04 enero 2008

Editorial


Informe Especial

Cultura: Una mirada sobre el hacha del conocimiento

¿Qué es la Cultura? ¿Qué es ser culto, y qué supuestos, preceptos y prejuicios conlleva esta interrogación? ¿Sigue vigente hoy cierto positivismo humanista que vinculaba al concepto de cultura como el valor superior de la humanidad y su evolución para el desarrollo de una conciencia social de comunidad organizada? ¿Y qué del debate “Alta Cultura” versus “Cultura Baja o Cultura Popular”? ¿Y el populismo cultural o la producción massmediática de consumos culturales?

Inicialmente podríamos decir que cultura es todo aquello que el hombre produce para alejar la inmanente persecución del fantasma de la animalidad, del salvajismo. Alegorías de la Caverna.

Pero para intentar arrojar luz sobre esta inquietud, e incluso ampliar el campo del enfoque inicial, es que aportaron sus reflexiones para este informe, Nicolás Casullo, Horacio González, Enrique Carpintero, Juan Carlos Volnovich, León Ferrari y Adolfo Vásquez Rocca.

Nicolás Casullo inicia su trabajo afirmando que es el propio mercado, en sus diferentes ofertas estratificadas, quien sigue manteniendo el concepto de cultura como una mitológica manera que fija la modernidad desde un canon de saber-verdad-belleza.

Horacio González afirma, y como una de otras tantas posibilidades, que ser culto no es una frase de cultura sino las frases deshechas de la cultura en nuestra conciencia rememorante.

Enrique Carpintero, en su columna Modelos Socioculturales del Poder, analiza las diferentes formas en que el modelo socioeconómico de la cultura dominante se manifiesta. En el trabajo que compone este informe el tema desarrollado es la socialización de la Salud, desde una perspectiva ética, racional y científica que de cuenta del padecimiento humano.

En su artículo “Jóvenes cultos: celular, monitor, teclado y mouse”, Juan Carlos Volnovich sostiene que quienes están familiarizados con las máquinas tienen una ventaja comparativa con respecto a aquellos que cultivan una erudición tradicional.

Adolfo Vásquez Rocca propone en la presente investigación que a la hora de esbozar unas notas para el dibujo de aquello que entendemos por cultura cabe realizar una suerte de historia cultural de la especie junto a una historia espiritual de la criatura, relatos que se fundamentan en la tesis según la cual el hombre es un efecto de influjos y adiestramientos. Y para ello revisa los debates en torno a los influjos inhibitorios y los desinhibitorios, los que de acuerdo a los planteamientos de Peter Sloterdijk en “Normas para el Parque Humano” se corresponden con la Barbarie y el Humanismo respectivamente.

Finalmente León Ferrari nos aporta su crítica visión de la cultura vinculada al poder, y al poder de la Iglesia

Quizás estos trabajos nos ayuden a desentrañar cierto malestar en la cultura, o por lo menos, logren plantear dudas para que la cultura no signifique la continuidad de la sujeción al terror o el miedo de nuestras conciencias y deseos por medio del pensamiento pre-elaborado y con alto valor de consumo.

Hasta Marzo, amigos.

Conrado Yasenza

La Columna Grande/ El Ejecutivo te abrochó


EL EJECUTIVO TE ABROCHÓ

Escribe ALFREDO GRANDE
(para La Tecl@ Eñe)


Las cosas ya no son las mismas cosas… Los cambios institucionales solían ser estruendosos, convocaban adhesiones y rechazos, se tomaban las radios, se amenazaba a la población civil, aparecían tropas en la calle. O por el contrario, se descubrían pactos secretos, oscuras confabulaciones, tenebrosos conclaves, documentos en clave…
Pero eran los tiempos donde las modificaciones de las reglas del juego, o incluso del juego mismo, eran, por lo menos en el corto tiempo, evidentes. Y generaban rechazo de la mayoría de la población. En la actualidad las cosas han cambiado. Si bien la reforma constitucional del 94 estableció un período presidencial de 4 años, ocurrió una silenciosa contra-reforma constitucional que alargó el periodo presidencial a 8 años. Esto podría haber sido posible con la re-elección presidencial de Néstor. Pero en ese caso, hubiera estado inhabilitado para ejercerlo luego y completar 12 o quizá 16 años en total.
Todo comenzó en el 2005 donde se consumó, con la casi total indiferencia de la clase política, un fraude para la victoria. En efecto, Cristina Fernández de Kirchner se presenta por fuera del Partido Justicialista para enfrentar a Chiche Duhalde. Por lo tanto se viola la ley electoral, porque dos afiliados al mismo partido no pueden ir por listas separadas. Se burla también el espíritu del senador por la minoría, porque las tres bancas en disputa fueron para el mismo partido.
El foul fue en el área, pero nadie cobró penal, y entonces se siguió pegando. Y de esa manera un mandato presidencial se continuó con otro mandato, con cambio de género, más no de políticas, ni de modalidades, ni siquiera de los más íntimos colaboradores. Hay dos maneras de pensarlo, al menos para mí. 1) Fue una re-elección encubierta. De tal modo el sueño dorado de Menem se podrá cumplir, porque puede haber la re-reelección. Y más también. 2) Fue una brecha en las instituciones, pasando de un mandato de 4 años a un mandato de 8 años. El mandatario electo es KIRCHNER, más allá de quien sea el que ejerza esa función (al decir de Néstor, pingüino o pingüina) Mantener los superpoderes, la ley de emergencia económica, no poder abolir la obediencia de Vido, etc., son ilustradas muestras que el continuismo es algo más que la continuidad. En el 2003 decíamos que la interna peronista se resolvía en las elecciones generales. En el 2007 ni siquiera hubo interna, ni abierta ni cerrada, sino apenas un cortés gesto del tipo: ahora te toca a vos. Aplanar todo el debate político institucional por la bonanza económica, soja más, yacimiento menos, es caer en la epifanía del liberalismo, a saber: dime cuánto ganas y te diré que piensas. Los 80 y los 90 fueron la revolución conservadora triunfante, que impuso el fin de la historia y la globalización. En nuestro país, entrando en esa estamos. Fin de la historia de los partidos políticos, incluso de los partidos de clase, también de los movimientistas, y modo global de gerenciamiento de la política llamado "kirchnerismo" que, sumando a Néstor, Cristina, Alicia y los ministros que continúan, es la mayor hegemonía jamás lograda. Con el agregado de la ausencia de opositores que se opongan, porque de capitales somos, y para los burgueses las mejores astillas son las del mismo palo. Cuando en las izquierdas el macartismo, sectarismo y mesianismo de paso a nuevas formas de pensar la vida, lograremos que el kirchnerismo sea apenas kitch nerismo. No lo veo probable, pero tampoco imposible. Mientras tanto, cada lucha logrará que el discurso y la praxis no puedan disociarse, al menos con facilidad.
También de nosotros depende.

ALFREDO GRANDE

Informe Especial sobre Cultura/ Nicolás Casullo

Cultura: Mercancía diaria de alto valor agregado.

Por Nicolás Casullo
(para La Tecl@ Eñe)

Es el propio mercado, en sus diferentes ofertas estratificadas, quien sigue manteniendo el concepto de cultura como una mitológica manera que fija la modernidad desde un canon de saber-verdad-belleza. En la actualidad, las nuevas dimensiones de la sociedad trasnacionalizada y globalizada culturalmente dan pie a permanentes polémicas en cuanto al significado de los consumos culturales cultos.



