28 febrero 2011

Informe Racismo y Xenofobia en Argentina/Que la Xenofobia no tape al Racismo/ Jorge Garaventa

Que La Xenofobia No Tape Al Racismo
Siempre Es Posible Discriminar Un Poco Más

Por Jorge Garaventa*
(para La Tecl@ Eñe)


Una sensación fea que amenaza cronificarse es la que nos legó todo lo ocurrido en relación a la toma y posterior desalojo del Parque Indoamericano de Villa Soldati. Sensación que se infiltra con un sentimiento de derrota. Cada vez que hay una muerte evitable en un conflicto social la ilusión de un mundo mejor tiñe el cielo de desesperanza. Y la realidad se empeña en cargarse una muerte con una frecuencia cada vez más preocupante. Lo cierto es que a menudo esas muertes son símbolo de lucha pero también símbolo de impunidad porque nadie pagará por ellas.
Precisamente nos preocupó la ferocidad de lo ocurrido en el parque, tanto como la lentitud en intervenir de parte de quienes tenían posibilidades de hallar algún tipo de solución. Y se sabe que si una intervención necesaria llega después de la muerte, nada es temprano, pero mucho menos eficaz.
Sin embargo el eje de esta nota no va a girar acerca de la intervención estatal. Apuntamos a poner en cuestión al conjunto social y sus actitudes en torno a la crisis, algunas de ellas considerablemente alarmantes. Porque después de todo la Federal actuó de acuerdo a su historia y su presente demostrando que es impermeable a las primaveras democráticas de cualquier jefe del arma, y la Metropolitana no hizo otra cosa que poner en acto la ideología de su mentor.
Pretendemos, sin alardear de un etimologismo estricto, mostrar que lo que se vio en las críticas a la toma excedieron el concepto de xenofobia para escalar, ante el asombro de pocos, hacia un racismo que siempre estuvo socialmente presente. Pero nunca con tanta crudeza, al menos que nosotros recordemos, apareció con tanta fidelidad el odio al negro y al marrón.
Las malignas declaraciones de Macri y las desafortunadas y desinformadas palabras de Evo Morales azuzaron el conflicto, pero no lo provocaron. En todo caso permitieron su pornográfica visibilidad.
El alcalde porteño, como gusta decir el New York Time, estuvo lejos de cometer un exabrupto verbal. Mas bien fue una intervención pensada y precisa que tenía claros destinatarios. No en vano, casi al final de una gestión a la cual llamar mediocre es un rasgo de nuestra generosidad, es el dirigente con mejor intención de voto en el espectro capitalino. Evo, mal informado y peor asesorado reprendió a sus conciudadanos residentes en Argentina quienes, luego se comprobaría, no tenían presencia significativa en la toma.
El Jefe de Gobierno escupió su desprecio a lo diferente, al extranjero, sabiendo que portaba un pensamiento que sería recibido con beneplácito por no pocos. Lejos estaba de suponer que su xenofobia quedaría pequeña al lado del racismo que se desató entonces.
La toma del parque desnudó además la vigencia de la lucha de clases con una estratificación sumamente compleja donde desde la punta de la pirámide hasta la base, es decir desde los muy ricos a los muy pobres hay infinidad de gradaciones dispuestos a defender su imaginario escalón de “privilegio” a sangre y fuego. Habíamos presenciado muchas veces la pelea de pobres contra pobres y sus desesperanzadas consecuencias, pero el Indoamericano nos mostró un corte inédito, el enfrentamiento de “los negros”, como históricamente se bautizó a los pobres, con los “marrones”, en los que se agrupó a bolivianos, peruanos, y por añadidura, paraguayos. Si bien es estribillo dominguero del fútbol de todos y para todos, y habita el corazón de muchas concentraciones políticas la fuerza del prejuicio y el racismo en su envase de odio y furia nos preocuparon seriamente a quienes sostenemos la igualdad de los seres humanos como principio básico de convivencia.
Pero estamos lejos de sostener que el racismo es un sentimiento y una ideología tributaria de esos grupos en pugna. Podemos afirmar, en cambio que tiene una extensa transversalidad, independientemente de que vaya mostrando distintos ropajes. No es casual que se haya visto su desnudez entre quienes menos tienen.
No creemos, como decía el inefable Bernardo Neustat, para justificarse a sí mismo, que todos tenemos un enano fascista dentro, pero si que cuando el racismo muestra todo su esplendor, su extensión es atemorizante.
El racismo eructa conductas odiosas que tienden no solamente a diferenciarse del distinto, extraño, extranjero, sino a su exterminio.
Aquí necesitamos hacer algunas diferenciaciones ya que no todos los sectores que discriminan responden a los mismos estímulos.
El racismo de los que lo tienen todo es el más “legítimo” y claro. Por derecho de familia o acumulación de plusvalor los ha consolidado en el privilegio que a su vez genera una paranoia odiosa. Hay que estar en guardia contra el diferente…o tomar la iniciativa. Desde pequeño sabe de olores y colores que son de despreciar porque “son lo que quieren lo mío”. Aprendimos con Althusser que la ideología y los aparatos ideológicos y de control del estado están ahí para preservarlos.
Y como se ha visto en estos días, aún cuando el estado represor y centinela de privilegios se está desarmando, los repliegues que anidan en las costuras son suficientes para sembrar la muerte. Muchos de los que salieron a matar bajo la consigna de que “la propiedad privada es privada”, probablemente sepan que en esta vida el sueño de la casita propia es ajeno.
Porque, bueno es decirlo, los cuadros de los cuerpos policiales no provienen precisamente de los sectores mas acomodados de la población y atacán con fiereza en los reprimidos, aquello que rechazan de sí mismos. Ese es el secreto de su eficacia. Atacando al semejante arman la ilusión de la diferencia.
Este es el mismo mecanismo que se disparó en la disputa por el sueño que portaban los futuros lotes del parque Indoamericano. La pelea sin piedad enfrentó a los más humildes con los un poquito apenas más humildes. Estos últimos tenían la gloria de haber logrado una punta de playa, un terrenito tomado y ya alambrado, un departamentito sub sub vendido o sub sub alquilado. Es decir las puertas del cielo que promete la propiedad privada. Mientras ellos se sienten mas cerca del que más tiene, por encandilamiento de la posesión, los desheredados de la tierra, apenas un escalón mas abajo, les recuerdan lo que han sido, lo que pueden llegar a ser nuevamente. Y eso es devastador.
Por eso abogamos por una lectura mas profunda de los trágicos días de Soldati. Si sostenemos el criterio de la lucha xenofóbica, tapamos el racismo autóctono que se desató. Nunca se pretendió cerrarle el paso al extranjero sino de extranjerizar su propia miseria de vida que, en macabra identificación con el expoliador quedó situada en el invasor. Salvajemente trasladado a lo social, hablamos, junto a Freud, de identificación con el agresor.
Pasó en Soldati, las muertes y la televisión actuaron como microscopios que nos habilitaron un primer plano, pero se sabe, los microscopios muestran virus que no se ven a simple vista pero que están en todos lados…siempre.

*psicólogo

Informe Racismo y Xenofobia en Argentina/Racismo, Sociedad y Política en Argentina/Rubén Liggera

Racismo, Sociedad y Política en Argentina

Por Rubén Américo Liggera*
(para La Tecla Eñe)


Desde la invasión española en América el prejuicio racista tiene que ver con las relaciones de poder político y de control económico y social. Es decir que, desde el fondo mismo de la historia, en nuestra Argentina, hemos vivido períodos de violencia que fueron variando de forma y virulencia según las circunstancias.
Los hijos de la tierra fueron sometidos por la maquinaria bélica europea para efectivizar su insaciable rapiña en las minas de Potosí. Más al sur, la Ciudad de los Césares no fue más que un espejismo. Sin embargo, el criollo, descendiente de aquellos pueblos originarios hacia los días de la independencia no formaba parte de la gente “decente” o “vecinos” con capacidad de decisión. Pero como siempre el pueblo “quiere saber de qué se trata” se hizo presente en la plaza para presionar a los cabildantes.
Los esclavos traídos desde Africa por traficantes ingleses y portugueses hasta Colonia del Sacramento, a falta de explotaciones intensivas se transformaron por estas costas en diligentes sirvientes de la burguesía comercial rioplatense.
Indios, negros y criollos pobres en el Río de la Plata conformaron la escala social más baja de la sociedad. Y aunque la Asamblea del XIII había terminado con la esclavitud los afroamericanos continuaron siendo discriminados.
Políticamente, descendientes de estas clases sociales apoyaron luego la causa federal; ante participaron activamente en los ejércitos libertadores. Leales al “partido americano” vistieron la divisa punzó en las guerras civiles contra los representantes del “partido europeo”. La chusma iletrada, los gauchos, los indios, negros y mulatos advirtieron prontamente que Rosas y los caudillos provinciales eran los líderes populares que representaban sus intereses contra el centralismo porteño.
Desde 1820 a 1852 la taba cayó suerte y a veces culo para el paisanaje y sus conductores, pero el período rosista significó en los hechos el más alentador para las clases bajas. Civilización versus barbarie fue el denominador común de intensas y diversas maneras de enfrentamiento entre los defensores de un federalismo popular y un centralismo elitista.
Después de 1853, ya dictada la Constitución Nacional, las guerras intestinas continuarán hasta mucho después de la anexión de Buenos Aires a la Confederación Argentina. La llamada “organización nacional” se conquistará a sangre y fuego, porque para educados como Sarmiento la sangre de gaucho no valiera un pito…
“Gobernar es poblar” fue el lema generacional imaginado por Alberdi. La inmigración europea, entonces, irá conformando en el imaginario argentino aquello que dice que “descendemos de los barcos”. Acerca de este mito nacional del “crisol de razas” resulta muy esclarecedora la investigación de Ezequiel Adamovsky en Historia de la Clase Media Argentina. Apogeo y decadencia de una ilusión, 1919-2003 (Bs. As., 2009)
Adamovsky habla de un “ciudadano ideal” en estos términos: ”Todos estos mensajes/ culturales, implícitos y explícitos/ (…)realizaron verdaderas ´operaciones de clasificación´ que apuntaban a crear o reforzar jerarquías sociales y contrarrestar los vínculos de solidaridad que se estaban creando entre gente de diferente condición y los sueños de una vida nueva que a menudo los acompañaban. Parte de estos mensajes involucraron la creación y difusión de una imagen del argentino ´ideal´, un modelo de lo que cada uno debía ser y cómo debía comportarse. El ciudadano ´correcto´ era el que dedicaba sus mayores esfuerzos a su bienestar material y al progreso de su familia”…Era el que accedía a determinado nivel de consumo, era capaz de comportarse como alguien “civilizado”, participaba en política correctamente. En esta sociedad machista (otra forma de discriminación agregamos nosotros) la mujer ocupaba en este ideal un lugar secundario ocupándose del hogar. Y concluye este pasaje: ”Así, se nos hizo visible en varias ocasiones, que la norma del argentino ´ideal´ estaba modelada a partir de las características de los grupos sociales de cierta posición y de piel blanca, contraponiéndose implícitamente con la de los trabajadores manuales, los más pobres, los incultos´, los menos ´decentes´ y los de tez morena”(…)”Y ya que la Argentina era un país de inmigración y de cultura europea, los argentinos de verdad tenían (N de la R: subrayado del autor) que ser blancos”(pp.86-87)
Adamovsky nos irá mostrando en esta obra esclarecedora cómo el sistema educativo implementado por la Generación del ´80 trató de domesticar a las masas populares; cómo los medios contribuyeron a la conformación de una imagen del “deber ser” social de nuestra “clase media” que –por diversas razones- al fin y al cabo no sería más que una “identidad subjetiva”, asegura.


