12 septiembre 2011

La Columna Grande/No hubiéramos podido/Alfredo Grande

A propósito de los diez años de La Tecl@ Eñe


NO HUBIÉRAMOS PODIDO.

“Durar no es lo mismo que trascender. Pero hay que durar para trascender” (aforismo implicado”


Por Alfredo Grande*

(para La Tecl@ Eñe)

Ilustración: Jorge De la Vega

No hubiéramos podido decir lo que pensábamos, porque en el 2001 nadie sabia que decir ni que pensar. La ansiedad confusional es la peor de todas, porque lleva a la parálisis y no siempre huir para adelante es lo mas aconsejable.
Tampoco hubiéramos podido darnos cuenta que en toda historia que merezca ser contada, el autor, el actor y el director son máscaras del mismo rostro: la belleza y la verdad. Y que en esa búsqueda incesante de lo verdadero, de lo justo y de lo digno, la belleza de la poesía implicada es mas que necesaria, es imprescindible.
No hubiéramos podido discutir ni siquiera con nosotros mismos, porque nos habría aplacado la tranquilidad plañidera de nuestras certezas, sin soportar conmoverlas para que se transformen en apenas transitorias y nómades convicciones.
Tampoco hubiéramos podido encontrarnos con extrañas y hasta siniestras convicciones, que de tan ajenas tentados estuvimos de calificarlas de delirios o extravíos. Ni abstenernos de romper el espejo que nos devolvía nuestro propio delirio y extravío proyectado despiadadamente en el otro.
No hubiéramos podido encontrarnos con tantos compañeros y amigos, y tener el tiempo de una charla con tiempo y con ternura. Disfrutando el buen vino de la lectura sosegada, donde podemos volver para atrás para entender mejor o para disfrutar nuevamente de una dulzura que nos sorprendió.
Tampoco hubiéramos podido encerrarnos en nuestras propias trincheras de pensamiento, para defender a capa, espada y palabra los ataques a nuestras ideas, a nuestras pasiones, a nuestros amores. Y no nuestra lucidez no hubiera sobrevivido en esas trincheras sin recibir en forma constante el agua cristalina de la inteligencia ajena.
No hubiéramos podido recordar lo que siempre se olvida, ni tampoco olvidar aquello que se empeña en atenazar nuestra marcha. Saber que el otro sabe, sentir como siente el otro, hacer aunque hagamos cosas diferentes, despeja la mirada y aclara el pensamiento. La soledad a veces es buena consejera, pero muchas otras en una pajarraca que anticipa los peores agueros.
Tampoco hubiéramos podido respirar el aire puro de la liberad de pensamiento, de la razón apasionada, de la racionalidad sentida, como Vicente Zito Lema, León Rozitchner y tantos otros permitieron lograr. Seguiríamos respirando las toxinas del pensamiento único, de los dogmas cientificistas, de las insoportables razones del Estado, de los privilegiados de la tierra y su rapiña permanente de la tierra de todos.
No hubiéramos podido encontrarnos todos los meses, y re-encontrarnos todos los días, a veces casualmente, otras buscando desesperadamente aquella palabra, aquella idea, aquella nota que nos conmovió, y que de pronto necesitamos con la misma urgencia de la insulina para el diabético. A veces cuando no podemos pensar, también corremos el riesgo de tener un “coma del intelecto”.
Tampoco hubiéramos podido atrevernos a romper todas las limitaciones, para entonces encontrar nuestros límites. Y solo entonces, desde ellos seguir construyendo y sembrando cultura no represora. Atravesando los mandatos para recuperar nuestro deseo. Y la dimensión colectiva de ese deseo, que alguna vez postulamos que nunca podría ser vencido.
No hubiéramos podido hacer nada de todo esto y tampoco hubiéramos tenido la fuerza de intentarlo.
Sin embargo, pudimos hacerlo. Porque hace 10 años apareció La Tecl@ Eñe.
Y todos pudimos.

*Cooperativista, Miembro Fundador de Atico Cooperativa en Salud mental. Médico Psiquiátra y Psicoanalista.

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