Ilustración: Cao María José



El concepto de cultura no ha variado con relación al siglo pasado en tanto el propio mercado, en sus diferentes ofertas estratificadas, sigue manteniendo esa dimensión "letrada" como mitológica manera que fija, desde hace mucho, la modernidad desde un canon de saber-verdad-belleza. Podría decirse que en las bellas artes - que termina de consagrar la ilustración francesa desde su racionalismo clásico, y el re "descubrimiento", desde el idealismo y el romanticismo alemán, de lo griego como apoteosis de la formación de lo humano a tener como medida para la Nueva Edad - ambas variables van a contrastar con el legado cristiano precedente, más popular, misionero, amplio, nivelador, evangelizador, unificador de valores para una comunidad orgánica, desde un corte que hoy interpretaríamos como populista. La cultura culta como espacio social de primer orden para la nueva sociedad burguesa se impone en la medida que la propia cultura se desagrega, pierde unidad, estilo epocal, sentido trascendente, fondo sagrado.
Si uno analiza el pensamiento del germano Frederich Schlegel a fines del siglo XVIII, comprueba que la cultura, utopizada desde la nueva poética romántica, exige pensar, como nunca antes, de qué se trata el presente. Y en esta interrogación el problema del arte y la literatura cobran una inusitada fuerza de clase tratando de fijar valores, éticas, gustos, nociones, estados del alma, capacidades formativas de lo individual. La cultura necesita convertirse en un puente valorativo que vuelva a relacionar lo subjetivo con lo objetivo, el espíritu con la historia, perdida la antigua ligazón - religión - que estructuraba conducta y sentido en el siempre amenazante posible caos del mundo
Esta fuerte impronta conformadora de la cultura moderna jamás se desestructuró, en tanto hizo y hace las veces, de un campo de búsqueda de lo que eternamente parece extraviarse, perderse, melancolizarse, precisarse: Las artes, la cultura, el pensamiento profundo, el filosofar sobre las cosas; un tiempo intelectual sublimado y acompañante del mundo y del fragor de la vida. En la actualidad, sin duda, la sociedad del capitalismo de consumo desde hace medio siglo, las estéticas de masas de la sociedad de mercado, la supraculturización de las relaciones sociales, las capacidades tecnocomunicativas y expresivas de las sociedades massmediáticas, y la ya clásica democratización de la cultura ( "compre todo Mozart en el supermercado de la vuelta de su casa por $99,90") han modificado ese mundo de unos pocos habitantes selectos.
Estas nuevas dimensiones de la sociedad trasnacionalizada y globalizada culturalmente da pie a permanentes polémicas en cuanto al significado de los consumos culturales cultos. Para ciertos teóricos franceses la democratización de la cultura, a partir de una radicalización de la mercancía cultural en oferta, trae aparejado irónicamente un mayor elitismo de parte de los poderes y autoridades de la cultura culta. Lo que se consume a escala gigante es puro mito, puro fetichismo, argumentan estas posiciones, lo que genera un inmenso mundo social incapacitado de superar el puro consumismo, sin pasar a participar nunca, sin embargo, de aquel universo de los entendidos, de los conocedores de la historia de la cultura, de los expertos, de los verdaderos amantes, que siguen siendo "diferentes". A la vez, esta democratización crea un público silvestre que se vuelve más dependiente de los autorizados a hablar, evaluar, considerar, criticar, recomendar, guiar, decidir sobre creación y valores. Estas posiciones conservadoras, claramente antidemocratización de la cultura y las bellas artes, polemizan duramente con aquellos que reivindican el pasaje de la cultura culta a una amplia audiencia de un mercado abarcativo. Para eso valorizan todo aquello mediador que el propio mercado pone entre cultura culta y arte por un lado, y sociedad compradora por otro: suplementos culturales, espectáculos públicos, libros, folletos, publicidad, programas televisivos, y distintas formas vulgarizadoras a amplia escala.

Ilustración: Pablo Patza

En realidad, y más allá de estas dos tendencias interpretaivas de un fenómeno de masificación, es indudable que la cultura culta dejó de ser aquel mundo cerrado en sí mismo que representaba una suerte de reserva para cierta burguesía alta. Si uno lee los "Diarios" de Thomas Mann, por ejemplo durante las primeras décadas del siglo XX, encontramos que su experiencia con el arte, sin estar atravesada ni por la radio ni por la televisión ni por el gran consumo en ese entonces, reúne todos los requisitos tradicionales de la cultura ilustrada: entendimiento, linaje, fineza, educación, formación espiritual, compartir mundo de valores, capacidad crítica frente a los signos del mundo, alma conservadora frente a la realidad de las cosas. En la actualidad sería imposible reencontrarse con ese universo personal, casi todavía situado en la belle epoque, donde reinaba pletórica esa idealidad humanista de la cultura, las artes, el mundo de la alta sensibilidad, del gusto, de la creación e imposición del canon.
Habría en el presente un estadio civilizatorio que en este terreno va imponiendo cada vez de manera más evidente una nivelación, una suerte de procuración de "un único texto de cultura" de carácter a la vez desmitificador de aquello que se llamó cultura culta, ciudad letrada. Desde esta perspectiva, por cierto, el "uso de la cultura" es hoy un negocio de primera importancia para la rentabilidad del capital invertido. Es en la dimensión de los mundos simbólicos, que hacen presente los factores artísticos y culturales, que se expande un consumo de masas: Museos shooping, muestras plásticas, ferias del libro, festivales de cine de amplios públicos, campañas publicitarias, mega eventos, hoy trabajan, por una parte, con la idea de una popularización de la cultura y, a la vez, de una mitificación de una cultura privilegiada al alcance de todos. En este sentido podría decirse que el mercado ha llevado a la cultura a una mercancía diaria de alto valor agregado.

Informe Especial sobre Cultura/ Horacio González

Cultura y Vida: Las frases deshechas de la cultura en nuestra conciencia.

Por Horacio González
(para La Tecl@ Eñe)


Ilustración: Aimée Zito Lema

I

Ser culto es un propósito invisible, paradójico y secreto. Lo primero, porque si se hace explícita la cultura, aparecen los incómodos temas clásicos de la vanidad, la capacidad de humillar y un oblicuo afán de gozar simbólicamente con el sometimiento de los otros. Lo segundo, porque cada vez que se afirma un hecho de cultura, puede perderse su consistencia para que se de luz sobre la presencia real de la cultura en los ámbitos en que solía negársela. Ser culto es siempre una forma inversa de la justicia, sabiduría por el revés. Así, la afirmación cultural debe ser tenue y hasta diluida, incluso fingidamente distraída, si no quiere ser devorada por la paradoja de que lo “cultural” se afirma como fatua dominación, pasando lo “inculto” a ser el modo previo de reconstruir la civilización. Por eso, ser culto es una pasión muchas veces oculta, casi secreta, que se basa en estilo cooperativo y espontáneo, que retiene en la antecámara del pensamiento lo que podría ser una vida que a cada paso destila presunción, dictamen y adiestramiento. Ser culto no es dar cátedra sino hacer inmaterial toda enseñanza.

II

Ser culto es no sólo una pretensión de conocimiento sino un recuerdo actual de conocimientos que estaban anegados, sumergidos en el olvido. Vale más la manera en que emerge un retazo perdido de nuestros recuerdos de aprendizaje, que declarar un conocimiento por la vía de una conclusión actual, recién tomada del anaquel. Ningún conocimiento vigente está seguro, no porque sea falso, sino porque pudo no haberse incorporado a nuestra experiencia real y a una convivencia efectiva en nuestra vida. El conocimiento efectivo surge de nuestro pasado de lectores, de alumnos o de sujetos de cualquier experiencia. Se presenta de repente, envuelto en dudas y dolor por no poder recrearlo tal como se habría presentado antes. Pero la hilacha de un conocimiento transcurrido nos deja aptos en un presente para “ser cultos”. Nadie lo habrá observado, pero demostramos con palabras rotas o inesperadas que sabíamos como expresar lo sabido. Y lo sabido era una lucha visible con su propia ausencia. Ser culto no es una frase de cultura sino las frases deshechas de la cultura en nuestra conciencia rememorante. Salen a luz como cultura y vida al mismo tiempo. Solo ahí somos cultos.

Chagall

III


Ser culto no es negar lo que se sabe sino hacer que lo que se sabe sea una recreación de nuestra experiencia por parte de nuestro arte de vivir el presente. Sin embargo, hay un momento especial para el hombre culto, donde puede asombrar al resto de los hombres con una palabra articulada a conocimientos decisivos, y exponerlos por el tiempo que sea necesario. Será escuchado. Pero eso ocurre muy pocas veces en la vida, y quizás, nunca le ocurra a la mayoría de los hombres. Vuelve aquí la paradoja, porque si tal exposición fuera posible, no sería siquiera la del profesor sino la del profeta, que no es la civilización, sino el balanceo entre la civilización y la barbarie. Entonces, será mejor también demorar ese momento, dejar que ocurra –si ocurre- a cuentagotas, en la esquina de un bar y no sobre el púlpito o la colina. Ser culto es dejar la esperanza de que las cosas no acaban, pero de tal manera que nadie sintió la fuerza obligatoria de un educador y sus doctrinas. Se dijo todo al pasar, para no ser tomado en serio, o para que todo suene en su importancia real, en la casualidad de un tiempo futuro.


Diciembre de 2007

03 enero 2008

Informe Especial sobre Cultura/ Enrique Carpintero

Modelos Socioculturales del Poder

En su columna Modelos Socioculturales del Poder, Enrique Carpintero analiza las diferentes formas en que el modelo socioeconómico de la cultura dominante se manifiesta. En este artículo el tema a recorrer es la socialización de la Salud, desde una perspectiva ética, racional y científica que de cuenta del padecimiento humano.

