08 septiembre 2009

El Estado y sus relatos/ Rubén Américo Liggera

ALPARGATAS Sí, LIBROS NO
¿Civilización y barbarie en la cultura peronista?

“…la lucha actual de la República Argentina lo es sólo de civilización y barbarie, bastaría a probarlo el no hallarse del lado de Rosas un solo escritor, un solo poeta…”
Domingo Faustino Sarmiento, Facundo. Civilización y Barbarie (1845)
(para La Tecl@ Eñe)
El tópico sarmientino “civilización y barbarie” es una constante en nuestra historia política, social y cultural durante los siglos XIX, XX y también en el actual. Baste recordar la profusión de imágenes que describieron en los medios televisivos el conflicto entre la patronal del campo y el gobierno para tener una acabada idea sobre la narración maniquea a la que fuimos sometidos. Sin embargo, los términos ahora son invertidos: los “campesinos” fueron mostrados como rubios, elegantes, educados, pertenecientes a las clases media y media alta y los defensores del gobierno-devenidos en clases urbanas- morochos, poco instruidos, mal trazados, agresivos, arriados por caudillos inescrupulosos por la coca y el sánguche. Espíritu patriota y desinteresado versus clientelismo vil. Aunque como veremos más adelante, los términos pueden mudar.
Señala Félix Luna en El 45, “Se tejieron infundios sobre los adversarios atribuyéndoles una barbarie irredimible, una estolidez absoluta. En esto, el tono de la Unión Democrática no se diferenciaba mucho de lo que se usó contra Irigoyen en 1928” (Pág.453) Dos gobiernos populares, dos líderes venerados por el pueblo estigmatizados por la oligarquía argentina. Sus seguidores serán (y son) la chusma, la merzada, el aluvión zoológico, los cabecitas, los grasas y así por el estilo. Porque se“…pretendía juzgar los hechos [políticos] en términos estéticos. Dejaban afuera de todo análisis la significación profunda de esa irrupción de las masas en la vida política”(Luna F. Ibíd., p 320; las negritas son nuestras)
Curiosamente, también como sucede por estos días, la prensa “seria” en 1945 ninguneaba tanto a Perón, manipulaba y tergiversaba con tanta impunidad la información, que construía una realidad ilusoria. Pero, a pesar de esta circunstancia adversa, el General Perón arrasó en las elecciones. Y conste que lo dice un autor como Luna, para nada partidario del peronismo.
El eslogan “alpargatas sí, libros no” no pertenece a Perón sino a Américo Ghioldi, autor de un libro titulado precisamente Alpargatas y libros en la historia argentina, de 1946. Sucede que inmediatamente los trabajadores lo tomaron como propio para diferenciarse de la cultura libresca, extranjerizante y elitista, para oponerse a las jerarquías sociales y el poder instituido que los oprimía; ellos pertenecían al mundo del trabajo, representaban lo nacional y popular. De ningún modo la intención era sojuzgar o eliminar la educación formal o la literatura, aunque se pretendía instalar que una turba ignorante y maleable, conducida por un líder sanguinario, reinstalaría el terror de la mazorca.