La irrupción del peronismo a mediados del siglo pasado ciertamente significó una fenomenal ruptura del orden social establecido por las clases dominantes. La chusma, la negrada, los cabecitas, los “grasas”, las mujeres se hicieron ahora visibles y “naide es más que ninguno”. Imperdonable. Perón y Evita, íconos del proyecto nacional y popular encarnado por el justicialismo a mediados del siglo pasado serán estigmatizados de mil maneras por el poder, ahora seriamente amenazado.
“Algo había sido violado. ´La chusma´, dijo para tranquilizarse….´hay que aplastarlo, aplastarlo´, dijo para tranquilizarse. ´La fuerza pública´, dijo, ´tenemos toda la fuerza pública y el ejército´, dijo para tranquilizarse. Sintió que odiaba. Y de pronto el señor Lanari supo que desde entonces jamás estaría seguro de nada. De nada”. Así culmina “Cabecita negra” (1961), ese cuento magistral de Germán Rozenmacher que mostró como ninguno qué significó para amplios sectores de clase media el ascenso de los trabajadores con el peronismo. Esa necesidad de diferenciarse de las masas populares más que nada por cierto nivel educativo, su origen europeo y el color de su piel. Porque desde el punto de vista económico no son más que “trabajadores de cuello blanco”, asalariados calificados, imitadores de hábitos y costumbres de las clases superiores. De allí esa compartida “identidad subjetiva” que mencionamos arriba citando la investigación de Adamovosky.
Y curiosamente, fue el peronismo quien permitió el ascenso social de estos grupos sociales aliados a los “demócratas” que luego retrotrajeron sus conquistas sociales a condiciones de décadas anteriores; pero además, en nombre de la “libertad” persiguieron, silenciaron, reprimieron y fusilaron a grandes mayorías del pueblo argentino. En fin, después de 1955 perdimos todos. Irremediablemente.
Pero no aprendimos de la experiencia histórica. Cada tanto reaparecen expresiones racistas y xenofóbicas.
La fiesta neoliberal de los ´90 produjo la más feroz recesión social de que se tenga memoria en Argentina. Miles y miles de excluidos y desocupados salieron a las calles para reclamar trabajo y dignidad. Organizaciones sociales y sindicales cortaron calles y rutas a lo largo y ancho del país. Los “piqueteros” son la cabal representación de una década de infamias y humillaciones para el pueblo trabajador. Hasta la clase media se sintió agredida al verse pauperizada y en vertiginoso descenso.
Hace pocos días-en un contexto muy diferente- los sucesos del Indoamericano y Albariños mostró hasta el paroxismo, debido a la multiplicación mediática, cuánto de discriminación y violencia anida en nuestra sociedad.
Leña, muerte a los villeros, que se vayan los perucas, bolitas y paragüas. Basta de mantener a esos vagos que no quieren trabajar, no fomentemos la vagancia. “¡Qué país generoso!”, le dice una mujer-maestra ella-a otra frunciendo la cara en la cola del cajero del banco. Compartían la fila con los negros, feos y sucios que esperaban cobrar la Asignación Universal. (Doy fe. Fui testigo involuntario esa violencia verbal, de ese acto despreciativo en boca de personas que para mejorar sus ingresos trabajan doble turno en las escuelas, según sus propios dichos y que no era mi intención escuchar)
“El desprecio por el cabecita negra, su rechazo por parte de la pequeña burguesía liberal y democrática, muestra hasta qué extremos el prejuicio impregna nuestras racionalizaciones. Reconocer en él, en el provinciano, al hijo del país, a una de nuestras partes, significa lisa y llanamente aceptar el viejo conflicto entre capital y provincia, entre unitarios y federales, entre ejército regular y montonera, entre gobierno patriarcal y gran puerto fenicio. Es algo que está más allá de las racionalizaciones del pequeño burgués, liberal y democrático, presionado por su realidad económica, por su desmesurado sueño de grandeza, por su deseo de ingresar, económica y espiritualmente, a la clase alta. Obsesionado por su status, por su apellido gringo, por su falta de tradición, se siente, en su rechazo al cabecita negra, aliado a los que mandan. Ellos y él, por fin, tienen algo en común. Sin embargo, esto no deja de ser una ilusión. Ser diferente, ser gente, ser bien, significa no tener nada en común con ese intruso, que nos recuerda un origen humilde, de trabajo, de pequeñas humillaciones cotidianas. En. esta fantasía, el pequeño burgués transfiere sus propias carencias al cabecita negra: el otro es el indolente, el ignorante, el poca cosa, el advenedizo. ´Ahora tendrán que trabajar´, dice en 1955, a la caída de Perón. ´Los negros volverán a la cocina´ hubiera dicho cien años antes, después de Caseros” (Ilustrativo y siempre vigente análisis de Pedro Orgambide, revista Extra, 1967)
Estas actitudes explican de alguna manera el apoyo que recibió el denominado ”campo” en su corcovo destituyente cuando el gobierno nacional osó meterle la mano en el bolsillo (el más sensible de los órganos del ser humano, claro)
Aceptémoslo. En Argentina existieron y existen actitudes racistas. Por acción u omisión. No importa. Pero vale la pena ponerlo en palabras. A modo de exorcismo o de reto intelectual.
Desde 2003 hasta ahora, impulsados por un modelo neodesarrollista con justicia social, se han vuelto a visibilizar los sumergidos de nuestra historia. Y eso otra vez molesta, genera rechazo, odio, resentimiento. Saca lo peor de nosotros. Se justifican ligeramente la represión y la violencia contra los negritos, los villeros, los inmigrantes, los homosexuales.
Pero el color de la piel, el género, la elección sexual, en última instancia esconden tensiones sociales que cuando encuentran situaciones favorables se patentizan. La política, no por casualidad, es el vehículo más apto para su injusta permanencia en el tiempo o su paulatina solución de acá en más.
Depende de qué partido tomemos.

* Poeta y periodista

Informe Racismo y Xenofobia en Argentina/Cómo detectar-nos, el racismo nuestro de cada día/Rodolfo Braceli

Cómo detectar-nos
el racismo nuestro de cada día*

por Rodolfo Braceli

(para La Tecl@ Eñe)


Permiso. Propongo, en ayunas o, si se prefiere, en la mitad de cualquier insomnio, que nos hagamos ciertas preguntas del modo más directo, sin celofán, así como vienen, sin anestesia: ¿Yo soy racista? El grueso de la sociedad a la que pertenezco, ¿es racista?
No sigamos de largo: reiterémonos la pregunta, en voz alta: ¿Soy racista?, ¿somos racistas?
No es casual que ahora esté craneando semejantes preguntas: esta mañana me despertó una voz que subía de la vereda. Me asomé y vi a dos laburantes; uno le decía al otro: “Andá, boliviano de mierda, si vos comés arroz con huevo todos los días, si es que comés”. Se insulta la extrema pobreza del otro, agravada tal vez por la condición de indocumentado. No de credo, no de piel, racismo social. La cordial impunidad de la xenofobia cotidiana, de apariencia inofensiva. Aquí, entre pares.
¿Será por eso que ciertos asesores de imagen le recomiendan discursos xenófobos a algunos candidatos a presidentes de esta patria idolatrada?

Qué drama: un mellizo rubio y otro morocho

Voy por otro caso. Año 1978. Yo vivía en un PH en Villa Urquiza. Un largo pasillo-zaguán de luz incierta conectaba las casas. Desde Adán y Eva, se sabe, los zaguanes son propicios para noviazgos, besos, manos urgentes, y así sucesivamente. En la casa de adelante vivía una familia de origen italiano, napolitanos de piel oscura. La abuela hacía unos tucos que conmocionaban el aire vecindario. El padre, tornero de apreciado oficio era un férreo “hombre de palabra”. A las dos hijas, en trance de recibirse de maestras, las tenía cortitas con las salidas, con los horarios. Pero el zaguán.
Una de ellas quedó sumamente embarazada. Las ropas del invierno disimularon la creciente semillita hasta que, como a los cinco meses el advenimiento se supo. Las paredes se adelgazaron: llantos, maldiciones, sensación de fin del mundo. A todo esto, el autor lácteo del embarazo, un adolescente, dijo “yo no fui”. Es decir, “yo, argentino”, con el aval de sus padres.
El embarazo siguió con la fuerza de lo clandestino. El padre de la embarazada varió sus horarios: partía antes de clarear y volvía entrada la noche. Por la vergüenza. Por más que las discusiones se disimulaban, a veces se escuchaba un puñetazo en la mesa y después “¡Crisssto!” Un silencio de abismo y el broche del “¡Porrrrca miseria!”
Siete, ocho, nueve meses: la vergüenza fue corrida a chancletazos de felicidad. Vinieron ¡mellizos! Dos varoncitos inquietos, sin horarios para llorar. Uno resultó rubio y de ojos claros, como la familia del padrecito que se borró. El otro vino de piel cetrina y ojos negros, como la familia de su madre. Pronto fueron del dominio público y los abuelos gringos decidieron por fin afrontar los ojos del vecindario. Pero siempre, siempre, al que primero y más mostraban era al rubiecito: “Éste un santo, duerme la noche entera. Y ojos azules tiene, ¿vio?”
Al morochito por supuesto que lo cuidaban y lo querían igual. Pero, dicho sea entre paréntesis: (Hijito del bendito zaguán, ¿cómo se te ocurre ser clandestino y encima morochito y de ojos negros como la noche?)

Si Axel Blumberg hubiera sido…

Digresión. O no tanto. Al viejo Serafín Ciruela no le gustan los maníes, prefiere los manices. Suele ponerse a comerlos en poblados cafés. Es su modo de meditar. Al final de los manices con tres palmadas convoca la atención de todos y ahí, poniéndose de pie sobre un cajoncito de fruta que siempre lo acompaña, enarbola preguntas muy incómodas. Suele preguntar, a quien quiera oír y a quien no: “Si Axel Blumberg hubiera sido un joven de piel oscura con padres por el estilo, después de su horroroso secuestro y muerte ¿cuántos de nosotros, ciudadanos sensibles, hubiéramos ido a la Plaza del Congreso? A ver, damas y caballeros, ¿cuántos? ¿150 mil, o 150 o 15? ¿Será que somos también racistas para el dolor, para la solidaridad, para el reclamo de justicia?”
En fin.

