01 mayo 2011

Editorial/La Batalla por el Sentido/Por Conrado Yasenza

La Batalla por el Sentido

Por Conrado Yasenza*

La batalla cultural, esa expresión tan mentada últimamente y sobre la que convendría hacer alguna precisión, está planteada con vigor y fiereza en la sociedad argentina. También con un nivel de hipocresía y mendacidad apabullantes como lo demuestra la escenificación de un proceso de victimización burda y banal al que nos enfrentó el Gran Diario Argentino - ¿una solución argentina para los problemas de los argentinos? - , y al que acudió rápidamente, en una actitud de sumisión vergonzante ante el poder comunicacional, gran parte del arco político opositor. Diputados que ya no se preocupan por disimular que representan al partido de Clarín y La Nación y lo rubrican escribiendo un bochornoso Documento para la Defensa de la Democracia. De esto se trata justamente aquello que se denomina batalla cultural, que no es otra cosa que una disputa por el sentido y que implica el cuestionamiento a los relatos hegemónicos que sostienen un modo de sociedad en el que se ha bloqueado la experiencia de vida propia de las personas para crear un tipo de subjetivación que se construye en el interior de la dinámica de los mass-media y que se presenta como la realidad, en una dura concepción del modo de percibir el mundo y las relaciones con él. Sentido duro e hiperindividualista de la experiencia social al que el relato hegemónico neoliberal, en su carnadura de partido comunicacional y político de la oposición, aspira a reinstalar. Por ello el odio visceral a las plazas recuperadas para la manifestación popular y para el ejercicio de la memoria, la verdad y la justicia.
Batalla por el sentido, batalla cultural, que es imperioso dar con pasión, inteligencia y alegría. Batalla por la circulación democrática de la palabra aunque algunos periodistas independientes ejerzan una captura represiva y maniquea de las mismas. Captura represiva de las palabras que quedó evidenciada, hace muy poco, en uno de los programas de TN, -Palabras más, palabras menos -, en el que a cada término utilizado por Horacio González, el periodista de la casa Ernesto Tenembaum, buscó darle una connotación militarista, antidemocrática, ¿setentista?, mientras González intentaba explicar la existencia de un discurso de trinchera y una disputa de bandos en tensión que expresan una sociedad en conflicto, en discusión por sus modos culturales, políticos y sociales de representarse.
En el mismo sentido, la caracterización que hizo Mauricio Macri de un conflicto gremial que derivó en el bloqueo a la salida del diario Clarín (¿pudo Clarín sacar igual su diario o aprovechó y tiró un palito a ver si lo pisaban?) demuestra palmariamente el peso de la batalla por el sentido. Si no qué es lo busca instalar Macri – y casi toda la oposición- cuando dice que el bloqueo es uno de los episodios más graves que sufrió el país desde la recuperación de la democracia. Justamente vaciar de sentido un pasado aciago que incluye levantamientos carapintadas, atentados a la Amia y a la Daia, hiperinflación, 50% de desocupación, indigencia extrema, el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas y la desaparición de periodista Miguel Bonino – nunca esclarecida-; el fusilamiento de los militantes sociales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, el blindaje, el corralito, el 2001 y una semana en que se sucedieron cinco presidentes y la República estuvo al borde de su disolución institucional; la desaparición de Julio López bajo la sombra siniestra del represor-asesino Etchecolaz y su crucifijo manchado por la sangre de sus manos.
Se trata justamente de no discutir el sentido de graves acontecimientos del pasado reciente para envolvernos en un presente continuo en el que el futuro se nos retacea para que no vislumbremos las intenciones de reinstalar un modelo neoliberal de país en el que los sujetos sociales aceptemos pasivamente los designios de un destino marcado por la indiferencia, la falta de solidaridad, la desmemoria y la no participación popular en la construcción de un modelo social de país.
En eso están el partido de la oposición, blandiendo su Documento, y los medios hegemónicos, convocando a los dueños de las empresas comunicacionales, la Sociedad Interamericana de Prensa - SIP-, para defendernos del monstruo populista que acecha nuestra democracia.

