14 julio 2008

El Damero/ La Lucha homosexual en Argentina - Marcelo. M. Benítez

La lucha homosexual en Argentina
Por Marcelo Manuel Benítez


(para La Tecl@ Eñe)


Los movimientos sociales y de opinión que trajeron como consecuencia la derogación del inciso 2 H., la legalización del travesti, la autorización para realizar la operación de cambio de sexo, han despertado probablemente el interés por la experiencia, ya desde hace muchos años inmovilizada en el pasado, del Frente de Liberación Homosexual (FLH).
¿Cómo fue esta experiencia?, ¿ Cómo surgió en medio de una soledad política conmovedora?, ¿ Qué dejó sembrado en el campo de la micropolítica?, ¿Por qué fue derrotada?.Todos estos interrogantes nos van a conducir sin duda a una comparación casi obligatoria con la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) y el Movimiento Gay por los derechos civiles (MGDC), que sí fueron logrando concesiones y cumpliendo algunos sueños inalcanzados del FLH.
Hacia fines de los años ’60 va tomando forma en el país un proyecto de liberación en todas sus formas y abarcando todos los ámbitos que irá logrando la unión de gran parte de la ciudadanía (en especial la juventud) y reuniéndola en partidos, agrupaciones, frentes, con miras a un explosivo desentumecimiento de la vida cotidiana.
El “Cordobazo”, aquella insurrección de mayo de 1969, que unirá espontáneamente a obreros, estudiantes y clase media para frustrar definitivamente el proyecto fascista del gobernador de Córdoba de entonces, impuesto por el gobierno militar del presidente Juan Carlos Onganía abrió una etapa de lucha en el campo popular. Pero este movimiento, que pronto contagió a todo el país creando un clima insurreccional general, no fue una mera protesta por bajos salarios o escaso presupuesto universitario, se trató de un grito de libertad inspirado en gran medida por el Mayo del ’68 francés. Y así se dieron lugar desde comienzos de la década del ’70 luchas estudiantiles y obreras que apuntaban a modificar radicalmente las relaciones autoritarias y revertir el rol desfavorable del país frente al avance de las empresas multinacionales; y aún más notable: se comenzó a cuestionar las opresiones cotidianas y entre ellas la situación de inferioridad de la mujer frente al mundo dominado por el hombre y la persecución y discriminación de que eran objeto los homosexuales y las lesbianas.

Es, pues, dentro de este contexto de las luchas antiautoritarias que es posible comprender que un grupo de cinco intelectuales creara en 1971 una agrupación que defendiera, por primera vez en América Latina, los derechos de los homosexuales.
Una vez organizado el FLH en grupos confederados e independientes se inicia la reflexión acerca de qué es ser hombre y qué es ser mujer, al tiempo que se sale a la calle ( en particular por iniciativa del grupo Eros) a repartir volantes y pegar carteles. Vale decir que el FLH se suma a las luchas que se venían desarrollando en el campo popular. Pero en el seno mismo de la agrupación homosexual se darán dos grandes discusiones<<. El primer tema que interesó a estos militantes fue “la marica”. ¿Qué actitud debía adoptar una organización de homosexuales frente al hombre afeminado?. Una parte, por entonces la más numerosa, era partidaria de ocultar a este personaje irritante, quizás combatirlo, ignorarlo, porque, decían, la marica era la excusa que usaba la represión policial para actuar contra toda la población homosexual y era el principal obstáculo que muchos veían para que la sociedad en su conjunto integrara al homosexual. Sin embargo, otra parte de la organización, representada por uno de los grupos autónomos (el grupo Eros), liderado por Néstor Perlongher, opinaba justamente lo contrario, consideraba a la marica la verdadera heroína que enfrentaba (a veces sin proponérselo) la estructura de poder del macho, principal causante de la opresión. Por tanto, sostenía Eros, una organización homosexual debía reivindicar al hombre afeminado, tanto como a la mujer masculina, y luchar porque la sociedad los acepte tal como son. La polémica quedó abierta.

Una segunda cuestión que preocupaba a estos homosexuales, que por entonces participaban de la radicalización ideológica de toda la clase media, era la inserción que debía tener el tema homosexual dentro del enfrentamiento que mantenían en ese momento las clases sociales. Unos sostenían que el homosexual debía sumarse a la lucha de clases, identificándose con la clase obrera, postergando la conquista de sus derechos sexuales hasta tanto el proletariado tomara el poder y estableciera una sociedad socialista, como se pensaba que había ocurrido en Rusia y en Cuba. Y recién después sería posible la libertad homosexual. Perlongher y su grupo, en cambio, pensaban que no era necesario esperar la revolución social, que era posible ir arrancando concesiones a la burguesía que fueran preparando el terreno para el cambio definitivo.
Estas diferencias nunca se resolvieron en el FLH. La derrota aplastó todo cuando florecía en el campo popular. Se instaló el terror en el Estado, y el silencio imperó por siete años.
Con todo, fue sorprendente el hecho de que no bien comenzó un nuevo proceso democrático (esta vez un poco más duradero), y ya desde comienzos de 1983 fueron brotando nuevamente, más numerosos e incluso abarcando algunas provincias, otros grupos homosexuales. Pero esta vez la sociedad había cambiado: los personajes de la marica y del travesti fueron mayormente aceptados, y aquel discurso marxista de los ’70 fue reemplazado por el tema de los derechos humanos y las libertades democráticas. Nuevamente los grupos de homosexuales y lesbianas se confederaron en la Comunidad Homosexual Argentina. (CHA), y unos años más tarde surgió el Movimiento Gay por los Derechos Civiles (MGDC), que exigieron no sólo la integración del homosexual a la sociedad sino un número novedoso de reivindicaciones. Se consideró no solamente la derogación del Inc. 2h, sino que comenzó a mencionarse el matrimonio gay, la inclusión de los homosexuales y las lesbianas dentro de las Fuerzas armadas, la inclusión de la sexualidad en la ley que penaba la discriminación y toda una legislación encaminada a proteger al enfermo de SIDA.