El racismo rompe bolsa

El racismo es uno de los sentimientos más prontos, más fáciles. Como la mismísima envidia, parece inherente a la condición humana. El problema emerge, grave, cuando ese sentimiento rompe bolsa y se esconde bajo el peligroso eufemismo que anida la palabra “patria”.
Los autodenominados racionales solemos justificar la necesidad de agresión comparándonos con el comportamiento de los animales. “Ellos marcan siempre su territorio”, argumentamos. Portadores de celulares y otras güevaditas, a ese criterio lo ampliamos pavorosamente: desplegamos nuestra presunta civilización mordiendo mapa ajeno. No nos tiembla el pulso para sembrar misiles. Siempre hay algún hijo de Bush dispuesto. Incluso, cuando los misiles inteligentes equivocan su objetivo, se recurre a otro obsceno eufemismo: “daños colaterales”. Pero adentro del “colaterales” quedan miles que habían nacido para vivir como yo tú él nosotros vosotros y ellos. Justamente “ellos”, por ese racismo patrio que rompe bolsa, son borrados de todo mapa. En tales trances exterminadores, la vida del “otro” se convierte en detalle de morondanga.

El animal más despiadado

Vieja pregunta irresuelta: ¿Cómo hacemos para dejar de distinguirnos, entre todas las especies, como “la única con capacidad para exterminar a los semejantes”? La ciencia y la técnica avanzaron tanto que soltaron la mano de la moral. ¿Hay modos de defender al hombre del hombre?
Medita Anthony Store sobre cómo canalizar la natural agresividad exterminadora de los humanos: “Aunque otro Hitler prefiriera destruir a la vez el mundo y a él mismo, no nos proporcionaría con ello un escape a nuestros impulsos agresivos”. Tenemos que ver cómo desahogamos esa necesidad aniquiladora, pues, agrega Store, “lo que deseo destruir en mi enemigo es lo que yo no puedo tragar, y matarlo es suicidarme. Sólo cuando nos damos cuenta cabal de esta verdad aprendemos a valorar a nuestro enemigo y aprendemos a luchar con él sin destruirlo.”

El genocidio, esa costumbre

Elijamos al voleo una página de la historia. Nos encontramos, por ejemplo, con que un tal Basilio II (año 1014) harto del asedio del rey Samuel le vació los ojos a 15000 búlgaros. Pero fue caritativo con 150: le dejó un ojo a un jefe de cada cien, para que pudiera guiar a sus compañeros. Hacia atrás de ese casual 1014, o hacia adelante, hasta nuestros días, la agresividad entre humanos vecinos es muestrario de horrores imposibles: humanos asados, cabezas de soldados arrojadas sobre el enemigo como adoquines, empalamientos masivos, niños ahogados en agua hirviendo, pueblos obligados a la sed y hambre del desierto, cámaras de gas, torturas de varia especie y desapariciones de cadáveres (acá cerca), atómicas, misiles sobre poblaciones civiles. El genocidio como costumbre humana.
El antropólogo Derek Freeman nos dice, citando a Durban y Bowlby, que ningún grupo de animales es “más despiadado en la agresión que los representantes de la especie humana”. Y citando a William James, describe al hombre, como el único “que hace presa sistemáticamente en su propia especie”.
Y todo por los mapas de patrias y/o religiones.

Más acá de nuestras narices

Adormecido, pero latente, incubó bajito el conflicto por las pasteras del Uruguay. Recordemos: hubo momentos que en ambas orillas se paladeó el conflicto. Se fue cocinando un lento encono que podría cristalizarse en odio, entre habitantes de dos países ¿hermanos? Recordemos más: ese conflicto ensució el alma del aire. Porque el aire no es sólo el que respiramos. Creció la polución de dos sordos monólogos de sordos. Pobre Mercosur, no coagula.
Hubo alguna que otra reflexión conciliadora, pero prevaleció el resentimiento que engorda al nacionalismo nacionaludo. Ahora, uruguayos y argentinos, pleiteamos. “Somos hermanos mellizos”, dijo don Raúl Alfonsín. “Hermanos de placenta”, sumó don Pepe Mujica. Pero ojo al piojo: esa condición no garantiza armonía. Rómulo se despachó a Remo y Caín a Abel.
Miremos, más acá de nuestras narices. La cantidad de mapa es una casualidad. ¿Aprenderemos que haber nacido de éste o aquel lado es un puro azar? Maldito amor propio. Tantos amigos dejaron de hablarse. ¿Cómo harán los esposos binacionales?, ¿Y los que tienen hijos en ambas orillas? ¿Acaso los nacidos de un lado son moralmente mejores que los nacidos del otro?
Animosidad, encono, odio agazapado en disponibilidad. A todo esto Gardel tiene hipo. Pobre mi madre querida, ¿cantaremos a dúo? No nos insultemos a la madre. Y más cuando la madre del otro es también la nuestra. La hermandad es un trabajo. Arduo. Como la esperanza. Cuidado con el odio convertido en bandera. El seudo honor cancela la cabeza y el corazón.
Ser argentino o ser uruguayo es una casualidad. Le puede pasar a cualquiera.

Pesadilla de almohada

Iinfluído por un episodio real, que después contaré, soñé con una mujer imprecisa, ¿andaluza, israelita, palestina, musulmana, tal vez violinista de la orquesta que fundó Daniel Barenboim con Edward Said? Humo pesado, escombros, sirenas había en el sueño, gritos y alaridos. Estaba la mujer pariendo en la calle, en el umbral de un edificio mitad derrumbado, en el lado palestino. Asoma una criatura. Pero queda otra en el vientre. Quienes la socorren la suben a una camioneta y en quince minutos está del lado israelí en un hospital de campaña. La mujer ahora no grita, repite “ya viene” mordiéndose los labios. Y brota la otra criatura. Para la madre y para la Vida, ¿importa que un hijo haya nacido en Palestina y el otro en Israel? ¿Uno de los dos es superior? ¿Uno merece vivir y el otro no?
Ser palestino o ser judío es una casualidad. Le puede pasar a cualquiera.

Otra digresión

El viejo Serafín Ciruela se me aparece en los lugares y momentos menos pensados. No sé si en broma o en serio me cuenta de un tipo que se jacta de ser “absolutamente antiracista”. Anda diciendo el tipo: “Yo no discrimino a nadie, pero a nadie eh. Si hasta tengo un amigo racista”.

Maradona nació en Bolivia

Un modo de revisar nuestros comportamientos es bajando a esta realidad tan irreal. Así podremos ver cómo nuestros complejos de superioridad se pueden volver, en un segundo, de inferioridad. Como una suerte de ejercicio para revisar-nos propuse en mi libro De fútbol somos, jugar con esta suposición: nuestro ídolo máximo no nació aquí, nació en…
Punto de partida: el promedio argentino no es medio racista. Lo es enteramente. Racista sin asco, con asco. Así como no se puede ser medio criminal, ni medio decente, tampoco medio racista. Ergo: no nos absolvamos con la frecuente frase de que “bue, un poco racistas somos, pero no es para tanto”. No lo somos más por falta de oportunidad.
Nuestro racismo a veces es generacional: los viejos, agresivos, sospechan de los jóvenes; los jóvenes desprecian sin disimulo a los viejos. Muy diferente el tratamiento, espacio y tiempo que se le da un secuestro y/o asesinato de alguien adinerado que al de alguien de condición pobre. Aquí, el color de la piel se puede, digamos, “perdonar”, si las posesiones materiales son considerables. El Negro Rada me lo contó así: “Cuando no tenía fama ni dinero, muchas veces personas que venían en dirección contraria se cambiaban de vereda al verme. Por las dudas, señor”. Con otras palabras Hermenegildo Sábat me dijo: “En la Argentina del 2000 se puede ser cualquier cosa: estafador, traficante, delincuente... cualquier cosa menos pobre”.
Don Serafín Ciruela cada vez que puede me dice que los mapas son una casualidad. Pero no se queda en la comodidad del discurso: la noche final que va del 1999 al 2000 se puso a inventar “un remedio para racistas”. Pergeñó un rumor, según el cual Diego Armando Maradona nació en Bolivia. Dicen que allí estaban, el 30 de octubre de 1960, Diego Chitoro Maradona y Dalma Salvadora Franco, por una posibilidad laboral. Lo cierto es que los primeros 47 días de vida de Diego sucedieron en Bolivia. Allí vio el sol por primera vez, allí mamó de las tetas fundamentales de su madre, allí aprendió a respirar. Después sí, sus padres volvieron con él a la Argentina y lo anotaron aquí. Maradona boliviano. Hipótesis prodigiosa, por reveladora. Bajemos dos, tres cambios: imaginemos lo que pasaría con millones de nacionaludos si una mañana se encuentran con la noticia, a toda página, de que el Diego no nació en la bendita Argentina.
Imaginemos: ¡Maradona boliviano! Sería terrible. Moralmente sísmico. Pero qué gran remedio, qué buen escarmiento para ese racismo cabroncito y peligroso que acciona, aunque no se nos note.
Ante semejante noticia el mentado Ser Nacional se bajaría del Everest de su ego y sufriría un colapso de tristeza. Y acto seguido una colitis de orgullo. En horas nos iríamos por el desprestigiado agujerito posterior.
“Maradona boliviano”. Caramba, dirían los educados. Carajo, dirían los de la tribuna. Los académicos dirían caraxus. Ante la buena nueva: ¿cuántos iríamos a patear, a morder los mástiles? Y otra vez el “Padre, padre, ¿por qué nos has abandonado?”

Mellizos de nacionalidad diferente

Esto no lo soñé, sucedió en el 1974 después de Cristo. Y lo volqué a una crónica de la agencia Ameuropress. Un día de enero, Eugenia Sosa estaba en su rancho, cerca del río Pilcomayo, en Formosa. Sola estaba. Ante los apremios del parto gritó para que alguna vecina la escuchara. Mientras, arrimó una sabanita, tuvo a mano un cuchillo. Y cuando salió la criatura, la vecina que llegaba la ayudó con el cordón umbilical. Pero las dos advirtieron que en el vientre quedaba un hijo más. Del otro lado del río, ya en territorio paraguayo, había un poblado con un puesto sanitario y una vieja para todo hacer. Pensando con el instinto, decidieron llegar a un embarcadero elemental; con una canoa cruzaron a la otra orilla, caminaron abrazadas dos, tres cuadras, y por fin el puesto sanitario. Allí la partera, fumando. Se arremangó. “¿Cuánto rato desde que te nació el primero?” “Una hora, cuanto más”. Y el otro mellizo asomó con su llanto sanito. Eugenia Sosa alcanzó su rato de celebridad. Tuvo en menos de una hora dos hijos en dos países: uno, argentino, y el otro, paraguayo. Mellizos de distinta nacionalidad.
Si el segundo de los mellizos nacía también en el rancho de Formosa, ¿habría sido, por eso, más inteligente, más brillante, más vivaracho? Nacer unos metros más acá o más allá, ¿cambia en algo la condición humana?