*Periodista, Dtor. de La Tecl@ Eñe

Entrevista/Alejandro Kaufman/Por Tomás Forster

Entrevista a Alejandro Kaufman

"Están creandosé las condiciones para un cambio estructural y cultural"

Por Tomás Forster*

(para La Tecl@ Eñe)

Ilustración: Antonio Berni




Alejandro Kaufman es un intelectual consustanciado con los debates de su época y un referente inequívoco para comprender el rol omnipresente que ejercen los medios de comunicación en las sociedades contemporáneas. Integrante del comité de dirección de la revista de ensayos Pensamiento de los Confines y voz singular del movimiento de ideas del que emergió Carta Abierta, Kaufman es un humanista de sólida y laberíntica formación.
En este diálogo, el ex director de la carrera de Comunicación de la UBA y profesor de esa casa de estudios, analizó los motivos de la situación favorable que transita el kirchnerismo. Se refirió al fin de la hegemonía de las corporaciones mediáticas, señaló las novedades y cuestiones pendientes de la batalla cultural en curso y expresó su mirada sobre la polémica que generó la presencia de Mario Vargas Llosa en la inauguración de la Feria del Libro.







- ¿Cuáles fueron los principales motivos de la intensa recuperación política que vive el kirchnerismo en los últimos tiempos?

- La acumulación de concreciones eficaces en favor de la igualdad y la justicia social superaron a la propaganda difamatoria contraria al kirchnerismo, propaganda cuya única eficacia residiría en lograr la caída del gobierno o en hacerle perder elecciones sin méritos propios. Al no ofrecer alternativas susceptibles de obtener adhesiones masivas, el único recurso seguro con el que cuenta gran parte de la oposición es alcanzar el poder gubernamental sustituyendo a la forma kirchnerista del peronismo –en esto se repite la historia- sobre la base de su supresión. En ausencia del partido militar golpista y la proscripción, en los años anteriores la derecha albergó esperanzas que finalmente fueron vencidas por la perseverancia del trabajo político igualitario, imperfecto e insuficiente, pero a la vez incomparable con las alternativas opositoras que fueron y son inexistentes. Ganar elecciones es legítimo, pero no se lo puede lograr, en la política, si no se ofrecen alternativas más eficaces, creíbles o superadoras, que las concreciones realizadas por el kirchnerismo.

- A partir de medidas como la Asignación Universal por Hijo, ¿nació una nueva empatía con el gobierno capaz de convertirse en mito como sucedió con el primer peronismo?

- Lo acontecido con el primer peronismo requirió muchos años para verificarse como mito intergeneracional. El relato peronista incluyó, a lo largo de los años, el supuesto siempre desmentido de su caducidad. Ahora parece haberse forjado una variante nueva cuando parecía perdida toda esperanza al respecto después del menemismo. Sin embargo, no sabemos si esa es la perspectiva futura, ni siquiera si es lo más deseable que podría ocurrirnos.

- Este acercamiento de amplios sectores de la clase media y de la juventud, ¿es un punto de inflexión en el proceso político vigente o un apoyo más bien volátil?

- En lo inmediato hay una inflexión, pero si miramos hacia atrás sabemos que ciertos sectores de la sociedad argentina son bastante volubles. Se requieren respuestas estratégicas que asuman compromisos instituyentes en el largo plazo. Muchos comparten preocupaciones al respecto, pero nadie podría atribuirse una fórmula capaz de garantizar el resultado. Sería importante sostener la preocupación, a la vez que el apoyo o la esperanza.

- ¿El gobierno le ganó la hegemonía cultural a los medios concentrados?

