15 julio 2011

Política/Entrevista/ Eduardo Anguita/Por Conrado Yasenza

ENTREVISTA A EDUARDO ANGUITA


Afianzar el cambio: Del debate cultural a la instrumentación del conocimiento.

Eduardo Anguita es un periodista que ha tomado realmente en serio el ejercicio del oficio periodístico y la libertad de expresión. Y esta convicción se expresa tanto en la dirección del diario Miradas al Sur como en la conducción de su programa de radio, Hoy más que nunca, en Radio Nacional. Y en ese sentido su visión sobre el Kirchnerismo y las tensiones que supone un gobierno que impulsó transformaciones político-sociales profundas, ofrece una idea de dialogo con los diferentes intereses en pugna que, a través del debate cultural, intente enriquecer un modelo de sociedad y de país que todavía está en construcción. También en esta entrevista, Anguita da su opinión sobre el caso Shocklender y sobre la compulsa por el ADN en la causa Marcela y Felipe Noble Herrera.



Por Conrado Yasenza
(para La Tecl@ Ele)

- Teniendo en cuenta la prevalencia de Cristina Fernández en las encuestas, y ateniéndonos a los sondeos actuales, inferir una posible victoria de la Presidenta, la inquietud es preguntarle si el kirchnerismo puede ser una instancia superadora del peronismo ó si todavía no se lo puede concebir por fuera de la estructura del partido justicialista.



- El kirchnerismo, ahora el Cristinismo, por decirlo así, son todavía fenómenos que no tienen un anclaje como para afirmar que se han se convertido en la gran identidad de la sociedad argentina. El peronismo fue un movimiento que, además de tener identidad política, representó un período emblemático de la Argentina porque produjo la sustitución de importaciones, porque significó un papel activo del Estado en materia económica, política y social; llegó a parir en 1948 una Constitución que enarboló los derechos sociales a niveles que en ese momento estaban por encima de algunas Constituciones europeas, después de la Segunda Guerra. Por otro lado hay que pensar que los trabajadores en la Argentina, que si bien tenían una historia de organización a través de la lucha del anarquismo, de las diferentes corrientes que intentaron organizarse a niveles sindicales, digo, tuvieron como gran entidad de organización representativa de los trabajadores al peronismo. Entonces, me parecen datos históricos demasiado importantes como para pensar que ahora se necesita una instancia superadora.
Yo provengo de la izquierda marxista; en los años ’70 fui militante de una organización revolucionaria, y teniendo en cuenta lo que significó ese ensayo revolucionario, uno también tiene que volver a preguntarse y dialogar con la historia. Y en ese sentido me parece que la historia del peronismo deja un punto de partida muy importante que en principio hace innecesario replantearse una necesidad de superación de este movimiento histórico. Lo que uno puede preguntar en el terreno de la política es si las luchas internas del peronismo nos hacen pensar que hay sectores con los cuales la profundización del modelo es más fácil o más difícil. Sin embargo, a esa pregunta contestaría que hay sectores que provienen de la militancia de los años ’70 y hoy tienen un papel muy activo en el kirchnerismo, y también hay sectores que hoy están siendo parte sustantiva y que provienen de un sector más tradicional, hasta diría más conservador, como también hay sectores que provienen de otras experiencias políticas, ya sea de la izquierda o de experiencias del radicalismo o del socialismo mismo. De modo tal que diría, hasta donde podemos pensar como aporte de la política, el kirchnerismo es una instancia interesante. Y teniendo en cuenta que lo que dejó el neoliberalismo en la Argentina es tan duro, es muy difícil pensar que hoy – y con sólo ocho años de gobierno kirchnerista – ya se haya establecido un fenómeno de potencia histórica que modifique o supere al peronismo. Y por último diría que me parece que una de las cosas más interesantes es que el kirchnerismo les ha abierto las puertas a las organizaciones sociales, a los militantes de derechos humanos; y además quiero destacar la participación activa de Abuelas, Madres y Madres de Plaza de Mayo línea fundadora, que todas ellas han sido un canal para sectores de la sociedad que no ven la política con un nivel de compromiso muy alto y sí lo han visto en los derechos humanos y se han acercado al kirchnerismo desde ese lado. Pero lo que se ha dado, particularmente a partir de la muerte de Néstor Kirchner, es la participación de sectores de la juventud. Es un fenómeno todavía muy nuevo, muy inorgánico, pero da la impresión de ser un fenómeno que puede tener una potencia muy grande que le daría al kirchnerismo un aspecto muy importante y relativamente novedoso en lo que ha sido el campo de la política desde la recuperación de la democracia con Raúl Alfonsín.



- Y que no entrarían en tensión con las estructuras más orgánicas, ortodoxas, como suponen ciertos relatos de los medios hegemónicos al revisitar aquella teoría de los ’70 en donde la estructura justicialista entraba en disputa con los movimientos militantes juveniles. En este momento no podemos pensar que exista una suerte de tensión entre esas estructuras más antiguas, más sólidas, y esta militancia todavía inorgánica.

- A esto te contestaría dos cosas: Primero coincido con vos en que no se vislumbra esa creación, ese artificio teórico generado por los medios hegemónicos. En segundo lugar, me parece que hay que pensar que en cualquier movimiento político, sobretodo si éste no tiene una estructura de partido centralista - y pensar en partido centralista me parece muy antiguo – el crecimiento de una política capaz de representar diversos intereses en un mismo territorio, en un mismo espacio político, supone que es lógico y es bueno que haya tensiones. En un movimiento policlasista que defiende los intereses nacionales, y esos intereses nacionales incluyen desde los trabajadores organizados hasta los trabajadores informales, pasando por movimientos sociales, por la juventud, etc.; en un país que todavía no encontró un perfil industrial que permita hablar de sustitución de importaciones, que permita recuperar un protagonismo del capital nacional, que permita recuperar un papel protagónico del Estado con un perfil industrial, bienvenidas sean las tensiones. Todavía falta mucho. Cuando Cristina Fernández habla de profundización del modelo todavía ni siquiera sabemos en que parámetros está pensando ella. Vemos, en todo caso, medidas como la Asignación Universal por Hijo, que son políticas inclusivas. Pero cuando se trata de pensar en cómo la Argentina va a lograr más soberanía a la hora de un perfil industrial propio, todavía es muy difícil avizorarlo. De modo tal que diría bienvenidas las tensiones y bienvenida una generación de militantes políticos que acepten el debate tanto en el campo conceptual como en el campo de los intereses que entran en pugna.



- En estos días asistí al debate “Izquierda y Kirchnerismo” en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA . Allí observé que todavía en un sector fuerte de la izquierda universitaria el kirchnerismo es altamente resistido. Plantean la teoría de que como vivimos en un Estado capitalista existe una tensión lógica entre Estado y Mercado pero dentro de los cánones del capitalismo. Y en ese sentido el kirchnerismo es todavía muy resistido por estar inserto en el capitalismo, aún teniendo en cuenta que los organismos de derechos humanos apoyan al gobierno y al proyecto nacional y popular. Viniendo Usted de la izquierda ¿cómo analiza esa resistencia?



- Quiero hacer una salvedad: Yo vengo de una izquierda revolucionaria; participé de una organización, el PRT-ERP, que en realidad planteaba, siguiendo el ideario del Che, el ideario latinoamericanista, y siguiendo lo que eran las luchas en otros países como Vietnam, una transformación revolucionaria en la Argentina. En ese sentido, como toda organización ha cometido errores. Pero la pretensión de la organización no era un pretensión mezquina de tener un pequeño espacio en la disputa electoral, en un sindicato o en un territorio. En realidad nosotros teníamos una vocación de transformación revolucionaria. Muchísimos de los que militaron en el PRT-ERP hoy están participando activamente de este proyecto nacional, y del mismo modo que algunos no lo harán, no lo hacen quienes quizá participaron de experiencias del peronismo y hoy no están dentro del kirchnerismo. Dejame diferenciar aquella experiencia de las organizaciones de izquierda universitarias de hoy, que posiblemente no tengan muchos puntos en común con la experiencia que lideró Mario Santucho allá en los ’70. En ese sentido, yo no puedo ponerme en ese lugar, y esto dicho sin desmerecer a los que participan en organizaciones de izquierda hoy, pero tampoco puedo interpretarlos o interpelarlos. Creo que con todas las limitaciones que pueden tener los procesos latinoamericanos hoy en Brasil, en Venezuela, en Bolivia, en Perú, en Uruguay, en la Argentina y en Paraguay, hoy hay una legitimidad hacia los proyectos nacionales, y que en el caso de la Argentina el antecedente más cercano es el del peronismo, como tal vez en Brasil es un fenómeno que tiene 30 años como es el de Lula y el PT; o en Uruguay el antecedente puede ser Tupamaros. En fin, no creo que el hecho de que haya un proyecto nacional en marcha, como lo hay en otros países como Ecuador, no signifique que haya sectores que dicen estar a la izquierda, pero es también una autodefinición. Yo en ese sentido lo dejaría de lado y te propongo lo siguiente: Pensemos la sociedad argentina como sujeto de cambio. Yo creo que el Kirchnerismo se vincula con la sociedad argentina entendiéndola y respetándola como un sujeto de cambio; dialoga con los trabajadores organizados, entendiéndolos como un sujeto de cambio, y en ese sentido tiene a la CGT como un puntal muy importante pero también reconoce a la CTA como un fenómeno de lucha, como reconoce también muchas otras expresiones. Y por algo el Kirchnerismo ha impulsado leyes de sectores de la sociedad que no necesariamente influyen en la política, ha promulgado la Ley de Matrimonio Igualitario , y no lo ha hecho con una expectativa de orden político sino ideológico, por impulsar la diversidad, por respetar la diversidad de voces. Y, en definitiva, diría que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual más que una ley antimonopólica es una ley genuina de diversidad de voces en el campo de la comunicación, y en ese sentido yo me identifico con ese fenómeno del kirchnerismo, lo cual no significa que esté de acuerdo plenamente con todas las acciones del gobierno, pero sí me siento parte de ese fenómeno y dialogo con eso.



- En el diario “Miradas al Sur” trataron valientemente – y Usted en particular - el tema Schoklender cuando muchos de los otros medios no lo abordaban por esta cuestión de ser funcionales a la derecha o a los grandes medios. ¿Cómo analiza la situación actual del caso Schoklender?


Política y Sociedad/La identidad política de un proceso transformador/Por Edgardo Mocca

La identidad política de un proceso transformador.