Posdata

Propongo un par de ejercicios para deponer algunas formas de racismo y evitar que el entrañable “amor por lo propio” se nos transforme en “amor propio” agresor. Ejercicio uno: considerar por un rato que el prodigioso Maradona nació en Bolivia. Dos: recordar esos mellizos que, por cuestión de minutos y de metros, nacieron en países diferentes.
En un mundo a merced de hambre, analfabetismo y analfabetización, donde la xenofobia pasa por amor patrio, y hasta es recomendada por supremos asesores de imagen, en un mundo así estemos atentos. Somos, entre las especies, la única capaz de agredirse hasta el exterminio.
Cuando nos vienen los odios nacianaludos, cuando por esas cosas de los mundiales quisiéramos aniquilar al de bandera o camiseta diferente, cuando eso nos pasa debiéramos pensar que los diferentes somos tan, pero tan iguales. Que una línea de mapa no es más que una línea. Y la nacionalidad, una pura casualidad. Porque la Tierra es una sola, y dividirla una picardía. La más de las veces, una sangrienta picardía alimentada por los fabricantes de misiles y otros artefactos persuasivos.
Pensar debiéramos que la famosa Tierra, por aire, mar y tierra, está perfectamente dotada para irse no a la mierda, sino a algo irreparable, a la mismísima Nada. Tengamos la crucial grandeza de considerar lo chiquito que somos: menos que una arenita flotando en la inmensidad del cosmos. Por ahora.

rbraceli@arnet.com.ar
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Para conocer más:
www.rodolfobraceli.com
Autor de una veintena de libros, algunos traducidos al inglés, italiano, francés y polaco; entre ellos, El último padre; Don Borges, saque su cuchillo porque…; De fútbol somos. Los más recientes: Vincent, te espero desnuda al final del libro; Perfume de gol y Escritores descalzos.

*Nota. Este texto fue creciendo, realimentándose en sucesivas publicaciones, desde barriales hasta nacionales. La semilla proviene de una página de mi libro “Madre argentina hay una sola” (Sudamericana, 1999)

Informe Racismo y Xenofobia en Argentina/Y otra vez apareció el enano/Ronaldo Wright

Y OTRA VEZ APARECIO EL ENANO


Por Ronaldo Wrigth*
(para La Tecl@ Eñe)

Foto: Man Ray


La cobertura mediática de las grandes empresas de comunicación concentradas ha mostrado hasta el hartazgo a miles de familias excluidas de las necesidades básicas elementales y que no tienen adónde vivir. Y junto a este cuadro, algunas voces en la pantalla chica han caracterizado a esas personas con el mote de villeros, vagos, negros de mierda, que tienen hijos a granel a los que luego utilizan para legitimar sus reclamos. Además, pudimos observar el conflicto desatado entre los muy pobres y los no tan pobres, dos sectores que chocan fuertemente con la distinta concepción de las clases media y alta de nuestra sociedad.
Esa tajante división entre los vecinos del barrio y los okupas ilegales fue lamentablemente exacerbada por las declaraciones públicas de varios funcionarios del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, tan cargadas de xenofobia para referirse a nuestros hermanos peruanos, paraguayos y bolivianos. No sólo fueron considerados como inmigrantes de baja calidad y tratados de indeseables, sino que siguen floreciendo en estas Fiestas de Fin de Año todas las discriminaciones y prejuicios que podamos imaginar. El enano macri-fascista que muchos alojan en lo más íntimo de sus corazones ha mostrado nuevamente su fea cara en estos días de festejo ante la inminente llegada del Señor. Otra vez se ha evidenciado con un cierto horror que los paraguas, los perucas y los bolitas son poca cosa, casi menos que nada.
Mucho se ha hablado y escrito acerca de estos luctuosos hechos. Yo simplemente quiero agregar unas pocas consideraciones, pues surgió de pronto en mi mente y en mi sentir nada menos que la inmensa figura de Claude Lévi-Strauss, recientemente fallecido a la edad de cien años. El más grande antropólogo cultural de nuestra época hablaba de dos estrategias para enfrentar la otredad de los demás: la antropoémica y la antropofágica. La primera consistía en vomitar expulsando a los que consideramos ajenos y extraños, ya sea con la cárcel, la deportación o incluso con el asesinato (algo así como no ahorrar sangre de Juan Castañeda Quispe, Rosemarie Puja o Bernardino Salgueiro); mientras que la segunda estrategia procuraba ingerir cuerpos y espíritus extraños para, de tal modo, no diferenciarlos de nosotros.
Podríamos pensar que la Constitución Nacional del año 1853 reservó muchos lugares fágicos para los inmigrantes europeos, ya que uno de los propósitos al fomentar su arribo a estas tierras era ingerir de ellos los supuestos mejores aspectos de la especie humana: socio-culturales y espirituales. Todo lo contrario, la constitución no escrita del enano macri-fascismo pretende ofrecer a los hermanos latinoamericanos no sólo espacios vacíos sino también no-lugares, proponiéndoles la más simple y fácil de las soluciones: que se vayan… ¡¡¡y si es lo antes posible, mejor!!! La estrategia émica es expulsarlos, excluyéndolos para que no ocupen estas benditas tierras; se los vomita y se los discrimina pues, al parecer, no forman parte de todos los hombres y mujeres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino.
Cierro, entonces, estas breves líneas con un deseo: que las precarias condiciones económicas, sociales y culturales —todavía existentes— no sean mal utilizadas tanto por los grandes medios de comunicación como por algunos funcionarios locales (no de baja calidad sino de escasa estatura, o enanos), como para hacernos creer que algunos seres humanos somos más desechables que otros. Por su lado, las masivas expulsiones denominadas operativos de limpieza deberían aún hoy causarnos honda indignación y repudio. Anhelo que el encuentro con los hermanos que vienen de los países limítrofes no sea un simple acontecimiento sin pasado y sin futuro, sino que en el curso de los años venideros podamos seguir construyendo eso que alguna vez se dio en llamar la Patria Grande. ¡Que así sea!

*RONALDO WRIGHT
Psicólogo Social – Abogado

La Columna Grande/El Crimen de la Paz/Alfredo Grande

EL CRIMEN DE LA PAZ

por Alfredo Grande
(Especial para La Tecl@ Eñe)

“al que madruga, Dios lo ayuda. Pero tiene que ser de clase media alta” (aforismo implicado)

“Junto a Jorge Arredondo y Fabián Naistat realizamos un informe especial sobre contaminación ambiental en parte del conurbano bonaerense, en el partido de La matanza: La localidad de González Catán.Allí, los vecinos padecen numerosas enfermedades e incluso ha habido muertes debido a la contaminación del medio ambiente provocada por el relleno sanitario instalado en la ciudad. Responsabilizan a la Ceamse (Coordinación Ecológica del Área Metropolitana Sociedad del Estado), mientras los gobiernos municipal, provincial y nacional hacen oídos sordos a sus reclamos.Este llamado complejo ambiental se creó durante la dictadura en 1977. Hoy recibe por mes unas 64 mil toneladas de basura y estiman que a diario son unas 2100 toneladas. Consultamos a Celia Frutos y Graciela Degano integrantes de la ONG Vecinos autoconvocados sin partidismo políticos contra la CEAMSE de Gonzalez Catán.Cabe destacar informes de medios de prensa alternativos como Anred y varios blog de los que tomé prestadas algunas fotos (cito fuente), entre otros que vienen siguiendo este preocupante tema.” (agencia de Noticias John Reed)

“Para muestra basta un botón”. Refranero que, por rara excepción, no es represor. Ese botón no es otra cosa que un analizador. Entendiendo por tal todo artificio (simbólico, mecánico, vincular, electrónico) que nos permita intuir la esencia desde la apariencia. En este caso, cuando podemos construir un dispositivo analizador, las apariencias no engañan. O al menos, no engañan todo el tiempo. Si entre apariencia y esencia no hubiera distancia, entonces tampoco habría ciencia. Lo esencial es invisible a los ojos, como nos decía el principito, pero también a toda forma de racionalidad. Y muy especialmente, la racionalidad descubridora. El pasaje del ideal a la idealización es peligroso. La idealización de la paz impide señalar, criticar, cuestionar, aquellas circunstancias que en realidad interpelan la misma sustancia de la paz. Si la polaridad de la paz es la guerra, si los crímenes sólo son de la guerra, al decir de Tolstoi y Alberdi, los tratados de paz pueden tomarse, a mi criterio, como sinónimos de justicia, bienestar, felicidad. Es una atracción fatal, sin dudas. Como dije, en toda cultura no represora, la excepción no confirma la regla, sino que la interpela. Esa es mi idea: interpelar la idea de que toda paz es mejor que toda guerra. En la paz los enemigos no desaparecen, apenas quedan mejor camuflados. Operación blanqueo de tantos conversos, incluso de los amantes de las dictaduras, incluso de los novios del liberalismo. Si es cierto que “hecha la ley, hecha la trampa”, también podríamos decir que: “hecha la paz, vienen más trampas”. La polaridad “democracia-dictadura” contribuyó a sostener la idealización. Los males de la dictadura se curaban con democracia. Ahora bien: quizá sea cruel decir que cada pueblo tiene la democracia que se merece. La generación de los 70, al menos los más combativos, no derramaron sangre por la democracia, sino por la patria socialista. Que no es lo mismo, que no es igual. Lo democrático es una organización que incluye lógicas contradictorias, incluso incompatibles. Pensemos en estos tiempos la presencia dentro del Titanic democrático de los espectros y fantasmas del fascismo, junto a las victimas del gatillo fácil. Digamos las cosas más directamente: la democracia es la coartada legal del capitalismo. Por lo tanto, no se trata de más democracia, sino apenas de mejor democracia. Y no es lo mismo calidad que cantidad.
La marcha de los chicos del pueblo para denunciar el crimen del hambre, es mucho más democrática que una sesión en diputados. La marcha por la masacre de Cromagnon, que todos los 30 de cada mes familiares, sobrevivientes y amigos realizamos, es mucho más democrática que un decreto de necesidad y urgencia. Las fábricas recuperadas, todas las fábricas, no solamente las cercanas al ejecutivo, son más democráticas que todas las conciliaciones obligatorias. A menos que alguno crea que “preso Pedraza, se acabó la burocracia”. Por eso en la paz, se cometen crímenes de lesa humanidad. Los basurales a cielo abierto, la contaminación monstruosa de las mineras, la trata de mujeres, niñas y niños para explotación laboral, sexual o ambas, no hablan de ninguna paz. Apenas de que las guerras ahora crean territorios inclusivos, se meten para el adentro del entramado social, y son la continuación de las dictaduras por otros medios. El paco es más eficaz que una 9 milímetros. Mata más, mata siempre, e incluso las víctimas piden consumirlo. La bonaerense sigue firme contra el pueblo y la metropolitana de la reina del plata se hace la simpática.
De lo que se trata entonces, es de la justicia. Sin justicia, no hay paz: hay tregua.