- El gobierno e importantes sectores de la sociedad civil dieron fin a la hegemonía continua que mantuvieron los medios concentrados desde la dictadura. Una nueva hegemonía cultural alternativa implica tiempos y complejidades mayores que estamos muy lejos de alcanzar. Antes que la confrontación sobre algunos ejes –en sí misma necesaria y pertinente-, lo que se requiere es una reconstrucción cultural de las audiencias, tarea de largo plazo que dará lugar a profundos debates políticos y estéticos que son por ahora muy incipientes, y que tienen dificultades importantes para desarrollarse. No sólo deben confrontar con la hegemonía todavía existente de los medios concentrados y con lo que ellos representan, sino con la necesidad de acceder a condiciones apropiadas para un debate semejante. El contexto de la dinámica electoral plantea otras prioridades coyunturales que no vuelve realista esperar mayores avances inmediatos en este sentido.

- A partir de la ley de medios de la democracia y, sobre todo, de los festejos del bicentenario y la despedida popular a Néstor Kirchner, ¿cree que la Argentina está iniciando un cambio estructural?

- La idea de cambio estructural supone tiempos largos. Siempre que se la atribuye a variaciones de corto plazo, se corre un riesgo de apresuramiento. Preferiría decir que se están creando las condiciones para un cambio estructural y cultural al superar épocas catastróficas que hemos vivido. Pero también hay que decir que diversas matrices, establecidas durante décadas, siguen vigentes. Solamente mediante un largo trabajo de educación, debate democrático y esclarecimiento se podrá aspirar a transformaciones de fondo y logradas más allá de las eventualidades.

- ¿El kirchnerismo está en condiciones de ganarle al macrismo en la Ciudad de Buenos Aires?

- Buenos Aires constituye un ámbito político cultural delimitado respecto del conurbano de un modo que le confiere una difícil gobernabilidad. Habría que ver si nos hemos repuesto del trauma que sufrió la ciudad cuando el último jefe de gobierno, electo de un modo normal, fue destituido por razones espurias –desde el punto de vista ético y político- posibilitando el éxito electoral del macrismo, al cual de hecho se le regaló el gobierno de la ciudad. Tengo la impresión de que el escenario nacional se traslado al ámbito porteño y es favorable al kirchnerismo. El gobierno de Macri merece perder más allá de toda duda y la coyuntura política establece un contexto favorable para el kirchnernismo. Ahora, lo ideal sería que, además de ganarle al macrismo, el kirchnerismo pueda abrir un debate profundo y apropiado en la ciudad. Pero eso sólo podría ocurrir después de haber triunfado en las elecciones.

- ¿En qué cuestiones persisten los lenguajes y discursos dominantes surgidos en los años ´90?

- En algunos temas, como por ejemplo las cuestiones de género, etnicidad y clase tal como circulan en la esfera pública, hay una marcada persistencia de los lenguajes heredados de los ´90 y de las décadas anteriores. Un ejemplo: antes no se hablaba de “pobres”, no solo porque no los había de la manera en que advinieron en los noventa, sino porque no se concebía una condición permanente de pobreza. Lo terrible de los años del Consenso de Washington, es que se impuso una categoría de la pobreza “latinoamericanizada”, que se percibe como un rasgo definitivo en la Argentina. Las derechas, en lugar de asumir sus responsabilidades, endilgan la condición de la pobreza al gobierno, cuando lo que en realidad sucede es que se oponen al oficialismo justamente en tanto pretende disminuir la exclusión y la desigualdad. La hegemonía reside en haber logrado conferirle a la pobreza una expectativa de permanencia y de naturalidad, hipócritamente disimulada detrás de una serie de pretextos acerca de las estadísticas, la corrupción y la inflación.

- ¿Cuál es su reflexión respecto al debate que suscitó, en el ámbito intelectual, la designación de Mario Vargas Llosa en la inauguración de la Feria del Libro?

- El tema Vargas Llosa motivo importantes intervenciones intelectuales de carácter crítico, pero muy escaso o nulo debate, porque, salvo alguna excepción, esas intervenciones fueron confrontadas por una difamación escandalizada sobre una censura que nunca existió. Ante la evidencia de que no se trataba de censura alguna, se persistió en la reiteración de una algarabía acusatoria impermeable a cualquier argumento. Todo ello va a ser seguramente olvidado. En cambio, las breves páginas que escribió Horacio González en respuesta a las difamaciones que Vargas Llosa publicó en La Nación serán recordadas con honra de la silla que ocuparon Groussac y Borges, y quedarán felizmente incorporadas a la historia de la literatura argentina.