Modelos socioculturales del poder III

La socialización de la Salud: una perspectiva ética, racional y científica para dar cuenta del padecimiento humano

Enrique Carpintero*

Los problemas que atraviesa el campo de la Salud Mental provienen desde sus orígenes. Pero lo que ocurre en la actualidad debe ser entendido por el grave deterioro de la salud pública en la Argentina en los últimos 30 años. La dictadura de 1976 instaló la primacía del poder privado sobre lo público. En los ´90 el gobierno de Menem desarrolló una política que beneficiaba los intereses de las grandes empresas de la salud que, con diferentes variantes continúa hasta la actualidad. Su resultado es una mala calidad de la atención y la exclusión de los sectores de bajos ingresos ya que el único interés de estos grupos monopólicos son los costos-beneficios. Esta perspectiva ha llevado a que el modelo sociocultural del poder en el campo de la Salud Mental es la psiquiatrización del padecimiento subjetivo. Una de sus consecuencias es que la Argentina se encuentra entre los primeros puestos de consumo de psicofármacos.
Defender la salud pública implica exigir al Estado que asigne los recursos necesarios para dar cuenta con la participación de los profesionales y de los usuarios de una calidad de atención para el conjunto de la población. Este es un derecho que todo ciudadano tiene asignado por la Constitución Nacional.
Como veremos en el desarrollo de este artículo garantizar este derecho nos lleva a plantear lo que en otros países se denomina la socialización de la salud: una perspectiva ética, racional y científica para dar cuenta de la salud y la enfermedad.

Comunidad de locos es un documental de Ana Cutuli que narra dos experiencias de comunidad terapéutica surgidas en los años ´70 a partir del Plan Nacional de Salud Mental y desarrolladas durante la dictadura de Onganía. Una es la realizada en Lomas de Zamora en el Hospital Neuropsiquiátrico José A. Estévez. En 1968 Wilbur R. Grimson se hace cargo de la dirección en el “Centro Piloto” del hospital con un equipo interdisciplinario y una nueva forma de trabajo: La comunidad terapéutica. En el mismo año, Raúl A. Camino se instala en Federal, Entre Ríos para crear la comunidad terapéutica de Colonia Federal.
Ambas experiencias fueron reprimidas por diferentes dictaduras y sus protagonistas perseguidos.




Ilustración: Rodrigo Crespo Vides



En el final de este excelente documental de Ana Cutuli se señala que “Hoy, con más del 30% de la población bajo la línea de pobreza, queda claro, como ya quedaba en aquella época, que más de la mitad de los internados en hospitales psiquiátricos están más por pobres que por locos”. Es decir, luego de 40 años, el sistema manicomial en la Argentina sigue igual. No existe una política desde el poder que lleve a modificar el sistema manicomial. Los cambios que se han realizado y se siguen realizando dependen de la iniciativa de profesionales sin que estos puedan plasmarse en una política del campo de la Salud Mental que beneficie a la mayoría de la población.

Sicko es un documental realizado con el estilo egocéntrico y maniqueo de Michel Moore sobre los sistemas de Salud. Allí compara el sistema de Salud privatizado de EEUU con los sistemas socializados de Canadá, Inglaterra y Cuba. En el primero la calidad de atención es pésima ya que lo único que interesa es la ganancia. El que no tiene un seguro de salud no puede ser atendido. En los otros países no sólo existe una gran calidad de atención sino un respeto por el trabajo de los profesionales. Algunas escenas son impactantes como la que muestra el video de monitores de un hospital donde se ve como una ambulancia de otro hospital deja un paciente en la puerta por que no tiene el seguro social. De esta manera se sacan a los pacientes que no cubren el seguro. También se muestra el dinero que reciben muchos diputados de los laboratorios. Entre ellos podemos observar como Hillary Clinton se oponía hace unos años a leyes que benefician a la industria farmacéutica para luego cambiar su posición al recibir una fuerte suma de dinero para su campaña presidencial. Pero lo importante que queremos señalar, al mencionar esta película, es que hablar de socialización de la Salud no implica solamente a un país socialista como Cuba sino otros países con economías capitalista como Inglaterra y Canadá. Es decir, hablar de socialización de la Salud nos plantea llevar adelante una perspectiva ética, racional y científica para dar cuenta del padecimiento humano.

Entrevista al Premio Nóbel de medicina Richard J. Roberts:


- ¿Qué modelo de investigación le parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?
- Es obvio que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la industria de la salud... Tengo mis reservas.
- Le escucho.
- La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.
- Explíquese.
- La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital...
- Como cualquier otra industria.
- Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
- Pero si son rentables, investigarán mejor.
- Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.
- Por ejemplo...
- He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos
privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por
completo con una enfermedad...
- ¿Y por qué dejan de investigar?
- Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
- Es una grave acusación.
- Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo.
- Hay dividendos que matan.
- Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.
- ¿Un ejemplo de esos abusos?
- Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.
- ¿No me habla usted del Tercer Mundo?
- Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.
- ¿Los políticos no intervienen?
- No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.
- De todo habrá.
-Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos - y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras...