“Ciertamente, -dirá Marcelo Luna en “Perón en caricaturas”- el valor de la cultura letrada fue el rasgo que pretendía ´separar aguas´ entre lo peronista y lo no-peronista. Era una distinción no sólo política sino también cultural que, al estilo del pensador Domingo Faustino Sarmiento, buscaba revalidar la antinomia de la ´civilización´ y la ´barbarie´, provenientes del planteo ideológico liberal del siglo XIX. Para Sarmiento el primer concepto equivalía al ´progreso´, y abarcaba una serie de medidas liberales (fortalecimiento de la autoridad estatal, apertura al mercado externo, inversiones extranjeras, inmigración, secularización, entre otras). La ´barbarie´ era, por el contrario, el ´atraso´, que culturalmente se presentaba como ´lo hispánico´: el caudillismo rural, el fetichismo religioso, la vida monótona que se desenvolvía en el ´desierto´. Es en el peronismo donde reaparece ahora, para los caricaturistas, la ´barbarie´. En efecto, fue siguiendo esa línea que Tristán[José Antonio Ginzo] anotó en el anterior dibujo, sobre el lomo de su personaje, « !Biba Rosas¡ » -con errores de ortografía y los signos de exclamación mal ubicados-, para destacar la filiación histórica del peronismo (de la que no renegaron -ni reniegan- los peronistas): los tiempos de Juan Manuel de Rosas, caudillo y gobernador de la provincia de Buenos Aires, que manejó el poder entre 1829 y 1852, apelando incluso a una dictadura plebiscitaria” (Las negritas son del autor)
Perón será un nuevo Rosas, la”segunda tiranía” que impuso en Argentina un sistema antidemocrático, totalitario, fascista, sangriento, etc., etc. (y de esto puedo dar fe, pues ¡así fui adoctrinado en los ´60 en mi paso por la secundaria!, hasta que por suerte en los ´70 la calle me mostró la otra historia…)
La plantilla formal propuesta por “El matadero” de Echeverría se reproduce posteriormente en nuestra literatura. Susana Rosano (“El peronismo a la luz de la ´desviación americana´:Literatura y sujeto popular”, Colorado Review of Hispanic Studies, 2003) propone la siguiente secuencia:“La fiesta del Monstruo”(Borges y Bioy Casares,1947), “Cabecita negra” (Germán Rozenmacher, 1964) y “El niño proletario”(Leónidas Lamborghini, 1973).
José Pablo Feinmann (1999) plantea: “El matadero”, “La Refalosa” de Ascasubi y “La Fiesta del Monstruo”. Y así por el estilo podríamos armar nuestra propia genealogía literaria con obras que aludan a la antinomia civilización-barbarie. Y viceversa, porque la “barbarie” anida en las sociedades más “civilizadas”:¿O acaso Hiroshima, Vietnam o las guerras genocidas del nuevo milenio a manos del imperio, la tortura, la xenofobia irracional, el hambre y los miles de refugiados en el mundo no son una ofensa a la condición humana?
La revancha del ´55 y sus contradicciones es relatada por Saccomanno en La lengua del malón (2003):”En los patios de los colegios, maestras y maestros ordenaban quemar los libros de lectura que habían sido impuestos por el tirano depuesto. Mientras estudiantes de guardapolvo cantaban el himno a Sarmiento ardían en piras La razón de mi vida, los retratos del General y Evita, el escudo justicialista. Curioso acto educativo el de quemar libros en las escuelas. Mientras contemplaba el fuego envolviendo los textos pensé que era otro triunfo de la civilización sobre la barbarie” (P.228, las negritas son nuestras) Vemos otra vez la inversión de los términos.
Podemos sumar a nuestro canon a Cortázar, a Viñas, a Lastra, a Beatriz Guido, a Wernike, a Andrés Ribera, a Saer, a Bayer, a Walsh, a Soriano además de los numerosos autores más jóvenes que publicaron sus obras en la post dictadura. Ardua y dolorosa tarea la de asumir literariamente la más grande y jamás pensada barbarie”occidental y cristiana”.
Es cierto que durante el peronismo los intelectuales manifestaron su rechazo y su desprecio al gobierno popular, salvo excepciones como Jauretche, Scalabrini Ortiz, Gálvez, Marechal (¡”el poeta depuesto!”), Discépolo, Manzi, Expósito, y otros no tan conocidos, condenados luego al silencio y también al ostracismo.