- ¿Cuál es el aporte que podría hacer la lectura a contrapelo, que proponía Walter Benjamín, a la comprensión de la historia argentina?

- Las reflexiones benjaminianas sobre la política y la historia podrían llevarnos a interrogarnos sobre el destino de las formas de vida del capitalismo avanzado en el marco de un proyecto en el cual el estado benefactor populista tuviera éxito en el mediano o largo plazo, de modo que se constituyera en vencedor y pudiera ser contrastado con una sensibilidad utópica efectiva. Cada vez que existieron condiciones para instalar semejante interrogante, las clases dominantes argentinas recurrieron al horror y al crimen. Nuestra inquietud por el futuro de la Argentina, a contrapelo, es sobre si las clases dominantes se avendrán a convivir con el pueblo argentino en condiciones de negociación que establezcan límites a la violencia social represiva.

- Pero la derecha no parece dispuesta a aceptar ninguna de las políticas de Estado que se implementaron desde el 2003 en adelante…

- Por ahora no hay indicaciones que nos permitan ser optimistas, y por ello se requiere un apoyo inequívoco a la continuidad democrática del proyecto kirchnerista, no solamente por sus módicos méritos intrínsecos, sino por el horror que permanece fuera de sus límites a la espera de arrojarse sobre la sociedad.

- ¿Cómo pensar, desde categorías benjaminianas, a este momento político tan particular?

- Diría que la pregunta benjaminiana sobre vencedores y vencidos tiene dos vertientes, una actual que remite a las persistencias del fascismo en la Argentina, por usar esa nomenclatura, y otra futura o utópica, para el día en que los proyectos populares no sean tronchados por nuevos crímenes de lesa humanidad. Ese día comenzaría una nueva historia. La sociedad argentina sólo saldará su deuda con el crimen de lesa humanidad de 1955, el asesinato de centenares de civiles inocentes desde el aire, cuando las clases dominantes argentinas consigan un triunfo electoral legítimo que les permita gobernar de un modo razonable, y ello solo podrá suceder cuando incorporen a su idea de normalidad de la Argentina por lo menos una parte sustancial de los logros obtenidos en gobiernos populares, en lugar de aspirar a suprimirlos mediante el terror.

- Según su punto de vista, ¿cuál debe ser la tarea del intelectual?

- Es conveniente identificar lo que se suele demandar y esperar del intelectual. De qué modo el intelectual es escuchado en la esfera pública e institucional, no tanto por la exposición y el debate de las ideas, sino por la atribución de un otorgamiento de prestigio a intereses y esferas que pueden ser en algunos casos perfectamente legítimos, pero aun así, no esperan del intelectual un desafío argumentativo. Más bien una adhesión apropiada. Esto ocurre más o menos en todas partes, y el intelectual crítico suele involucrar esta problemática entre sus reflexiones. No obstante, en algunas circunstancias puntuales se renueva siempre la esperanza de incidir de alguna manera eficaz en el acontecer sociopolítico.

- ¿Qué novedades le imprimió Carta Abierta al debate de ideas?

- En un momento de fuerte difamación clasista y racista contra un gobierno popular, como el que se vivió durante el conflicto por la resolución 125, la intervención de Carta Abierta manifestó un sentido divergente del griterío destituyente que propalaban los medios hegemónicos. Esto produjo sorpresa no sólo por la propia expresión de la primera Carta, sino porque el gobierno fue activamente receptivo a tal intervención. Se trató de un acontecimiento que durante muchos años no había ocurrido. Por lo menos desde el gobierno de Alfonsín. Además, Carta Abierta introdujo otra novedad específica que fue la intervención ético-política antes que técnico-administrativa. Y fue confrontada por sectores opositores, salvo algunas honrosas excepciones, de modo difamatorio y cercano a la descalificación. Sectores que no discutieron ideas y argumentos sino presuntas intenciones y conveniencias.

*Periodista