Ilustración:Rodrigo Crespo Vides

Un breve recorrido en la historia de la salud Mental en la Argentina. Todo lo anterior nos lleva a plantear que la lucha antimanicomial tiene un límite mientras la salud este en manos del poder privado. Las necesarias experiencias parciales que se realizan y las leyes que se aprueban no podrán implementarse plenamente mientras el Estado no garantice una salud socializada para el conjunto de la población.
Para que esto no quede en una cuestión de principios realicemos un breve recorrido desde la creación de las grandes estructuras manicomiales en la Argentina hasta la actualidad. Aunque el lector se sorprenda verá que a más de un siglo, en lo fundamental nada a cambiado.
Veamos algunos momentos de su desarrollo
A) Entre 1880 y 1910 se afirma un dispositivo psiquiátrico a partir del denominado “alienismo” siguiendo al positivismo y a la psiquiatría francesa. En este modelo se proponía la supuesta curación de la enfermedad mental mediante el encierro de los pacientes a los cuales se les aplicaba una serie de tratamientos físicos y sociales de diversa índole. De esta manera se constituye el primer modelo disciplinario de lo que se llamaba medicina mental o feniatría basado en un discurso positivista. El loco era peligroso y había que apartarlo de la sociedad. Se construyeron los primeros hospicios y se organizaron las primeras cátedras de psiquiatría y las primeras publicaciones. En 1854 se creó el Hospicio de Mujeres, hoy “Braulio Moyano” y en 1863 el de Hombres, actualmente Hospital “José T. Borda”, en la ciudad de Buenos Aires.
A principios del siglo pasado el edificio de la psiquiatría institucional estaba a medio camino por varios motivos, principalmente debido a la falta de cumplimiento de los proyectos de construcción de hospitales y los límites de los tratamientos empleados. En el caso de los primeros manicomios, en poco tiempo reflejaban imágenes del gran encarcelamiento, desatendiendo las condiciones especiales con las cuales debía contar el alienista para producir el denominado “tratamiento moral”. Se aprobaban planes, pero quedaba una gran distancia entre intenciones y prácticas concretas, tal como muchas veces en la historia de nuestro país.
Esta situación fue aliviada parcialmente por el alienista Domingo Cabred que creó la Colonia Nacional de Alienados Open Door en 1899, y en 1906 la Dirección de la Comisión de Asilos y Hospitales Regionales. En 1910 promovió la construcción de numerosas colonias y asilos. Cabred llevó adelante una serie de reformas que estaban en las intenciones de algunos alienistas progresistas.
Sin embargo, las transformaciones de la situación social del país comprometieron este panorama. El modelo agro-exportador y el fomento de las inmigraciones implicaron un desplazamiento de población hacia las ciudades, que crecieron rápidamente y produjeron nuevos problemas sociales y sanitarios. De ese modo se incorporaron las nacientes ideas del “higienismo”, que tenía como objetivo prevenir los diversos problemas sanitarios –desde epidemias hasta delitos- en el conjunto social.
En las siguientes décadas se produjo una transición que fue desnudando los límites de las políticas de alienistas e higienistas debido a la indigencia estructural, propia de la lógica manicomial; y por la insuficiencia crónica de recursos que negaban las clases dominantes.
En 1931 el destacado psiquiatra Gonzalo Bosch publicó un texto sobre “El pavoroso aspecto de la locura en la República Argentina” en el cual criticaba a un Estado que fracasaba, a una crisis de legitimación en la psiquiatría y a sus deudas respecto a la resolución del problema de la psiquiatría en la Argentina. Sin embargo se crearon nuevas instituciones de asistencia social de grupos vulnerables que fueron paralelas a las ofertas de los primeros servicios de internación psiquiátrica privada: los Institutos Frenopáticos. Mientras los locos pobres tenían que ir a las instituciones públicas abandonadas los que tendían dinero podían acceder a lugares de mayor confort y comodidad.
B) En la década del ‘40 se afianzó el Estado de Bienestar en la Argentina, de característica populista, mediante el surgimiento y consolidación del peronismo. En esta época aparece un nuevo grupo aliado a los psiquiatras manicomiales. La creación desde el Estado de organizaciones burocráticas sindicales que manejan las obras sociales llevó a que estos comenzaran a defender junto a los psiquiatras las estructuras manicomiales. El ministro de Salud desde 1946 a 1952 fue el neurólogo Ramón Carrillo. En Salud Mental intentó dar soluciones materiales a problemas tales como la falta de capacidad hospitalaria y de coordinación entre distintas jurisdicciones responsables del tratamiento de la locura. Así se reformaron e inauguraron nuevos lugares de atención, tales como los nuevos Hospicios construidos por pabellones. En el ámbito de la Psiquiatría fue controvertido. Por un lado encontró apoyos en los psiquiatras nacionalistas de los Hospitales y Colonias, especialmente en el Hospicio de Hombres. Estos junto con los burócratas sindicales fueron los que echaron a Enrique Pichón Rivieré del Hospital acusándolo de “comunista” y “de promover la homosexualidad” por haber comenzado a implementar grupos terapéuticos con los pacientes. Pero el gremio médico y la mayor parte de los psiquiatras ligados al higienismo no apoyaron las reformas de Carrillo. En esos años del gobierno peronista el deterioro de la situación en los manicomios se mantuvo.
C) En la década del ´50 la situación mundial había cambiado y el capitalismo necesitaba reformular un nuevo pacto social en el que se debía asegurar el desarrollo económico. Para ello, el Estado debe cumplir la función de brindar seguridad social y económica a los ciudadanos. Desde el final de la Segunda Guerra se había afirmado el llamado movimiento de Salud Mental en los países centrales capitalistas. Esta corriente se incluía dentro de la perspectiva keynesiana del Estado de Bienestar. Podemos señalar que, en este momento, la mitad de las camas de internación en el mundo eran psiquiátricas. Por lo tanto era necesario disminuir esos tremendos costos. Es en este contexto donde el proceso de transformación del orden manicomial estará determinado por esa dinámica económica y política. En 1953 la OMS recomendó la transformación en comunidades terapéuticas de todos los hospitales psiquiátricos, lo cual fue cumplido parcialmente por algunos países.
En Inglaterra comenzaron a gestarse los movimientos de comunidades terapéuticas propiciadas por Maxwell Jones. En EEUU la psiquiatría comunitaria. En Francia se lleva a delante la llamada “Política del Sector”. En Italia la psiquiatría democrática liderada por Franco Basaglia que surgirá en 1967.
En nuestro país a mediados de la década del ‘50 las tareas por realizar eran enormes debido a las condiciones desastrosas de los Hospicios.
Durante el año 1957, en la Argentina con la imposición del desarrollismo como estrategia económica, política y social en el período del gobierno de Frondizi y durante la dictadura de Onganía se producen tres hechos determinantes para reafirmar en nuestro país el “campo de la salud mental”: 1°) Se crea el Instituto Nacional de Salud Mental. 2°) El Dr. Mauricio Goldenberg funda el primer Servicio de Psicopatología en el Hospital General de Lanús, es decir fuera de un Hospital Psiquiátrico y 3°) Se crea la carrera de Psicología en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Ya no era solamente el psiquiatra el que daba cuenta de la Salud Mental, también aparecían otros actores, en especial los psicólogos que a pesar de tener prohibida la práctica clínica por lo cual debían trabajar gratis ganaban importantes espacios en los hospitales y Centros de Salud Mental. Las conceptualizaciones del psicoanálisis, la sociología, la antropología, la psicología institucional y la psiquiatría comunitaria cuestionaban las instituciones manicomiales y ponían el acento en las prácticas comunitarias y preventivas-asistenciales. Durante estos años, se crearon las primeras residencias de Salud Mental, las salas de internación en Hospitales Generales, los Hospitales de Día y las Comunidades Terapéuticas. A la vez se difundieron los tratamientos terapéuticos que mostraban la potencialidad de extender los límites del psicoanálisis: los tratamientos grupales, familiares e institucionales, el psicodrama, la psicología social, el psicoanálisis de niños y las escuelas para padres.
Sin embargo la estructura manicomial sigue vigente apoyada por los diferentes poderes políticos que atraviesan las décadas del ´60 y ´70, los cuales prohibieron y reprimieron algunas experiencias. Las reformas quedan como experiencias parciales que no son integradas a un plan Nacional de Salud Mental como se muestra en el documental de Ana Cutuli.
D) La dictadura militar de 1976 instala el Terror de Estado. Se destruyen los servicios de Salud Mental ya que las instituciones fueron intervenidas por una burocracia cívico-militar para llevar adelante la Doctrina de Seguridad Nacional. En este momento empieza a afianzarse una política privatista en el campo de la Salud. Es decir, si hasta ahora el Estado se había desentendido de la Salud Mental empiezan a tomar poder los grupos privados para poner el campo de la Salud Mental al servicio de sus intereses económicos.
E) Cuando comienza el período de transición democrática, se intenta generar una política en Salud Mental para recuperar los espacios destruidos por la dictadura.
Nuevamente se comienza con planes pilotos que finalizan al breve tiempo por no contar con un apoyo del estado. Debemos decir que la historia de nuestro país es la historia de planes pilotos y la continuidad de los manicomios desde fines del siglo XIX.
En los noventa se reafirma una política neoliberal regida por la desregulación, la
privatización y la competencia. La salud queda en manos de los grandes laboratorios y empresas de medicina. El Estado desaparece en su función social de atender la salud pública. De esta manera se produce el desmantelamiento de las instituciones públicas ya que, la salud queda en manos de la iniciativa privada donde su eje es costos-beneficios. De esta manera la locura importa, si el paciente tiene plata para comprar medicamentos, pagarse una internación o lograr que algún pre-pago u obra social pueda solventar sus gastos. Los locos si son pobres se los ignora. No interesan.
Ilustración: Wolfli

La actualidad del campo de la Salud Mental. Un informe del CELS establece que el 10% de la población internada tiene más de 25 años, el 25% entre 10 y 25 años de internación. El promedio de tiempo que pasa una persona internada es de nueve años. El 20% del total de internados deberían estar dados de alta. A ello se suma las malas condiciones edilicias, de alimentación, de higiene, de atención y un porcentaje importante de profesionales que trabajan sin cobrar ningún sueldo.
Como decíamos al inicio, a más de cien años de la creación del dispositivo manicomial en la Argentina, éste sigue vigente como modelo custodial de los pobres que padecen desordenes psíquicos. El poder en el campo de la Salud Mental se encuentra en una alianza entre sectores del Estado, los grandes laboratorios, las instituciones de medicina privada, la burocracia sindical que manejan sus intereses en las obras sociales y las organizaciones médicas que se oponen a cualquier proyecto de transformación. Esto ha llevado a una psiquiatrización del campo de la Salud Mental donde el predominio de un neopositivismo médico pretende entender el padecimiento psíquico exclusivamente como un problema neuronal. Su resultado ha sido el avance de una contrarreforma psiquiátrica que lo único que le interesa es recetar psicofármacos. Sin embargo el empeño de diferentes profesionales que, en su mayoría trabajan ad honorem y en condiciones adversas, posibilitaron que se generaran importantes espacios antimanicomiales. El mayor logro fue que se sancionara la Ley 448 de la Ciudad de Buenos Aires. Esta ley, con sus virtudes y sus defectos, es un excelente programa desde el cual unificar la lucha contra las estructuras manicomiales. Su plena aplicación es impedida por el poder privado avalado por el poder político de la ciudad de Buenos Aires. Por ello para oponerse al poder privado es necesario plantear la socialización de la Salud. Con esto queremos decir que el Estado sostenga la salud pública desarrollando una política con la participación de equipos interdisciplinarios y los usuarios. Para ello debe asignar un presupuesto adecuado para dar una cobertura de Salud a todos los ciudadanos independientemente de sus posibilidades económicas y que los profesionales cobren un sueldo acorde con la práctica que realizan. Esto no sólo es posible sino necesario. Si esto no se realiza, se pueden arreglar los manicomios como plantean algunos diputados “macristas”, cerrarlos para hacer tratamientos ambulatorios. Pero mientras el poder lo tengan los monopolios privados la hegemonía neopositivista llevará a remplazar el encierro por el chaleco químico, tal como ocurre en Italia luego de Berlusconi.
Si el documental de Ana Cutuli nos muestra la importancia de generar espacios antimanicomiales, en “Sicko”, de Michel Moore, podemos observar que la socialización de la Salud no implica solamente una formulación ideológica sino ser consecuentes con una ética para llevar adelante una perspectiva racional y científica en el campo de la Salud Mental. Esto nos lleva a señalar que, en cualquier Ley Nacional de Salud Mental en la que no se formule la socialización de la Salud, sus artículos quedarán como meros enunciados ya que el poder va a seguir estando en manos de las empresas privadas.