*Médico Psiquiátra, Psicoanalista y Cooperativista-Presidente honorario de Atico Cooperativa de Salud Mental

Libros/Reedición de Eva Perón, de Libertad Demitrópulos/Por Jorge Bocanera

“Eva Perón”: Una biografía que reactualiza debates
Se reeditó la biografía “Eva Perón”, escrita por la narradora Libertad Demitrópulos
Por Jorge Boccanera*
(para La Tecl@ Eñe)
La biografía “Eva Perón”, escrita por la narradora Libertad Demitrópulos, da el retrato de una mujer resuelta y entregada sin respiro a una labor social hasta allí inédita, con una personalidad sustentada en el trípode de la pasión política, conciencia de la injusticia y un hondo sentido de la solidaridad.
Demitrópulos (1922-1998), arribó a Buenos Aires desde su Jujuy natal a fines de los ’40 y conoció a “Evita” trabajando en el hogar escuela Eva Perón. Si Evita había conocido la pobreza en su infancia en Los Toldos y Junín, la filiación peronista de la escritora fue moldeada por el sometimiento de los peones empleados en la zafra jujeña.
Si bien este libro, que acaba de ser reeditado por Ediciones Del Dock, no fue escrito expresamente para responder a los detractores de la figura de Eva Perón, queda de manifiesto la intención de polemizar y utilizar el debate como parte de la construcción del personaje.
La narradora alude a otros escritos sobre el tema, por lo que su libro se reactualiza en la confrontación de las distintas argumentaciones alrededor del mito “Evita”, otorgándole una dimensión humana por fuera de planteos que a su entender, tomaron un curso difamatorio.
Ya en los inicios de su libro hace referencia a biógrafos “tanto argentinos como extranjeros” que vieron azarosa la entrada de Eva a la política, y ubica esa conciencia en aquella adolescente que, aun diez años antes de conocer al general Juan D. Perón, ya mascullaba en su interior el tema de la injusticia y se iba formando, a partir de sus búsquedas de ser independiente, una idea clara de libertad
Menciona a Mary Main (“La mujer del látigo”), Román Lombille (“Eva, la predestinada”), Juan José Sebreli (“¿Aventurera o militante?”, y también a Ezequiel Martínez Estrada, Luis Franco y Víctor Bizio, entre quienes ubican a Eva, dice, como una mujer “resentida”, de “ego desmesurado” y retórica incendiada”.
La figura de “Evita” sigue siendo objeto de análisis diversos, a la vez que ha servido de tema para películas, novelas de ficción, canciones y obras de teatro, todo ello enfocado a dilucidar aspectos centrales de una vida breve signada por la intensidad.
En este sentido, la escritora rosarina María del Carmen Sillato, actualmente catedrática de la Universidad de Waterloo, Canadá, y autora de varios trabajos de investigación sobre Eva Perón, señala que la mayoría de los trabajos a cargo de biógrafos argentinos no siempre se han presentado desde una postura de absoluto distanciamiento político. Y da como ejemplo a biografía de Alicia Dujovne Ortiz, “Eva Perón. La biografía”.
Recuerda Sillato, además, que la biografía “La mujer del látigo” (1952) de la argentino-inglesa Mary Main: “Quien firmó su obra como ‘María Flores’ para evitar represalias, fue la primera obra difamatoria que circuló por el mundo. Aún el musical ‘Evita’ de Andrew Weber conlleva el sello de esa biografía”.
Uno de los últimos trabajos críticos donde aparece Eva Perón, es el ensayo “Comediantes y Mártires”, un análisis de los mitos populares argentinos a cargo del escritor Juan José Sebreli, quien bajo una supuesta equidistancia entre “el mito peronista” y el mito antiperonista” desliza, entre varios supuestos, una sexualidad turbia utilizada para “la supervivencia” tanto como para escalar posiciones”.
Contradictorio, Sebreli concede al personaje una “desbordante imaginación política”, una “voluntad”, y el haber realizado “una política muy original”, al tiempo que en el polo opuesto martilla sobre la palabra “fracaso” y da el perfil de una Eva Perón ambiciosa, fría y ajena a las ideas políticas, aún al Peronismo.
En el polo opuesto Sillato, sostiene que: “De las biografías sobre Eva Peón que he leído, me parece que la de Marysa Navarro, ‘Evita’, presenta una imagen más o menos equilibrada desde una posición más distanciada y menos apasionada”.
La escritora rosarina, autora entre otros textos referidos al tema de: “Mitos e historia en la narrativa argentina contemporánea: el caso Eva Perón” y “La razón de mi vida de Eva Perón: El texto como espacio de auto-representación melodramática”, agrega:
“En fin, se ha especulado mucho sobre el tema. En lo personal, yo admiro a Evita porque llego donde no pudieron llegar muchas mujeres, con tan poca educación formal y viniendo desde abajo socialmente”.
De alguna manera coincide con la autora de “Eva Perón”, Libertad Demitrópulos, quien, soslayando a veces temas controversiales como su relación en el plano político con Juan D. Perón (que algunos vieron como lealtad y otros a como sumisión), da el perfil de una persona rebelde y valiente, al tiempo que exalta su carácter resuelto.
Demitrópulos, frente al mito de Eva tensionado entre miradas diametralmente opuestas, trata de contrarrestar cualquier visión que supone sesgada poniendo énfasis en la mujer de acción que se mueve en un tiempo complejo (el de la Década Infame) y se recorta a partir de una intensa labor social, la lucha y concreción del voto femenino, y la creación del Partido Peronista Femenino.
Ubicada hoy como una e las narradoras de más significativas del país, Demitrópulos, quien tuvo a su cargo la organización del Primer Congreso de Escritoras realizado en Buenos Aires en 1988, posee una obra poblada por personajes mujeres enfrentadas a la adversidad en distintos momentos de la historia.
En su premiada novela “Río de las congojas” –varias veces reeditada y traducida- el protagonismo recae sobre una mujer llamada “María Muratore”, quien en tiempos de la Conquista no duda en reivindicar sus derechos. El nombre imanta de inmediato el de “María Eva”, como era conocida Evita en tiempos de joven actriz.
La escritora solía relativizar la categoría de “novela histórica” adosados por la crítica a algunos de sus libros, prefería hablar de una experiencia literaria y de una dimensión histórica que al irrumpir sobre el presente resulta en otra dimensión, la mítica.
Otros de sus libros son las novelas “Los comensales”, “La flor de hierro” y “Sabotaje en el álbum familiar”.-
La primera edición de la biografía “Eva Perón” fue publicada en 1984 a cargo del mítico sello del Centro Editor de América Latina.

*Poeta y periodista

Cultura y Política/El pueblo siempre vuelve/Norberto Galasso

Cultura y Política.

El pueblo siempre vuelve


Por Norberto Galasso*
( para La Tecl@ Eñe)



El 25 de mayo del 2003, cuando Néstor Kirchner asumió como Presidente de la Argentina, se ha convertido en fecha clave que marca un nuevo camino en nuestra historia.
Ese día se encontraron una Argentina destruida y un presidente imprevisto. La Argentina, castigada por varias décadas de neoliberalismo, hundida en plena crisis del “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, con índices tremendos de pobreza, indigencia y desocupación, de un gravísimo endeudamiento externo, de un deterioro del Estado en sus funciones, donde quien tenía algún proyecto, sólo pensaba en concretarlo yendo a una embajada para hacer su vida en el extranjero. Tal era el desánimo y la despolitización de largos años de frustraciones y entregas. A su vez, Néstor venía de haber logrado apenas el apoyo del 22% del electorado, sin una fuerza política organizada detrás suyo, llegando a la Casa Rosada inesperadamente a hacer frente a un desafío que le planteaba la Historia.
Siete años después, cuando falleció repentinamente, una explosión juvenil de congoja y afecto cubrió las calles céntricas y lo acompañó luego al silencio, para ratificarle que lo consideraba uno de los suyos, un militante, un transgresor, que en medio de las dificultades había logrado empujar a la Argentina hacia un nuevo camino y que dejaba en su lugar a Cristina para continuar avanzando en la tarea.
¿Que había sucedido en esos años? Se habían puesto en marcha nuevamente, como a través de toda nuestra historia, las mayorías populares. Golpeadas, traicionadas, explotadas, una y otra vez, venían de nuevo a afirmarse en su protagonismo para iniciar transformaciones muy importantes. Néstor jugó primero a la “transversalidad” para intentar consolidarse en el poder y sacarse de encima el abrazo del oso del duhaldismo. Se gestaron movimientos sociales y se fue reorganizando el mundo sindical, pero cuando existió el peligro de que el duhaldismo se acantonara en el Partido Justicialista, el Presidente debió sostenerse en esa trinchera aunque hubiese que negociar con algunos dirigentes no del todo confiables. Al mismo tiempo, se declaró hijo y nieto de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y avanzó, después de remover a la cúpula de las Fuerzas Armadas y depurar la Corte Suprema, con el castigo a los culpables del genocidio que durante años venían esquivando la sanción. Mientras se echaba a andar por estos nuevos caminos democráticos, le pagó la deuda al FMI y los despidió amablemente a los inspectores de ese instrumento del imperialismo que desde largo tiempo se habían dedicado a “monitorear” la economía argentina con recetas liberales de ajuste en perjuicio de las masas populares. Y achicó la deuda externa. Además, recuperó el espíritu de su militancia juvenil en La Plata y confrontó con quien había que confrontar, con lo cual se repolitizó el país y las fuerzas se fueron alineando como tantas otras veces en esta nuestra larga lucha. Al terminar su mandato, el triunfo electoral de Cristina para el período 2007/2011 evidenció que del 22% de los votos se había pasado a superar el 40%. De nuevo, la Plaza histórica congregaba militancia que superaba el desánimo, militancia especialmente juvenil y las grandes corporaciones salieron a la palestra para impedir los avances.
Allí se deslindaron cada vez más las fuerzas: de un lado la Sociedad Rural, los grandes poderes mediáticos y el imperialismo cuyo jefe se había ido con el rabo entre las piernas, derrotado, en Mar del Plata, en diciembre del 2005, hundido en el océano su proyecto del ALCA mientras emergía, desde el otro lado, lo que sería poco después la Unasur .
El reemplazo de una economía de especulación por una economía productiva operó notables cambios en la desocupación, la pobreza y la indigencia, para lo cual hubo que pelear duramente con los poderosos ganaderos que resistieron las retenciones y hubo también que afrontar los efectos de la crisis económica mundial del 2009. Sin embargo, cuanto más atacado, el kirchnerismo logró afirmarse más y así vinieron sucesivas medidas, desde la segunda mitad del 2009, que evidenciaron la vocación nacional y popular del gobierno, ahora presidido por Cristina: el fútbol para todos, la ley de medios, la asignación universal por hijo, los planes de trabajo, la consolidación del Unasur, del cual Néstor pasó a ser secretario General, fueron sucesivos golpes a la reacción. EL kirchnerismo se sostenía ya especialmente en la CGT, en movimientos sociales, en sectores de la industria que salían de su agonía y avanzaba cada vez más decididamente. Cumplía una vieja consigna futbolera: No hay mejor defensa que un buen ataque, mientras los sectores del privilegio se desesperaron al contemplar la impotencia de los diversos partidos de la oposición, desde la derecha más rancia hasta la centro izquierda que quiere titularse progresista y es funcional a la derecha frente al gobierno popular, como asimismo la ultraizquierda abstracta algunos de cuyos componentes no vacilaron en rodear la Mesa de Enlace impulsada por la Sociedad Rural.
La marcha por la ley de medios, y por los derechos humanos, como asimismo los festejos del Bicentenario mostraron la creciente politización de la sociedad, especialmente en sus sectores más jóvenes, como así también que los viejos mitos empezaban a caerse: se empezó a saber que la libertad de prensa era simplemente libertad de empresa, que la libertad de mercado era la libertad de explotar al pueblo por parte de las grandes corporaciones oligopólicas, que la reivindicación nacional tiene que ser al mismo tiempo latinoamericana porque sólo unidos en la Patria Grande podremos hacer el mundo nuevo.
Néstor Kirchner se jugó entero por los cambios hasta que su corazón ya no dio más y
el 27 de octubre del 2010, la congoja se apoderó de los barrios populares y hubo dolor y llanto ante la desaparición del Presidente militante.
Los privilegiados creyeron que esa era la ocasión para parar los avances del pueblo. Pero éste ha remontado su tristeza y se ha colocado junto a la Presidente para continuar su lucha. Ha sabido reponerse del duro golpe y se dispone ahora a dar la batalla en octubre del 2011 para profundizar las conquistas alcanzadas.
Pero para ello es preciso cerrar filas por abajo, construir en los barrios, en las plazas, consolidar el frente nacional y dar la batalla ideológica para tener en claro el camino que emprendemos. Porque no sólo hay que ganar en las urnas, hay que ganar en las calles. Porque no sólo hay que resguardar lo obtenido, sino que hay que profundizarlo.
Las clases privilegiadas no sueltan así no más sus privilegios y van a dar dura pelea: antes del comicio, con toda clase de provocaciones; en el comicio con alianzas espurias y después del comicio, cuando hayan perdido, presentando reclamaciones a ciertas embajadas, mintiendo por los medios, socavando, tratando de desgastar a la Presidenta. Para afrontar estos peligros habrá que tomarse de los brazos, como hacían los soldados de Bolívar para cruzar los ríos en su gesta liberadora y desarrollar nuevas medidas audaces para que no quede duda de que la meta son cambios trascendentales e imposibles de ser revertidos. Porque “El pueblo siempre vuelve”, y esta vez ha vuelto, para quedarse