(Una reflexión sobre la naturaleza y la proyección del kirchnerismo)




El kirchnerismo es una nueva reescritura del peronismo. La nueva puesta en circulación del pensamiento de la tradición nacional-popular corresponde a un intento de reencuentro con las huellas de una tradición que en la década del noventa fue arrinconada a los márgenes del mundo político-cultural. El país y el mundo han cambiado. Y la épica popular del kirchnerismo está obligada a dar cuenta de esos cambios.

Por Edgardo Mocca*
(para La Tecl@ Eñe)

Las identidades políticas populares viven un proceso crítico en todo el mundo. Tenemos ante nuestros ojos la escena europea: partidos socialistas y socialdemócratas envueltos en la onda de la indignación popular por la aplicación de recetas económicas más propias de la tradición conservadora que de sus propias fuentes de inspiración ideológica. Sin embargo, la crisis no es nueva. Tampoco se reduce a la emergencia de la actual crisis de la globalización liderada por el capital financiero.
La crisis de los grandes partidos de masa, de origen obrero, hunde sus raíces en las transformaciones productivas, sociales y culturales que recorrieron el mundo en las últimas tres décadas. Son cambios que han desarticulado el viejo modo de producción fordista que agrupaba masas de trabajadores en grandes fábricas y han generado al nuevo sujeto productivo, individual, “flexible” y, en muchos casos “desterritorializado”. Las prácticas sindicales y políticas de los trabajadores no podían dejar de ser afectadas por estas mutaciones. En los países más desarrollados, se perdieron los perfiles clásicos de la clase obrera, asimilada a patrones de consumo y prácticas culturales propias de los sectores medios. En los países como el nuestro, los procesos de desindustrialización, que signaron nuestro lugar en el proceso de la transformación neoliberal, combinaron esa dilución de los trabajadores en las clases medias de la sociedad con un proceso de aguda pauperización de masas de trabajadores, marginalizados de los circuitos productivos.
El peronismo de la década del noventa es la expresión política de estos cambios. Como lo caracterizara el investigador estadounidense Steven Levitzki, el justicialismo se desplazó de su condición de partido sindical a la de un partido basado en los vínculos territoriales (“partido clientelista”, dice el autor).

08 julio 2011

Ensayo/Cultura y Política/ El pecho de Fausto: modos de ser intelectual/ Por Horacio González

El pecho de Fausto: modos de ser intelectual

Por Horacio González

A Jorge Alemán, Eduardo Grüner y Diego Tatián, que en su tarea intelectual buscan infatigablemente la lengua que pertenezca a las cosas y la secreta razón que las separa.

(para La Tecl@ Eñe)

Siempre acude a mi memoria una vieja lectura de Georg Lukács, el intelectual húngaro que se revolvió entre las obligaciones que imponía la revolución de su tiempo y el legado cultural del vitalismo neo-romántico. Entre la primera y la segunda década del siglo XX, Lukács había publicado obras fundamentales de crítica literaria e histórica –El alma y las formas; Teoría de la novela; Historia y conciencia de clase- en las que se examinaban los temas centrales de la filosofía social trágico-romántica en relación a lo que podríamos llamar una teoría de la conciencia revolucionaria. No puede haber un arqueo estricto de esos temas, pero baste enumerar algunos: la relación entre la naturaleza y la historia; el sujeto de la historia por encima de la naturaleza como cosa; el privilegio del ensayo como escritura de indagación sobre el ser trágico del mundo; la conciencia de clase como totalización metodológica de un marxismo presentado como crítica a la “cosificación de la conciencia” y el destino de la existencia ante la ironía de la historia, entendida como “mística negativa de una época sin dioses”.
A Lukács siempre pudo presentárselo como uno de los casos más dramáticos de la existencia intelectual en medio de las reorientaciones partidarias –en su caso los partidos comunistas del Este de Europa, especialmente el soviético-, y de las mutaciones en la organización técnica del capitalismo. Son particularmente importantes sus prólogos de 1967 a la re-publicación –que le estaba vedada- de sus mencionados ensayos de la década del 10 y del 20 –esto es, cuarenta años antes. Volverían a ver la luz gracias a que Lukács esbozara diversas autocríticas repletas de explicaciones contritas sobre aquellos grandes trabajos. A la luz de las vicisitudes de su extensa carrera intelectual, que se había iniciado con el apoyo al gobierno ultrista de Bela Kuhn, que había merecido críticas del propio Lenin en 1919, y concluido con el apoyo al reformista Imre Nagy, que en la ocasión no resultaba del agrado de Moscú, Lukács puede considerarse el alma trágica de la historia intelectual del siglo XX. En el caso de sus dos experiencias de participación en aquellos gobiernos, su función era la de atender los problemas de política educacional, pero en ambientes políticos muy diferentes entre sí. Un ultrismo revolucionario en el primer caso, y una apertura democratista en el segundo, pero de alguna manera enhebrando una extraña continuidad en la vida de un intelectual que escribía y actuaba en medio de las tempestades.

Política y Medios/Mucho Ruido, ¿cuántas nueces?/ Por Susana Cella

Mucho ruido, ¿cuántas nueces?


Reflexiones en torno al debate Sarlo-678


La visita de Beatriz Sarlo al programa 678 pudo haber quedado en un remoto tiempo en el que fue la noticia del momento. El evento, comentado con notas preescritas, que vindicaban la saga de la colaboradora de La Nación y Clarín con acordes triunfalistas y matices épicos, celebrando victoria en combate desigual, fue como todo un remolino en torno de esa noche. Por lo cual esto podría ser una apostilla a destiempo. Si se piensa en la lógica de actualidad, tal vez sí, pero si se trata de analizar cuestiones que tienen que ver con prácticas discursivas y con el modo en que se afinca un lugar de enunciación, entonces no.


Por Susana Cella*

(para La Tecl@ Eñe)



Pasó hace algunos días y en estos febriles movimientos, habría quedado en un remoto tiempo lo que fue noticia del momento, cuando Beatriz Sarlo visitara el programa 678. El evento, comentado y recomentado con notas preescritas, que vindicaban la saga de la colaboradora de La Nación y Clarín con acordes triunfalistas y matices épicos, celebrando victoria en combate desigual según la idea de que era ella sola contra todos los demás; o en reportajes a la protagonista y en comentarios, a favor y en contra, sucesivos, fue como todo un remolino en torno de esa noche. Por lo cual esto podría ser una apostilla a destiempo. Si se piensa en la lógica de actualidad, tal vez sí, pero si se trata de analizar cuestiones que tienen que ver con prácticas discursivas y con el modo en que se afinca un lugar de enunciación, no. Así por ejemplo, la reivindicación del pluralismo y el debate. Al ver el programa, que quizá tuvo la iniciativa de invitar a esta persona para lograr un rating mayor, la sensación que queda, a contramano de tantas opiniones y fastos encomiando las virtudes del debate, es que allí sucedió muy poco. Reconstruyendo la escena: la mesa del programa, los habituales periodistas, los tres invitados. La cámara enfocando a Sarlo, que no cesó de hablar con los gestos. La postura adoptada tiende a amedrentar al resto, impone miedo ante el intelectual que ostenta un curriculum y más ante la profesora que parecía estar frente a sus alumnos, el rebelde, la alumna descuidada, el aplicado, el mudable, los tímidos. Los tonos contrastaban y era posible figurarse ahí una mesa de examen en la que la profesora evaluaba. Así pudo calificar el video que se mostró como “picadillo de lo peor”, ¿se refería con “lo peor” a la frase de Carrió que celebraba la muerte de Néstor Kirchner? No, y por si quedaban dudas, criticó que se insertara esa frase. Podría haber citado cualquier otro defecto del informe, pero casualmente citó la horrenda frase de Carrió. Si la datación, como quería Sarlo, en su crítica a ese envío, no estaba, cual bibliografía acotada de una tesis, afincarse en eso aleja de lo sustantivo de la declaración (cuya fecha es bastante fácil reponer porque no pudo haber sido dicha antes de la muerte de Néstor Kirchner). Pero incluso, los otros materiales mostrados, aun cuando no tuvieran escrita una fecha, valen como testimonios, igual que lo que ella misma afirmaría respecto de la vigencia del Juicio a las Juntas, porque quedaron grabados. Pero más, pudo haber citado cualquier otra cosa del informe, pero, justamente citó esa referencia. ¿Se podría ver entonces a la enjuta ensayista racional que se esfuerza por entender fenómenos populares, vindicando de algún modo a la extensa señora de las predicciones apocalípticas? ¿Una común ideología podría armonizar razón y profetismo?


La cara contorsionada, las muecas de disgusto como alguien que siente mal olor, la mirada hacia algún lugar que parecía muy distante de donde estaba, llevan a preguntarse ¿cuál sería ese lugar? No es poca pregunta si de lugares de enunciación hablamos. Algo de su larga tarea como profesora no dejó de estar presente. Y se vio en algunas de sus intervenciones como la que exhibió en la conocida maniobra, ante las apelaciones quizá tímidas, de tirar con la erudición, al desplegar su conocimiento de medios europeos y de paso comentar una exposición actual en Berlín, muestra de información al día, que revela el esnobismo de la moda intelectual. Y en este sentido la recurrencia a los “-post” (postmodernismo, pospolítica) parecen indicar un movimiento por el cual continuamente se está pasando a otra cosa, y se clausura lo antecedente que en realidad mienta lo inclausurable: el espesor histórico que no deja de incidir en el presente y aun en el futuro. Por tanto, eludir aquello que fue forjado en décadas anteriores, salvo por un intento de negación maníaca, no puede dejarse de lado, aun para cuestionarlo, reverlo, también, pero no tacharlo o minimizarlo en una frase como “Me resulta difícil creer eso de que los medios influyen sobre la gente, esas teorías tienen más de cuarenta años”, con lo cual podríamos decir que cuando reivindicaba el marxismo, debió calcular que esa teoría tenía ya mucho más de cuarenta años.


Por otra parte, Sarlo no se privó de las chicanas, en recia contrapartida con los otros panelistas, así por ejemplo cuando dijo, que seguro iban a reproducir sus palabras (dando por supuesto que las iban a recortar aviesamente), y por tanto no las iba a repetir. Nadie del resto le hizo ninguna chicana, en realidad, aun cuando se atajó irónicamente de que para no parecer una elitista cosmopolita (en el momento en que se intentaba en vano situar la discusión en torno de la coyuntura nacional actual), iba a remitirse a tres diarios argentinos. Ahora, qué dijo de esos diarios más que la obviedad de que entre La Nación y Página 12 podía ver el panorama ideológico nacional. Y a Clarín lo dejó ahí, entre medio, salvo decirle a Mariotto, en poco sagaz ironía, “te juro que lo compro”.

