08 noviembre 2011

Política y Sociedad/Como un candil encendido/Jorge Giles

Lecturas post-eleccionarias: consolidación y desafíos del proyecto nacional.


Como un candil encendido


La iniciativa política, robustecida en las elecciones últimas, no está para defendernos mejor, sino para avanzar hacia un país más justo, más equitativo, más desarrollado. Es hora de avanzar.

Por Jorge Giles*

(para La Tecl@ Eñe)

Ilustración: Ricardo Carpani


El claro y luminoso resultado electoral del 23 de octubre es un candil encendido que, si se lo sabe apreciar correctamente, alumbra un nuevo tiempo para la Argentina.

Y aún más: la líder de la mayor central sindical mundial, Sharan Burrow, dijo en la cumbre del G-20 que “Cristina es una luz de esperanza en un mundo lleno de bruma”.

El cuadro se torna simple en tanto sepamos interpretarlo.

De un lado, los trabajadores y los empresarios que apuestan al empleo, al consumo y la producción.

Del otro, el FMI, las corporaciones mediáticas y las recetas neoliberales expresadas en ese “anarco capitalismo financiero” que denunció Cristina.

Si habría que ponerle imagen y sonido al orgullo nacional de los argentinos, sin dudas sería la palabra digna de nuestra Presidenta ante los líderes del mundo reunidos en Cannes recientemente.

Para una mayoría de la sociedad, ese candil ilumina el horizonte.

Para una minoría, indica una “señal de peligro”.

Estamos en una fase de transición hacia otra etapa política.

Y como se sabe, toda transición entraña riesgos, amenazas y oportunidades.

Con la segunda asunción de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el despliegue de fuerzas nacionales, populares y democráticas avanzará con la cadencia que provocan los vientos de cambio que soplan en toda América Latina.

“Nada ni nadie hará retroceder esta marcha”, manifiestan quienes habitan y componen el proyecto de país que nos gobierna desde Néstor Kirchner a la fecha.

Saben que no estamos solos, que hay extraños alrededor.

Y los hay buenos, malos y regulares.

Reafirmando el concepto de haber conquistado plenamente la iniciativa política para seguir avanzando, no habría que descuidar ninguno de los flancos y mucho menos la retaguardia de la esperanza popular.

Hay adversarios leales y hay verdaderos enemigos de los intereses de la nación y el pueblo que no dudan nunca a la hora de atacar maliciosamente a este proyecto de país en curso.

Saberlos diferenciar es inherente al arte de la política.

De tal distinción, tal democracia.

El arrebato que intentaron efectuar, dólar mediante, es apenas un botón de muestra.

Si les salía bien, plin caja y a cobrar la devaluación y el resquebrajamiento del modelo económico; o sea, la licuación, en efectivo y al contado, de las energías devenidas del mandato popular de octubre.

El tablero marcaría así, al menos un empate entre los dos proyectos de país y una catástrofe asomaría nuevamente en el horizonte.

Ese viejo poder económico y mediático anda por esos albañales.

Son los que se regodean con lo que ocurre en Europa y en los Estados Unidos cuando quiebran bancos, despiden millones de trabajadores, desalientan la producción y el consumo, alimentan monstruos financieros que lo tragan todo y no siembran nada.

Los conocemos mucho antes que los griegos.

Es más: nosotros fuimos “griegos” con Cavallo y con la vieja política en el 2001 y 2002. De allí venimos.

Esos parásitos del capitalismo, salvaje y amoral, son los que bastardean cada medida que toma el gobierno en defensa de la gente.

Por esta sola certeza no habría que concluir, ni rápida ni imprudentemente, con que la batalla cultural ya la ganó el proyecto nacional.

Esta es una batalla larga y permanente. Y será así, mientras haya contendientes de un lado y del otro.

Las pruebas están en los titulares beligerantes del Grupo Clarín, La Nación, los diarios, radios y TV que les son afines, los lenguaraces que fungen de periodistas, analistas políticos y economistas ortodoxos, operadores VIP del poder económico mediático.

“No hay más dólares”, aúllan.

“Subirán las tarifas”, alarman.

Una mentira tras otra.

Pero es apenas el aviso de que los destituyentes están allí.

Ante el fracaso de la opereta, se conformaban con instalar al menos, un falso escenario “de inestabilidad”, previo y simultáneo a la cumbre del G-20 donde brilló Cristina.

Ya sabemos quiénes son y eso es muy importante. No para guardar sus nombres en el cofre de ningún resentimiento. Sino para hacer un ejercicio permanente de memoria colectiva.

No hay que perder la calma ni la memoria. La carta de navegación dice que la travesía va viento en popa.

Estar atentos significa debatir con la agenda del 54 % para, desde allí, abrazar a quienes aún llegando tarde al muelle, se merecen vivir en un país para todos.

La iniciativa política, robustecida en las elecciones últimas, no está para defendernos mejor, sino para avanzar hacia un país más justo, más equitativo, más desarrollado.

Es hora de avanzar.

La quita de subsidios a los bancos, financieras, empresas de actividades extractivas de hidrocarburos y minerales, telefonía móvil y seguros, está anunciando claramente que el nuevo gobierno de Cristina profundizará el modelo de país con más transparencia y más equidad.

A menos subsidios, más redistribución de la riqueza.

Los enemigos de este progreso seguirán intentando montar falsos escenarios todo el tiempo. De nada les valió la escandalosa derrota que sufrieran en las urnas.

El proyecto de país liderado por Cristina Fernández de Kirchner les sacó 40 puntos de ventaja; o sea, varios millones de votos de distancia; no a la progresía ni al destrozado radicalismo ni al naufragio de Carrió y Duhalde, sino a la corporación mediática de Clarín y La Nación.

Ganaron los lectores. Perdió Magnetto. Y por goleada.

Pero como no son un espacio democrático, se rigen por leyes de su propia y ruin naturaleza. Por eso no ceden en su propósito destituyente.

De allí que pensemos que al calor de las medidas transformadoras del gobierno nacional, es imprescindible que haya un acompañamiento activo y militante del conjunto de la sociedad.

Estos períodos que hacen historia en la vida de los pueblos, se resuelven siempre con la participación protagónica de una mayoría social.

Además, no hay derecho a dejar solo al gobierno en esta patriada.

Es necesario volcar todas las energías sociales en aportar ideas creativas para que esta alegría de hoy, preanuncie un futuro venturoso donde, definitivamente, entremos todos los ciudadanos.

*Periodista en diario El Argentino y en el semanario Miradas al sur. Docente. Autor del libro Allí va la Vida -La Masacre de Margarita Belén.

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