabiendo que la paciencia no es resignación, son lo contrario.
En otras palabras: que tenemos que aprender otros corajes más difíciles: el coraje de la imaginación. Y el coraje de la paciencia.
                                                         
                                                              < >

Sin dejar de mirarnos en el espejo, rememoremos la escena de aquel soldado hambriento que robó una lata de dulce. Fue estaqueado a la intemperie, durante la noche del 25 de mayo de 1982…  Allí está el estaqueado, conversando con su madre lejana. Escuchémoslo.                                   
                   
                    
Cruz del Sur, Cruz en el Sur

–De espalda, de cara a todo el cielo, aquí estoy:
me han crucificado en la tierra, mamá.
Y tengo frío, tanto frío.
Hambre no me queda, estoy anegado de miedo, mamá.
Qué oscura es la noche, esta noche:
sin una estrella, sin lucero, sin nada de luna.
Si mañana es como hoy, no me despertés, mamá.
Y coséme los párpados.

¿Estás? ¿Estás ahí?
Nada, no me responde tu aliento.
Pobrecita mamá, pronto te dirán madre.
Ay, madre, madre, ¿por qué me has abandonado?

–Hijo, hijito, ya vuelvo. He salido a buscar a la patria.
–No vayas, madre, no vayas: a la patria se la han robado.
–Los ladrones, hijo, ¿quiénes son?
–Son ellos, madre: los que miran el desfile desde el palco.
Los biencomidos los bien abrigados los bien seguros los mal nacidos.
Los que nunca se rozaron con el honor.
Los que eructan el grito sagrado.
Ellos, mamá, los siempre ilesos.

((Al estaqueado, contra la tierra tan crucificado,
ahora el cielo lo mira desde muy arriba. Pero no baja.
Lo escucha, pero no suelta palabra.
Se queda en el cielo, el cielo.
¿Indiferente o estupefacto? ¿Aterrado o acielado?
Dios se tapa la cara se tapa la mirada se tapa el horror.
Dios mío, gime Dios.))

(((Silencio y sur. Y cruz del sur. Y cruz en el sur.
La escandalosa impunidad de la nieve.
Damas y caballeros, aquí no ha pasado nada.
Como siempre.)))

Aquí no ha pasado nada. Pero a las palabras que se lleva el viento,
el mismo viento las trae. Escuchemos. Escuchemos mirándonos al        espejo.

–Madre, madre, ¿por qué me has abandonado?
–Hijo, hijito, he salido a buscar a la patria.
–Madre, te dije que no fueras, a la patria se la han robado.
–Encontraré, hijito, encontraré la  patria robada.
–Vuelve, madre, vuelve.
Pero si mañana es como este 25 de mayo de 1982,
  no me despertés.
  Y coséme los párpados.


*Escritor y Periodista

No hay comentarios:

Publicar un comentario

comentarios