Política y Cine/La pasión y el cálculo. Sobre "Secuestro y muerte" de Sarlo y Filipelli/ Por Sebastián Russo

La pasión y el cálculo


Sobre “Secuestro y muerte” de Rafael Filipelli y Beatriz Sarlo

Secuestro y muerte”, de Rafael Filipelli, narra el secuestro y muerte del general Aramburu por la célula fundacional de Montoneros en 1970. Fue elegida el año pasado para abrir el 12º Festival de Cine Independiente de Bs. As. Y recién se estrena un año después, coincidiendo con la edición de un nuevo libro (“La audacia y el cálculo. Kirchner 2003-2010”) de su guionista, Beatriz Sarlo, autora del libro en el que el film está basado, “La pasión y la excepción. Eva, Borges y el asesinato de Aramburu”, del 2003.

Por Sebastián Russo*
(para La Tecl@ Eñe)

Es claro que estamos ante una obra que se entromete en nuestro actual sustrato político cultural de modo provocativo. “Secuestro y muerte”, de Rafael Filipelli, narra el –precisamente- secuestro y muerte del general Aramburu por la célula fundacional de Montoneros en 1970. Fue elegida el año pasado para abrir el 12º Festival de Cine Independiente de Bs. As. Y recién se estrena un año después, coincidiendo con la edición de un nuevo libro (“La audacia y el cálculo. Kirchner 2003-2010”) de su guionista, Beatriz Sarlo, autora del libro en el que el film está basado, “La pasión y la excepción. Eva, Borges y el asesinato de Aramburu”, del 2003.

Son varias las perspectivas desde donde pensar este film: una obra en absoluto ingenua que actualiza insidiosamente aquel suceso. Desde la reconstrucción del hecho fundante de Montoneros (reconstrucción negada provocativamente por el director, que en una entrevista en Ñ llega a decir: “les dije a los guionistas que no haría la película sin una mujer. Después la gente puede emparentarla con Arrostito...”) Desde la relación entre violencia y política (la tesis de Sarlo en su libro es que fue la venganza y la pasión el motor de la acción de Montoneros) Desde la concepción de justicia que el mismo suceso convoca a reflexionar (a partir de la relación entre justicia hegemónica y excepcionalidad) Desde su aspecto formal, en relación al modo que elige el director para narrar, representar el suceso en cuestión (y cómo decisiones estéticas tienen una inevitable raigambre político ideológica) Pero habría uno ineludible, y es la coyuntura política en la que esta película se filma y estrena. Es difícil de hecho pensar esta película fuera del actual contexto, en el que el gobierno nacional, desde un posicionamiento explícito sobre el pasado reciente, reivindica las luchas de los “dorados setentas” entendiéndose heredero de ellas. Posicionamiento que generó la necesidad de repensar aquella década, y a una cierta obligación a tomar partido al respecto. Incomodidad y necesaria expresión pública por un lado, entre aquellos que critican una suerte de apropiación -por cooptación- de la memoria de aquellos años, y radical rechazo, por otro, entre los que directamente no coinciden con tal reivindicación histórica.

Ante ese movimiento “apropiador”, surgieron entonces voces que “por izquierda” clamaron por una supuesta banalización y (ab)uso de los setenta, desactivando así (entienden) su poder espectral sobre los significados (revolucionarios, sostienen) de la política. Y “por derecha”, acusando de un setentismo retrógrado, que “atrasa”, por mirar al pasado, y que incluso lo haría de modo parcial, y no de un modo “completo”. Desactivación de la llama revolucionaria, con cooptación de la memoria de los muertos por un lado, y activación de un conflicto “pasado”, borrando –otros- muertos por otro.

Política/Entrevistas a Aliverti Eduardo y Muleiro Vicente/El Kirchnerismo y sus posibilidades de ser

Entrevistas a Eduardo Aliverti y Vicente Muleiro


El Kircherismo y sus posibilidades de ser


¿Es el Kirchnerismo una instancia superadora del peronismo? ¿El modelo iniciado por Néstor Kirchner en 2003 y continuado por Cristina Fernández de Kirchner, plantea resistencias en sectores de la izquierda y en las capas medias? A través de las entrevistas hechas a Eduardo Aliverti y Vicente Muleiro, este informe intenta dar respuesta a estos interrogantes, como también proponer la reflexión acerca de los peligros internos y externos que enfrentan los proyectos políticos populares y nacionales a nivel continental. Los ecos de la asistencia de Beatriz Sarlo al programa de televisión 678 plantean una inquietud: ¿Hubo allí debate o estuvo ausente y con aviso?


Puede incurrir la presentación del informe en la reiteración e ir en contra de las indicaciones de los manuales de periodismo pero preferimos no indicar con números las respuestas y dar así consistencia al formato de pregunta y respuesta.


Entrevistas realizadas por Conrado Yasenza para La Tecl@ Eñe




Entrevista a Eduardo Aliverti

El peronismo será kirchnerista o no será

En esta entrevista realizada vía correo electrónico, el periodista Eduardo Aliverti da su opinión sobre la relación del Kirchnerismo con la estructura del Partido Justicialista y con ciertos sectores de la Izquierda. También reflexiona acerca de los peligros internos y externos que enfrentan los proyectos políticos populares como el iniciado en Argentina en 2003.

- ¿Es el Kirchnerismo una instancia superadora del peronismo o todavía no puede concebírselo fuera de la estructura del Partido Justicialista

- Creo que la Presidenta aspira a que sea efectivamente una instancia superadora, pero no veo que a corto y hasta a mediano plazo pueda carecer de ciertas estructuras de eso que se llama PJ, y que hoy ya no es más que un conjunto de cacicazgos distritales y sectoriales. Todavía falta que haya una mayor y más intensa formación de cuadros políticos. Carlos Zaninni dijo que el peronismo será kirchnerista o no será. Si tomo esas palabras bajo la interpretación de que por izquierda del peronismo no hay otra cosa, estoy de acuerdo. Y la única manera de que el kirchnerismo sea una instancia superadora del peronismo es por izquierda.

- ¿Cuáles son los principales peligros externos e internos que acechan el proyecto nacional y popular que se da en la Argentina y en SurAmérica?

- Como factor externo, aprecio sobre todo el riesgo de una escala económica que sigue dependiendo de una arquitectura productiva primarizada. Atarse a la exportación de materias primas, embelesados por la explosión de demanda china, puede ser una apuesta coyuntural necesaria pero de ninguna manera alcanza para imaginar un horizonte de ciertas seguridades. Hay que avanzar más rápido en el desarrollo de cadenas de producción industrial con valor agregado, y apuntar desde ahí a la articulación con el bloque sudamericano. Y creo justamente que el mayor peligro interno es que tambaleen las herramientas políticas del bloque, en cuanto a cómo conducir a sus clases dominantes.

- ¿Por qué cree que el Kirchnerismo todavía plantea resistencias en sectores de izquierda y en algunos sectores de las capas medias?

- Habría que ver qué entendemos por izquierda. Veo que las resistencias se concentran en los sectores radicalizados minoritarios; pero ya no en otros, si hablamos de disconformidad voluminosa. Y creo que en algunos sectores de capas medias continúa rigiendo un espíritu profundamente conservador, gorila, también desideologizado, que de ninguna forma puede sentirse cómodo con los modos y acciones gubernamentales.

- A partir de la participación de Beatríz Sarlo en el programa 678, cree Usted que hubo allí realemente un debate ? ¿Sirven estos debates televisivos para instalar otros, quizás anteriores, como la relación de los intelectuales con la política y los medios de comunicación?

- Debate, en todo caso, hubo entre Beatriz Sarlo y Ricardo Forster; pero quedó secundarizado por la habilidad de Sarlo para llevar la polémica hacia donde más le convenía. En un formato como el de 678 es muy difícil que pueda haber debate, porque siempre serán 5, 6 ó 7 contra uno; y el uno siempre será la víctima que los medios de comunicación opositores apreciarán como vencedor, sin importar sus conceptos. Es cierto, sin embargo, que en ese mismo programa, el año pasado, hubo la buena experiencia de cuando participamos Robert Cox, Forster y yo. Pero era otro clima, otros temas. Y Cox fue como lo que es, un liberal a lo anglosajón de profundas convicciones pero respetuoso. Sarlo simplemente fue a provocar. Creo que los debates sirven cuando son a mano a mano, con tiempo de exposición suficiente. En la televisión argentina, eso es prácticamente imposible.




Entrevista a Vicente Muleiro


El kirchnerismo es la mejor alternativa política en la Argentina de estos años


El escritor, periodista y Sub-director de Radio Nacional, Vicente Muleiro, responde en esta entrevista preguntas vinculadas al Kirchnerismo como instancia superadora del Peronismo, a las repercusiones tras la presencia de Beatriz Sarlo en el programa de la Televisión Pública en 678 y también sobre la valoración acrítica de Sabato tras su muerte.

- ¿Es el Kirchnerismo una instancia superadora del peronismo o todavía no puede concebírselo fuera de la estructura del Partido Justicialista?

-No tomo la pregunta en su fachada hegeliana porque me resulta difícil encajarla en esa dialéctica, tiene que pasar más tiempo para tener clara una conclusión semejante. Lo que sí me parece es que el kirchnerismo, para las vueltas regresivas que tuvo la Argentina post 1955, y para los desmanes del capitalismo -no solo el periférico, como puede observarse- es la mejor alternativa política que puede alcanzar la Argentina de estos años. La dispersa "Unión Democrática" que puede observarse en el clima electoral da pavor.

- ¿Por qué cree que el Kirchnerismo todavía plantea resistencias en sectores de izquierda y en algunos sectores de las capas medias?


-Hay una tradición de ciertas izquierdas abstractas de darle la espalda a los proyectos nacionales y populares. Hemos visto, a algunos de sus integrantes como mucamos embobados de la Mesa de Enlace en el conflicto de 2008. O sea: no me asombra en absoluto. Por otra parte, decir "clase media" en nuestro país equivale a decir muchas cosas, a incluir subgrupos que se detestan o que poco tienen que ver entre sí. Y clase media colonizada mentalmente sigue habiendo, desde ya.


- A partir de la participación de Beatriz Sarlo en 678, cree Usted que hubo allí realmente un debate? ¿Sirven estos debates televisivos para instalar otros, quizás anteriores, como la relación de los intelectuales con la política y los medios de comunicación?


