07 agosto 2011

Crucifixiones II: Horacio González. Otra cabeza debe rodar.

Crucifixiones II: Horacio González. Otra cabeza debe rodar

Por Conrado Yasenza

Las usinas ideológicas del partido de los massmedia no cejan en su cruzada incansable contra la circulación de opiniones, pensamientos, enfoques políticos, miradas ideológicas y trayectorias personales. La máquina voraz de capturar represivamente palabras y opiniones está desplegando con torva decisión su funcionamiento en este tiempo de elecciones y puesta en juego de proyectos antagónicos de país. La parábola del ataque mediático parece imparable, y la batalla desigual. No alcanza, aunque es de relevancia en la disputa, la aparición de diarios como Miradas al Sur o Tiempo Argentino, que se suman a la orfandad en que hasta no hace mucho tiempo atrás se encontraba Página 12. De todos modos, el poder económico que detentan las corporaciones y empresas de medios de comunicación agrupados en la tríada Clarín, La Nación y Perfil, implica una manifestación fáctica de la especificidad que se develó en todo su potencial a partir del 2008 pero que siempre operó en las posibilidades de desarrollar proyectos políticos en la República. Allí está, se puede buscar, el maravilloso libro de Eduardo Blaustein y Martín Zubieta, “Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso” en el cual se reproducen los textos, las columnas de opinión, las tapas de lo Grandes Diarios y a través de las cuales se puede constatar lo que los medios dijeron, ocultaron o tergiversaron durante la última dictadura militar. Por otro lado, pero en concordancia con la breve descripción del poder de fuego massmediático, ya fue mentada en diferentes artículos la frase “Ningún Gobierno soporta tres tapas negativas seguidas de Clarín”, que hoy resulta axiomática pero que marcó el destino del país con total impunidad durante más de cincuenta años. También hay que recordar el deseo confesado por Claudio Escribano en su artículo publicado en La Tribuna de Doctrina, a días de la asunción de Néstor Kirchner, y los condicionamientos impuestos para la gobernabilidad que el mismo texto contenía, atribuidos por el autor a fuentes foráneas, precisamente de Estados Unidos: “La Argentina ha resuelto darse gobierno por un año”

La ofensiva recrudeció en estos últimos meses ante la posibilidad de un nuevo mandato presidencial, luego de Octubre, para la Presidente Cristina Fernández de Kirchner. Y las opresivas operaciones de prensa comenzaron a inundar la percepción de realidad de la ciudadanía: El caso Shocklender – el avenegra corriendo a dar su primer reportaje a las oficinas de Clarín - y el ataque artero a Hebe de Bonafini; el escándalo en el INADI; el vergonzante pedido de disculpas exigido a Estela de Carlotto y la intención de enlodar la tarea de Abuelas de Plaza de Mayo; la tergiversación de los dichos expresados por Tati Almeyda, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y por Pérez Esquivel del Serpaj y Premio Nóbel de La Paz. En estos días - y continúa ya que mañana aparecerá una brutal tapa de revista del socio menor en la tríada, Perfil – el canallesco ataque al Juez de La Suprema Corte de Justicia, Dr. Raúl Zaffaroni, atribuyéndole la comisión de un delito que jamás cometió, más allá de que los detractores políticos de toda figura a la que pueda asociarse con el Kirchnerismo sostengan que las denuncias son serias y existen desde el 2009.

Y como último y reciente objetivo en la cadena de crucifixiones públicas que lleva a cabo el Imperio, el vil intento de caracterizar al Director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, prestigioso y necesario pensador de los grandes núcleos temáticos y discursivos del desarrollo de la vida nacional, además de intelectual históricamente comprometido en la búsqueda de una sociedad más justa y libre. De pensamiento crítico amplio, siempre dispuesto a escuchar la voz y opinión del que piensa distinto pero enérgico a la hora de dejar en claro su posición cuando se ataca, mediante todo tipo de operaciones mediáticas sostenidas en la injuria a los Organismos de Derechos Humanos, corpus ético, reserva moral de la República y poder simbólico para restañar heridas profundas, daños inconmensurables realizados sobre el cuerpo individual y social de nuestro país.

Hoy la intención de disciplinamiento, a través del miedo, es ejercida contra la figura pública de Horacio González. Y van por él, sin duda. Ha dicho su palabra sin romperse pero ha roto el cerco tendido sobre la organización de la vida social a través de las estetizaciones y montajes realizados por los aparatos ideológicos de las corporaciones mediáticas. Y esto es imperdonable; merece el cadalso, la cruz que se le aplica a los herejes y allí está entonces el editorial – el malicioso oficio del escriba que sin dar el nombre configura la posición, la opinión del diario – del diario La Nación, el pasado martes, donde se caracteriza la gestión de González al frente de la Biblioteca Nacional, como una dirección carente de valía frente a las figuras de Groussac y Mármol, ciegos ellos que miraron los destinos de La Patria en la dirección deseada según la tribuna de Doctrina. Hay en este primer párrafo ya una descalificación grosera de la valía y la mirada sobre el mundo y La Nación que González ha desarrollado a lo largo de una prestigiosa trayectoria como docente y ensayista. Pero cabe la posibilidad de que el editorialista del diario La Nación no haya leído nunca un libro de González. Al diario, al editorialista, y humildemente, le recomiendo “Restos Pampeanos”.