Buenos Aires, diciembre de 2007






*Dr. Enrique Carpintero, psicoanalista, escritor, editor y director de la revista y la editorial Topía. Coautor junto a Alejandro Vainer de Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los ´60 y ´70 Tomo I (1957-1969), Tomo II (1970-1983), editorial Topía, Buenos Aires, 2004- 2005. Su último libro publicado es La alegría de lo necesario. Las pasiones y el poder en Spinoza y Freud, segunda edición corregida y aumentada, editorial Topía, Buenos Aires 2007

Informe Especial sobre Cultura/ Juan Carlos Volnovich

Jóvenes cultos: celular, monitor, teclado y mouse

Por Juan Carlos Volnovich
(para La Tecl@ Eñe)

Digámoslo de entrada. El saber digital tiene un lugar protagónico en la cibercultura. De modo tal que el dominio instrumental --los recursos que nos permiten navegar por las nuevas carreteras informáticas— es factor definitivo a la hora de proyectar nuestra inclusión social. Dicho de otra manera: quienes están familiarizados con las máquinas tienen una ventaja comparativa con respecto a aquellos que cultivan una erudición tradicional. Y ocurre que –contra todo sentido común y opinión generalizada (independientemente del concepto de cultura que manejemos)-- son lo jóvenes los más cultos, los mejor posicionados.
Las nuevas tecnologías han llegado para ahondar el abismo que separa a chicos de grandes. Pero, además, aportan un efecto democratizador entre generaciones –todavía está por verse si ocurre lo mismo entre géneros-- basado en el poder de equilibrar las desigualdades tradicionales que se apoyan en la siguiente convicción: los grandes poseen un patrimonio cultural que deben transmitir a los chicos. Pues bien, ocurre que, hoy en día, una multitud de padres y maestros se ven descolocados y desconcertados ante una no menos numerosa población de pibes y de pibas que ya saben –y, muy bien-- lo que los adultos les quienes enseñar.




Ilustración: Adolfo Vásquez Rocca



Con esta afirmación no pretendo contribuir a idealizar el saber digital de las nuevas generaciones. Tampoco, llevar agua para el molino apocalíptico que anuncia el fin de la cultura verdadera –la cultura tradicional-- pero sí, alertar contra la campaña que tiende a satanizar la gramática que circula por el correo electrónico, a denostar el lenguaje de los mensajes de texto, a denigrar la práctica del chateo y, mucho más, a concebir los videojuegos como dispositivos destinados a perjudicar la inteligencia de los pibes y a marginarlos del conocimiento que da el estudio. Los pibes y las pibas de hoy en día son nativos digitales allí donde los adultos somos inmigrantes digitales. De modo tal que todo aquello que pueda decirse sobre el impacto que las nuevas tecnologías tienen en la subjetividad de la época --en la medida que predominantemente es discurso de adultos (lo que quiere decir: discurso de inmigrante)-- está viciado por las relaciones de poder que la pertenencia a distintas generaciones decide y por las desigualdades que las diferencias entre los géneros suponen.
Las nuevas tecnologías tienen esa característica: son de fácil accesibilidad en la infancia, y de muy difícil aprendizaje cuando uno lo intenta de adulto. Allí están esas habilidades que aprendidas cuando uno es chico, resultan fáciles: nadar, andar en bicicleta, hablar una lengua extranjera. Pero de grandes, por más dedicación que uno le preste, todo es más difícil. Lo mismo pasa con las nuevas tecnologías. En el universo cibernético los adultos jugamos de visitantes y de locales, los niños, simplemente por pertenecer a una generación nacida junto a las tecnologías que dibujan su paisaje habitual. Esto es fundamental porque supone una desigualdad en las relaciones de poder de los niños con respecto a los adultos --de dependencia de los adultos respecto de los jóvenes--, que marca casi todas las opiniones sobre el impacto que las nuevas tecnologías tienen en la subjetividad, sobre el legado cultural dignificado y el denigrado producto actual, incluso aquellas que pueden aparecer con sólido sustento teórico.
Otro dato a tener en cuenta: la mayor parte de los trabajos académicos referidos a la transmisión de la cultura a las nuevas generaciones, tienen a las mujeres como autoras; y las mujeres, que desde siempre se han ocupado de la crianza y la educación de los niños y las niñas, circulan por el imaginario social (cargado de prejuicios sexistas) sospechadas de tecnofóbicas. Se supone, entonces, que ellas no han “nacido” para los botones de los aparatos electrónicos, que eso es “cosa de hombres”. De hecho, ante cada avance científico técnico, fuimos los varones quienes cantamos primero. Cuando se introdujo Internet en el mercado, por ejemplo, los usuarios eran fundamentalmente varones. Después, se incorporaron las mujeres. Y, en general, cuando las mujeres se incorporan masivamente a alguna práctica valorizada socialmente, ésta tiende a desvalorizarse.


Gráfica: Aimée Zito Lema

De manera tal que deberíamos reflexionar acerca de algunos prejuicios. A saber: hasta ahora se concebía la relación de los niños con el monitor, en juegos interactivos o en chateos, como pérdida de tiempo, como avance de la cultura de la imagen sobre la cultura textual. Hasta hace muy poco tiempo atrás se auguraba que los niños iban a terminar siendo analfabetos, “chupados” durante largas horas por la pantalla. La potenciación entre la imagen y el texto vino a desmontar esa certeza desde que nunca hubo tantos bestsellers como en la época actual (Harry Potter, El señor de los anillos), nunca como en nuestra época pibes y pibas dedicaron tanto tiempo a la lectoescritura (chateo, correo electrónico, mensajes de texto). Recién ahora empezamos a tomar conciencia que la cantidad de horas que un niño tradicional pasa sentado frente al pizarrón en una escuela de doble turno supera ampliamente la cantidad de horas que pasa un niño cibernético frente al monitor; y que el monitor como fuente de estímulos y como posibilidad interactiva es muchísimo más rico y potencialmente más estimulante para el desarrollo intelectual del niño que el pizarrón. También, recién ahora empieza a desmontarse el prejuicio basado en la caligrafía (escribir con un lápiz sobre papel) buena y el teclado o el mouse, malos. Para glorificar a Piaget y sus teorías sobre la influencia del movimiento de la mano para el desarrollo de la inteligencia, queda claro que escribir con las dos manos –lo que sucede con el teclado– es un proceso más complejo y sofisticado que escribir con una sola mano sobre papel con lápiz. Y, producir mensajes de texto en un teléfono celular con los pulgares moviéndose a toda velocidad, una verdadera revolución en la escritura. No estoy sosteniendo con esto que los niños deberían dejar de usar lápiz y papel para alfabetizarse, pero sí, que no hay razones suficientes para impedirles el contacto inicial con el teclado desde que, todo hace pensar, va a ser la manera habitual de comunicarse en el futuro.
Así es que las pibas cultas y los pibes cultos de la era digital circulan a toda velocidad por las carreteras informáticas. Se desplazan aceleradamente por el ciberespacio y son capaces de prestar atención a varias cosas al mismo tiempo. Chatean con la computadora; estudian en el libro lo que reclama la escuela; por la radio escuchan el relato del partido de fútbol que están viendo en el televisor; envían fotos por el celular al tiempo que hablan por teléfono con la novia. Todo, simultáneamente. Viven hiperconectados con una multitud de “amigos” y de “amigas” a las que tal vez nunca vieron y jamás verán (y a las que, antes que como “amigos” y “amigas” podríamos aludir llamándolos cyborgs) pero a quienes son capaces de contarles intimidades que ni por lejos confiarían a su psicoanalista. Estos nativos digitales --multitasking y multimedia— se saben los infinitos, cambiantes, nombres y los rasgos de parentescos de los Pókemon pero son incapaces de recordar el nombre de las Provincias Argentinas. Combinan como nadie el hipertexto gráfico y textual; nadan como pez en el agua cuando de la red se trata; son maestros en el arte de tomar decisiones con información incompleta, de vencer obstáculos con pocos datos para poder avanzar en la dirección correcta sin saber lo que está pasando. ¿Piensan? No. Seguramente no puede llamarse pensamiento (por lo menos en el sentido convencional que hasta ahora vinimos repitiendo de pensamiento-acción) a la eficacia operatoria que despliegan; acciones que, no sólo hacen caso omiso de la conciencia sino que, en la medida que la reflexión demora la reacción, se torna lastre que interrumpe el juego. Pero, eso que hacen y que no saben explicar como lo hacen, les sirve para resolver problemas complejos. No piensan (en el sentido convencional del término) pero navegan el hipertexto generando operaciones con las que habitan y vuelven habitable la catarata indetenible de la información. Y, además, son capaces de transformar la información en conocimiento.
Lo que quiero decir con esto es que existen dos culturas:


· La tradicional, en toda su diversidad que incluye la lectura, la escritura, las ciencias duras, la historia con las ciencias humanas y hasta, las conjeturales si se quiere; cultura heredada y, en cierto sentido, convencional y necesaria.
· La nueva cultura donde lo viejo --incluso el latín o el sánscrito tienen lugar (pero no hegemonía)— donde las enciclopedias y las fuentes de información textuales, los mapas y la TV educativa persisten como restos atávicos imprescindibles para construir un conocimiento que acepta el desafío de problemas innovadores, presentes para pensar el futuro.