- Los debates sirven aunque sean imperfectos con aquel en el que la interlocución no tuvo una lógica clara: preguntas sin responder, chicanas baratas, verborragias no aptas para el marco discursivo que se planteaba. Siempre es bueno un espacio donde gente que en lo personal no se traga se sienta a discutir. El debate en sí no le dejó mucho a la sociedad.


- ¿Y por qué cree que el debate no le dejó mucho a la sociedad?


- Porque cada uno se enmarcó en un soliloquio previamente masticado, nadie quiso escuchar, conmoverse, indignarse, reflexionar en torno de lo que decía el otro. No hubo una situación dialógica. Sarlo prefirió atrincherarse para hacer un buen papel en "territorio enemigo" para que la feliciten los amigos y el panel no le encontró la vuelta para romper con eso.

- ¿Coincide con la idea de una revalorización acrítica de Sábato tras su muerte, sin abordar las contradicciones políticas en las que supo incurrir?. Sabato fue elogiado por casi todos lo medios sin plantear sus históricas contradicciones políticas.En un libro escrito por María Pía López se lo describe como el intelectual ubicuo. ¿Es posible analizar una figura, en este caso, la de Sabato, sin tener en cuenta el pasado y sus acciones en él? ¿Y es válido hacerlo desde el presente, y desde esas acciones y no desde la obra?


- Sabemos que en la Argentina, y en otros países de tradición latina también, la muerte abre un paréntesis sobre la valoración del que va viajando a la quinta del ñato. Sabato ha sido un personaje controvertido y un pionero en la formulación del escritor como personaje mediático. Estuve de acuerdo con Ricardo Piglia cuando dijo que Sabato era en lo personal un tipo desagradable y que hay que tomarlo como lo que es: el autor de una buena novela gótica: Sobre héroes y tumbas.


Por Conrado Yasenza para La Tecl@ Eñe

Medios y Política/ Esa confusión disfrazada de debate de ideas/Por Miguel Russo

Esa confusión disfrazada de debate de ideas

Por Miguel Russo*
(para La Tecl@ Eñe)

Un día, alguien dijo sí (es decir, alguien dijo sí, aceptando el convite, porque antes hubo alguien que convidó). Y lo que parecía un oxímoron –un perro celeste, un japonés con rulos, un “contra” entre “oficialistas” que, muchas veces sin saber qué quieren decir al decirlo, se engolosinan pontificando “movimiento nacional y popular”– se convirtió en realidad. Es decir: hubo un día en que Beatriz Sarlo fue a 6, 7, 8 (ese día sin faltazos ni vacaciones ni “me tomo un día”, panel completo y con bucles de circunstancia). Y ahí nomás, en lugar de convertirse la cosa en una celebración de la palabra y la argumentación, comenzaron los problemas. Problemas que, por supuesto, no deben confundirse con una pelea de película del viejísimo Sábados de súper acción: malos malísimos contra buenos buenísimos. Problemas que hablan, clarito, de una también viejísima cuestión nacional: la confusión que desde el poder mediático se derrama como verdad absoluta sobre la sociedad.
Para ser sinceros, los problemas habían empezado antes, unos años atrás. Específicamente cuando los mandamases de Clarín confundieron a sus “lectores-gente linda” (preocupados/as por los escándalos de la vedette de turno, los amores pagos de un wing izquierdo, los caños de Tinelli o el oprobio ajeno) con “lectores-gente seria” (esos que despliegan La Nación los sábados a media mañana en el bar de la esquina y se ensartan en la página agro con un decoro tan eficaz que no provoca ni el desparramo de una medialuna) y le zamparon, sin anestesia ni previo aviso, entre las recetas de cocina y el turismo imposible de alcanzar de la revista Viva, las columnas de la mismísima Beatriz Sarlo, admiradora de Juan José Saer y Ricardo Piglia, seguidora de Walter Benjamin y ojo inquisidor del entramado sociocultural de la Argentina.
Cuando quisieron reparar el error, ya era tarde: la “gente linda” huía de Viva como de la lepra y la “gente seria” desconfiaba de Sarlo como de una moneda de tres pesos. De todos modos, Sarlo pasó a ser columnista del diario de los Mitre y dio rienda suelta a otra confusión cuando mencionó que Néstor Kirchner había ganado la batalla cultural (La Nación, abril de 2010) cuando ni el más pintado de los pensadores ventaneros del bar La Paz sabía si se luchaba con diptongos o con los azules de Gorriarena en una batalla cultural.
Y vuelta a la confusión: se levantó la figura de Sarlo como abanderada 9.75 de promedio del antikirchnerismo. Así, de un lado, el sector opositor la veía como la mezcla ideal de Simone de Beauvoir y Silvina Ocampo. Y del otro, el sector oficialista, como la versión femenina de Magila Gorila o la hija pródiga de Julio Cobos y Lilita Carrió.
Pero entonces la confusión llegó donde no debería haber llegado: a los medios del Estado. Esos medios que se supone deben hacer caso omiso de la panacea planteada por los medios empresariales que sólo ven en la información un negocio. Creyeron que las palabras se combaten con palazos, que las ideas se desbaratan con chicanas. Y, confundidos, prestos a confundir, pusieron en marcha el operativo clamor: la tanqueta por excelencia (sin ironías, así se llaman a sí mismos), 6, 7, 8, retaba a duelo bajo el formato invitación formal al enemigo por antonomasia, Beatriz Sarlo.
La razón era el recientemente aparecido La audacia y el cálculo, donde Sarlo destinaba, so pretexto de hablar de Néstor Kirchner, poquito menos de medio libro a analizar la forma de ser del programa mencionado. Y Sarlo aceptó, sabedora de algo, de algún secreto obtenido tras años y años de lidiar entre intelctuales, dijo sí. Pero tanto primó la confusión que ningún panelista estable del producto de Diego Gvirtz había leído más de seis páginas del material cuestionado. Confesión de parte: Sandra Russo dijo al aire, nobleza obliga, no haber leído ni una; Orlando Barone preguntó cómo escribir en Clarín cuando, ya se dijo, Sarlo escribe para La Nación, Nora Veiras se asombró y se indignó por partes iguales con cierta elegancia; Cabito es Cabito y metió algún chiste que hizo reír a la interpelada; Carlos Barragán atinó algunas pautas de acción. Y, confundidos, los productores parecieron apostar más a la enjundia de un eficacísimo ideólogo y propulsor de la Ley de Medios, como es Gabriel Mariotto, que a la inteligencia para debatir en terreno filosófico de Ricardo Forster
Por eso, no está de más repetir la historia registrada por Eduardo Galeano en El libro de los abrazos: Rasca mucho y rasca bien –respondió un cacique del Chaco paraguayo, a principios de los ’80, ante la palabra evangelizadora de un grupo de misioneros que buscaban la conversión religiosa de su comunidad–, pero rasca donde no pica.
Digresión ma non troppo: Resulta indignante y hasta vergonzoso decirlo, pero unas semanas antes de la tenida en los estudios de Canal 7, hoy la Televisión Pública, en el opositorísimo hasta el hartazgo TN, los recontraopositores hasta el escándalo Julio Blanck y Eduardo Van der Kooy habían reunido a Beatriz Sarlo y a Horacio González para un debate en el que, con inusual prudencia, los dos conductores se quedaron al margen permitiendo que una y otro (pensadores duros y certeros al fin y al cabo) dijeran lo que tenían que decir y decirse.
Volviendo. La resolución del programa, frasecitas tipificadas incluidas (“conmigo no”, “a usted le da letra Magnetto”), había logrado un cometido que no debería haberse buscado: confundir, chicanear, atropellar, hacer papilla de las ideas de uno y otro lado. Pero lo peor, ya que como pronosticaba filosóficamente Emile Ciorán y copiaba suelto de cuerpo el Murphy de las leyes siempre hay algo peor, ocurrió después. Después, es decir cuando pasó el supuesto debate y de Sarlo y de Forster sólo quedó un recorte burdo que no le hacía bien a nadie. Después, cuando (como dice, textual, la nota aparecida en Miradas al Sur el 29 de mayo de 2011) “a derecha y a izquierda, de arriba a abajo, el debate se tomó como si se tratara de un Boca/River-River/Boca, restándole todo valor a la doble decisión (la invitación del programa, la aceptación de la escritora) de llevar adelante una polémica para sumar y no para arrojar al otro al abismo abierto entre ambas posturas”.
Después, cuando el coro radial del programa de Marcelo Zlotogwiazda donde es columnista Sarlo, festejó con cantitos de hinchada una pretendida victoria frente a los seisieteochescos. Después, cuando Pablo Sirvén perpetró en La Nación (espíritu de cuerpo, podría decirse) su insólito comentario: “Sarlo es un gladiador que en soledad viene de decapitar las siete cabezas de una hidra”. Después, cuando del otro lado ciertos diarios creyeron que era imperioso mostrar las fotos del backstage del programa (boca en uuu de Sarlo para permitir una mejor pincelada de la maquilladora) como si la coquetería estuviera reñida con la profundidad ideológica. Después, cuando se hizo de la hostilidad y la extrapolación banderas de inteligencia.
La tristeza sigue imperando, el debate sigue confundiendo. El poder mediático hegemónico se refriega las manos y hasta quienes se rasgan las vestiduras diciendo defender otra televisión y otra forma de informar, olvidan que el deber está en formar y no repetir fórmulas que sólo garantizan una mayor audiencia esclavizada en la estupidez y la indignación inconducente.
La confusión, para decirlo todo, de una sociedad que, a pesar de querer otra cosa, se sienta a mirar la tele, escuchar la radio o leer un diario un poquito o bastante confundida mientras desde los medios sonríen cancheros y cuentan sus ganancias.



*Periodista y Escritor. Actualmente trabaja en el periódico Dominical Miradas al Sur

07 julio 2011

Medios y Política/ Los Grandes Diarios/Por Jorge Halperín

Los Grandes Diarios
La ilusión de un periodismo independiente.

Por Jorge Halperín*
(especial para La Tecl@ Eñe)

“Lo más escandaloso del escándalo es que uno se acostumbra”, escribió hace mucho tiempo Simone De Beauvoir. Si la costumbre no lo hubiera convertido ya en un hecho cotidianamente previsible, hoy estaría provocando un desconcierto general la agresiva política editorial de los grandes medios, una suerte de cadena nacional privada dedicada a socavar la confianza en el gobierno. ¿Por qué el desconcierto?. Porque la reconocemos como una operación más propia de tiempos de graves crisis políticas y de jornadas previas a golpes de Estado que de estos otros días en que la economía se estabilizó desde hace tiempo en un alto crecimiento y se acerca sin sobresaltos una elección presidencial en medio de la tranquilidad institucional y de un apoyo holgado de la población a la presidenta.