Pero continúan: Horacio González, según la opinión del diario, ha perdido la amplitud de criterio, rasgo éste que identifica a “sus compañeros de militancia” ¿Quiénes son estos “compañeros de militancia”? ¿El colectivo abierto, que parece que los medios han descubierto hace poco tiempo y a través de YouTube, conformado por intelectuales, militantes sociales, colectivos culturales, que se permiten el acuerdo y la discusión? ¿La Cámpora? ¿El núcleo duro y rabioso del Kirchnerismo? Ya no importa. González ha perdido la amplitud de criterio y esta aseveración viene a reforzar la idea lanzada durante el episodio Vargas Llosa: la mácula del pensamiento autoritario y censor fue expandida sobre la trayectoria y vida de uno de los seres más libres con los que cuenta el pensamiento nacional. Así de fácil, una frase lanzada sobre la barca y conducida por Caronte hacia algún círculo propicio del infernal mar de las construcciones de sentido público. Listo. González será un furibundo, rabioso y autoritario militante Kirchnerista.

Pero hay más, la estocada final: Sugiere el editorial que González está cansado, abatido, que ha perdido la capacidad de analizar sus dichos desde los Manuales de Táctica Política, y esto es perjudicial para la imagen presidencial – hasta pareciera que súbitamente se sienten preocupados por la imagen de la Presidenta – que ya tuvo que tomar distancia de González, con lo cual quedó “más aislado ante el mundo” !! He aquí el epílogo del drama, la culminación del acto pergeñado por el diario La Nación, en una burda emulación shakespereana: Debe rodar la cabeza de González. Ya no puede pensar lúcidamente, y para mal de males, ha osado abrir al pueblo el auditorio de la Biblioteca Nacional, transformando el patrimonio cultural de “todos los argentinos”? en un comité propio. Fin de esta escena: El tiránico intelectual kirchnerista de visión reducida, no hasta el límite de la ceguera pero sí para encorsetar su antigua amplia mirada, ha tomado por asalto el patrimonio cultural del país transformándolo en una Unidad Básica.

Pero también el intelectual de gabinete ha arremetido contra - he aquí la paradoja disfrazada de amplismo para intentar desideologizar la mirada del diario y convertirse en defensor público del gusto popular – el desembarco de figuras del espectáculo a la arena política. Y allí aparece camuflado, quizá hábilmente y en un intento por invertir la carga de la prueba – el ancestral odio de clase a la figura de Eva Perón, quien tuvo el tupé de conquistar al general desde las tablas para convertirse en la abanderada de los pobres y, entre otras tantísimas y más importantes acciones, desactivar la Sociedad Argentina de Beneficencia. ¿Habrá influido en la decisión de escribir este párrafo la inauguración de esa maravillosa obra de arte realizada por Daniel Santoro sobre el Ministerio de Obras Públicas, y en el medio de la Avenida más grande del país Granero del Mundo?

Otra mendaz falacia: Las opiniones vertidas por Horacio González no atacan al gusto popular ni condenan el arribo de figuras del espectáculo al ámbito del ejercicio de la política. Todo lo contrario: Lamenta González que la nueva figura del espectáculo devenido en político, Miguel del Sel, lo haya hecho... ¡negando la política! Recurriendo al remanido argumento de “no vengo a robar con la política porque para vivir tengo mi actividad privada” como si la actividad privada fuera el paraíso de los trabajadores honestos. Reflexiona González que la campaña realizada por Del Sel fue sostenida por este imaginario falaz y perverso de “ no prometer nada que después no cumpla” – estigmatización de la política que cala hondo en el sentido común de aquellos mismos que votaron en una compulsa democrática y política al humorista que no sabe nada de política porque es un trabajador, un profe de gimnasia devenido en actor cómico -, de “no entender nada de política” y presentarlo como un valor en aquel que por una hora se entusiasmó con ser Gobernador de Santa Fe. De un humorista sencillo y querido por el pueblo que se manifiesta abiertamente antipolítico pero se presenta a elecciones democráticas y luego sostiene con vigor que su candidato a presidente es Eduardo Duhalde y agradece el generoso apoyo del aparato político del ex caudillo de Lomas de Zamora. Toda una definición política de la antipolítica, ese oscuro objeto del deseo.

Es por todo ello que las usinas mediáticas lanzaron ese agraviante editorial, falsamente arropado de republicanismo y amplitud de mirada, contra la figura, potente, reflexiva, política, de Horacio González, que para agregarle un dato más a este humilde intento de desmontar otra más de las operaciones político-económico-mediáticas a las que asistimos, es amigo de Fito Paez, el músico que dijo su sentida palabra y fue destrozado en las guillotinas de Papel Prensa.

De todos modos creo, y quizás se leerá esto como cierta ingenuidad de mi parte, que las operaciones que se han gestado no se sostendrán en la percepción pública de la realidad porque su origen es falaz y malicioso, pero también creo que deberemos estar alerta a los ataques por venir para desactivarlos dando testimonio en los momentos en los que haga falta hacerlo.

Conrado Yasenza

5 de Agosto de 2011