*Historiador y ensayista

Sociedad Medios y Política/ Fuenteovejuna/Marcos Cittadini

Fuenteovejuna

Por Marcos Cittadini*
(para La Tecl@ Eñe)

Los acontecimientos mediáticos ligados a la causa de los medicamentos merecen ciertas reflexiones urgentes en relación con los criterios de noticiabilidad (vaya neologismo), y algunas más reposadas -sobre todo- acerca del modo en el que se construyen las narraciones que consumimos diariamente en periódicos, canales de TV, radios y portales de Internet.

Una primera y fácil observación de la cobertura de los medios más poderosos puede predisponernos a entender que nos encontramos frente a un nuevo capítulo de la utilización de la distinta vara con la que éstos miden los hechos, de acuerdo a si perjudican o no al Gobierno. No sería reprochable una mención a esto, sobre todo si tenemos en cuenta que, claramente, sucedió. No se reflejaron del mismo modo los procesamientos de ex funcionarios del kirchnerismo que la detención de Gerónimo Venegas. En el primer caso, el juez Norberto Oyarbide, estaba actuando de acuerdo a derecho. En el último, se sugirió todo el tiempo que lo hacía presionado por el Ejecutivo nacional.

Pero hay otros elementos, incluso contradictorios con esa creación de Venegas como perseguido político, que quizás se deban apuntar para tomar una real dimensión de lo perjudicial que puede ser cierto discurso mediático en su afán de construir un tipo de pensamiento que pretende apoyarse en el sentido común cuando en realidad apela a los peores prejuicios clasemedieros argentinos. Decíamos que en este armado complejo, a la vez que se transformaba a Venegas en el payador perseguido, los distintos conductores de noticiero y redactores hilvanaron un discurso claramente antisindical.

Si un televidente ingenuo se hubiera expuesto desde hace años durante horas a la repetitiva y efectista programación de TN no podría menos que odiar a todos los dirigentes gremiales por lo malos que son para la sociedad al liberar molinetes y barreras de peaje, dejar a los chicos sin clases, agarrarse a piñas o tiros cada vez que pueden, y un largo etcétera. Como ya casi no quedan televidentes ingenuos, el efecto no es tan profundo pero la prédica rinde algunos frutos. Porque cada vez que un cronista de esos canales de cable dice “y los pasajeros son rehenes de esta situación” o “los chicos en el medio”, lo que están haciendo es abonar a ese sentimiento tan útil para las patronales que surgió en la década del 90, construido encima de los asesinatos y las desapariciones de la dictadura: la sensación de que es mejor no tener representación gremial para ser más dinámico y triunfar en la vida. El sálvese quien pueda menemista como dogma favorito de los empresarios que esperan con bombones a los intrépidos oficinistas rompehuelgas.

Un ejemplo al margen. En la disputa entre Hugo Yaski y Pablo Micheli por el control de la CTA éste último tiene en el grupo Clarín a un gran aliado. Sin embargo, eso no ha evitado que sus distintos medios hayan avanzado –conforme crecían las disputas- en una narración que transformaba en un escándalo de poder lo que comenzó siendo una confrontación electoral sin precedentes en el sindicalismo argentino. La segura ruptura de la CTA seguramente no ha sido provocada por Clarín pero si muy bien patrocinada.

En la causa de los medicamentos los presuntos ilícitos tampoco los cometieron los editores del establishment mediático. Lo hicieron posiblemente dirigentes gremiales corruptos amparados por el Estado, con empresarios privados que ganaban mucho dinero estafando a los afiliados de las distintas obras sociales. Seguramente se impone un saneamiento de la dirigencia gremial que debe surgir de las bases y que debe tender a democratizar los sindicatos y transparentar sus instituciones. Pero esto le interesa poco a Clarín y La Nación. Por eso pueden defender a Venegas, quien no necesita ser encontrado culpable en esta causa para merecer escarnio público. La sola verificación de las condiciones en las que trabajan la mayoría de sus representados y sus negocios con las patronales alcanzan. Porque lo que más les interesa a esos medios es avanzar en un mundo en el que los motivos de los reclamos no existen, sólo las consecuencias molestas de los mismos. Un mundo en el que los sindicatos deben ser eliminados –como en sus empresas- o defenestrados como en sus pantallas y diarios. Es por ese motivo que no difunden las protestas dentro de otros medios, ni siquiera los oficialistas. Lo que hace falta, siguiendo esta lógica, es un mundo de patrones y empleados sin intermediación ni protección. Un paraíso en el que se le pueda decir a un redactor “si no lo querés hacer hay cuatrocientos como vos que pueden tomar tu trabajo” o regalarle a un productor de noticiero un I pad porque no se afilió a un gremio. Un mundo de ovejas o -mejor- de carneros. Y si eso no se puede lograr, más valen los Venegas que los Moyano.


*Periodista

Sociedad Trabajo y Política/La libertad de los desposeídos/Agustina Desalvo y Roberto Muñoz

La libertad de los desposeídos.
Acerca de las condiciones de trabajo en el desflore del maíz y el arándano.

Por Agustina Desalvo* y Roberto Muñoz **
(especial para La Tecl@ Eñe)


A partir de una sucesión de allanamientos en diferentes establecimientos de empresas dedicadas al desflore del maíz salió a la luz, por un lado, las condiciones de superexplotación a las que son sometidos sus trabajadores, por otro, la procedencia de estos últimos, casi todos oriundos de la provincia de Santiago del Estero. Sin embargo, ninguno de estos fenómenos es nuevo. Históricamente, esta provincia se ha caracterizado por ser expulsora de su población, convirtiendo a una importante porción del proletariado santiagueño en la mano de obra barata disponible para las necesidades estacionales de distintas capas del capital a lo largo del país. Fundamentalmente, es la burguesía agraria la principal demandante, insertando a los obreros en “ciclos migratorios” que los llevan a trabajar en distintas cosechas, con el fin de escapar del pauperismo consolidado en su provincia. Actualmente son 30 mil los trabajadores rurales que migran todos los años para ocuparse en estas tareas, 6 mil de ellos menores de edad. En su momento, las producciones de azúcar y algodón fueron las principales válvulas de escape de esta masa obrera, pero la mecanización cerró esta vía. Hoy en día, dos de las actividades que emplean gran cantidad de obreros santiagueños son el desflore del maíz y la cosecha del arándano.