No encaja con mis experiencias ante los medios golpistas durante la mayor parte del gobierno de Illia, mucho menos en el clima político desbarrancado previo al derrocamiento de Isabel. Pero no estoy sugiriendo que hoy los medios sean golpistas, me cuido mucho de salir de tono, que hoy es tan fácil.

Lo que señalo es que no tengo memoria de una situación de relativa normalidad en la cual los medios se ubicaran en una posición más agresiva que los referentes de la oposición, salvando, por supuesto, los arrebatos sistemáticos de Elisa Carrió y algún exabrupto de De Narváez planificado para competir por el voto visceral anti-K.

Como los grandes medios han sembrado siempre la ilusión de que lo suyo es el ejercicio de un periodismo profesional e independiente, tradicionalmente se han cuidado de guardar las formas y exhibir cierta moderación, salvo, como dije, en momentos críticos en que se trataba de mostrar los dientes.

Esta agresividad de hoy parece vincularse a un sentimiento de amenaza, que podría ser crudamente contrastable en el caso del Grupo Clarín por las iniciativas oficiales y democratizadoras que han complicado sus negocios y su credibilidad (Ley de Medios; Futbol para Todos; conflictos accionarios en papel Prensa, etc.) y también por el respaldo oficial a las organizaciones de derechos humanos en el conflicto con los hijos adoptivos de la directora del diario.
Obviamente, La Nación comparte esas reacciones en particular por el tema de Papel Prensa, y ambos grupos, junto a la Editorial Perfil, denuncian discriminación en la publicidad oficial.

Puede entenderse su postura opositora, aunque no ese cuestionamiento cotidiano, insidioso y global. También es significativo para entenderlo el “contrato de lectura” de estos medios y todo su circuito informativo con clases medias y altas de las grandes urbes, entre las cuales también se observan reacciones viscerales de odio desde el día en que Cristina Fernández fue elegida, llevadas a un punto altísimo durante el largo conflicto entre el gobierno y la Mesa de Enlace.

Pero hay algo más: en la medida en que los grandes medios son los destinatarios de la publicidad de los grupos empresarios, y son ellos mismos parte de ese poder concentrado, quiero enfatizar que esta campaña agresiva en cadena se hace, cuando menos, con la aquiescencia del gran capital.
Tampoco presumo actitudes golpistas del alto empresariado. Pero, atentos a sus mejores negocios, la presión cotidiana que ejercen los grandes medios les permite incomodar al gobierno con un sector importante de la población y, ante la eventualidad muy cercana de que no triunfe un candidato de la oposición y no se ejecute, por lo tanto, un “plan de estabilización económica” (así lo llaman sus voceros de la city), desgastar a Cristina Fernández con la perspectiva de que inicie un nuevo período empujada a ejecutar giros, como una devaluación más fuerte, una drástica reducción del gasto público, y la puesta en caja de las demandas salariales.

Al cabo de una década que ha sido no sólo de recuperación sino de excelentes negocios para el conjunto de los grupos empresarios, y, puestos ante un gobierno que muy pronto puede ser relegitimado con fuerza, al menos se apunta a esmerilarlo para que ceda a sus demandas dirigidas a “aprovechar el milagro” del contexto internacional y crear un “ambiente propicio a los negocios”, no importa cuán poco propicio resulte a los intereses populares.
Los medios son la infantería, pero no pueden dar la batalla sin el gran apoyo logístico.
Ese otro escenario de un voto que no miden las encuestas carece de fecha de convocatoria, pero es saludable tenerlo presente.

*Jorge Halperín es periodista y escritor. Actualmente conduce el programa radial Argentina tiene historia, en Radio Nacional, junto a Nora Anchart y Santiago Varela.

Medios y Política/ El periodista, el sumidero y la salvación/Por Orlando Barone

El periodista, el sumidero y la salvación*

Este texto forma parte del libro " K " La letra Bárbara”. Periodismo sucio y público sublevado”, de próxima aparición. Agradecemos la gentileza de Orlando Barone al brindarnos como anticipo el presente artículo.

Por Orlando Barone**

Acerca de este oficio humanamente insano alguien me pregunta:
-¿El periodismo siempre fue así?
-¿En qué sentido?
-En el sentido de que de un día para otro los buenos se convierten en malos y viceversa. Solo que son buenos y malos según la ideología del que los juzga.
Prosiguió con otra pregunta cósmica (como acto fallido debería poner “cómica”):
-¿Los periodistas oficialistas ya no son independientes como los periodistas independientes?
El emisor de la pregunta, sin saberlo, padecía el mal del consumidor dependiente. Dependiente de la hipotética idea de independencia que le habían hecho creer le concernía al periodismo auténtico: al que no era oficialista. Es que – y apelo otra vez a una de tantas leyendas que malvenden este oficio- “el periodismo es natural e históricamente opositor al Poder; o sea al oficialismo”. De ahí se establece que los ciudadanos que entusiastamente eligen su Gobierno, apenas elegido ya deben empezar a sentir que lo padecen; porque el periodismo les descubre aunque ya tarde que su elección fue errada. Siempre queda el misterio de a quiénes votaron o no votaron los periodistas. La abstención de franquearse o confesarse en este sentido los protege del ridículo; abstenerse los recubre de un falso halo de jueces eximidos del fracaso. Subsiste entre los periodistas y comunicadores la premeditada conducta de no demostrarle al receptor del mensaje ninguna adhesión personal por un partido político: en fin, se perpetuaría así el criterio clásico de no hacerlo participar de nuestro voto secreto. El periodista al no sincerarse sugiere una posición neutra y además cuenta con esa ventaja: la de no tener que asumir políticamente desaciertos. Porque lo que él vota, el público no lo sabe. Se da por sentado que lectores y oyentes aceptan esta convención hipócrita. ¿ Por qué? Acaso para no interrumpir el mutuo encantamiento entre ambos: mensajero y destinatario. Encantamiento entonces hecho de apariencias y no de sinceridad. De igual modo persiste esta otra pulsión histórica, la de oponerse al oficialismo - “el periodismo está para molestar al Poder”. Es lo que cacarean periodistas que si fueran gallos de gallinero tendrían menos voz que las gallinas. O que los pollitos. Entonces apenas el votante hace el asado la prensa se lo escupe. Y se siente en su salsa. Y cómo no sentirse ensalzados, si quienes más la condimentan son las corporaciones que juzgan sospechosos a todos los gobiernos nacionales y populares. Y vuelta la sociedad a elegir otro Gobierno y nuevamente el periodismo cumpliendo su leyenda vuelve a reprobarlo. Con una observación: la reprobación más tenaz y casi unánime es hacia los gobiernos populares o de izquierda; ya que el periodismo se ejerce con un desbalanceo como el de un boxeador que solo noquea con la mano derecha y la izquierda solo la usa para hacer fintas.
El antioficialismo, común hasta hoy en los grandes medios dominantes, es oficiado por periodistas que graciosamente viven quejándose de que no tienen esa libertad, y entonces hay que creerles y condolecerse de ellos. Se asumen como vacas sagradas y chillan y patalean a dúo y armonía con sus empresas, si estas se sienten hipotéticamente damnificadas por el más tenue airecillo crítico o se las expone en sus negocios y manipuleos informativos con el culo sucio con vista al público.
En beneficio de tantos colegas –calificación de cuerpo, con ínfulas de corporativismo ya que el único colega que debería considerarse es el de humano con humano- prefiero pensar que es más la libertad que deberían estar reclamando interiormente consigo mismos. Esa que por razones de impotencia, deben someter y reprimir cuando tienen que escribir, relatar, sostener lo contrario de eso que piensan y sienten. Cuántos de ellos desde los medios monopólicos –imagino a lo mejor ingenuamente- hubieran tenido en tantos años la pulsión de hablar del ADN de los hijos adoptados de la viuda de Noble; cuántos se atragantan por no poder denunciar a Papel Prensa, a la situación de censura gremial que se vive en sus ámbitos, a poder parar un rato de adulterar u omitir o desvanecer la información que alude a algún buen comportamiento y gestión del gobierno, y a poder confesar su situación. Por ejemplo la de sincerarse y contar cómo son instigados a “instigar” la inseguridad haciendo manar sangre, lágrimas y sed de venganza de las pantallas y redacciones.
En cambio ser considerado oficialista del gobierno -el votado democráticamente- me suena más a elección que a cautividad; y más consecuente con uno que ser lo contrario: un periodista “oficialista” de los poderes económicos. De sus auspiciantes. De aquellos a quienes no votó nadie pero pagan mucho más a sus servidores como si así compensaran el tipo de daño moral que prestarles ese servicio les causa.

Política/Asignación electoral para Jefe y Vicejefe de Gobierno/Por Alfredo Grande

ASIGNACIÓN ELECTORAL PARA JEFE Y VICE JEFE DE GOBIERNO

POR ALFREDO GRANDE
*



(ESPECIAL PARA LA TECL@ EÑE )


“una noticia buena y una mala. La buena: roban pero hacen. La mala: hacen para poder robar” (aforismo implicado)