En su trabajo “¿Aliados o enemigos? Los intelectuales en los gobiernos de Vargas y Perón”(2004), Flavia Fiorucci, expresan una verdad con respecto a la actitud de Perón, muy diferente a la del líder brasileño:”Perón repartió el poder entre quienes fueron en gran medida responsables de su triunfo, en especial los líderes sindicales y reaccionó con indiferencia a la oposición de los letrados a la vez que otorgó a la cultura un lugar subordinado en su lista de prioridades”(P.10) Aclaremos una vez más que estamos hablando de una cultura ejecutada y disfrutada por una minoría ilustrada que giraba en torno a Victoria Ocampo, la revista Sur y los diarios de la oligarquía y que sabemos, muy diferente de la nacional y popular, donde a partir de ese momento, además, el Estado cumplirá una labor destacada.
Y en el mismo sentido, dice Fiorucci en el estudio citado:”El hecho de que la mayoría de los estudiantes y los intelectuales rechazaron al régimen peronista desde sus inicios parece haber aumentado los sentimientos antiintelectuales de los obreros. No podemos dejar de recordar en este punto que el grito de guerra de los obreros en su camino a la Plaza de Mayo era ´Alpargatas sí, libros no´y ´Haga patria, mate un estudiante´ ”(P.14)
Invito a los amigos cibernautas que visiten esta página a leer estos textos si acaso no lo hubiera hecho y a memorar los propios, esos que tal vez no conozcamos. Porque, entre todos, seremos capaces de reconstruir esta historia nuestra de violencia, de terror y de muerte, protagonizada por civilizados y bárbaros, a veces no tan civilizados y otras tantas no tan bárbaros.
No vendría mal adelantar que “El matadero”, es considerado un texto fundante de la literatura ilustrada argentina; que “La fiesta del Monstruo” de Bustos Domecq (Borges-Bioy) es un texto paródico y sobreactuado donde un 17 de Octubre la turba mata a piedrazos y a cuchilladas a un intelectual judío para luego escuchar el mensaje del Monstruo, obviamente, Perón (José P. Feinmann con agudeza y humor señala que el lenguaje del narrador es más parecido al de Catita [Niní Marshal] que al de un obrero argentino); que “Cabecita negra” muestra la invasión de la casa del “culto” Linari por un policía negro y bruto y su hermana borracha, y finalmente, que “El niño proletario”, es un cuento revulsivo, de una violencia física y sexual explícita, pero donde los violadores del niño proletario son tres muchachitos burgueses, o sea, civilizados poseídos por la barbarie.
También -como adelantáramos- podría invertirse la ecuación y afirmar: el peronismo es civilización y el liberalismo la barbarie. Susana Vellegia (Peronistas, Nº 4 , septiembre de 2003) argumenta así: “Para la doctrina justicialista que Perón funda, la civilización consiste en la facultad del nuevo orden social-concebido tanto en términos económicos como culturales y morales para armonizar intereses en conflicto y producir una convivencia armónica(…) La barbarie sería asimilable al régimen de las democracias liberales de mercado, donde el interés común sucumbe frente al avance arrollador de los intereses individuales, la dimensión material de las prácticas humanas desplaza los valores espirituales y las metas pragmáticas a los fines trascendentes que dan sentido a la existencia de personas y comunidades” (Pp.100-101) En síntesis, civilización, sí, ma non troppo!...
Y para no abundar en más detalles que podrían llegar a resultar redundantes, terminemos el desarrollo de estos apuntes con una cita de Arturo Jauretche:”Antes de ocuparme de la cría de las zonceras corresponde tratar de una que las ha generado a todas –hijas, nietas, bisnietas y tataranietas-. (Los padres son distintos y de distinta época-y hay también partenogénesis-, pero madre hay una sola y ella es la que determina la filiación)
Esta zoncera madre es Civilización y Barbarie. Zoncera Nº 1” (Manual de Zonceras Argentinas, 1972, P.25)
A partir de este supuesto cardinal se desprenden todos los prejuicios intelectuales enarbolados por gran parte de nuestra intelectualidad.

Por Rubén Américo Liggera, en Junín, Buenos Aires, Agosto de 2009