29 octubre 2009

Del autor al lector/Araceli Otamendi

La literatura y su esfera burocrático institucional


Del autor al lector


Por Araceli Otamendi*




(para La Tecl@ Eñe)
Ilustración: Carlos Gorrianera

Una misteriosa necesidad de expresarnos y de comunicar ficciones, nuestros pensamientos, nuestra creatividad, hace que escribamos un cuento, una novela.
Una vez escrita, la creación literaria toma la forma de un libro, todavía sin edición. Ahí comienza la historia, el peregrinar, tal vez el desasosiego. Si no se cuenta con un agente literario o con amigos en alguna editorial.
Para colmo, las grandes editoriales en la Argentina no son argentinas, pertenecen a grandes grupos editoriales de capitales extranjeros. ¿Les puede interesar entonces
promover a autores argentinos que no sean un seguro éxito de ventas, un best seller o estén canonizados como Borges, por ejemplo?
No hay más que ver las vidrieras de las librerías para darse cuenta de la avalancha de libros de autores de otros países. Y esa observación no es por chauvinismo sino porque
hay muchos escritores argentinos que podríamos estar editados en nuestro país.
Por suerte, todavía hay algunas pequeñas editoriales argentinas cuyos editores han resistido desde hace años y siguen publicando buenos libros. También han surgido algunas nuevas que publican a distintos autores. Y también hay muchas editoriales donde el autor paga la edición y después puede hacer con los libros lo que quiera: presentarlos, distribuirlos, regalarlos, venderlos.
¿Cómo se resiste cuando alguien ligado al mundo editorial te dice: hay que escribir sobre tal o cual tema, se puede copiar un poco de aquí y otro poco de allá, mejor si es un libro publicado y premiado de hace unos años, porque ya nadie se acuerda? Y en lugar de leer lo que vos escribiste, se cierra en ese consejo que le debe dar a muchos, se me ocurre.
¿Entonces qué significa escribir? ¿Para qué? ¿Para publicar un plagio, un refrito?
No podemos someternos a semejante envilecimiento. Porque entonces ¿dónde está lo original?¿ la autora y el autor qué nos brindan?
Pero ¿dónde está el quid de la cuestión? ¿cómo se hace para publicar? Estamos viviendo una nueva época, aunque no sabemos muy bien cuáles son los cambios que están ocurriendo ni los que todavía vendrán. Algunos notables son los que se producen con las nuevas tecnologías. Si se cuenta con una computadora y un programa para editar libros el mismo autor puede editar su libro. No es masivo, pero ya es algo.
He visto hace pocos días, en Puerto Iguazú, en un encuentro de escritores en el que participé, un escritor había editado su propio libro a mano, y lo había ilustrado también. Quisiera poder describir el libro, pero hay que verlo, era una pequeña joya.
Publicar un libro no tendría que convertirse en un peregrinar por un desierto. El mecanismo debería ser transparente y eso puede parecer un sueño.
Y una escritora, un escritor, no debería envilecerse plagiando o ajustándose a recetas de marketing.
Debería poder ofrecer a los lectores eso que plasmó con su imaginación y con su trabajo, porque es también un trabajo, escribir un libro.
En cuanto a cuál podría ser el mecanismo para evitar este peregrinar para la edición de libros, pienso que podría existir protección o fomento a las obras de autores argentinos. Donde el organismo que lo lleve a cabo utilice mecanismos transparentes para la selección de lo que se publique.


*© Araceli Otamendi Escritora, periodista y Directora de la revista Archivos del Sur

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