La denominada coyuntura electoral es, a mi criterio, lo fundante de esta democracia donde se gerencia aunque se diga que se gobierna. Incluso el neologismo gobernabilidad ha sustituido casi siempre al verbo gobernar, botón que sirve para la muestra de lo que denomino democracia de la restitución. Si a la coyuntura le damos el carácter de analizador, entonces puede permitirnos pasar al otro lado del espejo. Sabemos que si no seguimos a Alicia, no solamente nos quedaremos en el país de las pesadillas, sino que apenas nos veremos reflejados en nuestro vivo retrato, como canta Sabina. De este lado del espejo, todo brilla, todo reluce, todo resplandece. Bastante ricos, lindos o por lo menos bonitos, y con certeza, famosos, pululan en todo medio que se precie de progre. Del progresismo que abarca desde el retroprogresismo hasta la hipocresía y el cinismo del centro derecha. Años de democracia representativa han dejado un sedimento inercial que podría definirse como resaca republicana. A una semana de la elección de jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el fervor cívico está ausente, y quizá con bastante aviso. El marketing ha rozado, ha chocado, ha perforado toda sorpresa posible. Desde la certeza delirante del “venimos bien”, hasta la provocativa asimilación de que votar a Filmus es estar con Cristina. Lo que sería la desmentida de la autonomía de la ciudad, y esa confesión de parte no ha generado ningún intento de relevo de prueba. Quizá sería demasiado pedir que la hegemonía tolere a los partidos denominados chicos, que son los que sostienen un fundamento clasista. Pero tampoco tolera a los partidos mayoritarios. Hay una regresión a ciertas formas del despotismo ilustrado. Se habla de internas abiertas pero se sostienen designaciones cerradas. El actual candidato para vicepresidente se entera en el mismo momento que todos. ¿Sorpresa y media? Abrazos al estilo de un pogo de funcionarios hipomaníacos. Pero antes el amado era parte de una terna donde solo había lugar para dos. Con una ampulosa campaña publicitaria donde los tres mosquiteros parecían pre-candidatos de diferentes partidos. Por supuesto, nadie se enteró si el partido justicialista de la Ciudad de Buenos Aires tuvo alguna decisión al respecto. Esto es un simulacro donde seguramente algunos pocos siempre supieron desde siempre todo lo que iba a pasar. Lamentablemente, la derecha y el fascismo más pútrido aprovechan estas torpezas servidas en las diferentes bandejas del poder. Sin embargo, clausurar el pensamiento crítico porque sería funcional a la derecha, ignora sin ingenuidad que esa clausura es justamente una de las marcas de la derecha. Se plantearía una de las tantas paradojas de la cultura represora: para no ser funcionales a la derecha, dejemos pasar los actos propios aunque sean de derecha. El paradigma fue la reacción corporativa del gobierno frente a las acusaciones por el funcionamiento de la Fundación Sueños Compartidos. O el silencio frente a la inusitada circunstancia que dos sindicalistas con altos cargos estén presos por delitos gravísimos. O sea: la marca de lo individual sigue presente y las cuestiones se resuelven solamente por errores, delitos, extravíos de personas. Las instituciones que lo posibilitan, no son cuestionadas, ni analizadas, y mucho menos modificadas. Parece que sigue vigente el miedo al cambio, o mejor dicho: el pánico por extraviar el “modelo”. Es decir: las cosas que se hicieron bien disociadas de las cosas que se siguen haciendo mal. La ley de medios va a la columna de las cosas buenas y el saqueo de los recursos naturales va a la columna de las cosas malas. Así con todo, transformando la política en un debe haber permanente, es una tarea más adecuada para un contador público. Es una política del balance, de la cal y de la arena, de las compensaciones por izquierda y los desequilibrios por derecha. El transvasamiento generacional ha dejado de ser un tema ideológico, un pasar la antorcha de la lucha a las nuevas generaciones, para convertirse en refugio de conversos y clonados. La transversalidad que prometía sacudir las anquilosadas estructuras del “pejotismo” termina por tercera vez consagrando a un vicepresidente de derechas. Y sosteniendo un federalismo sui generis, más cercano a la relación de las sucursales con una casa matriz. Por lo tanto no puede sorprender que las candidaturas sean en realidad asignaciones de cargos, otorgadas desde una centralidad del poder que no podrían nunca ruborizar a la derecha, pero que no acepto que puede ser transitado por un gobierno que al menos aspire a consolidarse como integrante del centro izquierda. Y tampoco que se compare a la militancia heroica de una juventud que enfrentó la dictadura de Onganía/Lanusse, con una construcción vertical desde el Estado de una patrulla juvenil aunque tenga de líder a un máximo. Por eso lo que más abrió el kirchnerismo, corre el inmenso riesgo de ser cerrado por el propio kirchnerismo. El espacio de la política por fuera de los aparatos del estado, ya que el kirchnerismo tiene su génesis en los finales del 2001 con el vigente “que se vayan todos” y el asesinato de Kosteki y Santillán. Néstor Kirchner entendió perfectamente ese mensaje político y social. Pero gradualmente, la lectura se hizo mas reduccionista. Los derechos humanos no son solamente las Madres, ni las Madres son solamente Hebe de Bonafini. Cuando la parte es el todo, se comienza con la política del fetiche. Y la fetichización de la política en los tiempos del tándem López Rega / Isabel Perón sirvió a los genocidas una de las más terribles cacerías en bandeja. En la Provincia de Buenos Aires, hay un balcón con dos macetas. Dos candidatos a gobernador ambos dos respondiendo a nivel nacional a la Presidenta. O asignarle al candidato supuestamente oficialista, porque ni eso es demasiado claro, un funcionario que para que todos nos quedemos más tranquilos dice que “no seré comisario político”. Las elecciones en la provincia más austral terminaron con la derrota de la candidata del Frente para la Victoria (no en este caso al menos) pero la candidata triunfante también referencia a nivel nacional con la Presidenta. O sea: ¿para que votamos? Las listas terminan siendo asignaciones del ejercicio ilustrado del despotismo, que deja el tendal de “calientes”, versión peronista de la indignación. Quizá nos demos cuenta que los únicos que le hacen el juego a la derecha, son los que en la hegemonía del poder, se tranquilizan construyendo fetiches y asignando cargos, subsidios y medios de comunicación. La lección de la historia es clara: las contradicciones, las paradojas, el tiempo, el absurdo, el simulacro, todo juega a favor de la derecha. Y nada más funcional a la derecha que parecerlo, sin serlo. No tengo claro si el peronismo será, pero es obvio que no será revolucionario. Sin embargo, tampoco será lo mismo sostener el “modelo” en la militancia social y popular que en la política de las asignaciones universales para candidatos y funcionarios. Lo importante en una democracia donde lo democrático sea su fundante, lo único importante no es parecerlo, sino serlo.

*Médico Psiquiátra y Psicoanalista. Presidente Honorario de Atico Cooperativa de Salud Mental

Política/Sobre una revolución inconclusa: del peronismo clásico al Kirchnerismo de hoy/Por Rubén. A. Liggera

Sobre una revolución inconclusa: del peronismo clásico al Kirchenerismo de hoy

Por Rubén A. Liggera
(
para La Tecl@ Eñe)



“Venceremos en un año o venceremos en diez, pero venceremos”
Cnel. Juan Domingo Perón, 10 de Octubre de 1945

“Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada”
Pte. Néstor C. Kirchner, 25 de Mayo de 2003




Ilustración: Schiefelbein Ignacio

Existen varias “periodizaciones “del peronismo. Ricardo Sidicaro (2005) desarrolla tres peronismos y Alejandro Horowicz (1983), describe cuatro etapas en la historia peronista. Desde el punto de vista de la comprensión y pedagogía de los movimientos sociales resultan muy útiles. Lo cierto es que podemos tomar algunos momentos significativos del peronismo desde su creación a los inquietantes días que nos tocan vivir, para la narración de los últimos setenta años de nuestra historia y además, si fuera posible, realizar alguna prospección hacia el futuro.
El peronismo “clásico” (1945-1955) es considerado el hecho histórico más transformador y trascendente del siglo pasado.
A grandes rasgos significó desde el punto de vista político la participación activa de las clases populares en los ámbitos de decisión estatal; en lo social, la dignificación de los trabajadores y de la mujer y en lo económico consumo interno y desarrollo industrial por sustitución de importaciones. La cultura popular alcanzó su máximo esplendor en el modelo nacional de bienestar.
Fue una década valiosa en todo sentido. Tanto es así, que aún hoy, a pesar de los variados intentos de negación, olvido y destrucción, -con el decreto 4161 incluido- la doctrina permanece en la memoria popular dando muestras de vitalidad y en permanente transformación.
Pero esa revolución original y pacífica, previsiblemente, generó enconos, malestar, rechazo y violencia en los detentadores del poder tradicional en Argentina. La autodenominada “Revolución Libertadora” puede considerarse una contrarrevolución en todo sentido, llena de odio y revancha. Interrumpió un proceso de liberación popular y generó una represión violentísima del Estado contra los leales a Perón, que como sabemos, será la simiente de los años amargos que vendrán más adelante.
Con avances y retrocesos, contradicciones, defecciones, actos heroicos y traiciones varias, el “kirchnerismo” o peronismo kirchnerista o peronismo “ampliado” de corte transversal, si acaso fuera viable, nos ofrece aún hoy la posibilidad de completar el largo período histórico que nació en 1945.
Sobre la resistencia de “tiza y carbón” después del ´55 se construyó un relato épico del amplio rechazo del pueblo peronista a los vejámenes, persecuciones y crímenes de los “libertadores”(o también considerados con justicia “fusiladores”). Con el líder en el exilio y Evita sepultada en algún lugar ignoto se forjó una identidad de lucha y solidaridad, especialmente desde la clase obrera y jóvenes que habían gozado de las bondades del régimen.
El “pacto” del ´58 quizás pudo haber sido una nueva etapa para el peronismo; superadora de antinomias y continuadora del proceso industrialista del primer peronismo fue incomprendido por muchos dirigentes-incluso Perón-y finalmente, constituyó una nueva frustración para las aspiraciones de paz y trabajo para las masas populares. Un nuevo golpe liberal (o “gorila”) en 1962 no hizo más que retrotraernos a una añorada cultura litoral portuaria y colonizada. Para decirlo literalmente: “dependiente” y esto concebido en todos los aspectos, desde lo económico a lo ideológico. Bastaría releer la siempre vigente obra de Arturo Jauretche para entender de qué hablamos cuando decimos “colonización pedagógica”, “medio pelo” y demás “zonceras “criollas.
¿Era posible pensar un peronismo sin Perón? Una corriente “neoperonista” hacia los ´60 fue una tentación para algunos sindicalistas y ex funcionarios (el “Lobo” Vandor, Bramuglia, los Sapag). Aunque Perón tenía su poder intacto y le costó poco recobrar un liderazgo puesto en duda.

Política/El Kirchnerismo, última conformación del movimiento nacional/Por Rubén Drí

El kirchnerismo, última conformación del movimiento nacional

Política de derechos humanos, designación de una corte suprema digna, descabezamiento de la cúpula militar comprometida con el genocidio y derogación de las leyes de impunidad fueron algunas de las medidas que anunciaron que el movimiento nacional y popular se volvía a poner en marcha con un nuevo líder. El peronismo traicionado desde su mismo seno se transformaba en kirchnerismo.

Por Rubén Dri*
(para La Tecl@ Eñe)

Tanto en las sociedades precapitalistas como en las tercermundistas de la época del capitalismo, el impulso de los pueblos hacia la liberación se expresó en movimientos populares. En los albores de nuestra independencia ello se efectivizó a través de las montoneras federales. Es el interior profundo del país naciente que pugnaba por construir una nación soberana, con el horizonte de la Patria Grande Latinoamericana, frente al proyecto de la patria chica centrada en el puerto de Buenos Aires, dependiente del imperio británico.