Informe Especial sobre Cultura/ Adolfo Vásquez Rocca

TRANSVERSALES



PETER SLOTERDIJK; LA CONSTITUCIÓN HIPERCOMUNICATIVA DEL ESPACIO SOCIAL, LA JAURÍA DEL ESPECTÁCULO Y EL MUNDO INTERIOR DEL CAPITAL. *

**Por Adolfo Vásquez Rocca[1]
(Inédito, para La Tecl@ Eñe)

Universidad Católica de Valparaíso – Universidad Complutense de Madrid.

A la hora de esbozar unas notas para el dibujo de aquello que entendemos por cultura cabe realizar una suerte de historia cultural de la especie junto a una historia espiritual de la criatura, relatos que se fundamentan en la tesis según la cual el hombre es un efecto de influjos y adiestramientos. Para ellos revisaremos los debates en torno a los influjos inhibitorios y los desinhibitorios, los que de acuerdo a los planteamientos de Peter Sloterdijk en “Normas para el Parque Humano” se corresponden con la Barbarie y el Humanismo respectivamente





1.- Crisis del Humanismo en tiempos de Globalización.


Cultura es el mundo propio del hombre, el que él mismo ha cultivado, en oposición al mundo natural, que existiría igualmente aun sin él. La cultura se produce. Existe un conjunto de actividades a las que podemos denominar “producción cultural”; trátese de teorías científicas, desarrollos tecnológicos, bienales de arte, exposiciones universales, juegos olímpicos, etc.

Así en el entramado de lo que llamamos cultura se puede encontrar una multiplicidad de escenificaciones en las que intervienen los actores por excelencia de la historia: los hombres. Todo en escenarios tan dispares como hordas, polis, estaciones orbitales, bases antárticas, comunidades científicas, claustros académicos y organizaciones mafiosas (estas últimas por lo general se confunden); en estados anímicos tan disímiles como el éxtasis, el letargo, el asombro, la revolución, el pánico o la abulia.

Cabe pues -a la hora de esbozar unas notas para el dibujo de aquello que entendemos por cultura- realizar una suerte de historia cultural de la especie junto a una historia espiritual de la criatura, relatos que se fundamentan en la tesis según la cual el hombre es un efecto de influjos y adiestramientos. Para ellos revisaremos los debates en torno a los influjos inhibitorios y los desinhibitorios, los que de acuerdo a los planteamientos de Peter Sloterdijk en Normas para el Parque Humano[2] se corresponden con la Barbarie y el Humanismo respectivamente, siendo el Fascismo una mezcla paradójica de ambas tendencias.


2.- Normas para el parque humano, naturaleza y alcances del la crisis del humanismo.

Así pues a partir del análisis que realiza Sloterdijk, en su conferencia Normas para el parque humano, acerca de la naturaleza y los alcances del fenómeno humanista, es posible establecer que el Humanismo se constituye sobre la base del reconocimiento de sí mismo como antagonista de la Barbarie. Su origen y su desarrollo están profundamente marcados por este deseo de generar un límite inexpugnable entre la cultura humanista y el salvajismo, o dicho de otro modo, entre el hombre propiamente humano y el hombre salvaje.

El origen del humanismo se debe en último término a la disposición de los romanos a leer los escritos de los maestros griegos como si fueran cartas dirigidas a amigos en la distancia. Se podría entonces retrotraer el fantasma comunitario que subyace de todo humanismo al modelo de la amigable sociedad literaria, de esta forma, el mundo humanizado parece surgir de la secta de alfabetizados, que como muchas otras sectas dan a luz un proyecto expansionista y universalista, organizado a través de lecturas asociadas en cada caso a un espacio e ideario nacional. Las naciones modernas son así poderosas ficciones de públicos letrados, convertidos a partir de los mismos escritos en armónicas alianzas de amistad.

Si nuestra época acusa una decadencia y crisis del humanismo en irremisible declive, se debe a que la época del humanismo nacional-burgués llego a su fin, y esto porque el arte de inscribir cartas de amor a una nación de amigos, aun cuando adquirió un carácter profesional, no fue ya suficiente para anudar el vínculo telecomunicativo -acción a distancia, telepatía- entre los habitantes de la moderna sociedad de masas. Por el establecimiento mediático de la cultura de masas en el primer mundo en 1918 con la radio, y tras 1945 con la televisión y aun más por medio de las revoluciones de redes actuales, las coexistencias de las personas en las sociedades contemporáneas se ha a vuelto establecer sobre nuevas bases.

Los nuevos medios de la telecomunicación político cultural, que tomaron la delantera en el intervalo, son los que acorralaron al esquema de la amistad escrituraria y lo llevaron a sus modestas dimensiones actuales, lo que nos ha llevado a la pregunta sobre el futuro del humanismo y sus medios.


3.- El credo del humanismo: La lectura correcta doméstica.

“Es fácil de entender que precisamente aquellas épocas que han hecho sus principales experiencias a partir de un potencial de barbarie liberado excesivamente en las relaciones interhumanas, sean asimismo aquellas en las que el llamado al Humanismo suele sonar más alto y perentorio. Quien hoy se pregunta por el futuro del humanitarismo y de los medios de humanización, quiere saber en el fondo si quedan esperanzas de dominar las tendencias actuales que apuntan a la caída en el salvajismo [Verwilderung] del hombre”.[3]


El hombre que ingresa en la esfera cultural del Humanismo tradicional, se resguarda, a través de un campo de fuerza racional, frente a los peligros que implica su naturaleza animal e instintiva. De este modo, el humanismo intenta aplacar el componente agresivo e irracional del hombre, sometiéndolo al influjo de lo que se conocerá como educación, entendida ésta, como cultura letrada.

“El fenómeno humanista gana atención hoy sobre todo porque recuerda –aun de modo velado y confuso– que en la alta cultura, los seres humanos son cautivados constantemente y al mismo tiempo por dos fuerzas formativas, que por afán simplificador llamaremos aquí influjos inhibitorio y desinhibitorio. El convencimiento de que los seres humanos son «animales bajo influjo» pertenece al credo del humanismo, así como el de que consecuentemente es imprescindible llegar a descubrir el modo correcto de influir sobre ellos. La etiqueta Humanismo recuerda –con falsa inocencia– la perpetua batalla en torno al hombre, que se ratifica como una lucha entre las tendencias bestializantes y las domesticadoras”[4].

Sloterdijk propone así que la dicotomía entre Humanismo y Barbarie supone de antemano una idea que justifica la diferencia entre uno y otro, la cual forma parte fundamental del programa humanista: tanto el carácter como la conducta del hombre son afectados por la acción de distintos tipos de influjos o tendencias: las bestializantes y las domesticadoras .

Aquí cabe notar el hecho inquietante de que el salvajismo, hoy como siempre, suele aparecer precisamente en los momentos de mayor despliegue de poder, ya sea como tosquedad directamente guerrera, o como bestialización cotidiana de los seres humanos en los medios de entretenimiento desinhibitorio. De ambos tipos, los romanos suministraron modelos que perdurarían en la Europa posterior: del uno con su omnipresente militarismo, del otro por medio de su premonitoria industria del entretenimiento basada en el juego sangriento. El tema latente del humanismo es entonces el rescate del ser humano del salvajismo, y su tesis latente dice: La lectura correcta domestica.


Peter Sloterdijk
4.- La escalada deshumanizadora de la rugiente jauría del espectáculo.

“El fenómeno humanista gana atención hoy sobre todo porque recuerda –aun de modo velado y confuso– que en la alta cultura, los seres humanos son cautivados constantemente y al mismo tiempo por dos fuerzas formativas, que por afán simplificador llamaremos aquí influjos inhibitorio y desinhibitorio.