A comienzos de la década del noventa existían unas 30 empresas de mejoramiento genético (criaderos) y unas 500 multiplicadoras de variedades (semilleros), con un predominio, en ambos casos, de las empresas transnacionales. El desflorado consiste en quitarle manualmente las flores hembras a la planta de maíz, para evitar que se contamine. Se realiza antes de la cosecha, entre los meses de octubre y marzo y requiere gran cantidad de mano de obra. El objetivo final es la producción de semillas híbridas que se destinan, mayoritariamente, a la exportación. En 2008, la empresa de personal eventual Manpower, estimaba que era responsable de la contratación del 60% de los obreros que trabajaban en los semilleros. Alrededor de 3000 personas en provincias del norte y 5000 en la zona núcleo, la región más fértil del país.
Los obreros del desflore cumplen jornadas de entre 10 y 12 horas y prácticamente no cuentan con días de descanso. Las empresas a veces les conceden los domingos, pero por lo general los trabajan, al igual que los feriados. Los días de lluvia también son laborables si la actividad lo requiere. Por otro lado, dadas las elevadas temperaturas a las que se ven sometidos y a la carencia de agua fresca, muchas veces sufren desmayos en el medio del campo. Asimismo, el trabajo excesivo ha causado, en más de una oportunidad, la muerte de obreros por paro cardíaco. Los obreros también nos han referido el caso de trabajadores que fallecieron al ser interceptados por rayos, cuando eran obligados a trabajar bajo la lluvia. Las picaduras de víboras y los cortes en los ojos con las mismas hojas del maíz debido a que carecen de zapatos apropiados y antiparras para protegerse son accidentes comunes.
Respecto al cultivo de arándano en Argentina, éste era prácticamente desconocido dos décadas atrás, se desarrolla incipientemente durante la década del noventa y experimenta un acelerado crecimiento tras la salida de la convertibilidad y la devaluación de la moneda en 2002. Actualmente, la superficie implantada alcanza las 4200 hectáreas, concentrándose su producción en la provincia de Entre Ríos, principalmente en la localidad de Concordia. La cosecha en esta zona se extiende por apenas 2 meses -desde octubre hasta los primeros días de diciembre- y en ese breve período se necesita movilizar entre 10 mil y 15 mil obreros para la tarea. El mercado laboral se caracteriza por un altísimo porcentaje de trabajo no registrado y otros tipos de fraudes salariales como la emisión de recibos de sueldo por la mitad de los días efectivamente trabajados, remuneraciones por debajo de lo fijado por convenio, jornadas de hasta 12 horas diarias sin pago de horas extras, etc. A su vez, a los trabajadores se les prohíbe el uso de cremas de protección solar y de repelentes de insectos debido a los requerimientos de calidad impuestos para la exportación en fresco. Son largas horas de trabajo bajo el sol en donde abundan los desmayos e insolaciones. Por otra parte, se ha detectado en repetidas oportunidades la contratación de menores de edad. La mayoría es de origen local. En 2008 más de 600 padres pidieron autorizaciones a la delegación Concordia de la Dirección Provincial de Trabajo para que permitan que sus hijos puedan trabajar en la zafra. En general, se trata de chicos mayores de 14 años que, según la legislación vigente, están habilitados para trabajar siempre que cuenten con esta autorización. También se han descubierto casos en donde el reclutamiento de mano de obra infantil está a cargo de contratistas que se ocupan de traerlos de distintas provincias para la cosecha, falsificando sus documentos ante un eventual control. A ellos se suman los trabajadores migrantes adultos -llegados principalmente de Santiago del Estero, pero también de Corrientes, Chaco y Misiones- que son hacinados en galpones sin camas, baños, ni agua potable. Entre muchos casos, en la temporada 2008/09 fueron hallados alrededor de 50 trabajadores viviendo en pésimas condiciones en el Polideportivo de Concordia, que depende de dicho municipio, lo que estaría indicando la connivencia entre empresarios contratistas y productores con funcionarios públicos y policiales. Ante estas situaciones, el Sindicato Obrero de la Fruta, -que acaba de obtener la representación legal de estos trabajadores- reacciona de la misma manera que el gobierno con los obreros del desflore. En vez encarar la lucha exigiendo mejores condiciones de trabajo, su acción gremial se limita a una suerte de deportación, al pagarles el viaje de vuelta a sus respectivas provincias.

Las condiciones laborales en otras producciones agrarias son similares y pueden ser incluso peores. Por ejemplo, el nivel salarial pagado en los semilleros se encuentra entre los más elevados que puede percibir un peón golondrina. En 2008, Manpower aseguraba haber contratado a 18 mil personas para tareas rurales. Los salarios más altos se pagaban en los semilleros, seguidos por el arándano y la vid. Otras actividades como la cosecha de papa estaban peor pagos. Finalmente, actividades como el cultivo de la aceituna y la cebolla quedaban fuera de las posibilidades de la empresa puesto que las mismas se realizan por completo en negro y la firma decía no poder competir si tenía que cumplir reglamentaciones. Queda claro que por pésimas que sean las condiciones laborales de los trabajadores de los semilleros no son peores que en otras producciones regionales. Tampoco difieren de la forma en que otros trabajadores se emplean en negro o tercerizados en las ciudades. Por ello, la lucha tiene que provenir de la organización sindical de los trabajadores, defendiendo sus condiciones laborales y su derecho a subsidios al desempleo.

El lector habrá notado que en ningún momento hemos hablado de esclavos para referirnos a estos trabajadores. La razón es que simplemente no lo son. Caracterizarlos de esa manera fue la estrategia kirchnerista para minimizar y ocultar el problema, intentándolo presentar como un fenómeno excepcional, aislado, producto de la avaricia de ciertos sectores empresarios que habría que sancionar. Sin embargo, recurrir a la justicia no resuelve el problema. Las condiciones laborales descriptas más arribas son generalizables a todas las producciones rurales. Se trata de obreros libres, y la libertad de los obreros, bajo el capitalismo, se reduce a la posibilidad de optar entre vender su fuerza de trabajo, bajo las condiciones que el contexto histórico imponga, o morir de hambre. No se puede ser esclavo de a ratos. Terminado el período de cosecha, el obrero se transforma en desocupado –y no en esclavo liberado- que esperará la reanudación del ciclo agrícola para volver a ofrecer su capacidad laboral. Esto no es una anomalía, sino consecuencia del normal funcionamiento de las relaciones capitalistas. Una solución parcial para esta situación generalizada sería la implementación en forma inmediata de un subsidio universal al desempleo equivalente al valor de la canasta básica real, que permita a estos obreros dejar de emplearse en las condiciones descriptas. De esta manera, se verían liberados de tener que optar entre el hambre y la superexplotación.
*Agustina Desalvo - Socióloga (CONICET-CEICS-Razón y Revolución)
**Roberto Muñoz - Investigador TES - CEICS

Sociedad y Pueblos Originarios/ Grados de argentinidad/Daniel Freidemberg

Grados de argentinidad


Por Daniel Freidemberg*
(para La Tecl@ Eñe)




Fue en La Sabana, en el Chaco, cerca del límite con Santa Fe. Ahora no sé cómo estará, por aquel entonces era un puñado de casas y ranchos dispersos, hasta adentro del monte, que había ido avanzando sobre el pueblo. Antes, hasta que terminaron con el quebracho, había sido una población importante, pero hacia el 64 ó 65 la gente subsistía con algunas vacas y cabras, unas lanudas cabras blancas que pastaban en la calle, entre los aleros y los postes que restaban de un alumbrado eléctrico desaparecido hacía ya mucho. Éramos en la escuela dos maestros, la directora y yo, que con 19 años, estaba ese día dando clase a chicos de cuatro grados a la vez. El tema era la primera fundación de Buenos Aires, cuando a la construcción de Garay la acosan y terminan por destruirla los indios. Pero no alcancé a decir ese par de palabras, “los indios”: no recuerdo ya cuántos, más de la tercera parte seguramente, unos cuantos de los chicos que me estaban escuchando eran tobas, descendientes de los que unas décadas antes llevaron a cabo uno de los últimos malones del país, como constaba en el libro de partes diarios de la escuela.
No les decían qôm por ese entonces, sino tobas, y, más habitualmente aun, “paisanos”, vaya a saber si porque “indio” o “toba” se consideraba indigno de pronunciarse o porque equivaldría a un insulto, y no recuerdo haberlos oído hablar en otra lengua que en un castellano gutural, como de madera de monte, áspero y anguloso como sus rostros de grandes ojos expectantes. El asunto es que no pude decir “indios” y ni puedo decir ya cómo seguí con la historia, es muy posible que directamente haya abandonado el tema de la primera fundación. Lo que importaban eran esas caras oscuras, apenas un poco más oscuras que las de quienes al referirse a ellos decían “paisanos”, no sin alguna turbia distancia en la entonación. ¿Qué iba a decirles a esas caras, esos ojos? ¿La historia de quiénes estaba contándoles? No la de ellos, eso era seguro, si en esa historia “los indios” eran los que, como las tormentas, las alimañas o el calor, formaban parte de una naturaleza a la que los antepasados de los argentinos debían enfrentarse y vencer.
Supe entonces dos cosas, o tres: que en el relato de “lo argentino” en el que había creído hasta entonces no entraban todos los argentinos y que la condición que debía cumplir un indio para formar parte de “lo argentino” era morirse o renunciar a ser él mismo, identificarse con aquellos contra los que debieron combatir sus antepasados, adoptar como propios los antepasados de otros. Sin ninguna seguridad, así y todo, de que lo irían a admitir. Y supe también –aunque no lo supe con esas palabras– que la Historia es ficción, y ficción tendenciosa, y que nunca ya iba a dar por aceptado lo aceptado. No al menos sin averiguar qué es lo que “lo aceptado” recubre u oculta, qué queda afuera esperando ocupar su lugar ante la mente o los ojos.
No sé cómo cuentan hoy los manuales la primera fundación de Buenos Aires, tal vez se haya encontrado algún modo de que la historia de todos se acerque, de verdad, a ser la historia de todos. Manuales al margen, sin embargo, lo que sí sé es que todavía hay quienes, en Formosa por ejemplo, no incluyen en la categoría “argentinos” a los indios, o pueblos originarios, o como se los llame. O, directamente, en la de “lo humano”. Hay, en todo caso, distintos grados de “humanidad” para la cultura real de muchos de quienes viven en este país, demasiados. Lo suficiente para distinguir “gente” o “vecinos” de “bolivianos y paraguayos” y repetirlo e insistir como quien se aferra a la tabla que lo puede salvar. No para bien, precisamente, de los que creen estar protegiéndose de algo con esa distinción: los que ganan son siempre otros.

*Poeta y periodista

Sociedad Política y Salud/Modelos socioculturales del poder XI/Por Enrique Carpintero

Modelos socioculturales del poder XI
El Derecho a la salud*

Por Enrique Carpintero
(para La Tecl@ Eñe)