Es la montonera federal la primera conformación, la primera forma, en que se presenta el movimiento popular argentino. La defección de Urquiza en la batalla de Pavón (1861) selló la derrota del movimiento que se habría de consumar en el Pozo de Vargas (1867) y en Cerro Corá (1870). El Movimiento entra desde ese momento en un cono de sombra y comienza su recuperación en forma subterránea, hasta poder emerger en las dos primeras décadas del siglo siguiente con el Yrigoyenismo.

Los hijos de las montoneras y los de la primera camada de inmigrantes conformaron esta nueva forma que asumía el movimiento popular. La oligarquía agroexportadora, dependiente del imperio británico, sufría así su primera derrota y el movimiento popular retomaba la tarea que Pavón había dejado inconclusa.

Defecciones internas y ataques externos provenientes del proyecto agroexportador hacen que el movimiento pierda fuerza y finalmente sea derrotado, sumiéndose la patria en la noche negra de la primera década infame. Nuevamente el movimiento, como el viejo topo, va haciendo su trabajo subterráneo hasta poder sacar la cabeza y asumir una nueva conformación: el peronismo.

Llega el momento más glorioso del movimiento popular, el momento de la “patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”. Es el momento de los trabajadores, el de los humildes, el de los olvidados. Plena ocupación, agremiación, vacaciones en lugares antes reservados para la oligarquía, orgullo de ser argentino. Es un país que comienza a cambiar la mirada. Ya no es Europa hacia donde se apunta sino hacia Latinoamérica. Se vislumbra nuevamente la Patria Grande que se perdió cuando la derrota de los federales.

Pero en el devenir de los movimientos populares, como en el devenir de todo sujeto, nada es definitivo. Todo se mueve dialécticamente. Los impulsores del proyecto agroexportador dependiente no estaban definitivamente derrotados ni mucho menos. Volvieron por sus fueros y lo hicieron de manera sangrienta. Bombardearon al pueblo en plena Plaza de Mayo y sometieron al movimiento popular a una sangrienta persecución.

El movimiento, nuevamente derrotado, recomienza su recuperación. Es la “resistencia peronista”. Desde abajo, desde las raíces, se va rearmando hasta llegar a las décadas del 60 y del 70 del siglo pasado en que logra nuevamente llegar al gobierno y, con numerosas organizaciones avanza hacia una transformación profunda de la sociedad. La “patria socialista” es la utopía, horizonte hacia el que se tensan las energías populares.

El enemigo no podía de ninguna manera permitir esto y, orientándose por la experiencia del nazismo alemán y con las enseñanzas aprendidas en la Escuela de las Américas desata, por medio de las Fuerzas Armadas, un verdadero genocidio. “Noche y niebla” en todo el territorio nacional. Destrucción masiva de las organizaciones populares, completada en la década del 90 con la implementación a raja tabla del más fundamentalista plan neoliberal que se pueda pensar. Se había instalado la segunda Década Infame.

Pero el movimiento nacional y popular no estaba muerto. ¡Nunca está muerto! Siempre resucita, resurge desde sus raíces. Derrotado en lo político, se refugia en lo social. Es el momento de los movimientos sociales, verdaderas raíces del movimiento popular. La vergonzosa entrega de todas las conquistas que habían conseguido las luchas populares no tuvo su final con el menemismo de los 90. Se continuó con De la Rúa que terminó como no podía ser de otra manera que escapando de la furia popular expresada en el ¡que se vayan todos!

La pueblada del 19-20 de diciembre de 2001 hirió de muerte a la continuación del plan neoliberal, pero no tuvo respuestas alternativas en lo inmediato. Se rompieron todas las compuertas, todos los límites, pero no se trazaron los nuevos límites que le darían contenido al proyecto nacional y popular. Era el momento de la destrucción, de la primera negación. Había que producir la segunda negación, la negación de la negación que comienza a producirse en el 2003.

Desde el sur patagónico, escenario alejado de la gran política, y con un minúsculo apoyo ciudadano, emerge la figura de Néstor Kirchner, quien, luego de asumir como presidente y jugar con el bastón de mando, se sumerge en la multitud, manifestando, de esa manera, que era el movimiento nacional y popular el que volvía a ponerse en marcha.

Política de los derechos humanos, remoción de la corte vergonzosa y designación de una corte suprema digna, descabezamiento de la cúpula militar comprometida con el genocidio, derogación de las leyes de impunidad, fueron algunas de las primeras medidas que decían a las claras que el movimiento nacional y popular se volvía a poner en marcha con un nuevo líder. El peronismo deshilachado, traicionado, desde su mismo seno se transformaba en kirchnerismo.

Esas primeras medidas fueron seguidas de otras y otras, cada vez más profundas, más comprometidas. Movimiento nacional, porque la nación volvía a recuperar su dignidad plantándose frente al imperio, y junto con otras naciones latinoamericanas hace naufragar el ALCA en las aguas del océano atlántico. Movimiento popular que se manifestó en los millones que celebraron las fiestas del bicentenario. Movimiento latinoamericano que hizo avanzar el Mercosur, impulsó la Unasur, dejó de mirar al imperio para volverse a una Latinoamérica que tiene la voluntad de constituirse definitivamente en la Patria Grande.

De Néstor a Cristina el movimiento se profundiza, se agranda, celebra y lucha. El 2009 fue clave. El proyecto del país chico dependiente vuelve por sus foros. Es la rebelión de los agroexportadoras que levantando la falsa bandera del “campo” pretenden extorsionar al gobierno, amenazando con un “golpe” de nuevo tipo, “blando” como lo llaman. La firmeza del gobierno y el apoyo popular hicieron fracasar el proyecto.

La muerte de Kirchner, lamentable e irreparable pérdida para el movimiento, sacó a luz la profundidad que había alcanzado el movimiento. La juventud salió a expresar que el kirchnerismo era efectivamente la nueva forma o conformación que asumía el movimiento nacional, popular, latinoamericano.

Buenos Aires, 8 de junio de 2011

*Filósofo y Teólogo

Política/Lo Profundo/Por Marcos Cittadini

Lo profundo

Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o
de la producción.

Paco Urondo, Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973

Por Marcos Cittadini*

(para La Tecl@ Eñe)

Ilustración: Lo Profundo/Jackson Pollock


La premisa a la hora de sentarme a escribir era referirme a los peligros internos y externos que acechan al proceso virtuoso que se inició en América Latina en la última década. Podríamos hablar de sus potenciales némesis. Es sabido que nuestra región tiene enemigos repetidos dentro y fuera de sus fronteras desde hace demasiado tiempo. Casi desde las guerras de independencia –pero sobre todo desde la segunda mitad del siglo XIX- las oligarquías latifundistas locales y los trusts económicos multinacionales se han asociado para utilizar en su provecho la complicidad de los gobiernos de la región, monitoreados, presionados y bendecidos por los países centrales. Quienes han pagado siempre el precio de ese complot han sido los involuntarios integrantes de la masa de desposeídos más inexplicable del globo. En una de las zonas más ricas de la tierra, el nivel crónico de injusticia y desigualdad ofende la sensibilidad y la razón.

Podríamos volver a repetir lo escrito por José Carlos Mariátegui acerca del “problema de la tierra” en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana a fines de la década del ´20 del siglo pasado. O el grito de “Tierra y libertad” de los zapatistas del sur de México diez años antes. El avance y desarrollo de los latifundios en todo el continente conoció de ganadores y desposeídos. Lo mismo sucedió con la introducción de las grandes multinacionales fabriles. Sería lícito referirnos a todo esto porque, aunque los procesos sociales se han complejizado a lo largo de estos años y las experiencias colectivas se han vuelto más sofisticadas, lo que siempre ha persistido -casi en paralelo en todo el cono sur- es el carácter pendular del destino de los más humildes. Ese que ha ido de la esperanza a la desilusión, del ascenso a la caída, de la revolución a la masacre.

También podemos mencionar el intento de golpe fallido por parte de las patronales en abril de 2002 contra Hugo Chávez o la masacre de Pando en medio de uno de los tantos intentos de voltear a Evo Morales en Bolivia. O - para ser menos dramáticos- las presiones para que Uruguay y Paraguay abandonen el Mercosur, acicateando el reclamo justo de las asimetrías de esos dos países en relación con la Argentina y Brasil.

Centrados en nuestro país, podríamos remontar la historia de ese año largo y complicado entre el lock out patronal de 2008 y el triunfo de la antipolítica -el “alica- alícate”- en junio de 2009. O las múltiples operaciones de prensa de los medios hegemónicos que apenas ocultan la sangre en el ojo por los intereses lesionados.

Todo esto podría ser tenido en cuenta pero ya es conocido. No es la intención de este articulista menospreciar los elementos mencionados pero nos interesa hablar en esta oportunidad menos de los “enemigos de adentro” o los “de afuera”, que en los propios peligros que afronta el frente interno de un proceso de transformación que lleva ocho años en nuestro país. Cuando se habla de modo ambiguo de “profundizar el modelo”, de qué se habla exactamente. ¿No es hora de hacer un balance y preguntarse por qué luego de ocho años de crecimiento casi ininterrumpido, ha habido una recomposición general de los ingresos pero la desigualdad se mantiene y reproduce casi sin mella? ¿O por qué dentro de las exportadoras más grandes el capital extranjero sigue mandando y la concentración es cada vez mayor? Quizás sea hora también de señalar que el proceso de sojización, garante del modelo, avanza cada día más y los intentos de industrialización de nuestra economía continúan siendo tímidos. Es por eso que las exportaciones argentinas se apoyan cada vez más en productos con baja o nula agregación de valor local. Eso no lo señala la oposición porque no forma parte de su agenda. La seducción de Carrió a los dueños de la tierra, la identidad de clase de Macri o el imitador Alfonsín no parecen actores que vayan a reclamar estos cambios porque ellos son parte de la clase dirigencial que a lo largo de nuestra historia eternizó el status quo que condena a la mayor parte de la población a la exclusión más atroz. Es el Gobierno que encaró la nacionalización de los fondos de las AFJP, el de la asignación universal por hijo, el que instaló un ministro de Trabajo que presiona a las patronales para que cumplan la ley en favor de los trabajadores, el de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual el que puede cambiar las cosas. Si realizó esas empresas que parecían imposibles a priori es el mejor candidato para realizar esos cambios estructurales. Y el que tiene la obligación de hacerlos. Si después de octubre “profundizar el modelo” es eso, seguro que la gestión de Cristina Kirchner tendrá enemigos portentosos pero nadie podrá negarle un lugar de privilegio en la historia que queremos que se empiece a contar en nuestra región.