El convencimiento de que los seres humanos son "animales bajo influjo" pertenece al credo del humanismo, así como el de que consecuentemente es imprescindible llegar a descubrir el modo correcto de influir sobre ellos”.[5]

En opinión de Sloterdijk, la constitución del hombre es determinada por la influencia de dos tipos de fuerza –influjos inhibitorios y desinhibitorios– que ejercen movimientos contradictorios, los que hacia la época de Cicerón eran todavía poderes fáciles de identificar, pues cada uno poseía su propio medio característico. En lo que toca a los influjos de bestialización, los romanos tenían establecida, con sus anfiteatros, sus cacerías, sus juegos y luchas mortales, los espectáculos de sus ejecuciones, la red mass-mediática más exitosa de todo el orbe. En estadios rugientes en torno al mar Mediterráneo surgió a sus expensas el desatado ‘homo inhumanus’ como pocas veces se había visto antes y raramente se vería después. Durante el Imperio, la provisión de fascinaciones bestiales para las masas romanas se convirtió en una técnica de dominio indispensable y rutinaria, que se ha mantenido en la memoria hasta el día de hoy gracias a la fórmula juvenaliana del “pan y circo”. Sólo se puede entender el humanismo antiguo si se lo concibe como toma de partido en un conflicto mediático, es decir, como resistencia de los libros contra el anfiteatro, y como oposición de las lecturas humanizadoras, proclives a la resignación, instauradoras de la memoria, contra la resaca de ebriedad y sensaciones deshumanizadoras, arrebatadas de impaciencia, de los estadios. Lo que los romanos educados llamaban ‘humanitas’, sería impensable sin la demanda de abstinencia de la cultura de masas en los teatros de la ferocidad. Si el humanista se extravía alguna vez entre la multitud bramante, es sólo para constatar que también él es un hombre y como tal puede también él ser contaminado por esa tendencia a la bestialidad. Luego vuelve del teatro a su casa, avergonzado por su involuntaria participación en sensaciones infecciosas, y de pronto se ve obligado a aceptar que nada de lo humano le es ajeno. Pero con ello también queda dicho que la naturaleza humana consiste en elegir los medios domesticadores para el desarrollo de la propia naturaleza, y renunciar a los desinhibidores. El sentido de esta elección de medios reside en perder la costumbre de la propia bestialidad posible, y poner distancia entre sí y la escalada deshumanizadora de la rugiente jauría del espectáculo[6].

Así pues los influjos desinhibitorios se manifiestan bajo la forma de estímulos promotores de la bestialización y la banalización del ser humano.

En nuestra época es posible establecer una analogía con la función de los mass media, la red mediática y telecomunicativa global; la televisión, Internet y el cine –el Entertainment– que tiene como principal función proporcionar recreo en tiempos de ocio, forjando públicos cautivos –una “masa”– a la que según el distingo introducido por Sloterdijk[7] cabe –más precisamente – llamar audiencia[8].

El propio Sloterdijk da cuenta, en su obra El desprecio de las masas[9], de la repercusión social que generan los diversos medios de comunicación masiva, modificando la forma en que la masa se agrupa e incluso promoviendo un anquilosamiento del nivel intelectual general, un decaimiento del tipo general humano, como diría Nietzsche.

“La sociedad vertebrada por la red mediática vibra en una situación en la que millones de personas han dejado de hacer aparición como una totalidad reunida ante un acontecimiento contemporáneo, como una esencia viva colectiva conspiradora, repleta de gente, densa, violenta, tendente a confluir y a estallar. Hoy, muy al contrario, la masa en cuanto tal ya sólo se experimenta a sí misma bajo el signo de lo particular, desde la perspectiva de individuos que, como diminutas partículas elementales de una vulgaridad invisible, se abandonan precisamente a aquellos programas generales en los que ya se presupone de antemano su condición masiva y vulgar”.[10]

Por otra parte, y como hemos visto, también existen algunos espectáculos masivos como el boxeo o la tauromaquia, donde el sentimiento que produce en los espectadores contemporáneos ver a los contendores batirse a golpes, o contemplar al torero clavarle la estaca al toro, es asimilable a la emoción que suscitaba en los romanos observar las ejecuciones, las cacerías o las luchas.

En segundo lugar, desde la perspectiva de Sloterdijk, también existen influjos inhibitorios, cuyo propósito es moderar el comportamiento, modelando tanto el pensamiento como la conducta del hombre mediante el efecto humanizador que produce la lectura de los clásicos universales. Bajo el supuesto o credo humanista que “la lectura correcta domestica”. En esto radica el sentido de todo el proyecto humanista, en la confianza que deposita en la lecto-escritura como modelo efectivo de transmisión cultural de los valores humanos,

5.- Traumas urbanos. La ciudad y los desastres.

La reflexión acerca del impacto que producen los influjos inhibitorios y los influjos desinhibitorios en el funcionamiento de nuestra sociedad presente es desarrollada por Sloterdijk en su conferencia El Palacio de Cristal, pronunciada en el marco del debate Traumas urbanos. La ciudad y los desastres, la cual tuvo lugar en Barcelona, en el año 2004. En esta conferencia, Sloterdijk establece una articulación entre ambos tipos de influjo y otros temas que forman parte de la meditación contemporánea como el capitalismo, la globalización y el terrorismo.

Sloterdijk utiliza el concepto de “densidad” para definir el estado esencial que caracteriza la convivencia en el mundo globalizado.

El rasgo distintivo de la globalidad establecida es la situación de proximidad forzosa con todo tipo de elementos. Creemos que lo más adecuado es designarla con el término topológico «densidad». Este término designa el grado de presión para la coexistencia entre un número indefinidamente grande de partículas y centros de acción. Mediante el concepto de densidad, se puede superar el romanticismo de la cercanía con el que los moralistas modernos han querido explicar la abertura del sujeto hacia el Otro.[11]

En El palacio de cristal Sloterdijk desarrolla una metáfora que permite describir el estado actual de la evolución económica y social, especialmente en los países desarrollados de Occidente, cuestión que profundizará en el reciente “En El Mundo Interior Del Capital: Para Una Teoría Filosófica de la Globalización”. El mundo que él denomina capitalismo integral, donde el espacio exterior es absorbido y extrapolado hacia un espacio interior completamente delineado y esquematizado. Este palacio de cristal desempeña el rol de cápsula que separa y protege a sus miembros de las amenazas del mundo exterior; en él, los consumidores pueden acceder a distintos tipos de productos provenientes de todas partes del globo sin tener que abandonar su burbuja de privilegio.

La existencia en comunidad, al interior del palacio de cristal, acontece bajo la forma de la densidad. La globalización impone un grado enorme de cercanía, tanto material como virtual, entre los mismos consumidores y entre éstos y los artículos de consumo. Basta pensar lo que ocurre en los centros comerciales, espacios gigantescos atiborrados de tiendas y de potenciales compradores, que ofrecen infinidad de productos comerciales destinados al consumo masivo de las multitudes, o lo que sucede con Internet, a través de esta red global los seres humanos trascienden los límites impuestos por las distancias físicas y pueden comunicarse entre sí desde cualquier lugar del orbe, además las personas tienen la posibilidad de realizar toda clase de transacciones económicas sin siquiera desplazarse de su computador.

Desde el punto de vista de Sloterdijk, el fenómeno de la densidad conduce a la primacía social de la inhibición sobre la desinhibición.

A causa de la densidad, la inhibición se transforma en nuestra segunda naturaleza. Allí donde se manifiesta, la agresión unilateral adopta la apariencia de una utopía que ya no se corresponde con ninguna praxis. La libertad para actuar obra entonces como un motivo de cuento de hadas procedente de la época en que la agresión aún prestaba algún servicio.[12]

La excesiva cercanía entre los miembros del palacio de cristal, que se expresa a través de un exorbitante nivel de densidad, tiene como consecuencias más relevantes, para el análisis que realiza Sloterdijk, la declinación de los dictados unilaterales, y la constitución hipercomunicativa de la sociedad, ambos acontecimientos confluyen para la determinación de la primacía de la inhibición.

En épocas anteriores y bajo distintas formas de organización social, los habitantes menos afortunados de una determinada comunidad debían realizar un arduo esfuerzo por satisfacer sus necesidades básicas, mientras otros, pertenecientes a clases dominantes, accedían con relativa facilidad a todo tipo de lujos. Este orden social desembocó frecuentemente en la competencia entre los miembros de un mismo estrato social, y en la lucha de las clases inferiores por obtener mejoras en su calidad de vida.


6.- Densidad y problemas migratorios en el Palacio de Cristal.