Si bien aún falta mucho por lograr, un buen número de estas nuevas libertades son una realidad. Aunque el prejuicio contra la homosexualidad aún permanece en la sociedad, la persecución y la discriminación se han moderado.


Entonces, ¿qué fue lo que cambió? ,¿Por qué el FLH no logró imponer durante su corta existencia ninguna de sus reivindicaciones, y sí las logró la CHA?. Probablemente la respuesta a estas preguntas gire en torno al hecho de que lo que cambió fue el interlocutor de uno y del otro. El FLH nunca dejó de hablarle a la izquierda. Se pensaba que el marxismo estaba en el poder, en tanto que la sociedad, a la que se aludía con el término confuso de “ pueblo”, era una mera entidad abstracta. Todos los partidos y agrupaciones se consideraban a sí mismos como las minorías “esclarecidas”, destinadas a liberar al pueblo de sus cadenas. El FLH también se consideró una minoría iluminada dentro de la población homosexual y ese fue su error fatal. Si bien no pagó con la muerte de sus militantes sus errores, padeció sí la frustración de la derrota junto con todos los sectores populares. La CHA, en cambio, se dirigió, no a un gobierno, ni a un partido político, sino al cuerpo social mismo, acercándose y usando los medios de comunicación masivos como la televisión, la radio y los diarios; y con la sociedad misma tuvo el diálogo. Este fue el acierto de los nuevos movimientos homosexuales que se formaron en el clima democrático que se vivió a partir ya de 1983, con un gobierno militar en retroceso. Y esta fue, quizás, la razón de que obtuviera algunos logros políticos. Pero cabe aclarar, sin embargo, que si el FLH no dialogo con la sociedad en forma directa fue porque no se lo permitieron. El tema de la homosexualidad estaba terminantemente prohibido en los medios, si no por el gobierno de turno, por la misma autocensura de los productores televisivos y radiales. Por esto más que nada es que el dialogo del Frente se dirigió obligadamente a la izquierda marxista, rápidamente desplazada del poder, pero su predica se dirigió también hacia un interlocutor cada vez más derrotado y más ficticio. La sociedad sólo recibía cada tanto una minúscula cantidad de volantes y carteles y ello apenas en el ámbito reducido de la Capital Federal.. Con todo y a pesar de la soledad en la que tuvo que desenvolverse, la actividad del Frente de Liberación Homosexual plantó una semilla que, ni bien asomó el sol nuevamente en estas tierras áridas, floreció en una nueva lucha gay que recogió su antorcha.

Pero ¿qué permaneció del FLH en aquella sociedad adormilada durante el gobierno militar?¿, ¿Qué heredó la nueva lucha gay a partir de 1983?. Naturalmente que el gay moderno mató al “puto” que tanto defendía el Frente y se presentó bañado y vestido a la moda, acompañado por su pareja estable, por sus compañeros de trabajo que lo aceptaban y sus vecinos que lo saludaban todas las mañanas con una sonrisa. El nuevo gay firmó, pues, un pacto con la sociedad por el cual, a cambio de la integración al mundo de la “normalidad” aceptaba ubicarse en el campo de la visibilidad, enfocado por la luz de la vigilancia, el examen y la disciplina. En tanto el Frente pretendió imponer su mundo oculto en donde predominaban prácticas de elevada intensidad erótica, que podría atraer a parte de la población masculina en tanto se mantuviera en la oscuridad, pero de difícil asimilación para la sociedad de la legalidad. Los nuevos movimientos homosexuales( la CHA y el MGDC) representaron una nueva cultura gay caracterizada por la adopción de prácticas sociales normales.
De cualquier manera, la problemática homosexual, reflejada en todos los personajes en que se halla dividida (gays, lesbianas, travestis, transexuales, bisexuales), como ayer, como hoy y como mañana, siempre estará identificada con la figura de la libertad y por sobre todas las cosas siempre subsistirá conformando un síntoma, in indicio inmutable del grado de penumbra y decadencia o de amplitud y progreso que anide por siempre en la civilización.


Marcelo Manuel Benitez.


Julio 2008

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