*Periodista. Forma parte del equipo periodístico del programa radial Mañana es Hoy, emitido por Radio Nacional

Política/Hacia Octubre: La posibilidad del gran cambio/Por Norberto Galasso

Hacia Octubre: La posibilidad histórica del gran cambio

El estado de desconcierto e impotencia de los diversos partidos opositores es una de las características más importantes de la actual situación política. Ante la percepción de una derrota, crece la preocupación ante la posibilidad de que el modelo implementado en el 2003 se profundice más y se fortalezca a partir de las elecciones de octubre.

Por Norberto Galasso*
(para La Tecl@ Eñe)

El panorama político de la Argentina está signado hoy por la gran inquietud que manifiestan los sectores privilegiados, la cual deriva en el acrecentamiento de la degradación que alcanzan sus representantes políticos y mediáticos. El estado de desconcierto, confusión e impotencia de los diversos partidos opositores es una de las características más importantes de la actual situación política. Perciben la próxima derrota y se preocupan ante la posibilidad de que el modelo implementado en el 2003 se profundice más y de que el frente nacional se consolide y fortalezca a partir de las elecciones de octubre.
Tanto los barones del agro, como los industriales más concentrados así como las multinacionales y cierta embajada que los resguarda ya no duermen tranquilos y monstruosas pesadillas les anuncian los tiempos por venir. Por ello, sus personeros emiten declaraciones delirantes que sólo pueden entenderse como provenientes de la desesperación ante el repudio popular que ya avizoran en las próximas elecciones.
Ningún dirigente opositor desarrolla un proyecto alternativo al “modelo” que viene impulsando el kirchnerismo. Esta situación sólo puede obedecer a dos razones: la primera, que realmente sólo les interesa llegar al poder y carecen de planes para resolver los problemas, la otra: que el proyecto es tan impresentable que lo ocultan, ya sea que algunos pretenden volver al 2001 y los más audaces hasta se atreven a soñar con la posibilidad de regresar al modelo agroexportador anterior al 17 de octubre. Lo cierto es que el nivel político de los reportajes y mesas redondas resulta cada más bajo. Y ni que hablar de las alianzas que están surgiendo: en el radicalismo, la de Alfonsín con González Fraga y De Narváez que sonroja a los escasos afiliados que todavía tienen respeto por don Hipólito; en restos marginales del peronismo, cuando el gobernador de Chubut logra un triunfo con una misérrima cantidad de votos después de pronosticar que ganaría por treinta puntos, abrazándose ahora a Duhalde quien no vacila en llamar a la concordia nacional para liberar de toda sanción a los represores, como tampoco la de peronistas que se consideraban de izquierda en pleno idilio con socialistas de derecha.
En ese panorama se desarrollan las operaciones mediáticas lideradas por Magneto y compañía. Durante varias semanas se demoniza a Moyano mostrándolo como un peligroso personaje que quiere desplazar a Cristina para quedarse con el poder. Con posterioridad aprovechan el “caso Shocklender” para repicar durante varias veces al día –en gráfica, radiofonía y especialmente, con la cadena televisiva- para intentar la descalificación de las Madres de Plaza de Mayo, en otro tiro de elevación hacia el kirchnerismo. Inflación, inseguridad y corrupción se convierten en los temas preferidos de los opositores sin proyecto, llevados hasta el paroxismo por los delirios de Carrió y adornados de proclamas “republicanas” por Alfonsín. Con ellos ansían ganar a un sector importante de los sectores medios, siempre hipersensibles a la moralina escandalosa.
Este discurso de inflamadas denuncias moralistas pudo tener efecto en el pasado, en épocas de despolitización, irritando a hipócritas defraudadores de impuestos o pícaros revendedores o profesionales inescrupulosos. Bastaría recordar un caso muy estudiado, el de las denuncias multiplicadas contra Getulio Vargas en Brasil en 1954, que lo llevaron al suicidio o de las campañas del 55 en la Argentina para legitimar el golpe militar contra el presidente Perón. Pero hoy los sectores medios se están reorientando hacia el campo popular y de ello da cuenta la caída al abismo por parte de Carrió, en las encuestas. Uno de los acontecimientos más importantes logrados durante el kirchnerismo es la repolitización de la sociedad argentina y la aparición de algunos programas televisivos que impiden los lavados de cerebro que se aplicaban en el pasado.
Lo cierto es que muñecos servidores de la oligarquía y sus aliados no consiguen mantenerse en pie y van cayendo uno a uno, cada vez que el pueblo se pronuncia. En Catamarca, quedaron liquidados Cobos y Sanz. Después se bajaron Pino Solanas y Mauricio Macri de las elecciones presidenciales pues las encuestas les anticipaban una catástrofe electoral. Ahora, se borra también Felipe Solá.
Magneto, Biolcati, los grandes bancos, las multinacionales y el embajador norteamericano –especialmente ahora que ha triunfado Humala en el Perú- se toman la cabeza ante el “desfile de extrañas figuras”, obras maestras del terror, que constituyen la oposición, ninguno de los cuales sirve para sus planes de restablecer aquella Argentina tan hermosa de que gozaron a partir de la muerte de Perón.
Por más obstáculos que se pongan en el camino, por más operaciones mediáticas que inventen, el gobierno marcha hacia las elecciones de octubre con todas las posibilidades de un triunfo en la primera vuelta. Ese triunfo deberá ser contundente para cambiar la correlación de fuerzas y ello permitirá la profundización del modelo. Hemos avanzado notablemente desde aquella Argentina destruida del 2003 pero es preciso continuar avanzando. Ello sólo será posible con un resultado muy importante en las urnas y si, al mismo tiempo, logramos crear los cuadros necesarios para las nuevas transformaciones que urgen. La Argentina y América Latina se hallan viviendo un momento excepcional y si bien sabemos que las fuerzas que se oponen son poderosas, es preciso aprovechar esta oportunidad que nos ofrece la historia para los grandes cambios.

*Norberto Galasso es Investigador e Historiador

Política/Entrevista/Dante A. Palma/ Por Conrado Yasenza

Entrevista Dante Augusto Palma




Intersticios para un espacio de crítica y resistencia.

El rol de los intelectuales, el poder e influencia de los medios de comunicación, el Kirchnerismo y la participación de Beatriz Sarlo en el programa de televisión 678, forman parte del recorrido de esta entrevista realizada al filósofo Dante Palma.



Por Conrado Yasenza
(para La Tecl@ Eñe)

- Para comenzar me interesa saber cuál es la función o rol del intelectual en la sociedad contemporánea y si hoy es posible generar prácticas capaces de intervenir en la realidad.

- Me parece que el rol del intelectual es siempre el de la crítica y el de una crítica al poder. El punto es que en las sociedades contemporáneas el poder no es el Estado o el Gobierno sino las corporaciones económicas que a través de la monopolización informativa constituyen hegemonía. En este sentido, el rol del intelectual es el de un deconstructor de los discursos. Quizás ahí esté, hoy, su principal forma de intervenir.

- ¿Acuerda Usted con la idea de que Argentina, en consonancia con otros países de la región, asiste a un cambio de paradigma político?

- Yo creo que, sin duda, en comparación con las políticas del Consenso de Washington que dominaron la región en la década del 90, estamos ante algo distinto.

- ¿Y cómo lo definiría?

- Es difícil. Hay lógicas que son particulares y tienen que ver mayoritariamente con una reacción al neoliberalismo de los 90. Este tipo de políticas, más allá de sus lineamientos generales, tuvieron su especificidad en cada región. Por ello, a veces resulta algo injusto hacer comparaciones aun con países vecinos pues no todos reaccionaron igual frente a las políticas neoliberales. Con todo, puede decirse que en líneas generales, los gobiernos progresistas de la región reivindican el rol activo del Estado y una suerte de nacionalismo latinoamericanista que mira con desconfianza las mieles de la globalización. Hay, en este sentido, un intento de reconstruir una historia con un sentido fuerte de soberanía anclado en la unidad de una identidad latinoamericana.

- ¿Qué importancia adquiere el lenguaje político, la palabra, en el contexto de la construcción de nuevos de paradigmas político-sociales?

- Me parece que es central porque la palabra hace mundo. No hay mundo independiente del lenguaje, y la realidad social es lenguaje. Nuestras categorías, aquellas con las que nos dirigimos al mundo, no responden a una ontología dada que espera ser nombrada. Es en el nombrar que construimos esa realidad. Por eso me parece esencial que la labor del intelectual se centre en el análisis de los discursos y en la denuncia de las naturalizaciones de ciertos discursos hegemónicos.

- ¿Qué opinión le merece la idea esgrimida por lo que podría definirse como la oposición, de que en el país impera una especie de restauración del odio social que puede traducirse en un clima de crispación política que derivaría en una suerte de totalitarismo parlamentario?

- Mi psicoanalista hablaría de “proyección”. Creo, profundamente, que los que verdaderamente están nerviosos, agresivos y rayanos en retóricas destituyentes son, en la mayoría de los casos, referentes de la oposición que se encuentran incómodos frente a un gobierno que sin proponer la reforma agraria ni la revolución maoísta, los interpela.

- ¿Cree usted que existe una suerte de fascinación irresponsable, digamos una actitud de negación de responsabilidades y culpas, en el hecho de regodearse cíclicamente en el apuntalamiento del fracaso de proyectos políticos?


- Si entendí bien la pregunta, creo que no hay un regodeo. Más bien lo que hay es una disputa acerca de la representatividad. En este sentido, lo que yo veo hoy día es que más que un enfrentamiento entre el gobierno y Clarín, hay una disputa entre discursos que reivindican la política como canal a través del cual representar los intereses ciudadanos, y discursos de la indignación que buscan otro tipo de referencias y ensalzan la espontaneidad de las acciones de la sociedad civil. Es esto lo que incomoda tanto al periodismo, pues eran los periodistas los que se habían erigido en representantes de la sociedad civil además de guardianes morales tras la gran crisis ético-política que tuvo su punto cúlmine en 2001. Ahora vemos que los periodistas tampoco pueden ocupar ese lugar, pues ellos son tan sospechados y corruptos como muchos políticos. Y a la vez, somos testigos de que es posible que desde el Estado, un gobierno avance con medidas profundas que la sociedad percibe como justas y necesarias.