La Ley Nacional de Salud Mental, aprobada a fines del año pasado por el Congreso Nacional, hay que entenderla en el interior de la lógica actual del sistema capitalista que en nuestro país conlleva el deterioro de la Salud Pública desde hace muchos años. Hasta la actualidad la gestión de gobierno no ha modificado el modelo productivo ni las bases económicas y financieras de las políticas neoliberales. En la Salud Pública las acciones implementadas apuntan a transferir recursos públicos al sector privado. Uno de los mecanismos utilizados son los subsidios a las obras sociales de los grandes sindicatos de la CGT. Su resultado es la tercerización de la Salud producto de la descentralización que derivo en la transferencia de establecimientos de la Nación a las provincias y de estas a los municipios conjuntamente con la tercerización que permite contratar trabajadores con salarios muy por debajo de los que deberían percibir. De igual manera ocurre con los profesionales que trabajan con sueldos irrisorios o directamente en forma gratuita. Además últimamente de la Salud se habla en las páginas policiales por los negocios de los medicamentos falsificados como ocurrió con Zanola en el Policlínico Bancario o Moyano en Camioneros.
En este sentido para fundamentar desde que perspectiva apoyamos le Ley Nacional de Salud Mental vamos a señalar algunos hechos históricos donde podemos observar como las necesidades del modo de producción capitalista en cada etapa histórica llevo a políticas que modificaron el campo de la Salud Mental.
Brevemente podemos decir que cuando se aparece el concepto de Salud Mental, a mediados del siglo XX, lo crea el capitalismo desde sus propias necesidades para modificar una psiquiatría que no le rendía ganancias; aún más, le daba perdidas. Después de la Segunda Guerra Mundial, la mitad de las camas de internación eran psiquiátricas. Eran tremendos costos que había que disminuir. A partir de ahí se crea el concepto de Salud Mental para generar propuestas alternativas a los manicomios. Esto lo debemos entender en el interior de una época histórica propia de las políticas capitalistas Keynesianas del Estado de Bienestar caracterizadas por procesos revolucionarios que aprovechan el concepto de Salud Mental para generar reformas importantes como alternativas a los manicomios. Por ejemplo en Italia la “psiquiatría democrática” de Bassaglia, la política del “sector” en Francia, las “comunidades terapéuticas” en Inglaterra, etc.
Este concepto en la Argentina se inicia en 1957 y se afianza durante la política desarrollista de Frondizi y en el desarrollismo de la dictadura de Onganía. Es decir, se afirma el concepto de Salud Mental desde esta perspectiva económica y política. Sin embargo muchas de estas experiencias alternativas son reprimidas, lo cual encontramos un proceso dinámico y contradictorio producto de las necesidades del capitalismo y de sectores que veían la posibilidad de generar mejoras en el tratamiento del padecimiento subjetivo.
La dictadura militar de 1976 instala el Terror de Estado. Se destruyen los servicios de Salud Mental ya que las instituciones fueron intervenidas por una burocracia cívico-militar para llevar adelante la Doctrina de Seguridad Nacional. En este momento empieza a afianzarse una política privatista en el campo de la Salud.
Llegados a la década del `90 en la Argentina y en el mundo vamos a encontrar el predominio de una política regida por la desregulación, la privatización y la competencia. Así, la salud queda en manos del mercado, es decir, de los grandes laboratorios y las empresas de medicina.
En la Argentina se produce un desmantelamiento de las instituciones públicas ya que la salud queda en manos de la iniciativa privada donde lo que se necesita son “costos-beneficios”. Y acá debemos tener en cuenta un elemento que me parece importante. Si en los inicios de la modernidad, la locura ocupa un lugar periférico en la Ciudad y su modelo es el manicomio, en la actualidad no existe interés en producir nuevas instituciones. Lo que aparece, a partir de la década del 90, es lo que nosotros llamamos una “contrarreforma psiquiátrica” donde, los adelantos de la psicofarmacología sólo pueden ser aprovechados básicamente por aquellos que tienen plata. Esto es muy claro. De esta manera, la locura importa si el paciente tiene plata para comprar medicamentos, pagarse una internación, o tener una obra social o pre-paga. Es decir, los locos, si son pobres, se los ignora. La salud mental es para los que tienen plata. Los pobres no pueden obtener del Estado aquellos servicios que necesitan. Creo que desde esta perspectiva debemos entender cómo aparece hoy esta Ley de Salud Mental, donde al poder político no le interesa seguir sosteniendo las estructuras manicomiales. Hoy a un loco se lo mantiene a través del chaleco químico.

La Ley Nacional de Salud Mental
Desde la perspectiva de lo que venimos desarrollando al poder político, ligado al proceso de mundialización capitalista, no le interesa seguir sosteniendo las estructuras manicomiales debido a los grandes gastos que ocasiona. Por ello los organismos internacionales como la OMS y la OPS recomiendan la desinstitucionalización de la Salud Mental. Es en este contexto político que sanciona la Cámara de Diputados y de Senadores de la Nación La Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657 que es promulgada el 2 de diciembre con fuerza de Ley para ser aplicada en todo el territorio nacional.
La Ley plantea en sus artículos algunas cuestiones cuya importancia implica una ruptura con el funcionamiento del orden manicomial en la Argentina y sostiene Derechos Humanos fundamentales de los pacientes.
Veamos cuatro aspectos que creemos necesario destacar.
1º) En relación a los Derechos Humanos. Establece la defensa de los derechos de los pacientes modificando el Código Civil para impedir las internaciones de personas por su “peligrosidad”. Conceptualmente, se reemplaza el criterio de internación, que obedecía a la noción de “peligrosidad para sí o para terceros”, por la constatación de “riesgo cierto e inminente”. Las internaciones involuntarias quedan restringidas y sujetas a control por un órgano de revisión en el que participarán organismos de derechos humanos. Se propicia que las internaciones, siempre por lapsos breves, se efectúen en hospitales generales. También se modifica el sistema de inhabilitaciones: hasta ahora, una persona que, en el marco de una crisis, perdiera capacidad para administrar sus bienes, podía quedar privada para siempre de todos sus derechos. Además los profesionales y empleados en instituciones psiquiátricas serán “responsables de informar, al juez y al órgano de revisión, sobre cualquier trato indigno o inhumano”.
2º) El equipo interdisciplinario. Con la sanción de la ley ya no es el psiquiatra el eje del tratamiento en Salud Mental sino que “Debe promoverse que la atención en salud mental esté a cargo de un equipo interdisciplinario integrado por profesionales, técnicos y otros trabajadores capacitados con la debida acreditación de la autoridad competente. Se incluyen las áreas de psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería, terapia ocupacional y otras disciplinas o campos pertinentes.” En esta perspectiva se sostiene que “El proceso de atención debe realizarse preferentemente fuera del ámbito de internación hospitalario y en el marco de un abordaje interdisciplinario e intersectorial, basado en los principios de la atención primaria de la salud.” Por ello “La prescripción del medicamento sólo debe responder a las necesidades fundamentales de la persona con padecimiento mental y se administrará exclusivamente con fines terapéuticos y nunca como castigo, por conveniencia de terceros, o para suplir la necesidad de acompañamiento terapéutico o cuidados espaciales.” Es así como reglamenta que “La internación debe ser lo más breve posible, en función de criterios terapéuticos interdisciplinarios.”
3º) En relación a las estructuras manicomiales. Plantea que “Queda prohibida por la presente ley la creación de nuevos manicomios, neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes, públicos o privados. En el caso de los ya existentes se deben adaptar a los objetivos y principios expuestos, hasta su sustitución definitiva por los dispositivos alternativos”. Esta idea no sólo refleja una realidad superadora, sino que, además, define el tema de la salud mental como un tema interdisciplinario, pero también como un tema intersectorial; o sea que va a más allá del campo de la salud en tanto en la definición misma de salud mental intervienen otros factores que tienen que ver con las condiciones de vida.
4º) Por último, una reivindicación democrática sentida por el conjunto de los trabajadores de la Salud Mental tiene fuerza de ley al decir que: “Los profesionales con título de grado están en igualdad de condiciones para ocupar los cargos de conducción y gestión de los servicios y las instituciones, debiendo valorarse su idoneidad para el cargo y su capacidad para integrar los diferentes saberes que atraviesan el campo de la salud mental.”

Una Ley cuyo límite es el deterior de la Salud Pública
La sanción de la Ley ha llevado a diferentes posiciones. Desde las asociaciones de psiquiatras (debemos aclarar que muchos psiquiatras en forma individual firmaron solicitadas de apoyo a la Ley) y diferentes organizaciones médicas como la Asociación de Médicos Municipales y las autoridades de la Facultad de Medicina de la UBA se oponen a su sanción con diferentes argumentos.[i] El principal es que la Ley pone el centro del tratamiento en Salud Mental en el equipo interdisciplinario. De esta manera equipara al psiquiatra con otros profesionales de la Salud Mental. Es decir, la Ley cuestiona el poder del psiquiatra y su función de garantizar que el eje del tratamiento sea la medicación y que la internación sea un acto médico. Nos anuncian que si se aplica la Ley va a sobrevenir el caos. Evidentemente, su objetivo es plantear una disputa en relación a las prácticas profesionales para no debatir los contenidos éticos, científicos y políticos que debe sostener una Ley Nacional de Salud Mental. De allí que esta Ley pone en evidencia con qué terapéuticas se reemplazan los manicomios. Y estas terapéuticas son políticas. O, dicho de otra manera plantear una política en el campo de la salud mental requiere dar cuenta de una política terapéutica que nos lleva a como entendemos el padecimiento subjetivo. Desde lo que denominamos la contrarreforma psiquiátrica –en la cual por un lado no participan todos los psiquiatras y por otro lado es apoyada por muchos psicólogos y otros profesionales del campo de la Salud Mental- con Centros de Psiquiatría y negocios de las clínicas privadas. Desde el campo de la Salud Mental con el trabajo pluridisciplinario e intersectorial basado en propuestas alternativas como los Hospitales de Día, de Noche, Hostales, Casas de Medio Camino, Comunidades Terapéuticas, Trabajo Comunitario, etc.
Es cierto, existe una perspectiva que cree que esta Ley puede ser llevada adelante sin modificar las actuales condiciones políticas, económicas y sociales en que se sostiene la organización de la Salud en la Argentina. De esta manera no tiene en cuenta un poder político aliado con los intereses privados de la medicina y la burocracia sindical a través de sus negocios legales e ilegales en el campo de la Salud Mental.
Este poder político es el que ha llevado al deterioro actual de la salud pública y que -a no dudarlo- tratará de imponer el negocio de las instituciones privadas para pacientes que puedan pagar los tratamientos abandonando a los pacientes sin recursos. Esto no es ninguna novedad ya que es lo que se viene haciendo desde hace mucho tiempo. No solo en el Borda y el Moyano, en el Open Door de Lujan, en el Oliva de Córdoba y en otros manicomios del interior del país. Para ello no necesitan de esta Ley. En todo caso van a aprovechar algunos de sus artículos para seguir afianzando su poder o directamente la van a ignorar, como ocurre con a Ley 448 de CABA. La ofensiva contra el Centro de Salud Mental Ameghino desplazando a su director Dr. Rubén Slipak es un ejemplo.
Sin embargo con la sanción de la Ley se ha generado una nueva contradicción desde la cual podemos ser consecuentes en la lucha por los derechos humanos de los pacientes, las reivindicaciones democráticas de los profesionales y la defensa de una política ética y científica en el campo de la Salud Mental. De esta manera podemos generar una política que afiance espacios políticos y terapéuticos que enfrenten al poder privado, aunque sabemos que sus triunfos serán parciales mientras no se sostenga la salud pública desde una política socializada de seguridad social con la participación de equipos interdisciplinarios y los usuarios que garanticen el derecho a la salud para el conjunto de la población.

*Este artículo es un adelanto de la revista Topía Nº 61, abril 2011 cuyo Dossier es “Los muros invisibles”. El texto esta basado en la exposición realizada en la Mesa Redonda organizada por la Asociación de Psicologos en Lucha, APEL el 17/12/2010 en la Facultad de Psicología de la UBA.

[i] La versión taquigráfica oficial de las exposiciones que realizaron diferentes sectores en la Comisión de Salud y Deporte del Congreso Nacional antes de que se apruebe la Ley Nacional de Salud Mental se puede consultar en www.topia.com.ar