14 julio 2008

El Damero/ Literatura web - Andrés Fabián Valdés

Literatura web

Por Andrés Fabián Valdés


(para La Tecl@ Eñe)


El asunto que intentará tratar este documento se resume a los efectos que pueden causar en el género literario, las nuevas tecnologías virtuales.
Ante la mirada meticulosa de las grandes esferas editoriales y de la literatura, lo que más representa internet, es una propuesta virtual donde se pueden motivar las actividades de un laboratorio en común, donde cientos de afluentes no filtrados, conformados por editores profesionales y noveles, escritores y escribidores, ayudados por programas de fácil utilización, y que como fuerzas que avanzan sueltas, experimentan y ponen en práctica nuevos formatos de una escritura moderna que acompaña a estos tiempos veloces y a los menesteres de un público desprovisto de tiempo y de esparcimiento. Este laboratorio, donde las investigaciones o las experiencias se llevan a cabo en páginas web, sitios, portales, revistas electrónicas y blogs, es frecuentado y aprovechado por todo aquel que tiene o tuvo simpatía por la literatura o la comunicación y que encontró en internet un lugar auténtico donde manifestar su ansia cultural. Estos ejecutantes culturales son desde gente habitual hasta personas con un talento en expansión; el resultado que exhiben es muy amplio y la calidad artística tiene características multitudinarias.


Sabemos que un escritor no se forma en internet, sino por una profunda afinidad hacia las letras y por una asociación de experiencias vividas que se marcan en una mente donde se filtran las dudas, las reflexiones, las búsquedas, las revelaciones, los aciertos y los desaciertos, pero sobre todo, un escritor toma carácter de tal por leer de un modo incansable con un pensar capaz de discernir y por escribir condicionalmente y con plena concentración de los recursos literarios propios y ajenos. Ahora bien, no es nuevo hablar que en el marco interactivo de la web, los editores, escritores y lectores tienen una predisposición distinta a aquellos o estos mismos cuando dedican su tiempo a la literatura impresa. Por lo tanto un escritor web no es lo mismo que un escritor de editorial, y la literatura que lee un lector web es diferente a la que lee un lector que da preferencia a los libros. La influencia cultural de los escritores publicados en papel es la generatriz del sistema de facultades intelectuales y artísticas donde estos difunden su actividad y asimismo donde se desarrolla el escritor profesional y el mercado literario de las grandes editoriales. En el caso de los escritores web, la influencia cultural es similar pero en menor grado ya que carece de un mercado que lo cotice y de la puesta en escena de un objeto tasado como es en el caso del libro.


Los protagonistas de la literatura web, por llamarlos de algún modo, son un poco editores de su obra y por extensión administradores y diseñadores de la evolución y la presentación de la misma. Gran parte de su obra se define en poesía, cuento breve y novela corta. Los ciberescritores encuentran en el espacio virtual un sitio práctico y fiable donde concretar y difundir sus planes y modelos literarios. Con el correr de los años muchos instruidos de este ámbito ya han zarpado de la web publicando en papel impreso, poesía, recopilaciones de cuentos o novelas, que hoy por hoy se comercian en el circuito de las librerías, lo que significa, un salto enorme, una emancipación del ciberespacio donde mayormente forjaron sus experiencias con la creación y la exposición de sus trabajos y con el público con que interactuaron en su anonimato editorial; esto asegura que lo que pueda formarse o inclusive prorrumpir en la web no se queda en la web, sino que sale y se manifiesta en los medios que en un principio y de algún modo obligaron al incipiente escritor a asociar su sondeo y su producción en el espacio virtual. Lo extraordinario de este asunto es que estos escritores que organizaron y ampliaron sus propuestas en la web y que luego volcaron sus poesías, sus cuentos y sus novelas sobre el rol de las editoriales (tengamos en cuenta que muchas de las editoriales que abren sus puertas a este tipo de escritores son de poco poder adquisitivo y de reducido alcance social, y en otro orden, son de facilitar presupuestos, inclusive hasta de un modo implícito en convocaciones a concursos literarios, dando un fácil acceso a los escritores inéditos), no pospusieron al margen el talante con que escribían en los espacios virtuales, dentro de un sistema específico y para lectores con un perfil establecido, sino que lo acomodaron al formato del libro, disponiendo así la posibilidad de una característica literaria exclusiva, proveniente de las necesidades y de las vicisitudes que presenta internet. Es poco discutible que esta literatura irregular conquistó participación editorial por el autofinanciamiento de autores.

Si tenemos en cuenta que la literatura, como cualquier otra área, adopta un nuevo género cuando una creciente tendencia se vuelve innegable ante la inquietud de una sociedad y los grandes paradigmas que se manifiestan en ella, que los estilos se crean por las circunstancias sociales y los accidentes de la época, no es arduo deducir que en este sentido las nuevas tecnologías virtuales, cada vez más de moda y más institucionalizadas, han marcado una pauta para abrir camino a una nueva clase o corriente literaria. Sin embargo para que esto resulte dentro de las medidas de las exigencias comprendidas, quizás llevando el interés por el libro a los lectores web o llamando la atención de aquellos que siempre para una cómoda lectura han preferido los libros, debe darse primero el sobresalir de grandes exponentes que surjan del mismo flujo creando admirables, o en menor caso, aceptables obras de literatura. Por el momento los efectos que pueden causar en el género literario, las nuevas tecnologías virtuales, son inclinaciones que están en fermentación, distantes de alcanzar un signo sólido que las acerque a su momento cumbre, pero con una industria suficiente como para resistir hasta llegar a la firmeza de su conformación.


Andrés Fabián Valdés


Julio 2008

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