En la actualidad, el estadio de desarrollo que ofrece el palacio de cristal permite una considerable disminución de los inconvenientes propios de sistemas sociales más primitivos. Existen programas de protección social que permiten complacer las necesidades básicas de la mayoría de la población y la brecha económica entre los estratos sociales es menor que en sociedades menos desarrolladas.

Los habitantes contemporáneos del Palacio de Cristal llevan a cabo una vida marcada por el bienestar social, esto influye en el modo en que se interrelacionan, ya no se consideran unos a otros competidores en la batalla por la supervivencia, ni tampoco existen acentuados antagonismos entre las clases sociales que puedan dar pie a revoluciones o golpes de estado, manifestaciones unilaterales de la agresión.

La elevada densidad garantiza la resistencia permanente del entorno contra la expansión unilateral, una resistencia que desde el punto de vista cognitivo se puede calificar como entorno estimulante para los procesos de aprendizaje, puesto que los actores suficientemente fuertes en medios densos se hacen unos a otros inteligentes, cooperativos y amistosos (y, como es natural, también se trivializan entre sí). Esto es así porque se interponen efectivamente el uno en el camino del otro, y han aprendido a equilibrar intereses opuestos. Al cooperar tan sólo con las miras puestas en el reparto de beneficios, dan por supuesto que las reglas de juego de la reciprocidad también son evidentes para los demás.[13]

Es lo que Rorty llamaría “compartir una esperanza egoísta común”

Si bien la coexistencia en el Palacio de Cristal se desarrolla principalmente bajo las normas generales de la cordialidad y la empatía, esto no implica la ausencia de problemas de convivencia de los que hemos sido testigos – durante las últimas 3 décadas– en el escenario político internacional.

Actualmente existe un conflicto de carácter étnico en muchos de los países desarrollados. Una cantidad elevada de inmigrantes, provenientes principalmente de África, Medio-Oriente y América Latina, tanto legales como ilegales, ingresa diariamente a Europa y Estados Unidos. Esto produce serias alteraciones en el orden social. Una parte de la población residente no ve con buenos ojos la llegada de extranjeros, lo consideran una invasión al palacio de cristal. Los ciudadanos de menos recursos afrontan este hecho con mayor malestar, en tanto son los principales afectados, ya que los inmigrantes constituyen una mano de obra más económica que compite con ellos en forma ventajosa, en la carrera por conseguir empleos de baja calificación.

Adicionalmente, este problema étnico produce otro tipo de repercusiones. El incremento progresivo de extranjeros provoca que éstos vayan adquiriendo mayor poder e influencia en la construcción de la sociedad. Los extranjeros introducen sus costumbres y su religión en el contexto general, modificando – a través de procesos de hibridación- el panorama cultural de cada país.
Adolfo Vásquez Rocca

*Este Estudio e Investigación del Dr. Adolfo Vásquez Rocca está en desarrollo y será completado en una próxima entrega, así como en su próximo Seminario de Postgrado en el Doctorado en Filosofía PUCV Valparaíso 1º Semestre 2008 “Sloterdijk – W. Benjamín”.


**Dr. Adolfo Vásquez Rocca

Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Estética y Antropología. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la PUCV; Profesor de Antropología en la Escuela de Medicina y de Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. En Octubre de 2006 y 2007 es invitado por la Fundación Hombre y Mundo y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias Magistrales en México. Profesor visitante de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Profesor Asociado al Grupo Theoria, Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado UCM. Director de la Revista Observaciones Filosóficas http://www.observacionesfilosoficas.net/. Secretario de Ejecutivo de PHILOSOPHICA, Revista del Instituto de Filosofía de la PUCV http://www.philosophica.ucv.cl/editorial.htm, Editor Asociado de Psikeba —Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires— http://www.psikeba.com.ar/, miembro del Consejo Editorial de Escaner Cultural —Revista de arte contemporáneo y nuevas tendencias— http://www.escaner.cl/ y Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo.
[1] Adolfo Vásquez Rocca - Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Estética y Antropología. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la PUCV; Profesor de Antropología en la Escuela de Medicina y de Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. En Octubre de 2006 y 2007 es invitado por la Fundación Hombre y Mundo y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias Magistrales en México. Profesor visitante de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Profesor Asociado al Grupo Theoria, Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado UCM. Director de la Revista Observaciones Filosóficas http://www.observacionesfilosoficas.net/. Secretario de Ejecutivo de PHILOSOPHICA, Revista del Instituto de Filosofía de la PUCV http://www.philosophica.ucv.cl/editorial.htm, Editor Asociado de Psikeba —Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires— http://www.psikeba.com.ar/, miembro del Consejo Editorial de Escaner Cultural —Revista de arte contemporáneo y nuevas tendencias— http://www.escaner.cl/ y Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo.
[2] SLOTERDIJK, Peter, Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo. Ediciones Siruela, Madrid, 2000.
[3] SLOTERDIJK, Peter, Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo. Ediciones Siruela, Madrid, 2000.
[4] SLOTERDIJK, Peter, Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo. Ediciones Siruela, Madrid, 2000.
[5] SLOTERDIJK, Peter, Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo. Ediciones Siruela, Madrid, 2000.
[6] SLOTERDIJK, Peter, Normas para el parque humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo. Ediciones Siruela, Madrid, 2000.
[7] SLOTERDIJK, Peter, El desprecio de las masas. Editorial Pre-Textos, Valencia, 2005
[8]
[9] SLOTERDIJK, Peter, El desprecio de las masas. Editorial Pre-Textos, Valencia, 2005
[10] SLOTERDIJK, Peter, El desprecio de las masas. Editorial Pre-Textos, Valencia, 2005
[11] SLOTERDIJK, Peter, El Palacio de Cristal, Barcelona, 2004.
[12] SLOTERDIJK, Peter, El palacio de cristal, Barcelona, 2004.
[13] SLOTERDIJK, Peter, El palacio de cristal,, Barcelona, 2004.

Informe Especial sobre Cultura/ León Ferrari


¿Qué es la cultura?

Arte, Poder e Iglesia

Obra de Gráfica: Gentileza León Ferrari

por León Ferrari

"La cultura, nuestra cultura, es una suma de costumbres, libros, cuadros, comidas, hambre, cantos, miedos, armas, que sufrieron y sufren una influencia religiosa. Los más admirados creadores, Juan Sebastián, Dante, Miguel Ángel, el Giotto, hicieron obras maravillosas para explicarnos el horrible destino que nos espera si no compartimos los desatinos de sus creencias. Parte de nuestra cultura colaboró para que la Iglesia alcanzara el poder que aún retiene, ilustrando y publicitando la crueldad del Antiguo Testamento – diluvio, Sodoma, extermino de los primogénitos – y las amenazas de Jesús en el Nuevo: Apocalipsis, Juicio Final, infierno. La intolerancia, espina dorsal de la Biblia, que alcanza a los judíos, a los gay, a la mujer, a los poseídos por el demonio, a los diferentes, impíos, apostatas, réprobos, blasfemos, no se quedó en los versículos y en las pinturas sino que se extendió a lo largo de la historia: Los creyentes repitieron con aborígenes americanos, esclavos africanos, judíos, homosexuales, brujas y herejes, los crímenes que admiraron en cantatas y Capellas. Nuestra cultura de entonces ilustró las amenazas cristianas, nuestra cultura de hoy ignora su pasado. Según Marcos (Mc 3,20) los parientes de Jesús decían que estaba loco. Si los relatos de los evangelios fueran reales, nos encontraríamos frente a la curiosa situación de que buena parte de nuestro patrimonio cultural participa del mundo de la locura".

León Ferrari

Zona Literaria/Cuento - Andrés Fabián Valdés


Andrés Fabián Valdés

Mirada de pena
Ilustración: Aimée Zito Lema
Observaba la manera en que un joven calvo escribía su nombre en el enfermizo blanco de las paredes. Aún no me explico por qué, pero se encontraba solo; pálido, enclenque y taciturno. Sentía pena por él, un pobre ser, que sin afecto de nadie, sufría una terrible espera en un deprimente pasillo, el último lugar donde uno quisiera esperar.Tras abrir una puerta, ella se me fue acercando con rostro fúnebre. Yo me hallaba exangüe y no lo podía disimular. El ahuecado silencio era de una naturaleza ajena a las percepciones de este mundo. Nos abrazamos fuerte con un amor serio y consolador con el que intentamos reprimir nuestra impotencia.. En voz baja ella me dijo al oído: “Se me va a caer todo el pelo”. Me tragué la respiración. Sentí mi alma gritar con angustia y enojo. Apreté mis párpados movido por una doliente ansiedad, y al levantarlos, mientras ella lloraba sin encontrar consuelo en mis brazos, volví la vista hacia el joven para saber si nos estaba contemplando.